Antonio Naharro Holguera

Cordobilla de Lácara
Badajoz

Mi abuelo Antonio Naharro Holguera, nació en el 1896, era natural de Valdetorres (Badajoz). Se trasladó a Cordobilla de Lácara con su familia, donde desempeñó el oficio paterno: el de panadero.

“El Narro” como le llamaban en el pueblo era un hombre trabajador, repartía el pan con su yegua por el pueblo y consiguió hacerse dueño de una panadería junto al río Lácara, de un pequeño olivar y varias casas en el pueblo; situación económica que le permitió ayudar a personas en situación desfavorecida.

Sus hijos mayores lo recuerdan como un padre cariñoso, alegre, que siempre cantaba (tenia buena voz). Mi padre recuerda emocionado como acudían los vecinos para oírlo cantar mientras hacia el pan.

Sin actividad política conocida; pero posiblemente ayudó a los refugiados que huían de Badajoz perseguidos por los fascistas. En septiembre del 36 lo sacaron de su casa detenido, lo torturaron durante varios días; y el 9 de septiembre del mismo año según testigos, lo ataron a la parte de atrás del coche, y lo llevaron arrastrando por el camino de Las Llanas hasta el cruce de caminos que hay en la Laguna Chica y allí lo remataron a tiros. Lo dejaron a medio enterrar bajo un olivo; no sabemos si dejaron su cuerpo allí o quizás fue trasladado a una fosa común. Su defunción consta inscrita en el Registro Civil de Cordobilla de Lácara con fecha 4 de Octubre de 1946.

Esta es toda la información que tenemos del asesinato de mi abuelo, cuyo único delito fue quizás:

  • El ser envidiado por algún latifundista, ya que sin ser del pueblo se hizo de propiedades con su trabajo y esfuerzo.
  • Ayudar a los que eran perseguidos por sus ideas.
  • Generoso con los más desfavorecidos.

En definitiva un hombre solidario y justo. Después de su muerte, mi abuela Antonia Sánchez Martín y sus hijos Isabel, Felipe, Francisca, Ángela y Adoración tuvieron que huir del pueblo dejando atrás todos sus bienes y pertenencias, que les fueron incautados. Una historia más de tantas de la crueldad, la injusticia y la falta de piedad del fascismo.

Sirva este pequeño homenaje a mi abuelo, en reconocimiento a su memoria y a su dignidad, y a todos aquellos a los que se les arrebató la vida impunemente.

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