Pablo Beltrán Reina, conocido por el sobrenombre de ‘Paulino’, era labrador, concejal socialista del Ayuntamiento de Gabia Grande y presidente de la Comisión de Agricultura durante los años 1931 y 1932. Tesorero de la Filial Agraria de la Sociedad ‘La Libertad’ y vocal de la filial de oficios varios de dicha sociedad. Era dirigente de la Asociación de Azucareros y delegado de Trabajo, autorizado por el alcalde, que nombraba los grupos de peones, anotaba a los braceros en la lista de trabajo y los nombraba desde el balcón indicándoles el lugar de faena, dentro del municipio de Las Gabias.
Entonces, estaba en vigor la Ley de Términos, que se llevaba «a rajatabla», y que proclamaba que cada vecino sólo podría trabajar en su término municipal de residencia, prohibiéndose la contratación de campesinos no empadronados en el municipio.
Presentó su dimisión como concejal en agosto de 1932, por no encontrar facilidades por parte del equipo municipal de Gobierno para poder desarrollar su labor, entre otras cosas, por no poder compatibilizar su trabajo con el horario de los plenos, que los seguían convocando en horario de mañana. En su escrito de dimisión dirigido al alcalde del Ayuntamiento de Gabia Grande, textualmente decía:
No sé si mi misión habrá sido o no a vuestro gusto, yo he creído poner en ella todo cuanto poseo de buena voluntad, como siempre hago en estos casos para salir airoso en el cumplimiento de mis deberes, pero como no he encontrado en la superioridad ayuda ni facilidades para seguir mis gestiones como el asunto requiere, me veo en la necesidad de presentar la dimisión de mi cargo irrevocable. Espero me aceptaréis esta dimisión. Dándoles las gracias anticipadas por estas molestias, queda a vuestras órdenes, vuestro amigo. Salud. Gabia Grande, 1 de agosto de 1932. Fdo. Pablo Beltrán.
Fue nombrado encargado de descarga en la fábrica Azucarera San Isidro, y allí tenía trabajo con la remolacha durante 8 o 9 meses al año, encargándose también de la faena que tenía consignada. En 1936 fue designado funcionario encargado de la Bolsa Municipal.
Según los informes[1] incluidos en su expediente[2] para la incautación de sus bienes, incoado con fecha 11 de agosto de 1937, cuando ya había fallecido, se hace constar «su pertenencia al Frente Popular, destacando en cuantas manifestaciones y reuniones se han celebrado, habiendo provocado numerosos incidentes debido a sus propagandas marxistas, habiéndose marchado al campo rojo y desconociendo su paradero».
Al igual que en el caso de algunas de las víctimas de Gabia, en informe del Ayuntamiento del año 1940 incluido en el expediente, reconocen que «fue eliminado en los primeros meses del Movimiento».
Le fueron intervenidas tres partidas de tabaco, cuyas liquidaciones hacían un total de 2.068 pesetas. Su esposa Manuela García Capilla presentó un escrito al Sr. Capitán Presidente de la Oficina de Intervención de Bienes de Granada, solicitando la entrega de la cantidad necesaria para cubrir las atenciones más precisas y para el sustento de sus hijos, por padecer una carencia absoluta de fondos, adeudando aún los gastos de la siembra y recolección del tabaco.
Con fecha 28 de octubre de 1944 se instruye expediente con el número 307/44, por el Juzgado de Instrucción de Santa Fe sobre Responsabilidades Políticas, donde se inculpaba a Pablo Beltrán Reina por «haber pertenecido al Frente Popular y porque se marchó con los rojos», presentando su esposa un pliego de descargo, y dictándose auto de sobreseimiento el 12 de abril de 1945.
La realidad es que Paulino era un hombre muy trabajador y todo el mundo que lo conoció coincide en que era una maravillosa persona, que fue un mártir de sus ideales, como tantos otros.
Vivía en el barrio de La Churra. Estaba casado con Manuela García Capilla, la ‘Carlista’, con quien tenía cinco hijos: Aurelia, de 13 años, Francisca (10 años), Carmela (7 años), Estrella (3 años) y Manuel Beltrán García, que solo tenía ocho meses al morir su padre.
El día 4 de agosto de 1936 ya fueron a buscarlo por primera vez, porque habían dado el chivatazo de que tenía una pistola en su poder. Era mentira, pero con este pretexto, le dieron una paliza en la puerta del casino.
