Antonio Nodal nació en Carmona, Sevilla, en 1904. Casado con Gracia Rodríguez Fernández, tenía cinco hijos: Francisca, Antonio, Carmen, Gracia y Daniel. Antonio pertenecía al partido Unión Republicana. Desde pequeño se distinguió por sus dotes artísticas: llegó a ser un gran pintor y dibujante, decorador de techos y cúpulas, frescos, frisos, orlas, etc. El 23 de julio del año 36, las tropas sublevadas del general Franco tomaban Carmona, no sin librar una dura lucha de resistencia popular frente a los hombres y mujeres que defendieron este pueblo con uñas y dientes. Pocos meses después, el 1 de Septiembre de 1936 su padre, Francisco de Paula Nodal Ávila, de 63 años, fue asesinado en aplicación del Bando de Guerra. Pertenecía como su hijo a Unión Republicana y fue concejal del Ayuntamiento de Carmona en los meses que precedieron al golpe militar fascista del 36.
El asesinato de su padre fue para Antonio un duro golpe, que no pudo superar: padre e hijo estaban muy unidos en los ideales políticos y ambos coincidían en el esfuerzo y la lucha por conseguir una mejor convivencia entre los seres humanos. Tras la muerte de su padre, Antonio temía por su vida, pensaba que cualquier día vendrían a matarlo a él también, por lo que decidió marcharse del pueblo, decisión que compartió con su esposa Gracia. Los familiares de su esposa eran personas de derechas, sus hermanos (José, Juan, Daniel y Francisco) militaban en las filas de la Falange, uno de ellos, José, era el jefe de esta agrupación en Carmona. Al enterarse éstos por boca de su hermana de que Antonio se estaba planteando marcharse del pueblo, lo convencieron para que se quedara, argumentando que nada malo le pasaría si se quedaba, ya que ellos eran los que mandaban en Falange, y lo protegerían para que nada le ocurriese. Antonio se dejó convencer, era duro para él dejar a la mujer y a sus cinco hijos y sus cuñados eran, al fin y al cabo, su familia. Para que comprobara que no mentían, le ofrecieron trasladarse a la casa de uno de ellos, donde vivió unos meses, hasta el mes de noviembre que sus cuñados le comunicaron que debía presentarse para prestar declaración en la Comandancia Militar: “tan solo es un trámite, no te preocupes, para mayor seguridad, nosotros te acompañaremos durante todo el tiempo, no pasará nada, es solo un acto rutinario sin mayor importancia…”.
Antonio acudió al requerimiento, acompañado de dos de sus cuñados, José y Juan, quedando desde entonces en prisión preventiva. Allí permaneció, junto con otros hombres y mujeres, hasta la madrugada del 22 de noviembre, en que dos guardias civiles fueron a por él. Sacaron también de la prisión a Emilio Fernández, apodado “Lerma”, familiar de Antonio que estaba como él detenido y militante como él de Unión Republicana. Mientras andaban desde la cárcel hasta las tapias del cementerio de Carmona, Antonio lloraba con desesperación: ”no me matéis, que yo no he hecho nada malo, no me matéis, que tengo que criar a cinco hijos, que me juzguen si algo malo he hecho, pero no me matéis…”. Su compañero Emilio, que también tenía cinco hijos, le decía a Antonio con más entereza que no llorara, que no suplicara por su vida a esos asesinos, y gritaba ¡Viva Azaña! Una descarga de dos fusiles calló sus voces para siempre y dos certeros disparos en la cabeza de Antonio y Emilio aseguraron sus muertes. En aquel momento, diez niños pequeños quedaron huérfanos. Serían ya para siempre “hijos de rojos”.
Francisco Rodríguez Nodal, su sobrino, me contó esta triste historia hace algunos meses, cuando le ofrecí la posibilidad de escribir unas micro biografías de su tío Antonio y su abuelo Francisco. Los dos somos del mismo pueblo, Carmona y nuestras dos familias fueron víctimas de la represión fascista. Nos une una hermosa complicidad. Francisco es un artista de la madera de fama nacional, dibujante como su tío y de ideales comprometidos con la paz, la convivencia y la justicia. Tenía solo 10 años cuando su abuelo y su tío Antonio fueron asesinados “por los criminales de la cruel represión franquista” y a pesar de su dura historia familiar, no guarda rencor en su corazón. Es una persona entrañable, con gran sentido de la justicia, que ha comprometido su vida en la recuperación de la memoria y el honor de sus dos familiares. Tiene escrito y editado por él mismo dos libros que cuentan los hechos que acaecieron en Carmona después de la entrada de los fascistas en esta ciudad “Caínes del amanecer” y de los duros años de la postguerra, “Al paso alegre de la Paz”.
Es para mi una suerte inmensa y un tremendo orgullo tener como amigo a Francisco. Contemplar sus obras de arte, oyendo sus palabras explicando cada detalle y cada historia de los magníficos muebles que de sus manos han salido, es una mezcla de magia y suerte que no puedo explicar, aunque tengo la seguridad de que él me entiende.
Francisco compuso el siguiente poema dedicado a su tío Antonio Nodal Pulido:
El arte inundó tu vida
geniales, tus trabajos y tus obras.
Caminaste por estrechos senderos
sin alcanzar los triunfos ni la gloria
Nunca fuiste ni héroe ni valiente
ni premiado con laureles de victoria.
Eras un hombre sencillo y alegre,
amabas la vida, a tus hijos y a tu esposa.
Tu muerte fue precedida de traiciones
mentiras y promesas engañosas.
Llamabas pidiendo justicia
donde no había más que ira,
odios, resentimiento y venganzas.
Las lágrimas que brotaban de tus ojos
fue el preludio del derrame sobre el suelo
de tu sangre generosa.
F.R.N.
Año 2007