Calle Elvira número cuarenta y cuarenta y dos, Granada: la Taberna “Carmela” o “Bar Carmela”, un establecimiento de bebidas, que también da de comer y asilo, se encuentra detrás del antiguo Convento del Ángel, que en los años treinta será cuartel provisional de la Guardia de Asalto, y poco después sede del Banco de España. En varias ocasiones este lugar es noticia en la prensa granadina durante los años republicanos. Una mujer es su figura pública: “Madre Carmela”, como solían llamar a Carmen Rodríguez Parra. Era habitual llamar “Carmela” a las “Carmen”.
Años después, los franquistas recordarán a Carmen como “Carmela la de los Pajaritos”, nombre que asumió Ian Gibson cuando vino a Granada para investigar qué había pasado con García Lorca. Apodo real pero que no correspondía con las denominaciones de sus contemporáneos en la prensa y ambiente social. Porque “Madre Carmela” era una mujer politizada: era afiliada de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), sindicato anarquista hegemónico en la ciudad de Granada en ciertos períodos. Hoy contaremos lo que sabemos de la historia de Carmela, aun cuando resulte todavía incompleta.
Carmen Rodríguez Parra nació en Granada el 19 de mayo de 1884, tal como aparece en el Padrón Municipal de 1935 que localizó la investigadora Silvia González[1]. En el mismo documento vemos a su esposo Antonio López Capel (del 16 de abril de 1882, también granadino, pero algunos de sus familiares señalan que nació en Fiñana, (Almería), y a Carmen López Rodríguez, que aparece como hija y así se entiende por los apellidos, pero se da una fecha de nacimiento que debe estar equivocada: el 18 de enero de 1826. Debe tratarse de 1926. Va además al colegio, y como sus padres, sabe leer y escribir.
Taberna Carmela
En los años treinta aparece como militante de la anarquista CNT, ofreciendo sus bienes a los compañeros que lo necesitasen o a la propia organización. Vemos ante todo una actitud de generosidad y de ofrecer lo que se pueda. En Granada, el movimiento obrero activista tiene sus orígenes en el siglo XIX: tras algunos motines sociales, los gremios se van organizando localmente en diferentes grados (sociedades de socorro mutuo, de resistencia, etc.) hasta que llega la Primera Internacional, que no tarda en constituir sindicatos y federaciones locales, que darán los primeros pasos verdaderos de una federación y organización real. En el enfrentamiento entre bakuninistas y marxistas, los internacionalistas de Granada se situarán con los primeros, que se hacían llamar “antiautoritarios” y sentían afinidad por el anarquismo. Al igual que el resto del país, también mayormente bakuninista, sufrirán la represión y persecución, resultando que la organización formal desaparecerá, manteniéndose en clandestinidad una suerte de individuos y grupos que mantendrán sus convicciones y las harán públicas cuando encuentran alguna ocasión.
Pero no será hasta 1910 cuando se cambia esta fase y aparece la Confederación Nacional del Trabajo desde Barcelona, y tras algunos efímeros acercamientos, llega a Granada capital y varios pueblos por 1918. El Sindicato de la Construcción, con Antonio Muñoz García a la cabeza, y los campesinos de Belicena, con Francisco Alanís, entre otras organizaciones, introducen la CNT definitivamente en Granada, y no tardarán en hacerse con las simpatías de la Casa del Pueblo, de orígenes socialistas, pero que terminarán posicionándose hacia el anarcosindicalismo. Este aumento del anarquismo se detiene en 1923 con la Dictadura de Primo de Rivera, que la CNT rechaza entrando en clandestinidad, y en cambio la UGT la acepta y se adapta. Con la caída del régimen y de la monarquía, se instaura la II República, y la CNT vuelve a coger un nuevo impulso en la vida social y pública. La clandestinidad anterior solo ocultaba y disimulaba una realidad, y ésta era que entre los trabajadores el espíritu libertario aún se encontraba muy extendido y continuaba ampliándose. Esto nos hace pensar en muchas noticias en los años de la Dictadura sobre la llegada de numerosas revistas y libros ácratas, varias de ellas encabezadas por Antonio García Birlán, “Dionysios”, ya residente en Barcelona, pero natural y vecino de Asquerosa (actual Valderrubio) durante muchos años. En los años republicanos, especialmente entre junio de 1931 hasta febrero de 1934, y luego de febrero a julio de 1936, el movimiento anarquista será nuevamente mayoritario en Granada capital y claro protagonista en las numerosas luchas sociales. Es en este ambiente donde se desarrolla la figura de Madre Carmela, junto a la de otras tan populares y conocidas como las de Maroto, Alcántara o Paco Burgos.
