José Venegas

Linares
Jaén

UN PERIODISTA EN EL BUENOS AIRES FASCISTA

El periodista nacido en Linares en 1897 fue uno de los fundadores de Ediciones Oriente, una editorial que lanzó libros sociales y revolucionarios durante la dictadura primorriverista. Pero, sobre todo, destacó como lúcido polemista desde la atalaya de un periódico que se convirtió en plataforma de lucha antifranquista desde la Argentina de los exiliados republicanos, ‘España Republicana’, impulsado por el Centro Republicano de Buenos Aires. José Venegas representa a esos periodistas desterrados que continuaron con una labor de lucha y cuya labor aún es desconocida. Venegas murió en 1948 y escribió desde su exilio libros como Andanzas y recuerdos de España o Dulcinea y Sancho.

Suena a lo lejos la música prostibularia de acordeones desdentados y amarillentos, calles malas y vagabundas como Corrientes, fachadas de óxido y churretes en los antros y boliches, voces de lunfardo en los barrios de Boeda y La Boca. Los exiliados republicanos han convertido la Avenida de Mayo en un reflejo de la calle de Alcalá. Un inquietante espejo entre Buenos Aires y Madrid. Los cafés madrileños parecen haber resucitado en este otro lado del mundo que suena a tangos o cuplés criollos, como suelen decir los desterrados.

En uno de estos cafés habitados por los exiliados españoles se celebra la habitual tertulia. Paco Ayala es uno de los más animados. Otro fijo en la reunión es el periodista José Venegas que en este mismo momento critica la actitud de las potencias extranjeras con el caso español. Corre el año 1948 y ya casi nadie se acuerda de los republicanos españoles. Franco está en el poder y al rechazo inicial de las potencias aliadas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial ha seguido un ominoso silencio que se continuará con otra etapa triste, la de la confirmación y respaldo a esa España franquista.

Justo en el momento más alterado de su discurso, Venegas siente la garganta seca. Coge una jarra de agua y se sirve en el vaso. Pero no acierta. Lo que al principio parece un gesto de torpeza o de falta de atención se convierte en un momento incómodo. Ya nadie atiende a sus palabras y sí a la botella y a su mano que tiembla, indecisa, sin poder arrojar el agua en el vaso. Su rostro de temor espejea en el agua derramada sobre la mesa.

Años más tarde, Francisco Ayala recordaría en sus memorias Recuerdos y olvidos este momento: «Estando reunidos un día en esa habitual tertulia nuestra, notó Venegas que no atinaba a verter en su vaso el agua de la botella;se le derramaba fuera. Se alarmó; acudió, preocupado, al médico. Pocas semanas más tarde tuvimos que asistir a su entierro: un tumor maligno en el cerebro había acabado con su vida».

En diciembre de 1948, la comunidad española en Buenos Aires acudirá al entierro de Venegas, uno de los periodistas más brillantes del exilio español, que nació en Linares en 1897 y que no pudo regresar, porque la muerte y otros trágicos azares se cruzaron en su destino.

Pero antes de estas tertulias de los cafés porteños, del Español y el Tortoni, en una Avenida de Mayo de sabores de acíbar y desesperanza, hay una historia que se puede rastrear en los periódicos. Esa muerte incierta y diaria de los diarios no lo ha sido con José Venegas, aunque su historia permanezca aún silenciada, como buena parte de estas biografías de la otra España. En las hemerotecas de América esperan su turno las crónicas de todos esos exiliados que intentaron sobrevivir mientras seguían contando la vida.

De todas formas, el fondo documental José Venegas se encuentra en España, concretamente, en el Archivo General de la Guerra Civil en Salamanca. En el Fondo 12. Familia Venegas, microfilm MF/M-5028 encontramos el drama de su exilio, las cartas que enhebran la tragedia, las crónicas escritas en el curso triste y sin aliento de los días.

Pero José Venegas no destacará sólo como brillante periodista en Argentina, también como escritor, aunque como apunta Ayala en sus memorias, fue antes de la guerra cuando Venegas intentó dedicarse a la literatura. Así describe la confesión de un Venegas que decide no escribir. «Lo dejó cuando se convenció de que no podía escribir una novela tan grande como el Quijote, renunció al esfuerzo creativo y se resignó a la mediocridad del periodismo corriente, abandonándose al tra-la-lá de una existencia rutinaria».

Pero no fue tan rutinaria. Entre sus libros destacan, además de los escritos antes o durante el conflicto –Los problemas del libro en lengua castellana (1931), Verdad y mentira de Franco. La rebelión según sus autores (1937), que reúne sus artículos de guerra–, Andanzas y recuerdos de España (1943), Las elecciones del Frente Popular (1942) y Dulcinea y Sancho (1949).

