Alicante. María del Olmo: “Un archivo histórico sirve como conciencia de la sociedad de todo lo que ha ocurrido”

María del Olmo: “Un archivo histórico sirve como conciencia de la sociedad de todo lo que ha ocurrido”

María del Olmo Ibáñez es directora del Archivo Histórico Provincial de Alicante. En sus años al frente del organismo, la archivista se ha enfocado en la divulgación de la memoria histórica: una de sus más recientes líneas de trabajo son los cerca de 40.000 expedientes penitenciarios que arrojan nuevas informaciones sobre la represión franquista en Alicante.
 
04.06.2021
elsaltodiario.com

María del Olmo Ibáñez lleva casi treinta años en el Archivo Histórico Provincial de Alicante, organismo que dirige en la actualidad. A pesar de lo reducido del equipo que trabaja allí —seis personas—, la actividad no cesa: a la labor que se hace en materia archivística se suman las actividades de índole divulgativa. La respuesta, valora Del Olmo, es muy positiva: quitando el año de pandemia, unas 20.000 personas visitan cada año las instalaciones para acercarse a las exposiciones que organizan o al aula didáctica que poseen. 

Sobre la parte documental, el volumen de trabajo les obliga a priorizar, y tienen claro que la memoria democrática apremia. Desde hace unos años, el equipo del Archivo Histórico está enfocado en los cerca de 40.000 expedientes penitenciarios de la represión franquista que llegaron a sus dependencias. Un trabajo que a veces se hace extremadamente duro: “Tenemos 16 expedientes de mujeres fusiladas y te encuentras cosas terroríficas, como una niña de 16 años fusilada por haber pertenecido a la CNT. ¿Cómo puedes ver eso y no emocionarte? La empatía es ponerte en ese lugar, pensar en tu hija de 16 años, en tu hermana, y que la maten por una afiliación, por un carné”. Para trabajar esa empatía es importante, considera, difundir esa información. En ello están.

Llevas desde 1992 trabajando en el Archivo, ¿cómo has visto su evolución desde entonces?
El cambio de sede que se hizo en 2008 fue fundamental porque estas instalaciones nos han permitido organizar muchas actividades importantes para un planteamiento de archivo progresista, fuera del concepto tradicional de estos centros como lugar de los eruditos, cerrado a los investigadores. No nos percibimos como un almacén de papeles, sino como un espacio de la memoria de la sociedad que, como tal, tiene que difundir los fondos que tiene. Trabajamos en consonancia con la ley de memoria histórica de 2007. A partir de ese momento, nos empezaron a transferir fondos y, como archiveros, nos sentimos muy convocados y urgidos a dar una respuesta a las víctimas. 

¿Qué función cumple para la sociedad un archivo histórico?
Para mí tiene tres funciones. Por una parte, la tradicional de servir a los investigadores que buscan documentación. También estaría la función de abalar derechos —vienen muchos particulares que necesitan documentación catastral para juicios de propiedad, etcétera— y, muy importante, un archivo tiene un valor democrático: recoge la memoria de la sociedad y permite a muchas víctimas encontrar documentación con la que refrendar sus derechos. Además, creo que un archivo sirve como conciencia de la sociedad de todo lo que ha sucedido.

Leí una reflexión tuya sobre cómo tu primer acercamiento al Archivo te hizo sentir que la Historia no eran libros escritos por alguien, sino que entre las líneas de los documentos que ordenabas “había seres humanos que los habitaban”.
Sí, creo que a todos los que hemos estudiado historia —y todos lo hemos hecho, aunque sea en el instituto— nos parecía que era como una novela. Pero cuando empiezas a trabajar en un archivo empiezas a ver que los documentos son vida. Por ejemplo, cuando un señor testa y hace una declaración de cuáles son sus creencias, cuál es la enfermedad que está pasando, sus afectos personales, a quién quiere… Ves lo que hay detrás. En este sentido, hay un cambio sustancial en mi percepción sobre la memoria democrática cuando nos llegan los fondos de instituciones penitenciarias y empezamos a ver los expedientes de los presos durante la represión franquista.

He llegado a hablar con compañeros de profesión sobre el sufrimiento de los archiveros: parece que somos asépticos en todo, y no, somos seres humanos y hay documentación que nos conmueve profundamente

 
Un relato penitenciario recoge toda la trayectoria del preso desde que ingresa en prisión hasta que sale: las visitas, si sale a un hospital porque está enfermo, cuándo se va al consejo de guerra… Todo. Así que te das cuenta de las historias terribles que hay detrás y recuerdas que son seres humanos, y de repente la historia cobra vida. Te cambia la percepción y la angustia sobre esto. He llegado a hablar con compañeros de profesión del sufrimiento de los archiveros: parece que somos asépticos en todo y no, somos seres humanos, y esta documentación nos conmueve profundamente. 