La primera noticia que conocemos de Madre Carmela corresponde a una recaudación de dinero para la hija de Miguel Illescas, militante de la CNT asesinado en la calle Elvira por la policía granadina cuando se encontraba, con un grupo de compañeros, pegando carteles que convocaban una huelga general en julio de 1931, prohibida por el Gobernador Civil. Entre los participantes en la recaudación está Bar Carmela, que aporta 436,50 pesetas. En la suscripción vemos numerosos obreros agrupados en sus centros de trabajo, varios establecimientos (bares y barberías incluidos) e individualidades. En total reúnen 834 pesetas. Carmela ha recaudado más de la mitad, lo cual prueba no solo su capacidad y su carácter generoso, sino también que seguramente muchos solidarios eran clientes de su establecimiento.
En agosto de 1932 llega a Granada, desde Barcelona, la famosa anarquista Federica Montseny para dar un mitin. Está presente, aunque no participa, en un importante Pleno local, y poco después es testigo del Golpe de Estado militar de José Sanjurjo, que en Granada tiene partidarios dispuestos a levantarse. Durante los enfrentamientos locales, son asesinados los anarquistas Donato Gómez y Mariano Cañete por la zona de Puerta Real. Tras fracasar el Golpe y celebrarse hasta por las autoridades locales la determinación y fuerza del pueblo granadino, Donato y Cañete, como se les conocía popularmente, recibieron un multitudinario entierro que terminó con las palabras de diversas y destacadas figuras, entre ellas la de Federica. Antes de subir al cementerio, Montseny estuvo en la Taberna Carmela acompañando a la desconsolada novia de Donato y compara el establecimiento con otro existente en Barcelona que ya ha recibido algún estudio y cuenta con un recuerdo popular casi mítico:
Después de corretear por Granada, nos dirigimos a casa de Carmela. Es ésta ‘La Tranquilidad’ de Granada. Allí van a tomar café todos los compañeros y allí se encuentran todos, los días festivos normales. En casa de Carmela —excelente mujer que, junto con su marido, es el refugio y el amparo de todos los compañeros que caen en Granada sin recursos— encontramos a la compañera de Donato, aún como embrutecida por el bárbaro golpe sufrido. Apenas hacía un año que estaban unidos: ella, frágil, agradable, feliz, la noche antes. La vi hoy pálida, ojerosa, por las horas de angustia pasadas, con los párpados enrojecidos, sin palabras que pronunciar y balbuceando detalles de los últimos momentos de Donato, al que tuvo aún en sus brazos mortalmente herido.[2]
Se organiza una suscripción abierta de los Sindicatos en favor de las víctimas de la Sanjurjada. En esta ocasión hay aportaciones de los sindicatos, pero también de algunos grupos, establecimientos e individualidades. Ya tenían 1.300,10 pesetas. Ahora han llegado más ingresos: Bar Carmela pone 158,15 pesetas, pero en esta ocasión los Sindicatos de la Madera y de la Construcción la superan en aportaciones. Sin embargo, la Taberna ingresa algo más que los panaderos o el Sindicato de la Piel. Se devolvió 25 pesetas a un donante y 205 se usaron para diferentes gastos de la campaña de suscripción.
Hay 3.601,35 pesetas que se repartieron de la siguiente manera: para la familia de Francisco Rodríguez, de Chauchina, 600 pesetas; para la familia de Mariano Cañete, 600; para la de Donato, 600; para el herido Nicolás Carmona, 233,25; para el herido Emilio Rodríguez, 233,25; y finalmente la misma cantidad para el resto de los lesionados, que son Miguel Valenzuela, Santiago Esteban, José Baldera. Queda en poder de la Federación Local de la CNT de Granada 35,10. La campaña sigue[3].
Pese a los agradecimientos de las autoridades al pueblo obrero, y en especial a los anarquistas que habían encabezado claramente el movimiento (la policía señalaba especialmente a Maroto y Paco Burgos como los cabecillas de las refriegas), lo cierto es que buena parte de las élites granadinas estaban rabiosas ante el fracaso del Golpe. Así lo contó el cenetista Francisco Galadí —que a alguno le sonará—, quien asegura que cuando fue detenido durante aquellos días, los policías intentaron comprarle, y usaron el argumento de la fuerza y amenaza, al asegurarle que todo el cuerpo policial estaba a favor de la intentona militar[4]. Los hechos posteriores mostrarán que muchos de los rumores populares que circulaban antes de los enfrentamientos en la madrugada del 10 de agosto eran ciertos, especialmente aquellos que señalaban quienes estaban comprometidos con la intentona militar.
