Rafael Herrera Mata

Sevilla

Osuna (1901) – Sevilla (1938)

Nació en Osuna, al comenzar el siglo que, en sus albores, debía traer a España la siembra de los mejores intelectuales, políticos, humanistas, y el sueño de la II República como el sistema de gobierno más racional y democrático. El siglo en el que, más adelante, tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, se destruyó esta riqueza y sus cenizas fueron arrojadas a las fosas comunes de los cementerios y las cunetas.

En una de esas fosas comunes, del cementerio de Sevilla, yace desde el 29 de enero de 1938 Rafael Herrera Mata, el que fuera impresor, poeta de la Generación del 27 y amigo de Federico García Lorca, candidato a las elecciones a Cortes de Febrero de 1936 por el Frente Popular (Unión Republicana). Según su propia declaración, se afilió a la Masonería por influencia de Luis Barral Díaz en 1925, con el nombre simbólico de “Selbe”, asistiendo durante varios meses a la Logia “España”, en la calle Lirio, de Sevilla. Tenía 36 años.

Dejó viuda a esa inefable mujer que fue Luisa Portales Casamar, pionera militante de Unión Republicana que, junto con la matrona sevillana Emilia Barral Díaz, fueron de las primeras mujeres en afiliarse. Rafael y Luisa tenían una niña de 2 años, Luisa Herrera Portales.

El Consejo de Guerra Sumarísimo “de urgencia” fue el maquiavélico procedimiento que el general Queipo de Llano aplicó a partir de marzo de 1937 en Andalucía para dar apariencia de legalidad al exterminio perpetrado contra los republicanos, socialistas, masones, jornaleros, librepensadores…. Fue también el instrumento usado por los golpistas contra Rafael Herrera Mata.

La Causa 1470/37, de 19 de agosto, del Consejo de Guerra celebrado en la Audiencia Provincial de Sevilla contra “Benigno García Paz y otros”, derivó en una sentencia cuyo fallo dice textualmente:

Que debemos condenar y condenamos a la pena de muerte a los procesados en ésta causa BENIGNO GARCÍA PAZ, MIGUEL TOSCANO HIERRO, ANGEL COPADO MATARAN, JOSÉ GABRIEL PEREZ GARCIA, JOSÉ HERNANDEZ MARIN, JOSÉ PAZ MARQUEZ, GONZALO ALCAUZA VEGA, MANUEL ELENA VALVERDE, RAFAEL HERRERA MATA Y MANUEL LEÓN ALVAREZ FERNANDEZ como autores todos ellos de un delito de adhesión a la rebelión militar en los que concurren como circunstancias modificativas de su responsabilidad criminal las agravantes de la mucha trascendencia del delito cometido y el enorme daño que hubiere podido producir con relación a los intereses del Estado”.

Los acusan a todos, entre ellos está mi tío José Hernández Marín, de elaborar un complot. El investigador José María García Márquez que encontró y estudió el legajo conteniendo toda la causa, explica en su microbiografía de Miguel Toscano Hierro, otro de los encausados, el plan que habían concebido para intentar detener las matanzas de Queipo de Llano en Sevilla:

Habían pensado hacerse con uniformes de oficiales militares, reduciendo y recluyendo al Cuerpo de Guardia del Cuartel en la Sala de Banderas. A continuación reclamarían la presencia en dicha guardia de los oficiales y suboficiales que estuvieran en el Cuartel, para proceder a su apresamiento conforme se fueran presentando. Consumado este golpe de mano, el siguiente paso sería cruzar la calle y dirigirse a la División, para actuar de la misma forma hasta detener a Queipo y obligarle a convocar a los jefes de las distintas unidades, así como la puesta en libertad de los militares que se encontraban detenidos por los sublevados… Como diría Hernández, sería “un plan a base de teléfono y radio” y sin derramamiento de sangre”.

Yo imagino con facilidad al grupo de condenados, reunidos en el bar Gran Vía o La Marina, en la primavera de 1937 y en la Sevilla tomada, concebir el más ingenuo de los planes para “acabar con las matanzas de Queipo, que no se podían seguir consintiendo”.

En el Consejo de Guerra obtuvieron la confesión de todos los inculpados: Todos confesaron: que hablaban de política, estaban afiliados a partidos republicanos, alguno osaba cantar La Internacional…. Algunos declararon haber ideado el plan como broma o pensando que quizás pudiera realizarse. En la declaración de Rafael Herrera Mata consta:

PREGUNTADO para que diga qué sabe sobre la preparación de un movimiento en esta capital, forma en que el mismo se iba a verificar, participación que en él tuviera, así como personas comprometidas en el mismo, dice que él ignora en absoluto todo cuanto se relaciona con la pregunta que se le hace.”

