ACTUALIZACIÓN. En recuerdo de Rafael Estévez “Rafa Rinconada”, anarquista, investigador y memorialista. La solución: “No lea tanto, rece y déjelo en nuestras manos”

El equipo de Todos los Nombres abre esta entrada para colocar todos los textos que se deseen sobre Rafa. Nos tenemos que recordar.

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LA MUERTE DE RAFAEL ESTÉVEZ, LA VÍCTIMA MÁS JOVEN DEL COVID-19 EN SEVILLA: “RECE Y DÉJELO EN NUESTRAS MANOS”

La familia del fallecido lamenta la atención recibida por parte de los servicios de emergencias, mientras los expertos admiten que es una enfermedad de la que se aprende cada día

ELDIARIO.ES | CARMEN IBÁÑEZ | 27-3-2020 – 10:54h

Desconocemos muchas cosas sobre el COVID 19. A estas alturas no se sabe a ciencia cierta si hay algún perfil o características que lo hagan más letal para algunas personas respecto de otras, más allá de la constatación empírica: la mayor letalidad de este virus en las personas de edad más avanzada. Los médicos y resto de científicos investigan a contrarreloj para averiguarlo, y los protocolos de actuación se actualizan con regularidad. Pero hoy sólo sabemos que hasta hace menos de un mes nuestra vida era normal y que desde el día 14 todo cambió: el confinamiento y unas magnitudes de contagios y muertes diarias difíciles de asimilar.

Para la familia de Rafael Estévez, un hombre de mediana edad (37 años) oriundo de La Rinconada residente en Sevilla, la distopía que empezaba a asomar en los medios de comunicación se instaló en su casa unos días antes de aquel 14 de marzo. Estévez falleció el domingo 22 en el Hospital Virgen Macarena de Sevilla tras pasar siete días ingresado en la UCI. Comenzó a “no sentirse bien” a finales de febrero, su estado empeoró el 13 de marzo, ingresó en el hospital el día 15 y una semana después falleció. La Consejería de Salud ha confirmado este jueves que se trataría de la víctima de coronavirus más joven en Sevilla.

Estévez vivía con su mujer, Ligia Maria Travesso, de 36 años, en Sevilla. El 10 de marzo viajaron a Madrid en autobús para arreglar unos trámites en el Consulado de Brasil, de donde es originaria Ligia. Ya antes de ese viaje se sentía mal, era alérgico al polen (plátano de sombra) y se medicó con Nolotil. Pero en Madrid comenzó a empeorar y decidieron regresar a Sevilla el día 13, antes de lo previsto inicialmente. Ese mismo día, al no poder ingerir alimentos, avisaron a los servicios de emergencias 112.

Su mujer explica a este diario toda esta peripecia desde la impotencia lógica en una situación así y lamentando la atención y el trato recibido por parte de las emergencias sanitarias. El día 13 por la noche, tras dos horas intentando contactar con los servicios de urgencias, les atienden el teléfono. Tres horas después llegaron los sanitarios, a quienes explicaron, detalla Ligia, los síntomas que padecía: dificultad para respirar, ahogamiento, tos, fiebre y mucosidad. “Sólo le escucharon el pecho y le midieron el oxígeno”. Descartaron una infección por coronavirus, descartaron una neumonía, le inyectaron corticoides y le derivaron a su médico de cabecera, asegurándoles, según el testimonio de su pareja, que tanto los pulmones como los bronquios estaban bien.

Cuando pides una ambulancia al 112 y te cuelgan el teléfono

Tras marcharse los médicos, Rafaél comenzó a empeorar. Ya en la madrugada del día 14 volvieron a avisar al 112. La persona que les atendió al otro lado les trató de forma desconsiderada y desconfiada con los datos que le estaban aportando en esta llamada de auxilio, según afirma su esposa. Con 37,8 de fiebre, y manteniendo las dificultades para respirar, Ligia pide que le manden una ambulancia. La operadora del 112 les colgó el teléfono, y no llegó ninguna ambulancia. Al día siguiente, al ver que su estado no cambia, deciden irse por sus propios medios al hospital. Ese día, el 14, cuando entró al Hospital Virgen Macarena, fue la última vez que se vieron.