Por ello, tras el Golpe, en Granada los cabecillas derechistas fueron liberados, con cargos judiciales, mientras que muchos activistas fueron detenidos, y en algunos casos torturados, mientras que la Taberna Carmela era cerrada por las autoridades por su afinidad con el anarcosindicalismo, causando todo ello enorme indignación. A causa de todo esto, en noviembre la CNT convoca una nueva huelga general, solicitando entre varios puntos la libertad de Maroto y el levantamiento de la clausura de Bar Carmela. Todo ello junto a una serie de huelgas sectoriales (panaderos y bares, entre otras) muy duras. Las autoridades tienen que solicitar cincuenta Guardias de Asalto de Málaga para intentar dominar la situación. Pronto tendrán que emplearse, porque a las siete de la tarde varios huelguistas tirotean un tranvía que transitaba en la Gran Vía desde la calle Valentín Barrecheguren, causando gran alarma pues consiguen que huyan todos los pasajeros y se cerrasen numerosos comercios. Los tiradores desaparecen en calle Elvira al poco tras realizar nueve disparos. Cerca está el Cuartel de los Guardias de Asalto, que han escuchado las detonaciones y se dirigen a buscar y capturar a los pistoleros, encontrándolos en las calles y realizando una descarga cerrada, que no dio blanco. Van a la calle Elvira y entran en “La Carmela” suponiendo que los autores se han escondido allí. Detienen en el establecimiento a Francisco Tito López, un anarquista conocido en la ciudad, que según los agentes arroja su pistola cuando es visto. No es el único y hay otros detenidos, tantos que tienen que hacer una cuerda de presos “bastante numerosa“. Quieren hacer un registro completo del bar, pero desisten ante la gran extensión del sitio y estar en buena medida a oscuras.
Los otros detenidos, además de Tito (23 años, que vive en el Camino de Maracena en el lugar conocido como La Isla), son Francisco Muñoz Ruiz (36 años, ebanista, tiene manifiestos de la CNT incitando a la huelga), José Bonilla Elfete (32, albañil), Manuel Pérez Peña (25, albañil, vive en la calle Cuartelillo 1), Antonio Quesada Hidalgo (25, vive en San Juan de los Reyes 23), Miguel Moreno Casares (24, metalúrgico) y José Fernández Monís (carpintero, natural de Huelva). Monís dice que acaba de llegar a Granada para buscar trabajo y estaba hospedado en la taberna[5].
La CNT envía una nota de prensa afirmando que la policía asaltó el Bar Carmela, llevándose detenidos a varios obreros que estaban allí bebiendo vino. Fueron conducidos a la comisaría y allí fueron maltratados. Añaden que se abre nuevamente el conflicto laboral de los vendedores porque las autoridades han animado a los tercenistas a rechazar el acuerdo alcanzado. La nota agradece el apoyo a la huelga y de aquellos trabajadores que no siguen a los “caciques” de la UGT. Los presos, la mayoría opositores de la Sanjurjada, se han puesto en huelga de hambre. La policía asegura que la detención de Fernández Monís es muy importante, pues viene de Ceuta, donde fue condenado por delitos “sociales”[6]. El Defensor denuncia oficialmente los malos tratos a los detenidos, que compara con los tiempos de la Inquisición. Lo cual, les parece, choca con el actual régimen republicano[7].
