Alicante. Exposición: Cartografias Silenciadas, de Ana Teresa Ortega

CARTOGRAFÍAS SILENCIADAS, de Ana Teresa Ortega

21 Enero al 28 Febrero 2016

Horario: Lunes a Viernes: 09h a 20h, Sábado y Domingos: 10h a 14h

Sala SEMPERE. MUA, Museo de la Universidad de Alicante

 

Manuel Palomar Sanz, rector de la Universidad de Alicante, tiene el gusto de invitarle a la inauguración de la exposición

jueves 21 de enero de 2016, a las 19:00 horas

Más información:

Campus de la Universidad de Alicante. San Vicente del Raspeig 03690 – Alicante

Entrada libre:

Visitas guiadas: 965 90 9517 / didactica.mua@ua.es

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+ información:

Ana Teresa Ortega. `Cartografías silenciadas´

El País/ XOSÉ MANUEL LENS 5 NOV 2011

Una atmósfera muda parece detenerse sin pausa en paisajes de presente incompleto. La fotografía actúa de dispositivo que captura mientras fractura esa lentitud, ese intermedio temporal, que insiste, en un acto aparentemente sencillo, en ser acción y documento más que registro. Las fotografías que Ana Teresa Ortega (Valencia, 1952) recoge en la serie Cartografías silenciadas reproducen contextos que observaron y sufrieron en su superficie sucesos dramáticos relacionados con la Guerra Civil y el franquismo. En ellas, su mirada se posa e inquieta, se ofrece directa sobre lugares simbólicos que demandan de nuevas reflexiones desde el presente. Como ya manifestó en las series Pensadores o Lugares del saber y el exilio científico, la relectura de la historia, junto con la memoria y el tiempo, ocupan ejes determinantes y de contrastado diálogo en su trayectoria. Sus fotografías se construyen desde un discurso previo, que gusta de prolongar y contaminar de narrativas, de ahí que en esta nueva serie de obras, donde prosigue su objetivo de subrayar y remarcar el suceso, investiga conjuntamente en el paisaje y en lo historiográfico, en estudios casi cirujanos para tensionar desde lo sensitivo aquellos escenarios de nuestra historia donde la mirada se posa silenciada.

La exposición Cartografías silenciadas, que se presenta en el Auditorio de Galicia con el comisariado de Chus Martínez Domínguez, es el resultado de la investigación comenzada por la artista hace más de tres años, presentándose ahora la selección más amplia de esta serie, después de visitar La Nau de Valencia y el Museo de la Paz de Gernika. La dimensión cartográfica, que se susurra en el mapa de España indicando los lugares que después visitaremos, adquiere dosis poéticas y críticas en las fotografías, desde esa perspectiva del paisaje observado a modo de territorio incompleto. La visita, como la mirada, transcurre a nivel del horizonte, entre sucesos de tiempos pasados con la sensación de observar historias borradas o desaparecidas, en descampados, caminos, calles o barrancos. En todas, esa historia sigue hablando, sigue supurando, más si cabe en monasterios, cárceles y plazas de toros; paisajes que fueron campos de concentración, de refugiados, también de asesinatos o tumbas colectivas, como la isla de San Simón, el monasterio de San Miguel de los Reyes, la plaza de toros de Valladolid o el barranco de Víznar en Granada.

Estas fotografías, en muchos casos, afirman en la escala su propia tensión, en formatos longitudinales que aseveran en el horizonte su fuerza compositiva, incluso desde una perspectiva cinematográfica, donde laten voces silenciadas, donde luz y composición casi anestesian críticamente la mirada. Esa buscada atmósfera, vinculada a lo sensitivo, volver a ver, a escuchar, a hablar, revive en el texto que acompaña las obras y, con más significación, en la importante documentación de las vitrinas -planos, proclamas, cartas- que completa la visita y, muy acertadamente, consigue enriquecer el ritmo cartográfico en observaciones testimoniales. Toda la exposición propone un discurso abierto que hinca sus raíces en referencias historiográficas, evita lo anecdótico, con la intención de manifestar y reactivar nuestra memoria.

http://elpais.com/diario/2011/11/05/babelia/1320455581_850215.html

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+ info:

Cartografía de la represión franquista

  • Ana Teresa Ortega fotografió los lugares de reclusión de la dictadura
  • En muchos de ellos nada, ni una placa, recuerda lo que han sido
  • El Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela, expone estas imágenes
  • La muestra ya visitó el Palau de la Virreina, en Barcelona

Montse Dopico | Santiago de Compostela /Actualizado jueves 28/07/2011 14:40 horas

Ni una placa. En gran parte de los lugares de represión que el franquismo creó no queda nada que recuerde lo que han sido. Y la artista visual Ana Teresa Ortega, “sorprendida” e “indignada” al comprobarlo, quiso visibilizar lo que había permanecido oculto, desconocido más allá de la memoria local o de lo divulgado por algunos historiadores. El resultado es una exposición de fotografía, ‘Cartografías Silenciadas’, que acoge el Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela, hasta el 20 de noviembre. La muestra ya visitó el Palau de la Virreina de Barcelona.

Hoy son bellos parajes naturales, edificios públicos, centros religiosos, establecimientos hoteleros, fábricas abandonadas… Algunos, en ruinas, y otros bien enteros. “Me parece increíble que un Parador que fue un espacio de represión no haya nada que indique lo que en él pasó. ¿Por qué no se reconoce? Eso nunca restaría, sino que sumaría. Somos el único país del mundo en el que pasa esto“, apunta Ortega, que comenzó con este proyecto en el año 2005.