Allí le hicieron un triaje de COVID 19 “y allí nos separaron”, cuenta su mujer. A las dos de la madrugada del día siguiente desde el centro hospitalario confirman a sus padres que Rafael ha resultado positivo en el test de coronavirus, que padece una neumonía grave y que está conectado a una máquina de oxígeno para respirar. Ligia habla con él por teléfono. Al poco tiempo ingresa en la UCI. En la llamada diaria que hacía el centro médico para informar a la familia del estado del enfermo, les confirman una infección grave en el pulmón. El padre pregunta si está en riesgo de muerte, punto que descartan al otro lado del teléfono. Pasados pocos días desde el ingreso, estas llamadas se producen dos veces al día, pero siempre eran escuetas y parcas en detalles.

“No lea tanto, rece y déjelo en nuestras manos”

Cuando Ligia preguntaba qué tratamiento estaban administrando a su marido, le respondían cuestionándole a ella por sus conocimientos médicos, o si era personal sanitario. “Yo leía protocolos de actuación y toda la información que podía. Pero ellos me decían que no lea tanto, que lo que tenía que hacer era rezar y dejarle en sus manos”. El sábado 21, Rafael empeora. Los médicos le practican una maniobra respiratoria conocida como “prona”, consistente en tumbar y entubar al paciente boca abajo para mejorar su ventilación, tras constatar que Rafael no mejora. Finalmente, a las 3 de la tarde del domingo 22, les llaman del hospital para avisar de que su marido había fallecido. Como el resto de familiares de pacientes muertos por coronavirus, no han podido despedirse de él ni asistir a su funeral.

Ni ella ni el padre de Rafael fueron sometidos hasta ahora a un test para comprobar si están contagiados, se queja Ligia. Sin embargo, es una actuación conforme al protocolo del Ministerio de Sanidad, que prevé confinamiento y aislamiento para las personas en contacto con casos positivos o con síntomas leves. “No hemos recibido ningún respaldo ni ningún apoyo por parte sanitaria. Yo les decía que estaba con depresión, que necesitaba un apoyo especial, pero no lo sentí”, lamenta esta mujer que carga su indignación sobre todo con los profesionales de emergencias sanitarias 112 y 061, por el trato y por el error a la hora de detectar la infección del virus en su esposo.

Creen que los dos días transcurridos desde esa visita hasta que ingresa en la UCI podrían haber cambiado las cosas. Ella ha leído que los corticoides agravan los casos de neumonía y da por hecho que los facultativos que atendieron a Rafael en su domicilio cometieron una negligencia al inyectarle este medicamento habitual en las personas con alergias. Sin embargo no es así, según confirman a este periódico varios médicos consultados. De hecho, uno de ellos ha explicado que a los pacientes que llegan al hospital con neumonía grave se les están poniendo corticoides. Los facultativos consultados descartan pues que el medicamento aplicado a Rafael fuera el causante de su empeoramiento y que esté contraindicado en una infección pulmonar.

La alergia al polen y las crisis de asma aumentarán estos días

El caso de Rafael, un hombre de mediana edad y con alergia al polen, va a ser un cuadro habitual a partir de ahora. “La llegada de la primavera va a aumentar las crisis de asma alérgica, como ocurre habitualmente en esta época”, comenta el alergólogo del Hospital Gregorio Marañón, Alberto Álvarez-Perea, que señala el reto de poder realizar un diagnóstico diferenciado entre COVID 19 o asma por alergia. “De entrada, es infrecuente que el COVID 19 produzca episodios de broncoespasmo”,

En lo que coinciden es en la necesidad de transparencia de compartir y actualizar los datos. La Consejería de Salud ha dejado de facilitar la edad de los enfermos fallecidos por COVID 19 desde el pasado lunes, cuando se registró un repunte en el avance de la enfermedad en Andalucía. Alegan protección de datos de los pacientes para explicar esta falta de información.