Mientras tanto se realizó una reunión de la CNT para tratar la propuesta de desconvocatoria de huelga en el local que tienen en la calle Hornillo de Cartuja número once, reunión autorizada por el Gobernador Civil bajo la condición de que solo fuesen los comités, pero a pesar de lo hablado, acudieron al acto, según la policía, unas seiscientas personas. Acordaron volver al trabajo el sábado a las 13 horas, dejando un margen hasta el lunes para que se resuelva la huelga de los bares, se retomen los trabajos del Hospital Clínico, se levante la clausura contra Casa Carmela y se dé la libertad a los presos. El Defensor detalla que aquello comenzó con una gran procesión de obreros a Hornillo de Cartuja, cuyas calles vecinas y toda la zona estuvo bajo una fuerte vigilancia de la policía. Muchos otros trabajadores esperaban en el centro de la ciudad el resultado de la reunión, que comenzó a las nueve de la mañana. En la mesa estaban Benito Pabón y José Alcántara. Hablaron varios obreros, entre ellos Noguera, Maroto, Flores, y Amadeo Pérez. Hubo unanimidad en el acuerdo de volver al trabajo, pero con la clausura de reanudar el conflicto el lunes si no se cumplían las condiciones. El acto terminó a las 11 horas. Los trabajadores salieron en grupos grandes muy compactos hacia el centro de la ciudad. Uno de los grupos se dirigió al Gobierno Civil para informar del acuerdo[8]. Una semana más tarde, el Gobernador ordenó el levantamiento de la clausura del bar Carmela[9]. El conflicto no terminó definitivamente, ya que se mantuvo la hostilidad en sectores como el de la hostelería. Así vemos que, en la huelga de bares, es detenido en la Taberna Carmela otro conocido anarquista local, Rafael Rosillo, albañil que vive en el Aljibe de Trillo nº 15.[10]
Como un lugar de la vida cotidiana de muchos militantes libertarios, Casa Carmela fue un escenario habitual en los frecuentes conflictos sociales y laborales que se daban en la ciudad. Debemos pensar que tampoco debió ser un lugar exclusivo para la militancia, sino que también acudirían numerosos vecinos y hasta miembros de otras corrientes políticas granadinas, pues, aunque el anarcosindicalismo se encontró hegemónico en estos años, no fue, ni mucho menos, la única fuerza social importante de la capital granadina.
En las denominaciones habituales del anarcosindicalismo, “Artes Blancas” hace referencia a un sector que se ajusta al concepto confederal de las Federaciones de Industria. La CNT quiso superar el modelo de un sindicato por profesión, en favor de sectores interrelacionados. No se quería un sindicato de camareros o de cocineros, sino uno de hostelería, por ejemplo. Artes Blancas aglutinaba a harineros, panaderos, pasteleros, vendedores al público del sector, etc. Viendo que la patronal panadera utilizaba políticamente los precios para imponer sus criterios, el Sindicato de Artes Blancas de la CNT acordó crear una colectividad del pan en Granada. Esta colectividad se encontrará con numerosos problemas, pues la patronal harinera se solidarizó con la de los panaderos y al no tener colectividades propias en tierras de trigo ni molinos, el bajo precio del pan que buscaba la CNT para vender a los más pobres no se lograba obtener, porque adquiría la harina a costes muy altos, violando los topes marcados por el Ayuntamiento. Acabará cerrando al no cumplirse ese objetivo y encontrarse con nuevos obstáculos, pero estuvo funcionando un tiempo. Cuando existió tuvo varios puntos de venta y entre ellos estaba, por supuesto, el “Despacho de Bebidas de Carmela”, en la calle Elvira[11].
Bar Carmela también participó en una recaudación de dinero para apoyar económicamente al diario confederal de tirada nacional CNT. Así aparece en una enorme lista que facilitan y vemos una aportación granadina notable en cuanto a nombres y participantes, pero no en cantidades: casi todos ponen unos treinta céntimos o una cifra aproximada. Bar Carmela pone 2 pesetas, y vemos las siglas de “A. L.”, que creemos que debe corresponder a Antonio López (Capel)[12].
Halagos que se escucha en todo el país
En el periódico madrileño La Tierra se publica un artículo escrito por José del Castillo apoyando a la “madre Carmela”, acosada por policías a todas horas y con la amenaza constante del cierre por parte de las autoridades republicanas. Reproducimos el texto completo porque muestra muy bien lo que era en realidad dicha Taberna y su carácter, más popular que político, muy en sintonía con el ideal de la actitud política a mantener para el anarcosindicalismo:
Salud, madre Carmela. A pesar del tiempo transcurrido desde mi última estancia en Granada, no he podido olvidar el consuelo que me proporcionó tu hospitalidad ni los placeres disfrutados por mi espíritu con las infinitas dulzuras que de tu noble corazón brotan, y tengo necesidad, antes de que mi conciencia me llame ingrato, de rendirte desde aquí, si es que mi pluma es capaz de reflejar lo que yo siento, el homenaje que en la mente de todos cuantos te conocen y rodean está pendiente.
Te es debido todo, porque has llegado con tu preparación para el sufrimiento a comprender y sentir por todos esos miles de seres que sufren por la maldad de los hombres.
Eres tú la única que puede, con el mágico influjo de tu sencilla y cálida palabra, llevar el consuelo a los atormentados por esta era de injusticias.