De nuevo vinieron a buscarlo a su casa el día 23 de septiembre a las 11 de la noche, «para que declarara en el cuartel», y fue llevado a fusilar en el último «camión de la muerte» que salió de Gabia, junto a «Alcobita», «el Chino» y Laureano.
Su muerte se encuentra inscrita, a instancia de su esposa, con fecha 30 de junio de 1937, en el Registro Civil de Las Gabias, al Tomo 29, Folio 55, número 33. Según dicha inscripción, falleció el día 23 de septiembre entre los términos de Padul y Alhendín a consecuencia de los «bombardeos enemigos», a pesar de que fue fusilado, pero tal y como dicen sus familiares, es que entonces en el Registro te obligaban a que constara así.
Testimonio de Carmela Beltrán García, hija de Pablo Beltrán Reina, ya fallecida, recabado por Manuel Izquierdo Rodríguez:
Mi padre era Paulino, un buen hombre, de ideas socialistas, que no le había hecho daño a nadie.
Cuando se lo llevaron yo sólo tenía 7 años y mi hermano Manolo, el menor, que tenía solo ocho meses, ni siquiera llegó a conocerlo.
Era un día 23 de septiembre, ya anochecía, y mis padres estaban sentados tomando el fresco, cuando les avisaron de que se habían llevado a su cuñado, Laureano. Entonces pensaron que lo mejor era meterse dentro y acostarse.
A las once de la noche tocaron a mi puerta una pareja de aspirantes a la guardia civil. Preguntaron por mi padre y le dijeron que tenía que ir al Cuartel para prestar declaración. Estando en camino, les dijo que iba a volver a su casa para soltar las llaves del secadero, que las tenía en el bolsillo. Le dejaron volver a su casa. Pudo haber escapado, pero él no temía nada, pues no había hecho nada. Ya nunca más volvió.
Estuvimos toda la noche en vela, y al amanecer, mi madre estuvo en el Cuartel de Las Palmas preguntando, pero no sabían nada. Más tarde fue a casa del alcalde, Rabaniche, que estaba durmiendo en su casa, y le dijo que a esas horas ya no podía hacer nada por él.
Recuerdo que yo estuve todo el día esperando en la esquina para ver si veía volver a mi padre. Pasó un hombre y me dijo «vete chiquilla a tu casa, que tu padre no va a venir».
Así, perdimos a mi padre, y quedó mi madre sola, con cinco hijos y mi abuelo en la casa, —el padre de mi padre—, que murió en el año 42, con la pena de haber perdido a su único hijo.
Teníamos 30 marjales arrendados, pero nos los quitaron, igual que las cartas de pago. Pudimos salir adelante gracias a los 9 marjales de mi abuelo, que no nos pudieron quitar, y a nuestro trabajo.
Mis hermanas mayores, Paquita y Aurelia, y yo, tuvimos que trabajar desde niñas, haciendo soga y alpargatas para una tienda de Granada, a 6 reales la docena de alpargatas, bordando tul, y sobre todo en el campo, en todo lo que salía: íbamos y veníamos andando a Granada a trabajar en las huertas, en el tabaco… Para comer, nos apañábamos con unas papas y un boniato. Mi madre nos decía: «Hemos pasado frío, nos hemos mojado, pero nos traemos 9 pesetas». Recuerdo que le llevaba agua a Sebastián «El Jabonero», por 6 pesetas al mes. Pasamos muchas fatigas.
Siempre llevo la medalla de mi padre, hecha con su única foto que tenemos, me la grabaron en la medalla. Me la llevo siempre, sobre todo cuando voy a votar, voy con la medalla cogida en la mano, y así, «¡Mi papa vota conmigo!».
Hemos pasado mucho, y aunque «no quiero revanchas», nunca se me podrá olvidar que con 7 años, siendo una chiquilla, perdí a mi padre, y mi madre, «la pobretica», y mis hermanos y yo, hemos pasado mucho.
[1] Informes del Alcalde, del Jefe de la Falange Local, de la Guardia Civil, de «personas de orden»…
[2] Expediente 701/37, abierto por el Gobierno Militar de Granada para la Intervención de Bienes del Frente Popular. Archivo de la Real Chancillería de Granada. (Caja 25954. Pieza 032 y Caja 25947. Pieza 008).