José Montiel Gil hoy está por cumplir sus jóvenes y lucidos 92 años. Condecorado por el Gobierno de la República con su rango militar, desde 1950 se radicó en la Ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, donde se dedicó a la carpintería. Sobreviviente de la Guerra Civil Española, de batallas y campos de concentración. Formo familia con Isabel Sastre, exiliada, con quien tuvieron dos hijos, Edith y José, seis nietos, Andrea Lisazo, Soledad, Carolina, Ezequiel, Florencia y Estefanía y dos bisnietos, Matías y Juana.
Después de mucho andar los que lo rodeamos entendimos que su historia no nos pertenecía, que era parte de un eslabón de historias, de eso que llamamos memoria colectiva, recuerdos fragmentados, retocados por la vivencia pero encadenados con otros memoriosos que reconstruyen una memoria en común, dejándola como legado, como ejemplo de existencia de haber habitado la faz de la tierra. Todas las vidas merecen ser contadas, pero algunas merecen y tienen que ser recordadas.
Nació un 13 de Agosto de 1916, en Málaga. Vivió en la casa paterna, calle Regente Nº 27 del Barrio de la Trinidad. Huérfano de madre a los 11, salió a buscar sustento junto con su padre Andrés y su hermano mayor Antonio en los talleres TAIEFE, de la concesionaria de la FORD, como aprendiz de carrocero en carpintería, oficio que lo acompañara para el resto de su vida.
Su niñez transcurrió entre el colegio, de áspera y rígida disciplina, sus amigos y el fútbol.
Recuerda haber participado en la limpieza del predio donde pastaban cabras, el cual se transformaría en la cancha del Málaga, que tuvo su origen en el seno mismo del colegio de salesianos dirigido por el cura don Francisco. Pepe junto a varios de sus amigos organiza el Centro Sport Trinitario, de condición más modesta, popular y más obrera.
La Segunda Republica lo encuentra imbuido en la atmósfera política de su seno familiar, de su Málaga y de toda España. Andrés, el padre, era un hombre con ideales libertarios, en cambio Antonio formaba parte de la masa crítica del marxismo; Pepe abrazó la causa del anarcosindicalismo, fervientemente, determinante y apasionada, lo cual lo llevó a tener una oratoria de acción. Convencido que el hombre trabajador caminaba hacia la hermandad fraternal, despojado de cadenas que lo sometan y lo humillen, emancipado de todo poder, una humanidad de libres e iguales.
Será este José Montiel, en momentos previos al alzamiento, quien tomará la palabra en una asamblea de su gremio, para pedir, frente a sus compañeros que se le de baja como afiliado de la UGT, puesto que creía que sus ideales estaban representados en la otra organización de tendencia libertaria, la CNT. Su pedido fue seguido por aplausos y gritos de aliento, sus compañeros daban cuenta de la honestidad política de Pepe Montiel.
En pleno Alzamiento convocara y será parte de la UJL (Unión de Juventudes Libertarias de Málaga), de donde nacerá el mítico e intrépido compañero de la organización “El Raya”, quien compartirá la retirada hasta Almería, donde sus destinos se separaran, a Pepe lo incorporaran a la XIV Brigada Internacional con el grado de Capitán, en Madrid, “El Raya” se fugo de Almería con varios compañeros para hacer frente en Córdoba. Compuesta por belgas y franceses la XIV Brigada estarán presente en batallas y acciones directas (golpe de mano): Alto de León, Cuesta de la Reina, Barsai, Jarama, Antonion y El Ebro.
La retirada lo encontrara herido en un hospital de Gerona, socorrido en pleno bombardeo es llevado hasta la frontera. Dejaba España, a su Málaga, su casa y su familia en manos del fascismo para no volver a verlos por más de cuarenta y dos años. El régimen había puesto una captura a su cabeza. Francia lo recibiría con la hospitalidad de un refugiado más que como un combatiente exiliado. Su experiencia es la misma de la de cientos de miles de compatriotas y compañeros que pasaron por los Campos de Saint-Cyprien, separados por sexo, hombres y mujeres, combatientes, heroicos, republicanos, tratados como manada de vencidos. Aturdidos en la derrota estalla la Segunda Guerra Mundial, que los convocará a un nuevo frente, un enemigo mayor y mas temible, el Nazismo.
A mediados de 1940 siendo “liberado” por el ejército francés decide con un grupo de compañeros llegar a la frontera para reanudar la resistencia en tierra española. A poco de llegar a Burdeos son interceptados por la Gendarmería y confinados en el Campo Argeles donde será seleccionado para trabajar en el Muro del Atlántico. Su destino la isla de Jersey. Franceses, rusos, españoles, comunistas, republicanos y anarquistas, reunidos en un mismo destino de captura, “trabajadores voluntarios” prisioneros de su tiempo y de la misma historia que escribirán en la permanente lucha por la supervivencia, solidarios en el dolor y la derrota, eternamente compañeros de la vida y por la vida.
Su oficio lo acompañará, junto a esa obstinada idea de organizar y de resistir. Junto a un compañero tendrá la labor de armar los puntales de donde se colará el cemento que necesitaban los submarinos de la marina hitleriana. Trabajo a destajo, manual, brutal y de esclavo. Por su estado de salud lo trasladan a un puesto transitorio, donde lo encontrará el fin de la guerra, la retirada alemana y un nuevo exilio en la Francia Liberada.
Los años de la posguerra serán para Pepe Montiel tiempos de reconstrucción, sentimental y política. La Resistencia lo acercará a Pablo Sastre, socialista pero también padre de Isabel, de quien Pepe se enamorará y casará en París. Su actividad política crecerá en las actividades del local de CNT, donde se recaudará fondos para ser girados a España.
Será a principios de 1950 en momentos que Pablo y Pepe deciden tener un nuevo exilio, un nuevo desgarro en sus vidas: por medio de la I.R.O. partirán a las costas argentinas. Será la ultima vez que vera a su padre, quien lo había dejado partir a los 20 años.
A medida que el barco se alejaba de la costa de Francia la guerra quedaba atrás, las batallas, la muerte, los campos de concentración, los afectos, los aromas y sabores de la infancia, los senderos y geografías, los compañeros caídos y sobrevivientes, imágenes y vivencias guardadas en la memoria, historia personal que desata el andar de la memoria colectiva en donde todos nos miramos.
Sus Hijos Edith y Pepe Montiel, tu yerno Andrés, tus nietos: Andrea, Soledad, Carolina, Ezequiel, Florencia y Stefani, bisnietos Matías y Juana. Patricia, Maxi Marcelo y Manuel. Todos los que te queremos y respetamos deseamos homenajear en nombre tuyo a los heroicos españoles republicanos y hoy mas que nunca decir ¡NO PASARAN!
La Plata, Buenos Aires Argentina. Julio, 2008