Último Presidente del Gobierno de la Republica en el Exilio (1971-1977)
Madroñera (Cáceres) 1899 – París 1982
Fernando Valera Aparicio, figura no bien conocida por el gran público, aparece vinculado significativamente a la conmocionada Historia española del pasado siglo XX, y, en especial, claro es, a la II República, a la Guerra Civil y al exilio, que marcaron su vida.
Pocos extremeños, conocen que nació el 20 de Febrero de 1899 en Madroñera, Cáceres. Su figura e importante legado de gran político y ensayista republicano, injustamente olvidados, y el hecho de ese origen extremeño, justifican elaborar esta pequeña glosa de recuerdo acerca de su personalidad y obra.
Hace ahora 74 años, un 8 de Noviembre de 1936, se dirigió por radio a los madrileños, cuando los fascistas acechaban la capital, con estas palabras: «Aquí en Madrid se encuentra la frontera universal que separa la libertad de la esclavitud. Aquí en Madrid se enfrentan en su lucha dos civilizaciones incompatibles: el amor contra el odio, la paz contra la guerra, la fraternidad contra la tiranía de la Iglesia… Esto es Madrid. Es la lucha por España, por la humanidad, por la justicia, que, con su manto de sangre, cubre a todos los seres humanos…. ¡Madrid! ¡Madrid!» (8 de noviembre, desde Unión Radio Madrid).
Su ascendencia familiar parece entroncar, por parte paterna, con los Valera de origen cordobés, hallándose emparentado con el conocido escritor Juan Valera (aunque este dato no aparece confirmado por todas las fuentes). Su padre, que era médico, fallece cuando él todavía es niño, trasladándose seguidamente a Cáceres junto al resto de su familia. Comienza sus primeros estudios en la capital cacereña donde permanece hasta que obtiene el Bachillerato adquiriendo una formación humanista de raíces espiritualmente cristianas que irán evolucionando hacia un cierto componente deísta con alguna influencia procedente de las filosofías orientales. Después de una breve estancia en Salamanca (allí conoce personalmente a Miguel de Unamuno), marcha, entonces, a Valencia donde conoce y contacta con el novelista Vicente Blasco Ibáñez y su círculo de amistades quedando imbuido por la vocación política y el ideario republicano.
Pronto participará con fruición en apoyo de las actividades que los emigrados políticos desde Francia desarrollan en oposición a la dictadura de Primo de Rivera, obteniendo así su particular bautismo de fuego en la ciencia política. Ya en los albores de los años 30 del pasado siglo, integra la fundación del Partido Radical Socialista junto a figuras como Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz o Ángel Galarza y que luego conformaría su fusión en el Partido Radical Democrático primero y en Unión Republicana después.
Tras la proclamación el 14 de abril de 1931 de la II República Española, que saluda con alborozo pero también advirtiendo de los peligros que sobre ella se ciernen como luego veremos, es elegido Diputado a Cortes por Valencia en 1931, participando como Primer Secretario en la Comisión Constitucional y en 1933, ocupando asimismo diversos cargos políticos: Durante el gobierno de Azaña, es Director General de Agricultura, aunque dimite por su discrepancia en los sucesos de Casas Viejas, con Martínez Barrio, Subsecretario de Justicia y posteriormente bajo el Frente Popular desempeña las Subsecretarías de Comercio y de Obras Públicas y la Dirección General de Comunicación del Gobierno presidido por Largo Caballero.
En 1939, al final de la guerra civil española, se exilia en Francia, México y luego nuevamente en Francia; en un período en el que trabaja de forma intensa en la oposición antifranquista en el exterior, especialmente en actividades en defensa y apoyo de los refugiados españoles; y en el que también se incorpora al servicio del entonces recientemente reconstituido Gobierno de la República Española en el exilio (1945-46).
Por otra parte, en ese mismo tiempo fija su residencia en París, donde ejerce profesionalmente como traductor y docente, aunque en su actividad tomará un papel cada vez más predominante su condición de ensayista (que recopila, añade y edita en títulos como Mitos de la Burguesía y Ni Franco ni Rey: República, entre otros) y de político. No en vano, participará en la integración de las nuevas formaciones republicanas que se crean en la posguerra, como Acción Republicana Española (ARE) y especialmente ARDE (Asociación Republicana y Democrática Española), con miras a una nueva participación del proyecto republicano en un futuro proceso de transición a la democracia.
En los Consejos de Álvaro de Albornoz, Gordón Ordás, y Herrera fue sucesivamente Ministro de Justicia, Hacienda, Negocios Extranjeros y Vicepresidente, asumiendo en todos estos cargos la ardua labor de acopio de recursos para el cada vez más modesto aparato orgánico de la República en el exilio; en 1962 participó como Delegado de la República Española en la reunión del Consejo Federal Europeo de Munich, llamado por el régimen franquista “Contubernio de Munich” donde se sentaron las bases y requisitos irrenunciables que debía reunir el necesario proceso de democratización en España y la incorporación de ésta a las instituciones comunes continentales de la época, especialmente a las de la CEE. En 1971, el Presidente de la República Española en el exilio, José Maldonado, le designó Presidente del Gobierno, concibiendo sus esfuerzos, y el de su Gabinete, no sólo en mantener la representatividad simbólica de las instituciones republicanas (lógicamente disminuidas en su larga travesía en el exterior) sino en obtener un espacio de influencia de la sensibilidad republicana en el futuro de España.
Restablecido el sistema democrático y las libertades públicas en España y después de la disolución formal de las instituciones republicanas del exilio (21 de Junio de 1977) opta, sin embargo, por no participar en el nuevo escenario político español y mantiene su residencia habitual en Francia. Finalmente, muere en París el 13 de Febrero de 1982.
En su tumba permanece aún hoy un esclarecedor epitafio: “republicain spagnol, mort en exil” (republicano español muerto en el exilio).
En España, y en Extremadura en particular, de forma tan sorprendente como injustificada, continúa siendo un gran desconocido. ¿Hasta cuando?
Obras publicadas
El sendero inmóvil (1944).
Don Juan Valera: el hombre, la vida y la obra (1944).
La guerra de los descarriados de Salomón Ben Maimún (1945).
Diálogos de las Españas (1963).
Actualidad de la idea Federal (México 1964).
Evolución de España (1967).
Diálogos de las Españas (México 1967).
Reivindicación de un pueblo calumniado (1968).
Socialismo Libre Frente a Mitología Revolucionaria (México 1973).
Ni Caudillo ni Rey: República (México 1974).
Mitos de la burguesía (1976).
Autonomía y Federación (París 1977).
Los mal llamados años de la Segunda República (Mislata-Valencia, 1978)