“Pasado el puentecillo, veinticuatro pasos, y a la izquierda”, ahí asesinaron y enterraron a García Lorca una madrugada de agosto de 1936, según los testimonios de quienes participaron en la ejecución del poeta, en el paraje conocido como el Peñón del Colorao, lo que falange convirtió en un campo de instrucción.
La excavación que lleva a cabo durante estos días el equipo de la Asociación Regreso con Honor y que sigue las investigaciones del especialista Miguel Caballero ha tropezado con los esfuerzos del régimen por echar tierra a todo lo ocurrido en aquella zona, entre Víznar y Alfacar, donde fueron asesinados más de mil personas, según los estudios de Memoria Histórica.
El equipo que busca la fosa del poeta Federico García Lorca localiza un acuífero y tendrá que volver a pasar el georradar
Un primer estudio geodésico y posterior barrido del georradar localizó dos especies de fosas o modificaciones notorias del terreno, una de dos metros de profundidad y otra de ochenta centímetros. La pala excavadora se ha topado durante estos primeros días de trabajo con una franja de tierra gris húmeda, “lo que da idea de que estamos ante un acuífero”, comenta el investigador Miguel Caballero. La localización de esta tierra mojada se ha producido a dos metros de profundidad, en la zona acotada, en la llamada ‘zona cero’ de la excavación, o pasado el puentecillo, veinticuatro pasos, y a la izquierda, que sería lo mismo. “Hay que excavar mucho más porque el terreno original, el de 1936, está mucho más profundo, como dos metros más”, señala Caballero.
El humedal, esta tierra acuosa, según el especialista y arqueólogo Javier Navarro, coordinador de este proyecto de localización de fosas de víctimas de la Guerra Civil, podría haber distorsionado la lectura ofrecida por el georradar. “Ahora hay que llegar hasta el terreno base y nuevamente pasar el georradar”, afirma Miguel Caballero. Una buena noticia es el descubrimiento de ese caudal o rastro de agua, “porque indicaría la existencia de pozos, aquellos que en esta zona siempre localizaron los zahoríes”, añade el especialista.
Los testimonios de la época, los recogidos por el investigador, periodista y destacado falangista Eduardo Molina Fajardo, señalan casi en su totalidad la existencia de esos pozos en el año 36 y su uso como fosa para enterrar a los allí asesinados. “Habrá que seguir el cauce para dar con el pozo, localizarlo y nuevamente pasar el georradar para que nos ofrezca una lectura más fiable del terreno”, comenta Caballero. Eso será dentro de dos metros más de tierra.
La excavación busca la ‘tierra gris’, el nivel en el que se encuentra el terreno original del campo de instrucción de 1936
Este paraje conocido como Peñón del Colorao, al igual que casi toda el área que comprende la carretera de Víznar a Alfacar, sufrió numerosas modificaciones con la plantación de árboles, cambios del terreno y vegetación, así como pozos cegados y cerrados a lo largo de todo ese camino. Uno de los espacios más cambiados es sin temor a error el que fuera usado como campo de instrucción por las tropas de falange y demás fuerzas golpistas. Este lugar fue usado como improvisado campo de fútbol e incluso se llegó a conformar su actual estado a través de un proyecto de polideportivo que fue finalmente paralizado ante las protestas que señalaron su importancia y uso durante la Guerra Civil. Una de aquellas protestas fue encabezada por la familia García Lorca.
Desde el puentecillo, en vertical hasta el nivel actual encontraríamos esos cuatro metros de tierra que ahora hay que desalojar, la tierra que se le echó encima como una especie de camuflaje de su terrible pasado.
Las casualidades de la historia han hecho que en aquellas obras para acondicionar la instalación deportiva no se llegara a realizar drenaje alguno, lo que habría dificultado aún más la búsqueda. La conservación de los restos, de encontrarse, dependerá del grado de humedad y de cómo les haya afectado. La pala excavadora debe encontrar esa línea de 1936, y nuevamente el georradar sacar su radiografía. Es cuestión de tiempo.
+ información ►►►
«Yo pondría aquí un monumento»
Los documentos históricos que posee el general Fernando Nestares avalan la teoría de que el poeta se halla donde ahora indagan los arqueólogos | El hijo del capitán Nestares, jefe del frente de Víznar cuando se asesinó a Lorca, visita las excavaciones
Ideal.es/ Ángeles Peñalver | GRANADA / 25 noviembre 201400:57
El general jubilado Fernando Nestares era un crío cuando estalló la Guerra Civil, pero su padre, el capitán José María Nestares, fue una pieza clave en aquel momento en Granada, tanto, que ostentaba el mando en el frente de Víznar, el paraje donde se ejecutó a Federico García Lorca en agosto de 1936.
Durante años, este granadino que ahora pasea por los cerros entre Víznar y Alfacar ha atendido silente -aunque ha publicado recientemente su biografía nunca había aceptado aparecer en prensa- a la búsqueda de los restos del poeta fusilado. Él maneja datos fundamentales para el caso desde su juventud y asegura incluso que hace cinco décadas visitó el lugar mortuorio de Lorca con los guardias de asalto que lo mataron. «Está aquí, en el Peñón del Colorado, donde se está excavando. Localicé a tres de los guardias de asalto que lo ejecutaron porque me lo pidió el periodista Eduardo Molina Fajardo. Vinimos juntos los cuatro. Esto era un antiguo campo de adiestramiento. No voy a dar sus nombres, para qué, están muertos y no deseo que sus hijos y nietos sean señalados. Remover para qué».
