Joaquín Casín Borrego

El Rubio
Sevilla
Montero Gómez, Félix J.

Su padre, José Casín Boza, y sus abuelos paternos, José Casín Aguilar y Ana Boza Pradas, eran de Marinaleda; mientras que su madre, Dolores Borrego Cecilia, y sus abuelos maternos, Joaquín Borrego Díaz y Dolores Cecilia González, eran de Estepa. Al igual que él mismo y dos de sus hermanos: Antonio, de 21 años y José, de 19. Sólo su hermano menor, Manuel, que tenía 18 años en 1936, nació en El Rubio (Sevilla).

Joaquín Casín Borrego, sin embargo, residía desde niño en este pueblo, al que llegó con cinco años.  Era jornalero del campo, como su padre y sus hermanos; y estaba domiciliado en la calle Francisco Ferrer (Doncellas), número 3, la casa de sus suegros donde él vivía con su mujer, Isabel Gómez López, y los tres hijos de ambos: Isabel, Dolores y Francisco.

Dolores Casín Gómez, su segunda hija, me cuenta que un día del verano de 1936 llegaron dos guardias civiles a la calle Doncellas y se pusieron a preguntar a los vecinos por la casa donde vivía uno de los hermanos Casín. Los vecinos podían haberles señalado a los guardias civiles tanto la casa número 11, que era el domicilio de su tío José Casín, como la casa número 3; pero al parecer sólo les indicaron esta última. Y en ella se encontraba su padre «de vestida», es decir, que había venido de trabajar en el campo casi con el tiempo justo para mudarse de ropa antes de emprender el regreso. Aquellos dos individuos se llevaron detenido al padre de Dolores al cuartel de la guardia civil, que entonces estaba en la calle Molinos, y allí lo tuvieron retenido tres días, en condiciones que sólo cabe —aunque no es difícil— imaginar. Luego lo sacaron y lo condujeron al cementerio, donde lo fusilaron contra una tapia. Solo Isabel Gómez, su mujer, acudió al cementerio, pero no pudo ver el cadáver de su marido; lo único que vio fue su gorra, que le entregaron y ella guardó durante mucho tiempo.

Cuando asesinaron a Joaquín Casín, Isabel Gómez tenía 23 años, uno menos que él; y los niños tenían: 6 años, Isabel; 3, Dolores; y 8 meses, Francisco. Y si ya antes eran pobres, entonces se quedaron en la miseria. La viuda tuvo que ponerse a trabajar, se puso de criada con el boticario del pueblo, Antonio Pérez Martín; y las dos niñas, para comer, tenían que ir a un comedor de caridad montado por la Falange. Del que, por cierto, un maestro falangista llamado Vicente Cordero Moreno echó, porque no estaba bautizada, a la segunda de las hijas de Joaquín Casín y no la readmitió hasta que la bautizaron. A ella y su hermana mayor, Isabel, las envió su madre a un colegio de monjas que había en la calle Guzmán el Bueno de Sevilla, donde estuvieron metidas unos siete años. Isabel Casín Gómez, la hija mayor de Joaquín, se casaría con mi tío Félix Montero Caro.

Su muerte no está inscrita en el Registro civil de El Rubio, pero sí recogida en el apéndice al padrón de habitantes donde se anotaron los cambios producidos en la población del municipio a lo largo de 1936. Uno de tales cambios fue la baja, «por defunción», del varón y cabeza de familia Joaquín Casín Borrego, quien figura en el citado documento con 24 años de edad y domiciliado en la calle General Mola, número 3.

Con el consentimiento de su familia, a los restos de este hombre, que fueron exhumados de la fosa común del cementerio de El Rubio donde habían sido enterrados, se les dio sepultura en el cementerio de Marinaleda. Y aquí, en el pueblo de su padre y sus abuelos paternos, reposan junto a los de cinco hombres más también sacrificados como él.

Fuentes

  • Archivo Municipal de El Rubio: Legajos 19 y 30.
  • Testimonio de Dolores Casín Gómez.
  • Fotografía cedida por Dolores Casín Gómez.