Sí, abordar expedientes de la represión franquista no parece un trabajo fácil.

Para mí los primeros meses con estos expedientes supusieron un estado casi depresivo. Además, a partir de la ley de memoria histórica, empezaron a llamar familiares pidiendo documentación y contaban cosas terribles. Una señora que quería escribir la historia de su familia nos dijo que tenía el recuerdo de que solo podía visitar a su padre el 5 de enero; el gran regalo de reyes era ir a ver a su padre a la prisión, y ella se acuerda de que él tenía como una especie de joroba. Luego supo que eso se lo había provocado el hacinamiento, la posición de tanto tiempo durmiendo de esa manera. Ya no es solo el sufrimiento de los presos, sino también de su familia; no puedes oír eso y no conmoverte. Por eso muchas veces, cuando la gente me discute el tema de la memoria histórica, ya no debato, solo les digo: cuando hayas descrito 20.000 expedientes penitenciarios, hablamos.

Cuando la gente me discute el tema de la memoria histórica, ya no debato. Solo les digo: cuando hayas descrito 20.000 expedientes penitenciarios, hablamos

 
En redes sociales compartís documentación que ayuda a comprender esta realidad de la represión franquista de la que hablas, como una carta de la hermana de un preso en la que ruega su liberación. ¿Cómo surgió la idea de difundir este tipo de textos?
 
Hace unos meses nos empezó a salir toda la documentación sobre campos de concentración. Entonces compartimos un expediente del campo de concentración del castillo de Santa Bárbara en Twitter y el interés fue tan grande que empezamos a compartir fragmentos sobre el campo de concentración de San Fernando, los expedientes de la Plaza de Toros… Creemos que hay que difundir todo y que es prioritario contribuir a que de verdad haya una memoria democrática. Tener la información real sobre lo que ocurrió es el primer paso para reparar.
¿Habéis detectado particularidades de la represión franquista en la provincia de Alicante?

Hay muchas particularidades porque la República se va retrayendo hacia esta Comunidad, en Alicante acaba la guerra y gente de otras provincias está huyendo hacia aquí intentando salir por el puerto. El número de detenidos fue enorme, por eso se tuvieron que habilitar tantos campos de concentración y se hizo el de los Almendros, que estaba pensado para seis días pero que acabó reuniendo a cerca de 7.000 personas presas sin ser alimentadas. Murió cantidad de gente de inanición en esos días. A ese se suma el de Santa Bárbara, el de San Fernando, una casa de espiritualidad de los Jesuitas en Benalúa que se habilitó para mujeres, el Teatro Principal, todos los cines de Alicante también recogieron a mujeres… La concentración fue total. La cantidad de presos fue enorme.

De hecho, una cosa que llama la atención mirando los documentos es que, como se les recogió de aquella manera, ni siquiera hay datos en las detenciones. Solo el nombre. Otra cosa que distingue a Alicante son los libros registro de detenidos de los primeros días, al acabar la guerra. Es un documento llamativo porque la causa de la detención casi nunca consta o es “indocumentada”.

Al final de la Guerra, mucha gente huye hacia Alicante intentando salir por el puerto: el número de detenidos fue enorme y por eso se habilitaron tantos campos de concentración en la ciudad

 
¿Las condiciones eran igual de duras en todos los campos de concentración?

En el de Albatera fueron durísimas. Fue un campo de trabajo durante la República, tenemos algún expediente de esa época, pero hay una diferencia sustancial en el tratamiento que se les dio a cómo se les maltrató en el periodo franquista. En primer lugar, el hacinamiento: durante la República estuvieron sobre mil y cuando lo tomó el franquismo llegó a haber 18.000 personas. Las condiciones higiénicas eran horribles, muchos presos fueron trasladados al sanatorio Porta-Coeli. 