Tu magnánimo corazón lleva a muchos hogares el aliento para el espíritu o el modesto pedazo de pan que pueda mitigar su hambre.
Fuerte ante la desgracia, recoges en tu seno a los más cruelmente castigados y perseguidos por este Destino, hoy día sujeto a hombres que son fieras.
El gesto tuyo al recoger en tu casa, para cuidarla con mimos y cariños de madre, a la compañera del malogrado Donato, muerto en los trágicos sucesos de agosto, dice de ti más que de todas esas ficticias instituciones que ha creado esta ‘buenísima y clemente’ República.
Es, por eso, por lo que autoridades y Policía, que nunca podrán llegar a comprender tu grandeza, se sienten aterradas ante tu popularidad y, para combatirla, solo se les ocurre rodear tu hospitalaria casa de guardias y más guardias.
Yo no sé si después de mi salida de esa habrá cambiado el sistema empleado contra ti; pero, de todas formas, quiero decirte, madre Carmela, que todo eso no son más que envidias y el ferviente deseo de destruir por todos los medios tu personalidad, por el rubor que forzosamente han de producir en ellos unos sentimientos incomprensibles para su sensibilidad.
Figúrate, Carmela, si es tu poder grande, que tienes pendiente de tus más pequeños movimientos a toda esa cantidad de… personas.
Alégrate, pues, porque todo ese reguero de guardias y policías que a diario desfilan por tu puerta, no cabe duda que si siguen aún en dicha misión habrán acabado por despreciar a aquella sociedad que les impide saborear tu diaria lección de humanismo.
Recibe, madre Carmela, el homenaje de mi profunda admiración, ya que yo veo en ti uno de los focos más grandes de bondad y luz, necesarios para alumbrarnos en estos tiempos de tinieblas y maldad.[13]
Otro caso de bondad y solidaridad lo encontramos con un italiano que ha sido expulsado de España por una orden judicial que se le comunicó el 24 de noviembre, tras entrar nuevamente en territorio español después de haber sido anteriormente expulsado el 24 de agosto. Seguramente está perseguido en Italia. Se trata de Angelo Bonizoli Facolozzi, de 30 años, soltero, natural de Castelbolfort (Mantua, Italia), camarero, hijo de Augusto y Emma, con instrucción, sin antecedentes penales. Entró en prisión provisional desde el 7 de diciembre cuando fue descubierto en “en la taberna de la conocida por Carmela sita en la calle Elvira de esta población“. Es condenado a dos meses y un día de arresto mayor y a pagar una multa de 500 pesetas, más los costes procesales, la suspensión de todo cargo y del derecho de sufragio[14].
Silencio y reaparición
No hemos encontrado noticias del Bar Carmela en los años 1934 y 1935. Lo cierto es que tampoco abundan noticias del anarcosindicalismo durante esos años (en 1934 la primera mitad aún sí), si no es para dar alguna noticia de detenciones y cárceles, pues había sido “ilegalizado”. Al final del gobierno de las izquierdas, en 1933, se aprobó y comenzó a aplicarse la Ley de Vagos y Maleantes que, en combinación de las facultades del Gobernador Civil, sirvió para procesar a los más destacados militantes anarquistas y asustar al resto que veían los meses de cárcel que se pasaban arbitrariamente.
Cuando empiezan a gobernar las derechas, éstas intensifican las leyes represivas —entre ellas la de Vagos y Maleantes—, ilegalizan primero las huelgas, y luego, por intentar realizarlas, a los sindicatos y junto a ellos a todos los centros afines (Centros Sociales, bibliotecas, escuelas, Ateneos…). Seguidamente hacen una persecución contra los trabajadores sindicados, animando a los patronos al despido, pues tendrán el apoyo institucional, al salir nuevas leyes y órdenes gubernativas que lo permiten, que no pueden contrariar un juez. El resultado final es el desgaste, la represión y la clandestinidad, por lo que veremos una disminución enorme de la actividad sindical y social de las izquierdas en Granada, en especial del anarquismo. Las huelgas, y posteriormente la Revolución de Octubre de 1934, dejarán un enorme número de presos en las cárceles, pese a que en Granada no pasó de ser una huelga general de un día que no produce apenas algún incidente, más allá de la acusación policial y periodística de descubrirse enormes alijos de armas con cifras imposibles, que rebasan con mucho el armamento disponible del ejército en Granada.