En la mañana de este jueves, Ligia acudió a urgencias del Hospital Macarena con tos, tras un intento fallido de ser atendida a través del 112, según ella misma explica. Allí se negaron a hacerle el test de coronavirus, y le hicieron una analítica. Al solicitar que le hicieran el test, la respuesta fue que no tenían, asegura. Tras explicar que su marido falleció en ese mismo hospital hace cuatro días, le hicieron un test cuyo resultado conocerá el lunes día 30.

https://www.eldiario.es/andalucia/sevilla/Rafael-Estevez-victima-COVID-Sevilla_0_1010349083.html

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LA VIUDA Y EL PADRE DEL FALLECIDO DE 37 AÑOS SE QUEJAN DE QUE NO ES HACEN EL TEST DEL CORONAVIRUS

El joven, que tardó en ser atendido y al que tuvieron que llevar los familiares al hospital, no tenía ninguna patología

ABC | MERCEDES BENÍTEZ | SEVILLA | 25-3-2020

Un hombre de 37 años de San José de la Rinconada se ha convertido en la sexta víctima mortal del coronavirus en Sevilla, según anunció el propio alcalde de este municipio, el socialista Francisco Javier Fernández.

Se trata de Rafael Estévez, un hombre que trabajaba en una fábrica de pollos y que, según ha explicado su mujer, Lidia Travesso y su padre, que se llama igual que el fallecido, no tenía patología previa. Según han explicado a ABC la esposa y el padre de la víctima, sólo “tenía alergia al polen que trataba, a veces, con aerosoles”. Según la mujer, el hombre estaba sano aunque pesaba 98 kilos.

Tanto la mujer como el padre de Estévez, se han quejado de la falta de atención del teléfono que tienen Salud para estos casos. Porque, según han dicho, primero tardaron mucho en cogerle la llamada y luego, una vez que le atendieron, restaron importancia al tema. Según el relato de Travesso, el hombre comenzó a sentirse mal el día 12 y, como no mejoraba con Nolotil, el personal sanitario que acudió a su casa le puso «una inyección de corticoide» y le recomendó permanecer en casa.

Luego, como no mejoraba, el día 14 la mujer y el padre del fallecido, llevaron al enfermo al hospital Macarena, donde inmediatamente fue ingresado. «Nada más llegar se quedó hospitalizado y lo aislaron en la planta de coronavirus», ha relatado la viuda a la que, según afirma, no le dieron muchas explicaciones. Según su relato, sólo le dijeron los medicamentos que le estaban dando y al poco tiempo que lo ingresaban en la UCI.

Tiempo perdido

El pasado domingo llamaron al padre para comunicarle que había empeorado y hacia las tres de la tarde le avisaron de su fallecimiento. «Se ha perdido mucho tiempo», se han quejado tanto la viuda como el padre insistiendo el teléfono de atención tardó mucho y que fueron ellos los que tuvieron que llevarlo al hospital.

Ahora ambos, que no han podido acudir al entierro, aseguran que siguen en su casa aislados y que después de nueve días de confinamiento, Salud aún no les ha hecho el test para comprobar si tienen la enfermedad ellos también. Ni siquiera al padre, que tiene 62 años.

Por su parte el alcalde La Rinconada, ha asegurado que el pueblo está «muy consternado y dolido» por la triste noticia de que un joven de 37 años del pueblo ha muerto víctima de la pandemia del coronavirus. Fernández ha confirmado a ABC que la nueva víctima vivía desde hace más de seis meses en Sevilla capital pero «hacía vida asidua en nuestra localidad». El hombre ha muerto en el hospital Virgen Macarena y, según parece, la familia asegura que no tenía patologías previas.

«Esto demuestra que el virus no entiende de edades, ni de sexos ni de fronteras. Nos demuestra que tenemos que extremar todas las medidas» ha dicho el alcalde, según el cual, ha sido la propia familia del joven la que le ha confirmado que ha muerto víctima de la pandemia, ya que este nuevo muerto no ha aparecido aún en el recuento de víctimas que envía periodicamente la Junta de Andalucía.

El alcalde se ha declarado públicamente «en guerra contra el virus» y ha insistido en que todas las medidas restrictivas no se hacen por capricho y que hay que seguir tomando decisiones en aquellos ámbitos donde hay más riesgo de contagio.

