Antonia Rodríguez Villegas nació en Granada un 2 de diciembre del año 1919. De niña se traslada junto a sus padres y hermano a Lachar, una localidad próxima a Granada, donde su padre alterna las labores en el campo con un trabajo de ferroviario que permitió a la familia vivir con relativa comodidad en esos difíciles años. La vida política de la familia gira en torno a la “Sociedad”, una agrupación socialista a la que pertenecían casi todos los trabajadores del pueblo. Antonia, siendo una adolescente, se entretenía en bordar una hoz y un martillo que regalaba a los miembros de la Sociedad. Al estallar la guerra su padre es detenido, y al poco tiempo ella, pero ambos salen a los pocos días.
El padre estaba obligado por las autoridades falangistas a presentarse todas las tardes en el ayuntamiento, hasta que una de esas tardes, él y otros veinticinco vecinos de Lachar, incluyendo mujeres y menores de edad, son conducidos en camiones a un lugar del que ya no regresaron. Todos fueron fusilados y se cree que sus cuerpos pueden estar en el Barranco de Víznar, aunque no se sabe con certeza.
Ante el miedo de seguir el mismo camino que su padre, Antonia decide ocultarse en el sótano de la casa de sus abuelos, donde permanecerá más de un año hasta que su madre decide llevársela a casa de unos familiares en la Málaga ya ocupada. Mientras tanto, su hermano ha logrado escapar a Guadix, todavía en manos de la República, donde se reencontrarán una vez terminada la guerra.
Es en Guadix dónde Antonia conocerá a su marido, Antonio Peláez Moraleda, ex-combatiente republicano que también padeció la represión franquista. Actualmente viven en Motril (Granada).