Luis Huete Pons nació en Huelva el 6 de septiembre de 1910. Era maestro nacional y en 1930 estaba destinado en la escuela de niños nº 9 de Nerva. Ingresó en las Juventudes Socialistas en 1932 y en el PSOE en 1935, siendo además secretario general de la sección provincial de FETE (Federación Estatal Trabajadores Enseñanza). Por sus ideas socialistas fue detenido en la huelga de octubre de 1934 y enviado a la Prisión Provincial de Huelva, permaneciendo en ella por espacio de siete meses. A raíz del golpe militar salió de Nerva y llegó a zona republicana. Durante la guerra fue comisario de batallón en la DCA (defensa antiaérea). Tras la derrota pasó a Francia y fue internado en un campo de refugiados. Se alistó en las compañías de trabajadores extranjeros y fue enviado a una mina de carbón. Pudo salir de allí gracias al certificado que le hizo un médico francés amigo afirmando que tenía sífilis. Esto ayudó para que los franceses lo pusieran rápidamente en el primer barco que saliera de Marsella rumbo a México.
Llegó a Veracruz el 22 de mayo de 1942, en el vapor Nyassa y se instaló en Ciudad de México, en la calle 5 de febrero nº 115. Vivió con una familia española de apellido Sacristán y montó una pequeña fábrica de sartenes en sociedad con el también onubense Rafael Jurado. El 30 de abril de 1945 contrajo matrimonio con la joven mejicana Arcelia Correa Llamas, con la que tuvo dos hijos, Paquita y José Luis. Por cierto, el encargado de pedir la mano de la novia fue Crescenciano Bilbao —dice su hija Paquita— por ser el mayor de los amigos de mi padre y el de más alta “jerarquía”, ya que fue diputado por Huelva. Los exiliados españoles se juntaban en la cafetería “El Tupinamba”, en el centro de la ciudad. A mí me llevaban allí y todavía recuerdo el olor mezclado de café y tabaco. En la época de las corridas de toros, Luis Huete llevaba a su casa al Litri y a Antonio Borrero “Chamaco” con toda su cuadrilla y allí cantaban fandangos y sevillanas; también al cantaor onubense Miguel Herrero y a su esposa Manolita, la bailaora.
Acostumbraba a reunirse con algunos de sus paisanos también exiliados —recuerda Paquita— como Antonio Benítez, su esposa Pepita y sus hijos Eliseo y Manolo; Rafael Jurado, su esposa Alicia y su hija Rosita; Crescenciano Bilbao, su esposa Sara Potes y los hijos del primero Arturo y Luz, con ellos pasábamos las Navidades; Luis Cordero Bel y Antonio Quilón Campos, todos ellos de Huelva capital. Asimismo con los hermanos Demetrio y Antonio Llorden (Nerva); Miguel Hermoso Fernández (alcalde de Riotinto) que vivía solo; y Antonio Cabezas (La Palma del Condado), que se fue a vivir a Tepic y donde pasamos unas vacaciones en su casa, en la playa de San Blas, cogiendo coquinas.
Durante ese tiempo Luis Huete siguió dedicado al comercio. Después de la fábrica de sartenes trabajó en una tienda de electrodomésticos y también fue representante de una fábrica de láminas para techos. En 1957 hubo un gran terremoto en Ciudad de México y eso influyó para que al año siguiente se mudara con su familia a Cuernavaca, un lugar más pequeño y tranquilo al sur de la capital. Allí tuvo un negocio de muebles de oficina. En 1969 viajó a España y volvió casi todos los veranos. En noviembre de 1976, muerto Franco y con un clima político favorable, reingresó en el Magisterio español del que había sido separado y viajó a Huelva par a tomar posesión de su plaza en el colegio Juan Ramón Jiménez. Le acompañaron su esposa, su hija Paquita y dos nietos. Estuvo cuatro meses y aprovechó para ver a sus familiares, recorrer los lugares donde había pasado su juventud y saludar a sus grandes amigos Juan Mora, Manolo Llanes y Paco Vizcaíno. Y ya en México, una vez retirado —continúa su hija— se dedicó a pintar acuarelas, que había sido su ilusión y lo hacía bastante bien. Siempre me he sentido muy orgullosa de mi padre porque fue un hombre íntegro, honesto, congruente con sus ideas que supo inculcar a sus hijos y nietos, amante de sus raíces y de su familia, con una gran cultura y muy apreciado por quienes lo conocieron y lo trataron. Nunca pudo olvidar su tierra, su gente, su comida. Mi madre aprendió a cocinar los guisos de Huelva y así comíamos diariamente. Falleció el 14 de septiembre de 1995 en Cuernavaca, extrañando siempre a su querida Huelva.
Fuentes: Paquita Huete (hija, residente en México) • MAE/JARE. Informe, México 25 y 26-5-1942, M-101 • Reyes y de Paz, La represión, pp. 220, 224, 231 • Registro Civil de Huelva, Nacimientos, tomo 90, fol. 112 • Jesús Ramírez Copeiro del Villar: En tierra extraña. El exilio republicano onubense, autor-editor, 2011.