“El motivo fue la curiosidad, la ansiedad por saber. Yo no conocía más que los lugares más emblemáticos, como el de Miranda de Ebro, donde hubo presos de las Brigadas Internacionales. Y veía que no era la única, que había una gran ignorancia sobre ese aspecto de nuestra memoria colectiva…”, comentó. Acudió, para documentarse, al Archivo General Militar de Ávila, al Archivo del Reino de Valencia o al Archivo del Tribunal de Cuentas, entre otros. “No tuve problemas, pues los documentos ya estaban desclasificados cuando empecé. Sólo en el Tribunal de Cuentas me pusieron impedimentos, pero luego me dejaron entrar. Eso sí, hay algunos archivos que son un caos y por eso es difícil encontrar lo que buscas”, aseguró.

La autora tuvo que hacer una selección de los lugares de la represión. “Son casi 200. No pretendía ser exhaustiva, no tendría sentido. Escogí los más simbólicos, al ir avanzando en el propio trabajo de campo. Me ayudó mucho la información que me facilitaron los historiadores y también la gente, los vecinos, que colaboraron mucho. Son lugares cargados de historias, en los que las personas están implícitas”, destacó.

Las mentiras de la propaganda

La propaganda franquista trató de presentar sus campos de concentración como lugares -provisionales o estables- de internamiento de prisioneros de guerra a los que se trataba de forma benévola. En un documento de la España nacional expuesto en la muestra se cuenta que se les cura en los hospitales y en la “antigua Universidad de Deusto” se les “reeduca para integrarlos a la vida civil”, pues “ésta es la España justa y generosa que vuestros jefes” -los republicanos- “niegan”.

En realidad, según demostró el investigador Javier Rodrigo Sánchez -autor de los ensayos ‘Los campos de concentración franquistas. Entre la historia y la memoria’ y ‘Cautivos. Campos de concentración en la España franquista’-, aunque nacieron como lugares de reclusión temporal y con aparente improvisación logística, no por ello respondieron exclusivamente a objetivos clasificadores, de evacuación e internamiento preventivo, -como centros desde los que los presos eran o bien directamente depurados, o bien enviados a batallones de trabajo, a la cárcel, a otros campos, al frente de guerra o a casa en régimen de libertad condicional-.

Los campos de concentración constituían uno de los ejes del terror y el silencio impuestos para subyugar a la oposición, pues su finalidad era lapersecución, aislamiento, castigo, humillación y difamación de la disidencia, así como su resocialización en los valores del “Nuevo Estado”. Su objeto no eran sólo el ejército republicano, sino también los partidos políticos, sindicatos o intelectuales “desafectos”…

La represión en Galicia

La exposición de Santiago -fruto de un convenio de colaboración entre la Universidad de Valencia y el Auditorio de Galicia-, comienza con una imagen del campo de Lavacolla, en el que fueron recluidos 2.000 prisioneros del Frente Norte. En Galicia la guerra duró apenas unos días, por lo que la intensa represión desatada por los golpistas es indicio del tipo de violencia política que practicaron. El lazareto de la Illa de San Simón albergó a unos 5.000 presos, en una primera fase preventivos y luego procedentes del Frente Norte.

Por el penal del Mosteiro de San Salvador, en Celanova, Ourense -en la actualidad una plataforma cívica lucha contra el proyecto de convertirlo en un hotel y trasladar el Instituto que acoge- pasaron también unos 5.000 presos políticos. El Campo da Rata, en A Coruña, fue un lugar de fusilamiento, en muchos casos de personas “sacadas” de las cárceles cercanas. Y en Camposancos, A Guarda, (Pontevedra), actuó un Tribunal Militar en el que más de 200 personas fueron condenadas a muerte. Desde la Ponte de Castrelo do Miño, (Ourense), los sublevados empujaban a sus víctimas, impidiendo así su enterramiento.

El historiador Domingo Rodríguez Teijeiro, autor de ‘Presos e Prisións na Galicia de Guerra e Posguerra (1936-1945)’, subrayó la función de “redención moral” que el régimen franquista quiso dar a la cárcel. Las inhumanas condiciones de vida en prisión -en su opinión- no responden solamente a un ánimo de castigar y reprimir, sino que son consecuencia del hecho de que el sistema carcelario se vio desbordado -270.719 persoas a 1 de enero de 1940 según las cifras oficiales, más 90.000 en los campos de concentración-.

Ana Teresa Ortega retrató diferentes tipologías de lugares de represión, bien con panorámicas o con encuadres más de detalle, en los casos en los que había una arquitectura. Chus Martínez Domínguez, comisaria para Galicia, dio forma a la muestra sobre un proyecto puesto en marcha y dirigido por el profesor Pep Benlloch. Acompaña a cada fotografía un texto explicativo. En el Castell de Montjuïc, en Barcelona, se produjeron fusilamientos, como el del que había sido presidente de la Generalitat, Lluís Companys.

En Los Almendros, en Alicante, fueron recluidos los republicanos que habían intentado exiliarse desde el puerto de la ciudad al terminar la guerra, y desde allí distribuidos en varios campos de concentración. En la cárcel de mujeres de Málaga, Antonio Vallejo Nájera hizo experimentos para probar sus teorías sobre las personas de izquierdas como “raza” inferior. La plaza de toros de Badajoz funcionó como centro de reclusión y ejecución de unas 2.000 personas. Los presos políticos construyeron el canal del Bajo Guadalquivir. Un documento que se exhibe en la exposición asegura que la finalidad del trabajo de los prisioneros de guerra era “reparar las posibles destrucciones perpetradas por las hordas marxistas”.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/07/28/galicia/1311856822.html