ACTUALIZADO. Lo que las actas visibles del Congreso cuentan sobre el asesinato de García Caparrós en la Transición

LO QUE LAS ACTAS VISIBLES DEL CONGRESO CUENTAN SOBRE EL ASESINATO DE GARCÍA CAPARRÓS EN LA TRANSICIÓN

La lectura de los diarios que sí publica el Congreso permite recordar cómo afrontaron los grupos la investigación de la muerte del joven: de la exigencia de responsabilidades a achacar a la causa “palpable” a la situación de Málaga y la bandera blanquiverde

ELDIARIO.ES | NÉSTOR CENIZO | 30-11-2017

Cuarenta años después de que  lo matara una bala blindada que probablemente disparó una Star modelo S, habitualmente utilizado por la Policía,  el Congreso sigue rechazando publicar las actas de la comisión de investigación del asesinato de García Caparrós y en  su web sigue constando un significativo “esta sesión no tiene diario” para las sesiones de los días 13 de enero, 29 de junio y 9 de noviembre de 1978. No se informa de qué dijeron y oyeron los señores diputados durante esas tres sesiones, mientras que la diputada de Unidos Podemos Eva García Sempere  ha tenido aceptar dos condiciones para que le dejen ver las actas: que no las fotocopie y recibirlas con los nombres tachados.

Una lectura de las sesiones que sí tienen diario permite, no obstante, hacerse una idea de cómo se suavizaron las conclusiones, se rebajaron los tonos y se diluyeron las responsabilidades en los pocos meses que transcurrieron entre el asesinato del joven trabajador de cervezas Victoria, militante de Comisiones Obreras, y la aprobación de las conclusiones de la Comisión de Encuesta sobre los sucesos de Málaga y La Laguna.

El 4 de diciembre de 1977, Manuel José salió a pedir autonomía y se encontró con un tiro a traición. Cuentan las crónicas que unos dos millones de personas se manifestaron en Andalucía, unas 200.000 de ellas en Málaga, donde Francisco Cabezas, presidente de la Diputación, se negaba a que ondeara en el edificio oficial la bandera andaluza. Esto no ocurría en ninguna otra ciudad, así que el joven José Manuel Trinidad Berlanga trepó por la fachada para colocarla. Dicen que fue entonces cuando el caos se desató y volaron los botes de humo, los porrazos, las salvas y un tiro que fue a parar mortalmente al pecho de García Caparrós.

Represión “brutal e indiscriminada”

Inmediatamente después de su muerte, representantes en Málaga de los principales partidos políticos suscribieron un manifiesto “para hacer constar la indignación por los dolorosos sucesos ocurridos (…) al reprimirse (…) de forma brutal e indiscriminada, la manifestación que discurría de manera pacífica y entusiasta”. “El simple hecho de que un joven, sin la menor violencia, colocara la bandera de Andalucía junto a la bandera de España en el edificio de la Diputación no justificaba una intervención de las Fuerzas de Orden Público contra los manifestantes“, continuaba aquella declaración, suscrita con el cadáver del chico aún caliente y los ánimos encendidos de la calle.

Un año después, el tono de las conclusiones de la Comisión de Encuesta había cambiado. Como si la indignación la hubiera aplacado el paso del tiempo u otra causa, que se desconoce oficialmente. El 17 de noviembre de 1978 el Congreso concluyó que la situación socioeconómica de Málaga, “con su cota de paro destacando del resto de España, sus problemas en la agricultura y pesca, en la vida de las empresas y en el sector turístico, así como su carencia de desarrollo industrial”, fue la causa “remota pero bien palpable” de lo que ocurrió, de modo que pidió un plan de urgencia para el desarrollo de la provincia.

Como segunda causa, la comisión de investigación no apuntó a la actitud intransigente del Presidente de la Diputación, como hacían las crónicas del día de marras, sino al “clima creado por la comisión organizadora al establecer que no hubiese más bandera que la andaluza”. El Congreso concluyó que esto “inevitablemente produjo una marginación de la enseña nacional” capitalizada por la extrema derecha y “contestada con violencia por elementos de signo opuesto”. Por último: “No existen pruebas suficientes, ni siquiera la convicción moral que permita atribuir una responsabilidad política a las autoridades malagueñas”. Tampoco judicialmente se encontró al autor del disparo.

La conexión con el ‘búnker de Fuengirola’

¿Qué ocurrió en esos once meses para que el foco de los políticos virara de la “brutal e indiscriminada” actuación policial a la “situación socioeconómica de Málaga”? Parte de la respuesta sigue oculta por el Congreso, que sólo permite que una de sus diputadas apunte con un bolígrafo lo que reflejan las actas. Pero otra parte puede intuirse de los diarios de sesiones que sí se publicaron. Por ejemplo, el del Pleno de 23 de diciembre de 1977, cuando se constituyó la comisión y los partidos explicaron su voto. Allí se refleja la actitud previa de los partidos ante esa comisión.