El caso es que no será hasta 1936 cuando hay una reapertura de los sindicatos y de las organizaciones, ante la proximidad de las elecciones políticas. Pero también a los duros trabajos de muchos abogados para conseguir el cese de la censura y de la ilegalización política y sindical. En estas fechas hasta los anarquistas más rigurosos consideraron votar en las próximas elecciones, no por ver el parlamentarismo como un medio legítimo, sino porque se realizaron promesas desde las candidaturas de izquierdas de liberar a los presos por medio de la ansiada amnistía y garantizar la legalidad de las asociaciones políticas y sociales. El Partido Sindicalista, una facción parlamentarista surgida dentro del anarcosindicalismo, encabezada por Ángel Pestaña, empezó a tener cierta importancia y consideración, pese a que era una minoría entre los trentistas granadinos, los cuales a su vez eran muy minoritarios respecto a la CNT oficial, fiel al anarquismo tradicional. Pero ahora hasta la FAI reconsideraba y reflexionaba sobre su estrategia de apoyo a toda insurrección que surgiera espontáneamente o de manera planificada por las organizaciones.
En España las organizaciones libertarias comprendieron la necesidad de la población de conseguir el decreto de amnistía, pero tampoco podían apoyar ninguna candidatura política, pues rompería su tradicional antipoliticismo y antiparlamentarismo, por una circunstancia muy especial e importante, pero también extraordinaria. Por ello se decidió no emprender ninguna campaña por la abstención electoral, estrategia habitual de los anarcosindicalistas. El caso de Granada fue un tanto especial, porque las organizaciones libertarias no se posicionaron, pero algún miembro seguirá mencionando públicamente tonos antiparlamentarios[15], sobre todo en cuanto a las elecciones generales de febrero. En cualquier caso, es fácil suponer una alta participación de los anarquistas en las elecciones, pese a las palabras de su Secretario General. A nivel nacional estaba claro que se evitaba entorpecer la candidatura izquierdista, la Amnistía surgía como la mayor aspiración y la Federación Local de la CNT desautoriza unos carteles derechistas que recuerdan la persecución sufrida por parte de los gobiernos izquierdistas, que firman como “Confederación Nacional de Defensa de los Trabajadores”, pero la CNT oficial lo desautoriza, señala su procedencia y declara que no va a permitir que los represores de Asturias se erijan ahora como sus defensores.
En unas palabras que se prestan a interpretaciones, se afirma que la CNT sigue en la misma posición que siempre ha tenido[16]. Pero al darse el pucherazo en Granada en las elecciones del 10 de marzo de 1936, y el posterior ataque fascista contra un mitin del Frente Popular, las organizaciones ácratas aparecen en todos los eventos antifascistas locales, si bien nunca afirman ningún apoyo electoral. El resultado es el triunfo de las izquierdas, también porque las derechas deciden no participar en la repetición. En esta cuestión no debe caber duda hoy, pues es cierto que hubo un pucherazo y así conocemos numerosas noticias en El Defensor al respecto, en ese mismo mes, con algunos casos judiciales en Sumarios conservados en el Real Archivo de la Chancillería de Granada. Pero vamos a citar al juez de instrucción de Huéscar, Eduardo Capó Bonnafous, que dejó unas memorias y señala lo que intentaron hacer en la localidad donde residía, pero supo y pudo evitar, y fue cuando las “derechas dieron un pucherazo, con palizas, en La Virgen de la Cabeza, un anexo de Huéscar. Hicieron desaparecer las urnas y actas. Lo mismo en Las Fuentes”.[17] Menciona que en otros sitios se salieron con la suya quienes programaron todas estas iniciativas, que estaban coordinadas y respondían al pulso derechista de mantenerse en el poder.
En esta situación, ya a fines de marzo, en la campaña por la repetición electoral, vemos que en Casa Carmela se ha abierto un “centro electoral” de los socialistas, correspondiente al distrito ocho[18]. Esto nos muestra que en los propios ambientes libertarios ya existe una actitud positiva a la participación electoral y hay iniciativas importantes al respecto. Por la investigadora Silvia González, sabemos que Carmen Rodríguez Parra hará de interventora en las elecciones del 3 de mayo[19]. Lo cierto es que, con la victoria izquierdista, se logró, a grandes rasgos, la amnistía, aunque los libertarios exigieron la liberación de los presos “comunes”.
