La tragedia del médico de los pobres
La primera víctima de los sublevados en Espera (Cádiz) fue el médico José Ramón de la Rosa. Oriundo de Granada, este facultativo era muy querido por los vecinos, que lo consideraban el médico de los pobres. Su trágico final conmocionó al pueblo y su asesinato fue un augurio de la crueldad con la que iban a seguir actuando los golpistas en este municipio. Lo mataron el 21 de julio de 1936, el mismo día en que tomó posesión la gestora golpista. Tenía solo 28 años de edad. Su cuerpo apareció calcinado en un rancho, en el pago conocido como Tochera.
José Ramón de la Rosa había ingresado como empleado municipal el 7 de diciembre de 1934 y fue nombrado en diciembre de 1935 inspector municipal de sanidad del segundo distrito de la villa. El nombramiento lo había efectuado el Ayuntamiento de signo moderado presidido entonces por Genaro Peralta Molero, del partido radical de Lerroux, en aquel tiempo ya en posiciones conservadoras. La plaza se le había otorgado con carácter de propiedad. Dicha designación fue motivo de polémica en el seno de la gestora del Frente Popular, pues esta revocó el nombramiento en junio de 1936, al aducir que no tenía validez debido a que la corporación anterior carecía de competencias para efectuar dicha adjudicación y por haber apreciado que en la misma no se observaron las disposiciones del reglamento en vigor. El médico presentó un recurso de reposición contra la anulación del nombramiento, pero la gestora decidió al mes siguiente rechazarlo.[1] Estos hechos pusieron de manifiesto que el facultativo no contó con el beneplácito de los gestores frentepopulistas —o, al menos, que su nombramiento fue utilizado como argumento político por éstos frente a la actuación de la corporación anterior, de signo conservador—. Su designación había sido decidida por un gobierno local afín a la línea de la mayoría gubernamental de centro-derecha, en el poder en el país desde las elecciones generales de 1933. Por este motivo, resulta chocante la saña con que los sublevados actuaron contra este doctor.
El testimonio del vecino Francisco Rodríguez Lozano es esclarecedor sobre las circunstancias de aquel asesinato:
Se escondió en el rancho Los Corrales, de Genaro Peralta. Los falangistas, conocidos como la «Escuadra Negra» venían a registrar. El médico se escondía en una encina cuando venían los falangistas. Era muy bueno con los pobres. A estos ni siquiera les cobraba cuando los atendía. Vivía en una fonda de Juana la del Concejo. Era de Granada. Al final lo cogieron en el rancho, lo llevaron a las Viñas, le quitaron las alhajas, lo mataron y le prendieron fuego. No se sabe quién lo mató, pero serían falangistas de aquí. El que le metió fuego fue «Jaro». Tiempo después este «Jaro» murió quemado en Sevilla. Había un médico, Miguel Polo, que fue jefe de Falange en Espera, que le tenía envidia, porque todos los cortijos preferían a José Ramón de la Rosa.[2]
Otro testimonio, de la vecina Teresa Cordones Morales, muestra el dolor que causó su desaparición:
¡Ay, el médico! ¡No sufrió nada el pobre! Yo no estaba en Espera entonces, pero por cosas que me contó mi madre, sé que se escondió en una chocita y que allí lo mataron. Como fu e de los primeros, el pueblo sufrió mucho, porque todo el pueblo estaba con él. Era un hombre muy bueno.
Pese a que todos sabían en Espera que José Ramón de la Rosa había sido asesinado en julio, el 6 de agosto de 1936 la gestora adoptó el acuerdo de destituir oficialmente a este médico de su puesto de inspector municipal de sanidad. El argumento que utilizó la corporación sublevada fue que el facultativo había abandonado el servicio.[3] Los nuevos munícipes no podían reconocer que aquel había fallecido, porque eso implicaría el reconocimiento de un asesinato, de ahí que en el plano de las decisiones oficiales expresaran semejante falsedad a sabiendas. La realidad, sabida por todos los vecinos, era que había sido fusilado dos semanas antes.
