Domingo Almeida Rubio

Segura de León
Badajoz

Domingo Almeida Rubio nació el 2 de febrero de 1916, era natural de Segura de León (Badajoz) y su profesión, como la de tantos otros en aquellos difíciles años, era la de jornalero. En septiembre de 1936 fue una de las personas que formaban la llamada “columna de los 8.000”, un numeroso grupo de hombres, mujeres, niños y ancianos que huían del avance de las tropas sublevadas del general Franco por tierras extremeñas, al comienzo de la guerra civil española. Era el hermano mayor de una familia de siete miembros. En su pueblo, los mozos lo conocían como Domingo Ortega, por el torero que estaba de moda por aquella época.

Tenía tan solo 20 años cuando en la madrugada del 14 de septiembre de 1936, estando en unas tierras que su familia cultivaba para sobrellevar un poco mejor la precaria economía familia, conoció la noticia de que las tropas de Franco habían entrado en el pueblo y se habían llevado detenido a su padre, Vicente Almeida Garduño, un carpintero de 49 años al que asesinaron horas después por su presunta ideología de izquierdas. Ante la noticia, Domingo decidió sumarse a la columna antes mencionada, en un intento de llegar a zona republicana y salvar así su vida.

Jamás volvieron a verlo, ni vivo, ni muerto. Unos carpinteros que volvían de Llerena vieron a Domingo deambulando de un lugar a otro herido quizás de muerte, y así se lo contaron a sus familiares, que por más que buscaron y preguntaron en los años siguientes en los pueblos de alrededor, nunca consiguieron noticias de él.

Domingo Almeida Rubio es todavía hoy una persona desaparecida. Uno más, en una larga lista.

Su hermano Vicente tenía 10 años cuando ocurrieron los hechos y aún recuerda que esa misma noche quiso acompañar a Domingo e irse con él a dormir al campo, para guardar los cultivos, algo que hacía habitualmente. Todavía hoy, con 82 años, recuerda que su madre se opuso y se pregunta que hubiera sido de su vida si esa noche le hubieran consentido el capricho de acompañar a su hermano Domingo.

Vicente es un hombre ya jubilado, que está comprometido en la búsqueda de algún dato que le lleve a saber el paradero de su hermano, una esperanza que a pesar del tiempo transcurrido, acaricia cada día. A pesar de su avanzada edad, éste señor, todo un caballero, recorre el duro camino de la recuperación de la memoria histórica, en un país que hoy todavía no ha querido saldar cuentas pendientes con las personas represaliadas, desaparecidas o asesinadas bajo las crueles garras del fascismo y que dice haber cerrado heridas.

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