El debate ese día pareció girar en torno a cómo crear una policía para un Estado democrático con cuerpos provenientes de la dictadura. Así se entiende la intervención de Rafael Ballesteros, en nombre del PSOE, que insistió en la necesidad de que “las fuerzas de orden público se adecuaran a la nueva vida democrática de este país”. El foco parecía estar en cómo había actuado la policía: “Es necesario ya (…) una fuerza de orden público que tenga en sus cargos de responsabilidad hombres que hagan que esos ciudadanos que las constituyen estén al servicio de nuestras libertades y de las suyas propias (…)”.

Tomás García García, del PCE, destacó la vinculación de Cabeza, el presidente de la Diputación, con “los elementos más ultras de Málaga”, integrados entonces con lo que se conocía como el búnker de Fuengirola que encabezaba Girón de Velasco, y en el que también estaba el nazi belga Leon Degrelle. Pide una exploración “detallada, minuciosa, absolutamente clara, sin ninguna clase de cortapisa”, de los acontecimientos de Málaga para “señalar responsabilidades”.

Sin embargo, ese supuesto afán quedó diluido en el resultado final. Algo tuvo que ver la actitud del gobierno y de UCD, cuyo diputado Huelin Vallejo advertía ya aquel día de que convenía “separar los sentimientos personales para, desde la atalaya política, otear con grandeza el horizonte nacional”. De sus palabras se deduce al temor a los elementos ultra derechistas. UCD no quería debate sobre la constitución de la comisión porque, según Huelin, eso sería “prejuzgar” e “infravalorar” a los diputados de la comisión de encuesta.

Manuel Fraga derivó la cuestión a la seguridad, y la supuesta degradación del orden público: “Cualquiera que (…) visite esta o aquella parte del territorio de España, de la única nación que es España (…) puede estar seguro de que los españoles de todas clases y de todas partes piensan que está en peligro su seguridad”. De esta forma, Fraga vinculaba la investigación con el “crecimiento constante de los asaltos a viviendas, de los robos a mano armada, de la destrucción de automóviles (…). “Parece que ya está bien de hacer demagogia sobre las Fuerzas que tienen la sagrada misión de defender el orden de todos (…)”, protesta, antes de anunciar que sólo aceptará una “investigación a fondo” de “lo que ocurre con el orden público en España, de las causas de su deterioro y de las responsabilidades de todos al respecto”.

La pregunta de Martín Villa

Cuando llegó el turno de Rodolfo Martín Villa, entonces ministro del Interior, quedó claro que el Gobierno estaba presionado por los elementos radicales y que no aceptaría responsabilidad alguna porque no los controlaba: “¿Me garantiza a mí alguien que entre los millares de agentes de la autoridad del Estado, cuando llega un caso de esta especie, de choques de violencias, se pueda responder de la serenidad, del estoicismo, de la fuerza moral de un funcionario que exasperado por lo que fuera, por el odio, por el temor, se pueda exceder en sus funciones?“. Con esa pregunta retórica, Martín Villa dejaba claro que nunca habría un responsable, pese a que su compañero de partido, Huelin Vallejo, había pedido “una consideración dura, tanto política como judicialmente”, con los responsables.

“Cuando se ataca y se hostiga a las fuerzas hasta ponerlas en situaciones límite de tener que defender su propia vida, nadie puede asegurar que no se produzcan resultados como los que todos lamentamos”, dijo el ministro para cerrar su intervención. Aquel 4 de diciembre Manuel José García Caparrós sólo había salido, como dos millones de andaluces, a pedir autonomía. Fue él quien lo pagó con su vida.

http://www.eldiario.es/andalucia/malaga/Caparros_0_713579627.html

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+ información

TODO EL PARLAMENTO CONOCÍA LA IDENTIDAD DEL ASESINO DE GARCÍA CAPARRÓS Y LA HA OCULTADO 40 AÑOS

Una secretaria judicial desvela que el cabo de la Policía Armada M.P.R. disparó presuntamente la bala que mató al estudiante malagueño el 4-D de 1977

DIARIO 16 | NATALIO BLANCO | 29-11-2017

El joven malagueño de 18 años Manuel José García Caparrós se manifestó aquel 4 de diciembre de hace ahora 40 años para reclamar una autonomía plena para Andalucía, como cientos de miles de andaluces. Una certera bala reglamentaria de 9 milímetros disparada presuntamente por el cabo primero de la Policía Armada M.P.R. acabó con su vida en plena calle de la capital malagueña. El manto de silencio que hasta hoy se ha mantenido a todos los niveles institucionales ha saltado por los aires con la investigación de la secretaria judicial Rosa Burgos, que publica ahora Las muertes de García Caparrós, una década después de su primer abordaje a este asunto en el libro La muerte de García Caparrós. La revista malagueña El Observador adelanta estos datos oficiales que aún hoy el parlamento español sigue ocultando a la ciudadanía.

En el libro de esta funcionaria judicial se desvelan todas las actas secretas de la comisión parlamentaria que investigó el asesinato de este joven trabajador de Cervezas Victoria y afiliado a Comisiones Obreras. En ellas se puede constatar cómo todo el arco parlamentario del momento conocía las conclusiones de la investigación y todos los detalles de la misma, pese a que hoy, cuatro décadas después, la Mesa del Congreso de los Diputados acaba de vetar aún parte de las actas de aquella comisión parlamentaria, entre ellas los informes de balística que ahora ha publicado Rosa Burgos en su investigación.