Esta víctima se suma a la mujer de 91 años de edad y el varón de 92 años que fueron las dos últimas muertes por coronavirus registradas en la provincia de Sevilla según la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía.

https://sevilla.abc.es/provincia/sevi-coronavirus-hombre-37-anos-san-jose-rinconada-sexta-victima-mortal-coronavirus-sevilla-202003231102_noticia.html?fbclid=IwAR0gFYaWpHJggOebE19hzPb0oCvADGO0kwSeC8bHyAte4f_MKtaGPhOgR9Y#vca=rrss-inducido&vmc=abcdesevilla-es&vso=fb&vli=noticia-foto

 

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ASÍ ERA RAFAEL ESTÉVEZ, LA VÍCTIMA MÁS JOVEN DEL CORONAVIRUS EN SEVILLA

► Natural de La Rinconada, acababa de publicar un libro sobre el comunismo libertario en su localidad natal

► Falleció el domingo a los 37 años en el Hospital Virgen Macarena y no tenía ninguna enfermedad previa

FERNANDO PÉREZ ÁVILA | DIARIO DE SEVILLA | 25-3-2020

“Cuando nos comunicaron que había fallecido, no nos lo podíamos creer. Era un tío sano, fuerte, que no fumaba ni bebía. No tenía ninguna enfermedad. Todos pensamos que iba a salir adelante y la noticia nos dejó helados”. Quien así habla es Daniel Fernández. Se refiere a su amigo Rafael Estévez Guerrero, la víctima más joven del coronavirus en Sevilla. Murió el pasado domingo 22 de marzo en el Hospital Virgen Macarena.

Estévez era natural de La Rinconada, pero llevaba tiempo viviendo en Sevilla capital. Era anarquista y era muy conocido en el mundo del activismo en la ciudad. Acababa de publicar un libro, Comunismo libertario en La Rinconada, fruto de un trabajo de investigación de diez años. Presentó la obra el 2 de marzo en Sevilla y unos días después en Madrid. Puede que se contagiara allí, porque ninguno de los asistentes al evento en Sevilla ha tenido síntomas de la enfermedad.

Durante su estancia en la capital de España ya encontró los primeros indicios de una ciudad que se preparaba para afrontar la epidemia que llegaría en cuestión de horas. “Me vengo a Madrid tres días y me cierran todos los museos y musicales. Me fui a Sao Paulo este verano y se me hizo de noche a las dos de la tarde. Que no, que no me gusta viajar”, tuiteó el 11 de marzo.

Un día después empezó a sentirse mal. Un tratamiento con Nolotil y corticoides no funcionó y el 14 fue ingresado en el Hospital Macarena, donde fue aislado con los enfermos de coronavirus. Empeoró y pasó a la UCI y finalmente falleció, dejando una profunda huella entre sus amigos y compañeros.

Estévez estaba casado y no tenía hijos. Deja una profunda huella en los colectivos anarquistas de la ciudad, donde era muy conocido. “Siempre estaba en primera línea, era muy echado para adelante, muy valiente, y además un tipo muy simpático”, cuenta Fernández, que le ha escrito un obituario en La voz del sur.

“Era un tipo peculiar, si por peculiar entendemos lo que se sale de la norma habitual”, dice el texto, que cuenta también las distintas profesiones que desempeñó. Era auxiliar de enfermería, profesión que compaginó con otras en los periodos de desempleo, en los que recogió naranjas, trabajó en la hostelería y en una fábrica de pollos. “Un tipo trabajador donde los haya, fuerte, despierto y abierto con la gente, cualidades todas ellas muy apreciadas por cualquier empleador”, escribió su amigo.

Militó en el sindicato anarquista CNT en Chiclana, Sevilla y Camas, si bien en los últimos tiempos ya no estaba afiliado. El anarquismo fue, según Fernández, “el gran leitmotiv de su vida, porque si por algo le gustaría ser recordado a Rafa es por ser fiel embajador de las ideas que marcaron su trayectoria vital”. Era un gran lector de los clásicos teóricos ácratas, como Proudhon, Bakunin, Malatesta o Kropotkin, cuyas ideas “le dotaron de un corpus de valores, principios y fundamentos morales y sociales que, desde muy joven, darían sentido a su existencia”. 

