El padre de Fernandito se llamaba Fernando Gómez Benítez, era cojo y le decían el cojo Juan José; aunque, en realidad, era el cojo “de” Juan José, porque quien se llamaba así era el abuelo paterno de Fernandito. Su madre, María del Águila Hornillo, murió siendo él un niño de cuatro o cinco años, y también se quedaron huérfanas Trinidad y Mercedes, sus hermanas; que luego se casarían, Trinidad, que era la primogénita, con el carpintero Félix Álvarez Espinar, y Mercedes, la más pequeña de los tres hermanos, con Antonio Campos Galindo, vástago del conocido matrimonio de panaderos formado por Pedro Campos Ruiz y Dolores Galindo Oliveros.
Fernando Gómez Benítez también era panadero; su panadería estaba en la Cañada, número 14, haciendo esquina con la calle Pescadería: un local, según Joselito Gandul, largo y cómodo, con horno y molino, en donde se elaboraba un buen pan “para el despacho muy próximo a la plaza de abastos”; aunque la mayor parte de la producción se destinaba al reparto en Sevilla. Aquí, en el barrio del Porvenir, repartía el pan del padre de Fernandito, José Ruiz Zamora, conocido como Zamora el Popular: un concejal gubernativo, del Partido Republicano Radical, como todos los que compusieron el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra mientras estuvo presidido, entre los meses de julio de 1934 y febrero de 1936, por Luis Rodríguez Ortega.
A Fernando Gómez Hornillo le decían Fernandito y también el Yiyo. Trabajaba en el negocio de su padre y repartía pan en Sevilla, donde tenía su propia marchantería. No llegó a casarse, pero tuvo una novia, llamada Enriqueta, que vivía en la calle Jardinillos; y entre sus muchos y muy diversos amigos estaban los industriales Florencio Ordóñez González y Antonio Ruiz Bono, el uno panadero y éste dedicado al aderezo de aceitunas.
Alguien que lo conoció mucho y se acuerda muy bien de él dice que era un muchacho simpático, gracioso y muy bueno con los trabajadores. Y la que lo dice es Rosario Herrera Martínez, la Morena, una mujer, nacida el 29 de septiembre de 1924, que trabajó en la panadería del cojo Juan José desde que era una chiquilla, llevada allí por su madre Rosario Martínez Ramos, conocida por la Belmonta.
Recuerda la Morena que quien vino a detener a Fernadito fue un manchonero que vivía en una casa de la Cañada que hacía esquina con la calle Gloria. Este individuo, al que la gente le había puesto de mote el nombre de un insecto, llegó por la Cañada, en medio de otros dos hombres, los tres vestidos con ropa normal, sin uniformes; y al cojo Juan José, que estaba sentado en una silla, tomando el fresco a la puerta de su casa, le dijo: Vengo a llevarme a tu hijo para hacerle algunas preguntas. El padre de Fernandito, que sabía de sobra quien era aquel sujeto, se quedó mirándolo un rato y sólo le contestó: Bueno, pero tal cómo te lo llevas, me lo traes. Y se lo llevaron. De su propia casa: donde había permanecido sin huir ni ocultarse; con su hermana Trini, mala en la cama, y en presencia de su padre y de su otra hermana Merceditas, que entonces aún no había cumplido los diecinueve años.
La Morena estaba allí jugando a la comba.
Hermano de un concejal del Ayuntamiento de Alcalá durante la dictadura de Primo de Rivera y afiliado al partido político que éste creó: la llamada Unión Patriótica, el hombre que fue a detener a Fernandito había sufrido, apenas unos diez u once días antes, el saqueo de su casa de la Cañada y su propia detención y encarcelamiento: el 19 de julio de 1936.
A Fernando Gómez Hornillo se lo llevaron a Sevilla, al barco Cabo Carvoeiro, y allí fue a verlo, y a llevarle comida y ropa, en cuatro o cinco ocasiones, su hermana Merceditas, que solía irse, no por la carretera de Sevilla, sino por la de Dos Hermanas, en la que había menos controles. Hasta que un día, como le sucedió a tantos otros familiares de presos asesinados después, a Merceditas le dijeron que su hermano ya no estaba en el barco, y ésta tuvo que volverse para Alcalá con la comida y la ropa que le había llevado y no pudo darle a Fernandito. Que entonces tenía 24 años, y otros 28 más su padre.
Tres o cuatro meses después de ese día, en un interrogatorio que le hicieron en el cuartel de la guardia civil de Alcalá a Antonio Gata Márquez, el 22 de diciembre de 1936, éste, en respuesta a la pregunta sobre qué fue lo que hizo durante los días 18 a 21 del mes de julio anterior, contestó que el día 18, echando un paseo, se había encontrado, entre otros, con “el hijo del cojo Juan José”; y añadió a continuación: “el cual ha muerto en lucha”. Una aclaración ésta distinta, pero que en esencia venía a aclarar lo mismo que la respuesta ofrecida, desde la autodenominada comandancia de la policía urbana y rural del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, a un Juzgado que todavía a la altura del 4 de agosto de 1941 pretendía exigirle responsabilidades políticas a Fernandito y había pedido informes sobre él: Fernando Gómez Hornillo, soltero, “natural de ésta”, perteneció al Partido Comunista, se destacó en las elecciones del Frente Popular “como propagandista activo de dichas ideas” y “tomó parte activa en los días de revuelta roja en ésta, capitaneando grupos”; desapareció de Alcalá y “parece que le fue aplicado el bando de Guerra”.
La panadería del cojo Juan José, regentada desde la muerte de éste por su yerno Antonio Campos, también desapareció: aunque se derribó en tiempos del alcalde Manuel Rodríguez Granado, fue su antecesor, Pedro Gutiérrez Calderón, el que decidió expropiarla con la finalidad de ensanchar la calle Pescadería. Cuya estrechez, por cierto, se debía tanto al edificio de la panadería, que estaba en un lado de la calle, como a la gran casa de un hermano del propio Pedro Gutiérrez, que estaba en el otro lado.
Las dos hermanas Gómez Hornillo también murieron; la última de ellas, Mercedes, con 86 años, en 2003, a los veinte años del fallecimiento de su marido. Y un hijo de ambos, al que pusieron Fernando por su tío desaparecido, me habla de cómo su abuelo el cojo Juan José, en los atardeceres de verano, se sentaba en la puerta de su casa, en la Cañada, y allí se estaba, solo y ensimismado, y de vez en cuando mirando a un lado y otro de la calle. Se diría que esperando la llegada del fresco de la noche.
Pero, en realidad, a quien esperaba aquel hombre era a su hijo Fernandito.
Fuentes:
ARCHIVO DEL TRIBUNAL MILITAR TERRITORIAL Nº 2: Causas números 12/36, 52/38 y 1887/38: Legajo 313-4969.
ARCHIVO MUNCICIPAL DE ALCALÁ DE GUADAÍRA: Legajos 25 a 27.
Francisco José Gandul Olivero: «Peculiaridades primordiales de Alcalá de Guadaíra en el siglo XX». Revista de la feria de Alcalá de 1933.
Testimonios de Fernando Campos Gómez y Rosario Herrera Martínez
Fotografías: Fernando Campos Gómez y La Voz de Alcalá