El 23 de Agosto de 1936 caía asesinada por los disparos de unos falangistas la señora Amalia Gonzales Guerra, de 42 años y vecina de Carmona (Sevilla), en aplicación del “Bando de Guerra”, una especie de carta en blanco que permitía al ejército golpista de Franco “liquidar” físicamente a cuantas personas hubieran apoyado el legítimo gobierno de la República.
Su cuerpo, junto a las de otras personas asesinadas igualmente esa madrugada, quedó a la vista de cuantos pasaron ese día por la carretera que lleva de Carmona hasta El Viso del Alcor, lugar donde se produjeron los hechos. Una de esas personas identificó el cadáver de Amalia como el de la esposa de su amigo Antonio “El Cantarito” y desesperado, corrió al pueblo para avisar de lo que pasaba. Ante el dolor de los familiares, los cuerpos de estas personas cruelmente ajusticiadas fueron enterrados en una gran fosa dentro del cementerio de Mairena del Alcor, donde todavía hoy sus familiares les lloran.
Hacía apenas un mes que la Guerra Civil había comenzado y el pueblo de Carmona protagonizó una heroica defensa de la ciudad ante el avance de las tropas fascistas, que poco a poco avanzaban implacablemente, tomando a sangre y fuego cada pueblo que se le resistía. Los hombres y mujeres que se “señalaron” por su compromiso político, eran detenidos y recluidos en “la casilla”, nombre como era conocida la prisión del pueblo. En ella fue recluida Amalia, y unos días después puesta en libertad, volviendo a ser detenida más tarde y en su propio domicilio por otros falangistas. Rodeada por sus hijos se despidió de ellos pidiéndole a su vecina Rafaela que cuidara de los suyos. Nadie volvió a verla con vida.
Amalia era muy conocida en Carmona, ya que dirigía una especie de agrupación de mujeres que trabajaban como “criadas” en las casas de los señoritos del pueblo. Fue una mujer comprometida con la dura realidad de estas trabajadoras que desarrollaban su labor bajo un duro régimen de explotación con salarios de hambre. Era, además, hermana de Pedro Gonzales Guerra “El Petacón”, conocido líder de la CNT en la localidad de Carmona, que logró huir del pueblo cuando éste fue tomado. Amalia dejó tres hijos de corta edad: Rafael, de diez años, Carmen, de siete y Antonio, de cinco. Después de 70 años de silencio y de dolor familiar, su hijo Antonio, quiere recuperar la memoria de su madre, dignificando así su recuerdo.
Ojalá que esta página, escrita con la intención de dar a conocer la vida y la muerte de Amalia Gonzáles Guerra, contribuya a poner en el lugar que se merecen a aquellos hombres y mujeres a los que por defender la justicia y la libertad se les arrebató la vida. Modelo de mujer a seguir en el compromiso y en la entrega, su ejemplo constituye hoy un reto para las mujeres que vivimos en ésta sociedad repleta de injusticias y necesitadas de referentes.