Su puesto de inspector de sanidad comenzó a desempeñarlo desde el mismo día 21 de julio el titular de la otra plaza de médico municipal existente entonces, Miguel Fernández Polo. Éste compatibilizó ambas plazas hasta el 7 de noviembre, fecha en la que el gobernador civil nombró médico de asistencia domiciliaria interino a Joaquín Suffo Ramos. Como se ha dicho, en la sesión de la gestora del 19 de noviembre de 1936 el propio Fernández Polo reconocía que había compatibilizado la otra plaza con la suya desde el 21 de julio hasta el nombramiento de Suffo y decía que lo había hecho sin percibir honorarios por esa segunda responsabilidad y que de todas formas tales honorarios los cedía al Ayuntamiento. La gestora manifestó su agradecimiento al médico por su comportamiento, que calificó de «altruista».[4] Era una retórica que envolvía la realidad de un asesinato.
Al conocer su trágico final, sus familiares de Granada, atormentados por la noticia, protestaron ante las nuevas autoridades, pero éstas no hicieron nada por averiguar la autoría del crimen. De todas formas, el caso llegó a los tribunales de la administración sublevada, y en mayo de 1937 el juez municipal se dirigió al alcalde para pedirle información sobre las circunstancias personales de José Ramón de la Rosa. El día 8 de ese mes el alcalde respondió que era natural de Granada, que estaba casado y tenía 28 años de edad.[5] Al mes siguiente, el 3 de junio, el juez de Instrucción de Arcos le pidió que hiciera averiguaciones sobre un cadáver hallado en una choza. El alcalde le contestó el día 11 que tres vecinos, llamados José Medina López, Benito Vázquez Brenes y José González Romero «vieron el cadáver de un hombre dentro de la choza, no reconociéndolo por el estado de descomposición, sin que días antes viesen a ese hombre en ninguno de aquellos alrededores».[6] No hubo más pesquisas y el crimen quedó impune.
[1] El 31 de mayo la gestora acordó por unanimidad que se proveyera en propiedad la plaza de inspector municipal de Sanidad «mediante concurso», al entender que la misma había sido cubierta «irregularmente», y el 19 de junio remitió al inspector provincial de Sanidad el anuncio del concurso abierto para cubrir la plaza. En la misma fecha, se anunció el concurso para cubrir la plaza de inspector municipal veterinario. Por otra parte, el 31 de mayo la gestora rechazó una petición de María Moreno Castro de que se le concediera la interinidad de la plaza de matrona titular, por carecer de competencias para ello, pues tal nombramiento era responsabilidad de la Subsecretaria de Sanidad y Asistencia Social. El 15 de junio, el inspector provincial la nombró matrona titular interina. Archivo Municipal de Espera, Leg. 5, Actas Capitulares, sesión de 1/12/1935; Leg. 6, sesiones de 31/5/1936, ff. 9 v.-10, 4/6/1936, ff. 11-11 v., y 15/7/1936, f. 19; Libro Registro de Entrada de Documentos, n° 297, 19/6/1936; Libro Registro de Salidas de Documentos, n°273, 25/6/1936.
[2] Testimonio de Francisco Rodríguez Lozano, Espera, 5/10/2004.
[3] Archivo Municipal de Espera, Leg. 6, Actas Capitulares, sesión de 6/8/1936, f. 25.
[4] Archivo Municipal de Espera, Leg. 6, Actas Capitulares, sesión de 19/11/1936, f. 50.
[5] El 24 de septiembre de 1937, el inspector provincial de Sanidad le pidió al alcalde una certificación sobre José Ramón de la Rosa. El edil se la remitió el día 27 del mismo mes. Archivo Municipal de Espera, Leg. 134, Registro de Salida de Documentos, n° 274, 8/5/1937; nº’ 670, 27/9/1937.
[6] Archivo Municipal de Espera, Leg. 134, Registro de Salida de Documentos, n” 366, 11/6/1937.