Nestares reflexiona sobre las anteriores búsquedas, todas infructuosas, y asegura que «Manolillo el Comunista» -quien dijo ser testigo de los acontecimientos de chaval- indujo a ubicar erróneamente todas las excavaciones realizadas en otros lugares próximos a éste. El investigador Agustín Penón, catalán exiliado en EE UU que se atrevió a indagar el asesinato de Lorca en los años 50, y después el hispanista Ian Gibson armaron sus argumentos históricos en base a aquella figura que realmente «no sabía dónde estaban los restos». «Pero la versión incierta quedó fijada en unas actas de la Diputación de Granada y se utilizó para construir el Parque Lorca y también la creyeron los de la Memoria Histórica», explica el general Fernando, quien contesta que su padre optó por la política del silencio sepulcral tras la guerra.
¿Y por qué usted cuando se estaban llevando a cabo todas esas intervenciones anteriores en otros puntos nunca habló?
Para qué… Qué excaven lo que quieran.
Mientras la retroexcavadora sigue sacando tierra y hace un ruido atronador, el exmilitar -de 83 años y en una forma magnífica- recuerda que desde 1983 está publicado un libro póstumo del periodista Eduardo Molina Fajardo que avalaba «con rigor» que el poeta se hallaba donde ahora se busca.
Testimonios
«Fue mi padre quien se lo contó a Eduardo. También coincidían en eso Espigares (agricultor y jefe de centuria de Falange a las órdenes de Nestares padre) y Pedro Cuesta Hernández (alcalde falangista de Pulianas, que custodiaba el centro de detención donde pasó Lorca sus últimas horas)». A pesar de todo, nunca se llevó a cabo una excavación aquí hasta el año pasado, y fue también bajo la responsabilidad del equipo encabezado por el arqueólogo Javier Navarro e impulsado por el historiador local Miguel Caballero. Fernando colabora con ellos y defiende que la intervención se financie con dinero público porque Lorca es una figura «universal».
Desde hace 15 años hay otro dato fundamental que engrosa la teoría de quienes defienden -como Nestares- que este es el lugar definitivo de la fosa común más buscada de la Guerra Civil española. Es una carta que Isabel García Lorca -hermana del poeta- mandó al por entonces alcalde de Alfacar (se reproduce al lado).
Decía, entre otros párrafos, así: «Ha llegado a mis oídos el plan que tiene el Ayuntamiento de Alfacar, que usted preside, de hacer un campo de fútbol justo donde fueron a caer miles de hombres asesinados, muchos de ellos supongo correligionarios suyos, socialistas. También está ahí mi hermano, Federico García Lorca».
El tema trascendió las fronteras españolas y hasta el ‘New York Times’ trató el asunto. Finalmente, después de que Manuel Chaves recibiera también la carta de Isabel García Lorca por fax, las obras del campo se paralizaron en octubre de 1998.
Nestares reconoce que siente curiosidad histórica por saber el desenlace final de la búsqueda de Lorca, pero refuta algunas cifras. «Entre esta zona y Puerto Lobo no hay más de 250 asesinados». «Yo no creo que el cadáver de Federico se lo llevaran a otro sitio. Para sacarlos de los pozos se necesitaba mucha gente y muchos días, alguien lo habría visto. Además, no creo que mi padre lo hubiera permitido», remarca.
La familia de Lorca, en realidad, se ha opuesto a la búsqueda.
Porque ese nombre ya es un negocio. Aquí se debe poner un cementerio en condiciones, un monumento para recordar a todos los fusilados, como están en Nueva York a los caídos en la guerra de Vietnam. Vendría mucha gente.
Es curioso que Laura García Lorca, sobrina del autor de ‘Yerma’, haya sostenido la misma tesis de Nestares respecto a la preservación de esos parajes que según su criterio deben permanecer como el cementerio que han sido hasta ahora, «sin singularizar a nadie». «Federico es solo uno entre los demás que sabemos que están ahí», dijo ella en 2010 después de que las primeras excavaciones no arrojaran resultados ningunos.
«Antes tocó dignificar la memoria de los fusilados del bando rojo y ahora toca honrar a los del bando contrario. Es lo que hay», se despide Nestares bajando con energía los cerros de Alfacar no sin antes hacer una aseveración inquietante. «El frente popular forzó la situación demasiado antes de la Guerra Civil, si no se hubieran radicalizado los comunistas, hoy seríamos todos comunistas».
«Claro que la Guerra Civil fue un error»
A Fernando Nestares le tocó vivir una época y con seis años era el abanderado de la Falange. Hoy se muestra partidario de la memoria histórica. «Con respeto y a voluntad de las familias de los fusilados, no con tanta demagogia». «Quien quiera, debe buscar a sus fallecidos». A pesar de su apellido, tiene claro que la Guerra Civil «fue un error». «La democracia está bien y era hora de que llegara, aunque con Franco también se vivía bien». De ideología conservadora, no se siente culpable ni inquieto en este lugar por ser el hijo del capitán José María Nestares. «Yo no tengo nada que ver con lo que pasó, ni en el pensamiento», zanja. Alaba la poesía de Lorca más que su teatro y charla frente a la excavación con Enrique Marín Fajardo (1936), un vecino de Alfacar con varios familiares asesinados por el bando Nacional. Ambos son la viva expresión de un pasado reciente del que se escribió un capítulo negro en estos parajes.
http://www.ideal.es/granada/201411/25/pondria-aqui-monumento-20141124211248.html.