Antonio Ceada Gómez

Ayamonte
Huelva

Antonio Ceada Gómez “Zaragoza” nació en Ayamonte, el 19 de abril de 1893. Era soldador de estaño, soldaba a mano las latas de conserva en la fábrica de Pérez y Feu y era además concejal socialista. Ante la inminente llegada de las tropas huyó en el barco Guadiana, rumbo a Tánger, en la noche del 28 de julio de 1936. En Ayamonte quedó su esposa Mariana Ojeda Martín y sus hijos Pepa, María y Antonio. A mi madre la pelaron y la pasearon por el pueblo -afirma este último- con un cartel a la espalda que decía “Por hablar lo que no debe”. El 9 de agosto regresó a Málaga en el buque auxiliar Tofiño para unirse al bando republicano. Tras la caída de la ciudad pasó a Madrid y estuvo destinado en transportes, llevando comestibles. El final de la guerra le sorprendió en Alicante, intentando escapar para no caer prisionero. Felizmente pudo embarcar en el carguero inglés Stanbrook, rumbo a Orán, último barco que salió de la Península con soldados republicanos, el 28 de marzo de 1939. Antonio Ceada Gómez, de 46 años, era el pasajero número 1.654 de los 2.638 embarcados.

Tras permanecer casi un mes en el barco a la espera de poder desembarcar, Antonio Ceada fue conducido en tren al campo de concentración de Morand-Boghari, a unos cien kilómetros al sur de Argel. A los tres meses fue alistado en las Compañías de Trabajadores Extranjeros y enviado al campo de trabajo de Bou-Arfa (Marruecos), en pleno desierto, para construir el tramo del ferrocarril transahariano que debía llegar al oasis de Colomb-Béchar (Argelia). El viaje duró tres días en vagones de carga y a su llegada fue sorprendido con temperaturas de 45º a 50º a las que no estaba acostumbrado. Si a eso añadimos las jornadas de sol a sol a base de pico y pala, el mal trato y un agua de pésima calidad, enfermedades como la disentería fue cosa común entre los deportados.

Parecía que el desembarco norteamericano llevado a cabo en el norte de África, en noviembre de 1942, pondría fin al encierro. Pero semanas después, cientos de internados seguían en Bou-Arfa en espera de una libertad que no llegaba y que tardaría aún varios meses en llegar. Tiempo después, Antonio Ceada montó en la playa de Bou-Zadjar, al oeste de Orán, una fábrica de conservas de pescado asociado con un farmacéutico valenciano, también exiliado. Y por fin uno de sus sueños más deseados se haría pronto realidad: el 31 de diciembre de 1948 su esposa Mariana y el hijo soltero Antonio se reunieron con él. Viajamos en autocar de Ayamonte a Cádiz, en barco hacia Melilla y en taxi hasta la fábrica -sigue Antonio- fue una gran alegría para mi padre, pues dejó un niño de doce años y encontraba un joven de veinticuatro. El verano de 1952 fue muy especial para mi padre pues estuvo acompañado de sus hijas y rodeado de nietos que fueron a visitarle desde España. Después de tantos años separados, la familia se hallaba reunida por primera vez. Luego, a causa de la guerra de Argelia, dejamos la fábrica y nos trasladamos a Toulouse en 1956. Mis padres se jubilaron y yo trabajé de chófer en una empresa de obras, allí me jubilé y allí resido. En 1970 el matrimonio regresó a Madrid a cuidar a su hija María enferma. Antonio Ceada no volvió por Ayamonte, tenía muchos recuerdos. Falleció en Madrid, el 20 de febrero de 1974 y su esposa ocho días después.

Fuentes y bibliografía

Antonio Ceada Ojeda (hijo, residente en Francia); ADPH. Causa 921/1937, caja 101/1336; Escudero, Relación pasajeros Stanbrook; Reg. Civ. Ayamonte. Nacim. Tomo 22, fol. 20.

J. RAMÍREZ COPEIRO DEL VILLAR: En tierra extraña. El exilio republicano onubense. Autoedición, 2011.

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