Pero José Venegas dejó su rastro sobre todo en la prensa. Antes de la guerra, trabajó en El Liberal de Madrid –entre 1920 y 1927– y en Noticias Gráficas, agencia bonaerense para la que cubrió el conflicto bélico.

Desde 1929, José Venegas se había establecido en Buenos Aires –que será finalmente su obligada ciudad de destierro–, pero no será hasta 1933 cuando el periodista se haga cargo del periódico España Repúblicana, órgano del Centro Republicano de Buenos Aires. Venegas fue el auténtico renovador de esta publicación al inyectarle nuevos aires y sanearlo económicamente con la introducción de modernas técnicas publicitarias y de la puesta al día de los suscriptores.

Un periódico en la guerra

Sin embargo, aún quedaba la etapa más interesante de este periódico, que ha sido analizada por María Aránzazu Díaz-Regañón Labajo de la Universidad de Salamanca en el volumen colectivo Escritores, Editoriales y Revistas del Exilio (Renacimiento).

En 1934, José Venegas había regresado a España y ya a finales de julio de 1936, Venegas y Enrique Díez-Canedo, futuro embajador de España en Buenos Aires, habían pedido al consulado español que se hiciera cargo de España Republicana en vez de El Diario Español, que había respaldado a los sublevados.

Venegas había sido nombrado por el Ministerio de Estado responsable de la propaganda en América del Sur y ya en las postrimerías de 1936 regresa a Argentina como agregado de prensa de la Embajada en Buenos Aires. Allí, el periodista de Jaén crea la agencia Prensa Hispánica.

Venegas continuará con su labor en España Republicana donde destacará por sus argumentos valientes, incómodos y sus actuaciones de gran polemista. Sin embargo, con la llegada a la presidencia en 1946 de Juan Domingo Perón Europa Republicana sufrirá su peor época con numerosas prohibiciones, ya que los peronistas criticaban los comentarios hirientes por apoyar a Franco. Venegas se marchará entonces a Montevideo para intentar eludir la censura peronista creando otro periódico, Lealtad.

Venegas volverá a Buenos Aires en 1944. En las tertulias de café serán célebres sus diatribas contra Franco. Así hasta el final, que se produce esa tarde en la que el periodista no acierta a servirse un vaso de agua. En un obituario publicado en Verbum alguien escribirá: «En Argentina, se leía a José Venegas para tener argumentos polémicos que dar».

DÍAS DE CAFÉ, TABACO, TINTAS URGENTES

Los días se suceden. Huelen a café, tabaco y tintas. Llegan tristes noticias desde esa España arrasada, miserable y gris. Parece como si, a pesar de su memoria, España estuviera transformándose en otra cosa, en un país que nada tiene que ver con el que dejó. Pero Venegas se empeña en seguir luchando. Su batalla está en el acero de los titulares y en la daga certera de un adjetivo.

En la redacción de España Republicana, Venegas se sacude la ceniza que cae en su chaqueta. Está indignado con las declaraciones que lanza Franco desde España y, sobre todo, por el apoyo de las potencias extranjeras. España Republicana fue una de las publicaciones más comprometidas políticamente con la lucha antifascista. Frente a la labor de revistas como Las Españas, Romance o España Peregrina –más centradas en la defensa de lo cultural– España Republicana será el ejemplo de una publicación centrada en la defensa de los valores de la legalidad de la aniquilada Segunda República española.

España Republicana también sirvió como apoyo de los refugiados republicanos que llegaban a Argentina al entrar a trabajar en su redacción. Además, se crea una caja de becas para los hijos de los fusilados, anuncios de ofertas de trabajo para exiliados y avisos como éste aparecido en 1941: «Familia de interior desea adoptar una niña, si es posible de origen español y tener de 1 a 3 años de edad. Por informes dirigirse a la administración de…».

En enero de 1941 aparece una sección especial titulada «Noticias de Españoles» en la que se hacían peticiones sobre localizaciones de familiares. Es curioso, pero a pesar del paso de los años aún hoy es necesaria esa búsqueda desesperada de desaparecidos, como demuestra, por ejemplo, la existencia de bases de datos electrónicas como la de www.todoslosnombres.org, que busca información sobre represaliados y desaparecidos del franquismo, y que tiene su origen en publicaciones como ésta.

De todas formas, la labor comprometida de José Venegas ya nacía de tiempo atrás. Todo surgió en España, en la tertulia del Café Savoia, en 1926, cuando surge una tertulia política de la que nacerá Ediciones Oriente, creada contra la Revista de Occidente de Ortega y Gasset. En Andanzas y recuerdos de España, Venegas recordaba los orígenes de esa editorial que sorprendió a la España de la dictadura primorriverista con la irrupción en los escaparates de libros sociales y revolucionarios.

(Publicado en El Mundo el 21 de mayo de 2007)
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