Estos informes de aquellos años determinan que presuntamente fue el citado cabo primero de la Policía Armada el que disparó aquella bala asesina sobre la que se extendió un implacable manto de silencio hasta hoy mismo.

Las autoridades de la Transición atribuyeron los hechos de aquel 4-D a la complicada situación socioeconómica que vivía Málaga. El actual alcalde de la ciudad andaluza desde el año 2000, Francisco de la Torre (Partido Popular) participó desde las filas de la extinta UCD en la comisión parlamentaria que investigó y silenció los hechos. Los cargos superiores al agente que presuntamente disparó sobre García Caparrós elevaron un escrito al juzgado en el que se concluía: “No se puede determinar qué persona causó la muerte por el desorden y agresividad de los manifestantes”.

De hecho, estos datos reveladores que hoy ven la luz a través del libro de Rosa Burgos aún sigue siendo vetados por el Congreso de los Diputados en pleno 2017, cuatro décadas después. La diputada de IU por la provincia de Málaga, Eva García Sempere, también ha intentado sin éxito acceder a todas las actas secretas del Congreso sobre aquellos hechos. No duda un instante al criticar lo que considera un “pacto de silencio” de la época “para que nadie empañara la Transición”.

Todo lo que envuelve al crimen del joven sindicalista malagueño no sólo está rodeado de misterio, también hay mucho de hipocresía y complicidad institucional. Y por supuesto de paradojas. Tanto es así que la placa que en el año 2002 se levantó en memoria del asesinado se colocó con el nombre mal escrito y en un lugar equivocado, que para colmo se acaba de ser reconocido, este mismo martes 28 de noviembre, por la Junta de Andalucía como Lugar de la Memoria Democrática. Y como guinda a tal desaguisado, ni siquiera se hace alusión alguna al motivo que llevó a la colocación de esta placa en homenaje al asesinado. “La Ciudad de Málaga en recuerdo de D. José Manuel García Caparrós”. Una placa que, además, ha recibido y recibe continuos ataques de grupos radicales de ultraderecha.

El silencio que impuso la comisión de investigación del parlamento contó con la complicidad de formaciones como Alianza Popular (hoy PP) o PSOE, que hoy se vuelcan en recordar la figura del joven manifestante asesinado por la policía armada. Tanto es así que Ayuntamiento (PP), Diputación Provincial (PP) y Junta de Andalucía (PSOE) lo han nombrado Hijo Predilecto pese a que son algunos de los partidos, entre otros muchos, que en plena Transición, decidieron silenciar sine die lo investigado, y aclarado, respecto a aquel día en que Manuel José García Caparrós se convertiría para siempre en un mártir del andalucismo.

Incluso la presidenta andaluza, Susana Díaz, ha recibido hace apenas un mes a las tres hermanas del joven asesinado en la sede de la Presidencia de la Junta. Díaz les prometió que reclamaría al Congreso de los Diputados el expediente completo de la denominada ‘Comisión de Encuesta de los Sucesos de Málaga y La Laguna de Diciembre de 1977’, en la que se investigó la muerte de García Caparrós, ya que la información que hasta ahora tiene la familia “está con tachaduras, es incompleta y parcial”.

El informe de balística desvelado en el libro de Burgos y adelantado por El Observador es lo suficientemente clarificador para que no haya explicación posible al motivo que ha posibilitado que el silencio sea aún el protagonista de aquellos hechos que convirtieron ya para siempre a Manuel José García Caparrós en mártir del andalucismo. “Por lo que respecta a la pistola marca STAR, modelo S, con número de serie […] se observó una ligera similitud entre algunas de las lesiones con valor identificativo impresas en las balas ‘testigo’ por ella disparadas y en algunas de las contenidas en la bala ‘dubitada’ de referencia. No obstante, la escasez de dichas similitudes, unida a la carencia en dichas balas ‘testigo’ de otras lesiones con valor identificativo que se observan en la bala ‘dubitada’, son insuficientes para determinar si dicha bala ‘dubitada’ ha sido disparado, o no, por esta pistola”, concluye dicho informe de balística.

La pistola de la que presuntamente salió el proyectil que mató a García Caparrós, perteneciente al cabo primero M.P.R., fallecido hace unos años, fue dada de baja poco después, en enero de 1979 del asesinato del joven sindicalista go acuse dan de baja estas armas, algo que no se produjo en el caso Garciveles

poevista meaños,., algo inusual ya que funcionaba perfectamente, según subraya el informe de la investigación. Sólo la jubilación de un agente, su baja en el Cuerpo o la posibilidad de que esté en mal estado son los motivos por los que se dan de baja estas armas, circunstancia que no se produjo en el caso García Caparrós.

Además, cuenta Burgos que un testigo de los hechos dijo que el presunto autor del disparo “faltó a la verdad en su declaración pues declaró no haber efectuado ningún disparo y A.V.P. testifica que M.P.R. efectuó varios disparos”.

Todo el parlamento conocía la identidad del asesino de García Caparrós y la ha ocultado 40 años