En el archivo del Ayuntamiento de El Rubio se guarda un documento, suscrito el 31 de diciembre de 1936 por Francisco Martín Caraver, el alcalde y jefe local de la Falange, donde se recogen las alteraciones que se produjeron en la población del municipio a lo largo de ese año. Uno de los cambios recogidos en dicho documento, denominado «Lista definitiva o Padrón rectificado de todos los habitantes» de la localidad, consistió en dar de baja, «por defunción», al varón, natural de El Rubio, Antonio García Vidal, quien figura en la citada lista como soltero, de 22 años e hijo del cabeza de familia de la casa de la calle San José donde tuvo su domicilio.
Con algo más de detalle, en uno de los libros del Registro Civil del propio pueblo aparece que el 10 de julio de 1941, ante el juez municipal, Juan Pérez Rodríguez, y el secretario, José María Martínez Martínez, se procedió a inscribir la defunción de Antonio García Vidal, nacido el 21 de enero de 1911, hijo de Francisco García Rivero y Carmen Vidal Moral, soltero, domiciliado en la casa número 15 de la calle San José y de profesión el campo; cuyo fallecimiento se produjo «en su domicilio, el día seis de Agosto», a consecuencia «de Heridas». Esta inscripción se practicó por orden del juez de primera instancia de Osuna, y la presenciaron como testigos los vecinos de El Rubio Ricardo Romero Cabañas y José Ramos Ruiz.
Antonio García Vidal, que era del reemplazo de 1932 e hizo el servicio militar en Valencia, tenía dos hermanos que también vivían en la casa número 15 de la calle que entonces se llamaba Capitán Sediles: uno era Francisco, de 22 años, huido de El Rubio el día 3 de agosto de 1936, y el otro, Juan, de 13 años. Por el primer apellido de su madre, a Antonio le decían Antonio el de la Viala; como a Juan, su hermano menor, le dicen Juanillo el de la Viala. Quien me cuenta que ese mismo día 3 de agosto de 1936 su hermano Antonio emprendió la huida de El Rubio por la parte del Cerro Durán, junto a la carretera de Aguadulce, al igual que hizo todo el mundo, puesto que los fascistas estaban entrando por la otra punta del pueblo, por la parte de Écija. Antonio huía en compañía de su mujer, que se llamaba Luisa y era de la familia de «los Choli» (Luisa Montero Quirós, sobrina de Manuel el de la Luisa); pero, sin duda, debido a que ella se encontraba embarazada y en tal situación la huida les planteaba a los dos interrogantes acerca de su futuro para las cuales carecían de respuesta, ambos decidieron volver sobre sus pasos. Y en el camino de regreso se toparon con un grupo de criminales a caballo que volvía a Osuna después de haber participado en el asalto a El Rubio.
Estas gentes, a Antonio García Vidal, le destrozaron la boca de un disparo y lo dejaron tirado en medio del campo, a la entrada de El Rubio. Donde pasó toda la noche desangrándose. Al día siguiente, avisado de lo que le había ocurrido a su hijo, Francisco García Rivero, que tenía 60 años de edad y era un hombre grande y fuerte, salió al campo a buscarlo y lo halló malherido, pero aún con vida. El padre cogió a su hijo mayor, que también era un hombre grande y fuerte, se lo echó encima y, a cuestas, se lo trajo hasta el domicilio familiar de la calle San José. En donde murió Antonio el de la Viala, después de tres o cuatro días agonizando y sin haber podido tomar ninguna clase de alimento debido a los destrozos de su boca.
Tras la muerte de este hombre, nació su hija Antonia García Vidal.
Fuentes
► Archivo Municipal de El Rubio: Legajos 19 y 30, y libro 239.
► Testimonios de Juan García Vidal y Carmen López Prieto.
► Fotografía cedida por Juan García Vidal.