Asesinato de Madre Carmela
El año 1936 supuso una vuelta de las organizaciones de izquierdas, y nuevamente los anarquistas renacen con renovadas fuerzas. La CNT, ya sin censura, clausuras, ni otros obstáculos, comienza una enorme labor sindical, social y propagandística, que parece que se desarrolla aún más que en sus mejores años. Consigue reunificarse con una de las escisiones, no así con el Partido Sindicalista, que es atacado y criticado. Se realizan varias huelgas, la mayoría de ellas se resuelven rápidamente en favor de los sindicatos. Se atienden reivindicaciones populares sobre la vivienda y otros derechos y por fin se comienza a aplicar la Reforma Agraria, que permite el uso colectivo de tierras baldías. Apenas hay casos de violencia política en el anarcosindicalismo granadino en estos meses. En definitiva, se dan una serie de avances con el consiguiente desarrollo favorable de las organizaciones sindicales, que no podían reprimir ni impedir legalmente las élites sociales, y es ahí la causa del Golpe Militar de julio de 1936 que dará lugar a lo que conocemos como la Guerra Civil, y su brutal represión, de carácter ideológico y totalitario, porque se trataba de eliminar a quienes pensasen de determinadas maneras.
Es solo así como se explica el asesinato de Carmen Rodríguez Parra, “Madre Carmela”, que pese a sus numerosas menciones, jamás se la acusó de nada. Su principal labor fue acoger, atender y ayudar. Pero pensaba de una manera desagradable para los golpistas y la toma del Poder buscaba una depuración total de las “ideas disolventes”, que, ante las convicciones de la mayoría de la población, solo podía cambiarse por medio de la erradicación física y del verdadero terrorismo, aquel definido e ideado por Robespierre: el terrorismo de Estado, para asustar y someter a la población al nuevo Estado.
Madre Carmela fue asesinada. El último Secretario General de la CNT de Granada antes de la guerra, ya mencionado, Antonio Morales Guzmán, da la terrible noticia:
¡GRANADINOS, ESPAÑOLES!, NUESTRA MADRE CARMELA, SU CUERPO APUÑALADO, EXIGE JUSTICIA EJEMPLAR!
¿Quién no ha conocido ni ha oído hablar de la madre Carmela? ¿Quién no sintió sobre su cuerpo las sonrisas de la solidaridad del gran espíritu anarquista de la madre Carmela? Todos, absolutamente todos los que, huyendo de la justicia histórica, encontraron refugio en los brazos de Carmela. Cariñosa siempre, fue la amante de los caídos, que una y mil veces se quitó de sus labios sus alimentos para el idealista perseguido. Ya no tenemos madre los anarquistas; su corazón no late. Cada luchador, cada refugiado, guardará grabados en su cerebro los cientos de actos solidarios realizados por el corazón anarquista de nuestra madre Carmela. El fascismo granadino retuvo en sus garras a Carmela. para más tarde darle muerte. También fueron asesinadas las compañeras Pepita Puerta, La Rubia y la Nene. No podemos escribir más, querido compañero y lector; la sangre se nos agolpa a los sentidos y la rabia nos arrebata del corazón el poco sentimiento que en estos momentos pudiera existir en nuestro espíritu y temperamento humano.
¡Carmela, tú también tendrás historia al igual que la tiene Mariana de Pineda![20].
Madre Carmela aparece como Carmelita “la de los Pajaritos” en el libro de Eduardo Molina Fajardo, falangista que decidió investigar sobre la muerte de Federico García Lorca, y a la vez diversos aspectos de la terrible represión granadina:
Llegó a Víznar en la expedición de la Zapatera y de Carmela ‘la de los pajaritos’, que tenía una taberna detrás del Banco de España, donde preparaban ricos pajaritos fritos y pertenecía a la CNT.[21]
Y menciona también, en la página 57, a dos mujeres jóvenes que tenían una pensión en la calle Mesones. ¿Serán las que menciona Morales? La investigadora Silvia González indica como fecha muy probable de la ejecución el 15 de agosto de 1936.[22] El nombre de Carmela y las otras dos muchachas no figura en ninguna lista de víctimas de la represión, al igual que ocurre en un abultado número de casos.
