Adios a Restituto, un militar antifranquista.

Adios a Restituto, un militar antifranquista

Juan Carlos Monedero. Profesor de Ciencia Política (Universidad Complutense de Madrid). Clases, cursos, libros, charlas. Venimos del 15M y Podemos. Crecemos. Vivimos

26/03/2020

Se ha muerto como del rayo, Restituto Valero, con quien tanto quería. Capitán, responsable de la brigada paracaidistas, miembro de la Unión Militar Democrática, y una de esas personas que, de verdad, trajeron la democracia a España. Con 84 años y resistiendo hasta al coronavirus, se lo ha llevado toda la vida que ha vivido.

En 1974, un grupo de militares, alentados por la revolución de los claveles en Portugal, prepararon un contragolpe en caso de que, a la muerte de Franco, el régimen diera marcha atrás y en vez de traer la democracia, como pedía las calles, caminara un par de decenios hacia atrás. Porque Franco murió en la cama, pero el franquismo murió en las calles.

El golpe que habían preparado contra los residuos de la dictadura era incruento, echar agua, decían, en la pólvora de los militares franquistas para evitar que volvieran a matar a gente. Y casi el franquismo les mata a ellos. Uno de los conspiradores se asustó y les denunció. Tuvo que interceder el Papa para que no les fusilaran. Faltó muy poco, porque Franco se quería marchar fusilando.

“Porque Franco ez un hijo de puta”. Y tenía razón Ignacio. Y tenía razón Resti, el niño que nació, ni más ni menos, que durante el asedio al Alcázar de Toledo”

Su hijo Ignacio me convocó con diez años que teníamos en el recreo y después de hacerme jurar que no se lo iba a contar a nadie, me dijo que habían metido en la cárcel a su padre. Yo le pregunté extrañado porque me parecía incomprensible que nadie detuviera a una persona tan buena: ¿quién ha detenido a tu padre? Me contestó Ignacio: Franco. ¿Y por qué? E Ignacio, ceceando, me dijo: Porque Franco ez un hijo de puta. Y tenía razón Ignacio. Y tenía razón Resti, el niño que nació, ni más ni menos, que durante el asedio al Alcázar de Toledo.

Fue durante mucho tiempo un icono del régimen. Fuimos una vez a visitar el Alcazar, y allí estaba la placa con aquél recordatorio. Resti se reía. Su padre, un venerable militar franquista, siguió, ya muy mayor, los pasos de su hijo y se dio cuenta de que el franquismo había sido un disparate.

Pero a la gente de la UMD les maltrató la democracia. No se atrevían a devolverles a la carrera militar. El PSOE lo llevaba en su programa desde 1977. Pero no les cumplían. El maldito ruido de sables, se justificaban. Después del 23F decían los militares franquistas: si se regresa a los militares de la UMD al ejército, también a los del 23F. Y Restituto tuvo que irse a hacer las américas para ganarse la vida. En los setenta, cuando le pidió a Julia María que se casaran, le había advertido: te aseguro que conmigo no te vas a aburrir. Ella lo recordaba riéndose de aquella promesa en los momentos más duros. Porque luchar contra el franquismo no te dejaba mucho tiempo para aburrirte. Y menos con Ignacio, Jorge, Jaime, Javier y Julieta pequeños y enredando Restituto nos puso en la pista de la democracia.

En su casa estaban las revistas progresistas y nos dejaba leer Triunfo y el Por favor. Y algunas otras revistas que si nos pillaba mirándolas nos daba un capón y nos echaba de su despacho. Cuando teníamos problemas en el colegio, a menudo por culpa de la política, Resti siempre nos apoyaba. No te fíes nunca mucho de los curas, me decía. Recuerdo cuando, con Ignacio, hicimos una revista política en el colegio (Crítica 7 la llamamos). Los curas censuraron una página con la nota que le ponían los alumnos a los profesores. Resti nos apoyó muy enfadado con los censores. Los dientes políticos me salieron en su salón escuchando a Quilapayún o a LLuis Lach o atendiendo a las conversaciones de los mayores.

“Un hombre muy generoso siempre. Que compartía todo lo que tenía. Lo hizo incluso con su libertad. Para que viniera la democracia”

Fue él quien nos llevó al estreno de La batalla de Chile. Siempre con la tutela de Julia María, que sonreía con malicia. No teníamos edad para entrar al cine, pero Resti le dijo al acomodador que éramos mayores de edad, lo que pasaba era que éramos bajitos. Y a la salida nos explicó quién era Allende y por qué le mataron defendiendo la libertad y el socialismo.

Restituto Valero. Un hombre muy generoso siempre. Que compartía todo lo que tenía. Lo hizo incluso con su libertad. Para que viniera la democracia.

Lo peor de todo, Resti, es que te trajeras de tu estancias militares en África, la maldita costumbre de beber una única marca de whisky: whisky DYC. Nadie es perfecto. Pero me dice Ignacio que Resti nunca probó el DYC. ¿De dónde sale ese recuerdo? ¿Serían tus compañeros de la UMD? Igual estaban por allí esas botellas para que no atacáramos otras marcas. Muchos recuerdos… Me viene a la cabeza el esquema que hiciste de El nombre de la rosa, o cuando fuiste Director de Seguridad del Reina Sofía y nos contabas aquellas exposiciones delirantes, o la inquietud aquella noche del 23F donde contábais con que iban a ir a por vosotros. Luego vienen y nos dicen que la democracia la trajeron el Rey, Suárez y Felipe González.

Te quedas en nuestra memoria y en esa mueca en la historia, tan determinante, que es no haber tenido miedo. Seguramente has sido una de las personas que más me ha enseñado a ser valiente. Que la tierra te sea leve, Resti.

Adios a Restituto, un militar antifranquista