Juan <i>"El Baena"</i> Martín Roldán

El Viso del Alcor
Sevilla

Nació el 10 de enero de 1902 y vivía en la calle Alcalá Zamora 199 (actual Corredera) de El Viso del Alcor (Sevilla). Era un destacado dirigente de la CNT. Cuando los republicanos visueños deciden abandonar la defensa de esta localidad, ante el temor de que fuera tomada por las tropas golpistas, “Baena” no quiso huir, pese a que “El Bonoto” le aconsejó que se fuera para que no le mataran. No obstante, para eludir su apresamiento se fue a vivir al campo, cerca de Trigueros. Allí estuvo dos meses hasta que lo detuvieron en el cortijo. Posteriormente fue encerrado en el Palacio y más tarde fue trasladado a Sevilla. Su hijo Julio nos ha aportado dos cartas, y su testimonio oral, para reflejarnos algunos de los momentos angustiosos por los que pasó su familia mientras su padre estaba en su particular corredor de la muerte.

Antes de ser asesinado le pidió clemencia al párroco, Primitivo Tarancón, para que intercediera por él, pero éste no se pringó. Le habían echado la culpa de ordenar la quema de la Iglesia y fue todo lo contrario. Era íntimo amigo del Sacristán Guerrero y se había pronunciado contra la quema de las imágenes religiosas. Mucha gente que le conoció me ha comentado que él decía que eso era una locura, que con eso no se adelantaba nada. Es más, junto con otros dirigentes cenetistas, impidió el primer intento de quema de la Iglesia. A mediados de diciembre su padre fue a verlo, pero ya no estaba en su celda. Solo le dieron una canastilla hecha por él mientras estuvo preso. Tras este desenlace mi abuela en público maldecía a D. Primitivo y a la Iglesia, hasta el punto de que momentos antes de morir reunió a todos sus hijos y nietos para decirles que el día que ella muriera no quería ni un cura ni una campana. Fue un escándalo porque en aquella época fue un entierro sin curas.

Según la versión de otra familiar, su madre le pidió también a Juan Manuel León Ríos que intercediera por él, pero éste le contestó a su madre: “¿Cuantos hijos tienes? ¿Cinco?. Bueno, pues uno menos que más da” . Por esta razón le insultaba cada vez que lo veía por la calle. Una prima de la madre de “Baena”, cuyo nombre no revelamos por voluntad expresa, nos relata que:

una vez pasó León Ríos por la calle Albaicín y mi prima lo puso como un trapo. Él continuó su marcha sin volver la mirada. Yo le decía, chiquilla cállate que te van a encerrar a ti también”.

La mayor parte de las personas entrevistadas nos han resaltado el liderazgo y la conciencia de Juan Martín, un hombre íntegro de fuertes convicciones republicanas.

Era una persona de ideas, era un hombre culto, preparado” (Matías Calero) “El que más sabía era Juan Baena” (Frasquita “La Marica”)

También su familia nos ha destacado este aspecto de su personalidad, su inquietud por formarse, su afán de superación:

Tenía muchos libros y revistas” (su hermana Regla Martín). “Siempre se llevaba libros al trabajo para aprovechar el tiempo del bocadillo y leer algo” (su hijo Julio).

Según su hermana, Regla Martín, que tiene 91 años, su condición de dirigente síndical le dificultaba el acceso al trabajo:

En los mítines que daba defendía que a la gente le dieran suficiente jornal como para poder comer. Todos se colocaban y a mi hermano nadie le quería dar trabajo”.

Por último, reproducimos la carta que escribe “Baena” antes de ser asesinado, carta en la que se puede apreciar su entereza y cómo tiene plena conciencia de que se aproxima lo peor:

Querida Rosario: Aquí te mando mi último adiós. Perdóname el mal que te haya hecho. Me despido de ti queriéndote más que nunca. Aumenta el cariño para nuestro hijo, puesto que le falta el mío. Dile cuando sea mayor que yo le quería mucho, que era mi única alegría. Tú no te acongojes, desecha todo lo que puedas para poder cuidar de nuestros hijos que es a quien tu tienes que querer en el mundo. A mi hermana Antonia dile que te ayude, que Julito no lo olvide. A los demás hermanos míos y a mis padres dale a leer esta carta para que vean que yo también les dedico mis últimos recuerdos y les pido que me perdonen por el mal que yo les haya hecho. Igual les digo a tus padres y hermanos, que no te abandonen hasta que nuestro hijo pueda ayudarte. A tu María le dices que me voy con el sentimiento de no poderle dar siquiera la mano en señal de agradecimiento por lo bien que ha hecho por ti y por nuestro Julito. No lloréis al leer esta carta pues yo la he escrito sereno, sin temblar, pero maldiciendo al mundo por no poder abrazar a todos ustedes. El mundo es así y hay que acatar el destino. Aquí quedan expuestos todos mis deseos. Diciembre de 1936. Juan Martín Roldán.

Es asesinado en diciembre de 1936. Dejó familia (mujer embarazada y un hijo con tres años). Su hijo Julio sospecha que su cadáver puede encontrarse en una fosa común del cementerio de Sevilla y nos ha comentado también que la dignidad no tiene precio.

Mi madre, Rosario Falcón Figueroa, renunció a una paga, porque le exigían como requisito previo que firmara un documento, donde declaraba que su marido no había sido asesinado sino que había fallecido por causas naturales.
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