Cecilio Juan Barragán Castaño

Cumbres Mayores
Huelva

Poco sé de la vida de mi padre, lo perdí con 6 años y a mi madre, entre tanto sufrimiento, se le atragantó el recuerdo de su marido en la garganta, poco habló de él.

Sus vecinos del pueblo de Cumbres Mayores (Huelva), lo recuerdan como una persona buena, sencilla, dedicada a su trabajo y a su familia, amigo de sus amigos. Llamado Juan Melero, no se porqué. Nació en noviembre de 1893, bajo la Restauración borbónica, pero dicen que el socialismo lo atraía, que incluso habló con Largo Caballero, un día que éste se acerco a su pueblo a dar un discurso.

Nace en una familia humilde, donde le espera una infancia feliz junto a 8 hermanos. Su vida como la de tantos otros es sencilla, es un simple jornalero dedicado a su trabajo en el campo. Contrae matrimonio con Remedios Valiente Sánchez, y tiene 6 hijos, nada presagia lo que iba a ocurrir.

Él no sabe de política, ni del porqué de las guerras, sólo sabe que tiene seis hijos que mantener, y que la esperanza que traen los cantos socialistas es el futuro que quiere para ellos. Esta ilusión es la que lo mata, a Juan lo fusilan un día de septiembre de 1936. Muere sin saber por qué, en el anonimato. Se presentó en el ayuntamiento cuando es avisado por su esposa de que le buscan, este gesto inocente sería su fin, ni siquiera hace caso del aviso de un amigo: “Juan, no vayas, que no es cosa buena”, “¿Por qué, a mi que me van a hacer, si yo no he hecho mal a nadie?”. Sin juicio, ni razones, la noche anterior a su fusilamiento, fue llevado a despedirse de su esposa y sus hijos, iba con la esperanza de que su vida podía valer las 500 pesetas que sus ejecutores pidieron a su esposa para que volviera a casa. “Remedios, sé que no tenemos ese dinero pero mira si te las puede prestar alguna persona, que la vida es muy amable y yo no he matado a nadie”. Estas son las últimas palabras que oyeron sus hijos y un beso de despedida el último contacto.

Ni siquiera las 500 pesetas, dadas por sus familiares, le salvaron de una muerte ya decidida, fusilado y enterrado en una fosa común en el cementerio de su pueblo. Los únicos testigos de su muerte fueron sus ejecutores, aquellos que murieron junto a él, y aquel que tenía que tapar la fosa.

Remedios murió en septiembre de 1974 sin haber sido oficialmente reconocida como viuda ya que no quiso traicionar la memoria de su marido firmando unos documentos donde se decía que había muerto en accidente de coche. Fue una mujer valiente, luchadora que sacó a sus hijos adelante sin la ayuda que le hubiera proporcionado una firma traicionera. Incluso recuerdo una vez que nos llevo a mis hermanos y a mí delante del ayuntamiento y pidió a gritos que también la mataran a ella y a sus hijos porque no los podía alimentar.

Juan no estuvo llamado a convertirse en un personaje ilustre pero un mes después sigue en su muerte a García Lorca y espero que allí donde estén le pueda explicar con su verbo el porqué de tanto sinsentido.

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