Creó una pequeña distribuidora de libros, con ejemplares encuadernados por él mismo y que vendía a precio de coste, “sin recibir beneficio alguno”. Vendía libros en la Plaza del Pumarejo, primero, y junto al Parlamento después. “Era un hecho familiar verlo cada sábado por la mañana con su mesa repleta de libros mientras que algún otro paseante se detenía y ojeaba curioso. Siempre lo encontrabas alegre y dispuesto a charlar con cualquiera”. Tenía también un blog, Negro sobre Negro.

De Estévez también ha escrito el periodista Francisco Artacho, que coincidió a veces con él en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla. “Es un lugar clave para investigar qué ocurrió en Andalucía y en España durante la Guerra Civil y el franquismo. Allí se almacenan miles y miles de expedientes que ayudan a indagar, pueblo a pueblo, a quién se juzgó, a quién se depuró, a quién se castigó. Rafa, al que muchas personas conocían simplemente como Rafa Rinconada, invirtió muchas horas de su vida tecleando en el rudimentario, pero efectivo, viejo ordenador que abría la puerta a los casos sumarísimos y otros documentos”, dice Artacho.

El domingo, día de su muerte, sus compañeros lo despidieron entonando el himno anarquista, A las barricadas, desde los balcones y ventanas de sus casas. No podían acompañarlo en el cementerio para no vulnerar la cuarentena. Que la tierra le sea leve.

https://www.diariodesevilla.es/sevilla/Rafael-Estevez-victima-joven-coronavirus-Sevilla_0_1449455215.html

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Ángel García-Villaraco Cómez

24.03.2020

   Cuando hace dos días recibo un wassapp comunicándome su muerte, me resultaba imposible creerme la noticia. No podía ser, Rafa no, Rafael no. No por la edad, no por tener buena salud, no por ser amigo, no por lo inesperado. No y mil veces no, Rafa no podía sucumbir a esta pandemia de origen dudoso que hoy nos llega a todos; él, que siempre presentaba batalla al capitalismo, al fascismo, no podía caer ante un enemigo invisible y de tan poca cuantía.

   No dormí esa noche, Rafael y yo (así le llamaba) habíamos entablado en los últimos años una amistad profunda que, si se inició en el Archivo del Tribunal Militar, se fraguó en base a nuestra común ideología, él como practicante comprometido muy activo y yo como antiguo luchador hoy al abrigo de las comodidades del sistema. En mi memoria se agolpaban, en la noche, recuerdos de lo habido, y tristeza por lo que no llegará, momentos buenos, y momentos mejores, porque entre Rafael y yo nunca existió un mal día, ni un mal rollo, no, porque  nada de eso era  posible con él, y es que Rafael era un tipo íntegro, al tiempo que sencillo y sincero. Maravillosamente impulsivo y cariñoso, siempre con su sonrisa de niño travieso, Rafael era mi amigo, con mayúsculas, no un usuario más del Archivo con quien puedes tener un trato más o menos afectivo.

   Si mi memoria no me lleva a error, Rafael visitó por primera vez el Archivo a finales de 2009 en pleno traslado de los fondos documentales a la actual sede. Licenciado en historia, me pidió (durante unos días me habló de usted) acceso a la base de datos porque quería hacer un trabajo de investigación sobre La Rinconada. Dado su carácter sencillo, su forma de ser y vestir, y mi costumbre de recibir a investigadores, profesores, catedráticos, todos ellos serios, formales, de renombre y gran currículo, aquel licenciado en historia me pareció una extraña novedad al tiempo que una posible renovación o en cualquier caso el mantenimiento del interés por el pasado reciente de este país, Guerra Civil, represión, dictadura… por lo que decidí prestarle más atención que a otros de nuestros investigadores que, ciertamente, ya conocían el camino. Los comienzos no fueron fáciles ya que la información que en ese momento Rafael manejaba no era muy clarificadora y nuestra base tampoco era la más completa, por lo que su trabajo iba muy lento y yo le aportaba poco.

