85 aniversario. CONSTANTINA (Sevilla), 9 de agosto de 1936

85 aniversario. CONSTANTINA, 9 de agosto de 1936

José Antonio Jiménez Cubero. Historiador

El próximo lunes, 9 de agosto del 2021, se cumplirán 85 años del asalto y ocupación a sangre y fuego de la localidad sevillana de Constantina por las fuerzas golpistas de la llamada columna Buiza, hecho con el que daría comienzo la ignominiosa masacre que las hordas fascistas locales llevarían a cabo en los días, semanas y meses siguientes, contra una población civil inerme y desvalida, sobrepasada y aterrorizada por la saña vesánica de los criminales franquistas que acabarían con la vida de casi un millar de vecinos.

  A la luz que arrojan los datos de las últimas investigaciones no hay dudas al afirmar que los alzados en armas contra el Gobierno legítimo, constitucional y democrático de la II República española llevaron a cabo en Constantina, sin ningún tipo de cortapisas o miramientos, uno de los primeros ensayos de su política de exterminio masivo de aquellos grupos de población civil que, el 14 de abril de 1931, habían contribuido a la llegada y establecimiento del régimen republicano o se habían mostrado abiertamente partidarios de este. Tal y como dejara enunciado el historiador Francisco Espinosa Maestre, “en la primera quincena de agosto se decidió desde las más altas instancias golpistas la eliminación masiva de todas las personas relacionadas con la experiencia republicana y la realización de una severa purga sobre la base obrera que le dio su apoyo a aquella”.[1]

  Efectivamente, la matanza de inocentes que las fieras fascistas llevaron a cabo en Constantina tras la ocupación del pueblo sólo puede entenderse cabalmente si la contemplamos bajo la luz de lo expuesto en el párrafo anterior. Para definir la feroz y vesánica represión desatada por estos criminales contra una parte considerable de su vecindario solo caben dos términos: masacre y genocidio. Y podemos y debemos definirla como genocidio en tanto en cuanto se trató del asesinato masivo e indiscriminado de una parte considerable de su población por razones ideológicas y de clase. Y fue una masacre porque la matanza se llevó a cabo con total impunidad por un grupo de militares profesionales y paramilitares armados con material de guerra que actuaron contra civiles inermes y desarmados.

  En Constantina los cachorros fascistas cumplirían al pie de la letra aquella vengativa promesa que hiciera el genocida Queipo de Llano, en una de sus viles locuciones radiofónicas de finales de julio de 1936,  jactándose de que por cada uno de los suyos que hubiera sido asesinado por los republicanos, mataría a otros diez como represalia. Si causan pavor las matanzas llevadas a cabo por los golpistas en localidades como Lora del Río (más de 600 víctimas) o Arahal, Lebrija y Morón (más de 400 víctimas), ¿qué decir de los más de novecientos crímenes de Constantina?

  A estas alturas del siglo XXI parece más que evidente que la masacre de Constantina fue la terrorífica “carta de presentación” que los sublevados en julio de 1936 hicieron llegar al resto de localidades tanto del Partido como de la provincia para que sus habitantes supieran a qué atenerse a la hora de oponer resistencia al avance de sus tropas tal les había ocurrido el día 5 de agosto en Cazalla. De hecho, en poco menos de diez días y después de que miles de personas abandonaran sus hogares y pueblos –entre 10 y 12 mil según los cálculos más prudentes- serían ocupadas sin oposición el resto de localidades de la comarca. Primero cayó Cazalla de la Sierra, el día 12. A esta le siguieron Alanís el 14, San Nicolás del Puerto el 15, Las Navas de la Concepción el 17 y por último Guadalcanal, el día 19. La masacre había surtido efecto, aunque ello no significara una mengua en la saña criminal de los golpistas.


[1] F. Espinosa Maestre en La Gran Represión: Los años de plomo de franquismo. Ed. Flores del Viento, 2009