 
 

No se ha hablado mucho sobre los campos de concentración franquistas pero, según has comentado antes, son cuestiones que generan mucho interés entre la ciudadanía. ¿Crees que ese interés se debe precisamente a que durante muchos años no se ha trabajado en difundirlos?
Sí, lo pienso. La verdad es que la gestión de España de este tema me deja alucinada. En Europa se ríen de nosotros por el respaldo institucional que ha habido al franquismo, no pasa en ningún país. La ley de amnistía, que en realidad fue una ley de amnistía al franquismo, es un ejemplo: no se puede decretar el olvido con un tema así. Que todavía no haya cambiado la ley de secretos oficiales. Es cierto que hay una nueva generación que está queriendo acabar con porque ve cómo ha sucedido todo y lo hiriente que es para las víctimas una tolerancia encubierta a todo un poder franquista que queda por ahí.

Es verdad que hay un empuje generacional en este sentido; sin embargo, muchos jóvenes —y no tan jóvenes— de la ciudad no conocen la historia del bombardeo de Alicante o del campo de Albatera. ¿Qué se puede hacer para corregir esto?
Yo también me he planteado este tema. Todos tenemos la experiencia de que en las clases de Historia nunca se llega al franquismo, porque se acaba el curso y no da tiempo a terminar el programa. Creo que habría que empezar al revés para que se corrija esa carencia. Que se desconozca nuestra historia reciente, que es la que más nos tiene que conmover y afectar, es muy triste. Y además es una historia dañina, en la que hay víctimas. Es el trabajo que intentamos a hacer aquí con los institutos.

 
Hace poco celebrábamos el décimo aniversario del 15M. En tu artículo Los archivos históricos en el siglo XXI: ¿Hacia una redefinición? hablas de la importancia de plantear en los foros archivísticos la cuestión de los movimientos ciudadanos ya que, “al no pertenecer a ámbitos oficiales, corren el riesgo de que su huella documental se pierda en un limbo, que el presente no debe permitirse porque falsearía la historia futura”. 
De hecho nos pusimos en contacto con la comisión del 15M de Alicante, pero no conseguimos que nos pasaran la documentación. Teníamos mucho interés porque sabemos que todo lo que se queda testimoniado en los archivos públicos es documentación oficial, pero hay una parte de la actividad social que no queda reflejada en ningún sitio. Y los movimientos sociales forman parte de la historia actual, incluso la cambian.

Has mencionado varias veces el concepto de memoria democrática. Hace pocos días, el poder Judicial defendía que la ley de memoria vulneraba la ‘libertad ideológica’ por pretender cerrar fundaciones franquistas. ¿Qué opinión te merece esta noticia?
Uno no puede evitar preguntarse con este tipo de sentencias qué pasa con el poder judicial. Los argumentos que dan son muy pobres. Hay unas reminiscencias del franquismo metidas en instituciones muy importantes del país, y eso está claro con este tipo de actuaciones.

Hay unas reminiscencias del franquismo metidas en instituciones muy importantes del país, y eso está claro con actuaciones como la del poder judicial y la ley de memoria

 
En este sentido, me he estudiado mucho el tema de la ley de partidos, y estoy convencida de que esa ley solo se hizo para ilegalizar a Batasuna, porque la ley de partidos que está vigente tiene un artículo clarísimo que dice que el enaltecimiento del terrorismo, xenofobia o discriminación por género son motivos para ilegalizar un partido. Lo de género y xenofobia, Vox lo cumple clarísimamente, y sobre el enaltecimiento de terrorismo tenemos el ejemplo de los GAL: cuando murió Galindo y salió Macarena Olona diciendo ‘siempre en mi corazón’ a un señor que está condenado… ¿eso no es enaltecimiento del terrorismo? ¿Por qué no se aplica la ley de partidos con Vox? 

Hemos hablado al principio de las partes más duras del trabajo como archivista. ¿Cuáles son las más gratificantes?
La parte dura tiene también una gratificación cuando ves que le rellenas un hueco a alguien en su memoria, que le permites defender a una persona de su familia o que le ayudas a hacer valer un derecho o un reconocimiento de su condición de víctima, aunque sea muy doloroso revisar los archivos.

Pero para nosotros, es importantísimo el tema de los colegios, ver cómo les interesa a los niños ver el expediente penitenciario de Miguel Hernández, que es el poeta que han estudiado en su colegio, entender por qué se le llama el poeta del pueblo, qué hizo por la sociedad… Creo que el corazón del archivo es el aula didáctica porque es donde estamos construyendo sociedad, transmitiéndoles a los niños todos esos valores que nos creemos y sobre los que el archivo tiene mucho que aportar. Y también la parte de las personas mayores. Cuando hicimos la exposición sobre la Guerra Civil, qué cantidad de gente mayor se puso a llorar. Contaban sus historias. Y te decían: ‘Es que jamás hemos podido hablar de esto’. Ese intercambio es lo más gratificante.

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