   Y en esa lenta progresión del trabajo, y la por entonces común falta de confianza en lo personal, una mañana  cambia todo y surge ese Rafael que me llevó a mi amistad con él y a su recuerdo infinito: le localizo por teléfono (nada fácil) para informarle que un nombre que buscaba y que le iba a dar otras pistas lo tenía en mi mesa. Acercándose de una manera inusualmente rápida a la oficina del Archivo que aún teníamos en la sede del Tribunal Militar, y en aquel pasillo frecuentado por jueces, fiscales y abogados, me abraza, me agarra por la cintura y me levanta hasta donde sus fuerzas le permiten. Una vez superada mi sorpresa, lo llevé a la oficina y empezamos a hablar, él empezó a hablar, y el sumarísimo que tanto interesaba quedó para días futuros.

   Ese día del abrazo, Rafael me comentó que era comunista libertario, que quería escribir, editar y publicar sin ningún tipo de subvención, y que para ello trabajaba en todo lo que iba saliendo, que era poco y duro. Me habló de su familia, de como vivía, de sus necesidades y de sus logros, y de que el medio en el que se movía para su investigación, entre cuadros del Jefe del Estado y banderas, no era el más cómodo para él. Igualmente me hizo una crítica sobre la falta de reconocimiento que por aquel entonces tenían los anarquistas, tanto en el periodo de la República como en la Guerra Civil,  a la vista de las publicaciones que existían en el momento, exceptuando a  un par de autores .

  Le costó a Rafael su investigación, y la publicación de “Comunismo Libertario en la Rinconada”, le costó diez años de trabajo en el campo, de cuidados de ancianos, y de noches lavando platos en restaurantes. Pero en ese costo a Rafael  no se le fue la vida, la amplió, y mucho, tanto en lo personal como en su lucha antifascista, su razón de ser. Y de esto último, su lucha antifascista, soy consciente y conocedor más allá de un puesto de venta de publicaciones  totalmente artesanal en la Macarena. La aparición declarada en el país de un partido político de ideología fascista, más que una preocupación, motivó a Rafael una razón para seguir en la lucha, lucha que había decaído con posterioridad al 15 M y de la que se quejaba en sus charlas conmigo. Me hablaba de sus acciones en la calle, me documentaba sobre las mismas, mientras yo, en la prudencia que me corresponde, le aconsejaba. Y todo ello sin hablarme de su libro del que yo tan solo sabía que había puesto fin a la investigación.

  Después de unos meses que pasó en Brasil y otros avatares, el pasado octubre Rafael me llamó para darme una alegría, porque ya disponía de la maquinaria adecuada, de papeles y tintas para publicar su libro sin que saliera un euro del amplio bolsillo de la administración. Tuve la satisfacción de ser el primero en tenerlo en las manos  y de leerlo, y él, no lo olvidaré, en su sencillez ,  viendo anotaciones mías en los márgenes, me comentó que ya había conseguido que alguien lo leyera.

  Tal vez no es momento de hablar de libros, pero aquel ejemplar que tuve en mis manos, lejos de un impersonal texto en Word, destilaba la esencia no ya del historiador, también la del luchador que fue Rafael, su vitalidad,  el compromiso con sus ideales y también, tal vez, su soledad en esa lucha. Me agradó, por otra parte, su narrativa sencilla y su capacidad didáctica para llegar a sus vecinos , independientemente de los conocimientos históricos que los lectores puedan poseer.

   Cuando partimos siempre dejamos algún proyecto por iniciar, y Rafael, aún joven, seguro que muchos. Entre otras ideas que rondaban su cabeza, me pidió colaboración en la búsqueda de nombres de la 77 Brigada Mixta que formó Sabin con anarquistas, para lo cual teníamos prevista una reunión a su vuelta de Madrid. Nuestra charla de la noche del día tres no tuvo continuación. Tampoco pudo ser la presentación de su libro en la Fuga , en los meses de mayo o junio.

Cuando volvamos a abrir el Archivo, no me resultará fácil llenar el hueco que nos ha dejado Rafael. No será fácil, pero tampoco quiero que lo sea. y de una manera u otra mantendremos vivo su recuerdo.

Así solía terminar Rafael nuestras conversaciones, y así dejo yo también estas letras aprisionadas.

