Francisco Delgado Cano

Las Navas de la Concepción
Sevilla
Jiménez Cubero, José Antonio

Hijo de José y Trinidad, nacido en Navas de la Concepción (Sevilla) a finales de diciembre de 1918, cuando en julio de 1936 se produjo la sublevación militar encabezada por Franco, permanecía soltero, trabajaba de jornalero y estaba afiliado a las Juventudes Libertarias (JJLL). Días antes de la entrada de las tropas golpistas en el pueblo abandonó éste junto a su familia, pasando a residir en la localidad cordobesa de San Calixto. Llamada a filas su quinta en octubre de 1937, se incorporó como soldado al 3er Batallón de la 114 Brigada Mixta, con la que combatió en los frentes de Córdoba y Extremadura. Finalizada la contienda la familia regresaría a su domicilio del nº 17 de la rebautizada calle General Mola.

Detenido a mediados de junio de 1940 cuando trabajaba como carbonero en un rancho de la finca «La Mata» de Hornachuelos, pasó nueve meses recluido en la Prisión Provincial de Córdoba sin llegar a ser procesado. El verano de 1946 tomó parte en la reorganización del Comité Local de la CNT de Navas. Meses más tarde, mientras trabajaba de carbonero en un rancho de la finca «El Águila» en la serranía del Alta entró a formar parte de la red de enlaces de la guerrilla de Palanco (Juan Aranda Nogales) que operaba en la zona. A mediados de febrero de 1947, ante el temor a ser detenido por sus actividades de enlace, se incorporó a la misma junto a sus paisanos Juan Muñoz Fernández y Antonio Vázquez Sabido.

Tras la muerte de Palanco en la primavera de 1948 fue destinado a la columna que mandaba Eugenio del Real (Dionisio Habas Rodríguez). En los dieciocho meses que pasó junto al guerrillero cordobés participó en numerosas acciones de las que siempre salió bien librado. En diciembre de 1949, tras un encuentro con la Guardia Civil en el término de Cazalla, pasaría a operar con su paisano Victorín (José Fernández Invernón) y los guerrilleros Rafaelito (Cándido Martín Benítez) y Ramillos (José Ramos García). A finales de agosto de 1950, tras un nuevo enfrentamiento con la Guardia Civil en el Barranco del Águila del término de Navas de la Concepción, en el que murieron Rafaelito y Victorín, pasaría junto a su compañero Ramillos a operar por el norte de Córdoba hasta que a principio de 1951 quedara solo tras ser abatido en Almodóvar del Río este último.

El último día que vio amanecer con vida el guerrillero de Navas de la Concepción Francisco Delgado Cano, el Bala, fue el 20 de marzo de 1951. Poco después de la salida del sol, sobre las ocho y media de la mañana, cayó abatido en una emboscada que le tendieron fuerzas de la Guardia Civil del Puesto de Marmolejo (Jaén) en el lugar conocido como Peñón de Ambró, junto al curso del río Jándula que discurre por el fondo del Barranco de Santa María del término de Andújar, a unos diez metros del camino que se dirige hacia la aldea de Hoyo de Mestanzas en la provincia de Ciudad Real. Tras la muerte de su compañero Ramillos a comienzos del mes de febrero, el Bala, solo y sin enlaces que lo ampararan, decidió que la única salida que podía encontrar a su delicada situación era intentar contactar con los últimos grupos guerrilleros que pensaba quedaban aún operativos en las serranías limítrofes de las provincias de Jaén y Ciudad Real, y hacia allí encaminó sus pasos. Pasos que Francisco Delgado ignoraba estaban siendo seguidos de cerca por la Guardia Civil apenas puso pie en la provincia de Jaén. Diez días antes de su muerte, la Jefatura del Servicio de Persecución de Huidos de esta provincia ordenó al teniente Federico Anguita Colomo, jefe de la Línea de Marmolejo, que estableciera un servicio permanente de apostadero en varios sitios de la demarcación de la línea, dado que los informes del Servicio de Investigación de la Comandancia alertaban del posible paso por la zona del guerrillero.

Según consta en el atestado del teniente Federico Anguita, la mañana del día 20 de marzo, la patrulla formada por el cabo Vicente Algaba Felguera y el guardia Pedro Sánchez Guerrero «vio subir río arriba por el Barranco de Santa María en que se encontraban apostados un individuo que desde el primer momento, les infundió sospechas. (…) Cuando este se aproximó al sitio en que se encontraban intimaron al sujeto para tratar de identificarlo o capturarlo, pero lejos de obedecer contestó sacando la pistola que, al parecer, llevaba debajo de la manta que le cubría al mismo tiempo que huía, contestando la fuerza con energía y rapidez hasta comprobar que a los diez metros del camino que conduce a Hoyo de Mestanzas había caído muerto».

En el informe que los forenses de Andújar Pedro Sánchez García y Lamberto García Vicente consignaron tras practicar la autopsia consta que «el cadáver presentaba treinta heridas de bala por subfusil automático, estando todos los orificios de entrada en la espalda o región posterior, y los de salida en región anterior, estando también pasados por las balas los dos brazos, el izquierdo fracturado por el húmero; la mayor cantidad de heridas lo están en el tronco, algunas en extremidades toráxicas, muy pocas en extremidades abdominales y una sola en el cráneo. Las direcciones de los proyectiles lo ha sido en todos los sentidos pero siempre ha estado el agredido de espaldas a la Guardia Civil y unas veces ha recibido los disparos por el lado derecho y otras por la izquierda». Al día siguiente, el cadáver de Francisco Delgado Cano fue enterrado en la fosa común nº 13 del paño 9 del cementerio municipal de Andújar.