Ian Gibson tuvo noticias de Carmela y así lo reflejó en su conocida obra sobre el asesinato de Federico García Lorca:
Entre los fusilados del barranco había numerosas mujeres. Una de ellas se llamaba Carmela Rodríguez Parra, familiarmente conocida como Carmela, ‘la de los Pajaritos’. El sobrenombre le venía de que la especialidad que distinguía el bar que tenía en la Calle de Elvira eran precisamente los pajaritos fritos. En este bar se reunían muchos izquierdistas antes de que estallara la sublevación. No otro motivo causó la persecución y muerte de la propietaria del bar. Buenísima mujer, de amplia complexión física, no pudo sustraerse a la matanza. La condujeron a Víznar junto a otra mujer de ideas izquierdistas, la célebre ‘Zapatera’, y las dos murieron juntas.[23]
Carmen Rodríguez Parra, Madre Carmela, es una de las muchas víctimas que deben ser recuperadas de la memoria para estar, como Mariana de Pineda, en el recuerdo de la Historia y sirva de inspiración para el futuro. Personalmente quisiera agradecer a Silvia González y a parte de la familia de Carmen Rodríguez Parra por animarme a escribir y publicar estas líneas, tarea que tenía pendiente desde hace un tiempo, por lo que ya tenía investigado anteriormente, y que dio pie a mi tesis doctoral. Gracias a Silvia, pude situar concretamente el lugar que ocupaba en la calle Elvira y dar con el nombre correcto de “Carmela”. Hasta entonces, tanto en las hemerotecas como en el Archivo de la Chancillería solo pude ver referencias vagas a la calle Elvira y al conocido apodo que tuvo esta mujer con toda justicia.
Fuente: http://www.elindependientedegranada.es/blog/carmen-rodriguez-parra-madre-carmela
Notas
[1] González, Silvia, Mujeres fusiladas entre Víznar y Alfácar, ¿Quiénes eran? (y III), El Independiente de Granada. Enlace: https://www.elindependientedegranada.es/blog/mujeres-fusiladas-viznar-al….
[2] Federica Montseny en Andalucía, Universidad de Huelva, 2000, pág. 103.
[3] El Defensor de Granada, 21 de septiembre de 1932, nº 28.268, pág. 3.
[4] Solidaridad Obrera, 20 de agosto de 1932, nº 492 (6ª Época), pág. 1.
[5] El Defensor de Granada, 4 de noviembre de 1932, nº 28.345, pág. 1.
[6] El Defensor de Granada, 4 de noviembre de 1932, nº 28.345, pág. 3.
[7] El Defensor de Granada, 5 de noviembre de 1932, nº 28.347, pág. 1.
[8] El Defensor de Granada, 6 de noviembre de 1932, nº 28.349, pág. 3.
[9] Ideal, 15 de noviembre de 1932, nº 136, pág. 5.
[10] El Defensor de Granada, 28 de noviembre de 1932, nº 28.390, pág. 2.
[11] Fernández, Cristóbal, “El Pan del Taller Colectivo”, El Defensor de Granada, 28 de enero de 1933, nº 28.491, pág. 3.
[12] CNT, 31 de enero de 1933, nº 68, pág. 3.
[13] Castillo, José del, “La madre Carmela”, La Tierra, 4 de abril de 1933, nº 714, pág. 4.
[14] Archivo de la Real Chancillería de Granada, Juzgado nº 2 del Salvador, Sentencia nº 339 de 1933.
[15] Morales Guzmán, “Principio de una verdad social”, Solidaridad Obrera, 18 de febrero de 1936, nº 1.200, pág. 5; Morales Guzmán, “Obreros que se alejan de la realidad”, Solidaridad Obrera, 15 de marzo de 1936, nº 1.250, pág. 3.
[16] El Defensor de Granada, 22 de enero de 1936, nº 30.306, pág. 1.
[17] Capó Bonnafous, Eduardo, La Estrella Polar: Memorias de un juez de instrucción 1934-1939, Renacimiento, 2017, pág. 109.
[18] La Publicidad, 28 de marzo de 1936, nº 18.578, pág. 3.
[19] González, Silvia, Mujeres fusiladas entre Víznar y Alfácar, ¿Quiénes eran? (y III), El Independiente de Granada. Enlace: https://www.elindependientedegranada.es/blog/mujeres-fusiladas-viznar-al….
[20] Morales Guzmán, “El gran corazón de nuestra madre Carmela no late”, CNT, 30 de septiembre de 1936, nº 417, pág. 3.
[21] Molina Fajardo, Eduardo, Los últimos días de García Lorca, Plaza & Janes, 1983, pág. 210.
[22] González, Silvia, Mujeres fusiladas entre Víznar y Alfácar, ¿Quiénes eran? (y III), El Independiente de Granada. Enlace: https://www.elindependientedegranada.es/blog/mujeres-fusiladas-viznar-al….
[23] Gibson, Ian, El asesinato de García Lorca, Crítica, 1979, págs. 218-219.