  “Y ahora me voy a trabajar, que es lo que toca, porque cuando no se quiere vivir de subvenciones es lo que hay, venga, un abracito, Ángel “

 Rafael, compañero, que la tierra te sea leve.

Ángel García- Villaraco Gómez

Tu amigo del “Archivo del Tribunal de Sevilla.”

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Rafael Estévez, ‘Rafa Rinconada’, el perseverante anarquista, investigador histórico y antifascista

Rafael Estévez Guerrero pasó muchas mañanas de su vida en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla, un lugar clave para investigar qué ocurrió en Andalucía y en España durante la Guerra Civil y el Franquismo. Allí se almacenan miles y miles de expedientes que ayudan a indagar, pueblo a pueblo, a quién se juzgó, a quién se depuró, a quién se castigó. Rafa, al que muchas personas conocían simplemente como Rafa Rinconada, invirtió muchas horas de su vida tecleando en el rudimentario, pero efectivo, viejo ordenador que abría la puerta a los casos sumarísimos y otros documentos. Revisó muchos legajos, que fotografió, para luego poder estudiar con más detenimiento en su casa.

El archivo histórico es un lugar tranquilo y silencioso, frecuentado mayoritariamente por hombres ya entrados en años. Por eso Rafa llamaba la atención, por ser de los más jóvenes en acceder a aquel lugar. Aprendió de historiadores veteranos. Entre descanso y descanso, Rafa, siempre con el entusiasmo propio de un joven investigador, absorbía como una esponja la experiencia de los demás. Su foco de atención estaba en Sevilla, en su pueblo, La Rinconada, que estudió con la perseverancia necesaria para terminar y culminar una investigación tan compleja y profunda.

Pocas semanas antes, el 2 de marzo, Rafa vivió el que posiblemente fuera uno de los días más felices y plenos de su vida, la presentación de su libro ‘Comunismo Libertario en la Rinconada’. Como buen autodidacta, él mismo se encargó de diseñar, imprimir, encuadernar y distribuir el libro. Aquel lunes 2 de marzo se mostraba tranquilo por llegar a la meta, pero inquieto ante el evento de la presentación. “Ahora … ya …. se acabó. En horas se hará la presentación y una nueva etapa comenzará. Siempre habrá dudas de si se pudo hacer mejor o peor. Pero el trabajo está hecho. Ahora, si este mundo de sordos no quiere oír no es mi problema”. Rafa hizo estas declaraciones en su cuenta de Twitter. También anunció su intención de embarcarse en un nuevo proyecto de investigación y estudio: la represión fascista en La Rinconada.

Pero Rafa no podrá escribirlo. Ni se le volverá a ver por el archivo. Porque Rafa murió el domingo, 22 de marzo, en el Hospital Virgen Macarena. Murió con coronavirus. En plena extensión de la pandemia, el 11 de marzo, Rafa viajó a Madrid para presentar su libro. Al menos, las dos últimas semanas antes de su ingreso hospitalario Rafa conoció la plenitud que siente cualquier escritor durante la presentación de su trabajo.

Antifascista, anarquista. Luchador. 

Muchas de sus reflexiones se pueden leer en su blog, Negro sobre Negro, en el que repartía estopa al que la merecía y donde dejó constancia de su firme convicción anarquista.

Además de en el archivo, a Rafa se le podía ver en las calles, las plazas y en la lucha. Fue un destacado miembro del movimientos 15-M. También de la Coordinadora Antifascista y del movimiento anarquista de Sevilla. Siempre estuvo en primera línea de las movilizaciones. Desde la pelea por el derecho a la vivienda, en el movimiento de las corralas, hasta las movilizaciones de trabajadores y trabajadoras, pasando por la luchas feministas y LGTBI contra los fascistas de Hazte Oír.

Siempre en primera línea, siempre presente. Siempre noble y humilde, imposible será llenar el hueco que deja Rafa. Sus compañeras y amistades le rindieron el penúltimo homenaje el mismo día de su fallecimiento, a las 21:00 horas, desde ventanas y balcones entonando y pinchando el himno anarquista ‘A las barricadas’. El último homenaje será leer su libro.