En la causa se señala como un agravante el haber socorrido a Manuel León Álvarez Fernández, otro de los encausados, amigo y compañero, dándole dinero, en el caso de mi tío, o proporcionándole comida y alojamiento como hizo Rafael Herrera:

Que conoce al ALVAREZ desde el año mil novecientos veintinueve o treinta en que eran vecinos en la Ciudad Jardín, que al estallar la República el ALVAREZ presentó al declarante en el Partido de Unión Republicana (entonces Radical), donde tenía aquél bastantes relaciones y lo afilió, que cree que sobre el mes de febrero del presente año se encontró con la madre del ALVAREZ y ésta le dijo que habían levantado la casa por falta de medios económicos y que su hijo MANOLO que había salido de la Cárcel, y no contaba con medios, habían de repartirse, y que le suplicaba al dicente lo admitiera a su casa, lo que aceptó, habiendo desde dicha fecha comido y bebido en su domicilio, por cuyo hospedaje no ha recibido dinero alguno..”.

RESULTANDO: que el Procesado Rafael Herrera Mata estaba afiliado al Partido de Unión Republicana. Tambien lo estuvo a la Logia “España y Trabajo”con el nombre simbolico de “Selbe”. Sirvio de enlace entre Alvarez Fernandez y Hernandez Marin, teniendo en su casa recogido a aquel con el que comento el plan”.

Es curioso cómo recoge la sentencia la finalidad del delito cometido por quienes sólo pensaban la forma de defenderse de aquella masacre:

Por todo ello y como quiera que la finalidad perseguida por los procesados era la de cooperar al movimiento rebelde de caracter militar que se inicio el dia diez y ocho de julio del pasado año por los elementos afectos al llamado Frente Popular y que aún se desarrolla en nuestra Patria para oponerse al legitimo Gobierno del Estado Español es evidente que las actividades desarrolladas por todos ellos constituyen una manifiesta adhesión a dicha rebelión militar cuyo delito se halla previsto y sancionado en el apartado segundo del articulo doscientos treinta y ocho del Codigo del Ejercito…

Rafael Herrera había iniciado su profesión en Osuna, su tierra natal, practicando en una imprenta, siendo todavía un niño. Trabajó de impresor, primero en el Cerro, en la Imprenta de Luis Barral Díaz, trasladándose después a Madrid a trabajar con él hasta que Barral se fue a Buenos Aires. Por último, trabajó en la imprenta de la calle Sales y Ferré. Su amor a las letras, a los libros, le llevó a escribir: poesía, artículos de opinión. A veces utilizaba el seudónimo “Abel de Antonio” (¿Sería por el Abel Martín de Antonio Machado?). Tras su muerte, se encontró en la imprenta un libro escrito por él que, años después, se cree apareció publicado con el nombre de algún compañero. Estando en la cárcel, esta segunda y última vez (había estado detenido también en agosto de 1936 y lo liberaron cuando ya iban a fusilarlo), Rafael le escribió a su hijita un poema cuando ella cumplió los dos años:

… Los ojitos de la niña
reflejan hierros cruzados.
Tras ellos la mira el padre
encarcelado.
Y ella le manda sonrisas…
La niña tiene dos años…

La diligencia del “enterado” de Franco se produjo el 25 de enero de 1938 y el 29 de enero, a las 3 de la madrugada se les notificó la sentencia instándolos a que firmaran su recepción y/o aceptación, a lo que se negaron todos a excepción de Rafael Herrera Mata que sí la firmó. Quizás temió que, si no firmaba, se demorara la ejecución y se repitiera la angustia de agosto de 1936, cuando lo liberaron en lugar de fusilarlo como estaba previsto. Y la pesadilla se repitiera otra vez, y el miedo. Al firmar la notificación de la sentencia, estaba también reafirmándose, demostrando la importancia que tenía para él la palabra, su sentido del rigor, o mostrando su confianza en un posible indulto.

La sentencia se cumplió una hora y media después. A las 4,30 de la madrugada fueron ejecutados Rafael Herrera Mata y siete compañeros más, entre ellos mi tío Pepe, en las tapias del cementerio de Sevilla y enterrados en la fosa común. A los otros dos condenados les conmutaron la pena de muerte por cadena perpetua.

Quedó huérfana su única hija Luisa, que tenía entonces dos añitos y que hoy, con 72 años, cuenta su dramática historia familiar. Es una mujer de izquierdas, fuerte y lúcida, orgullosa de sus tres hijos, digna heredera de los ideales familiares.

Su madre transmitió a Luisa Herrera Portales quién era su padre. Le hablaba con frecuencia de él. Decía que era un hombre muy bondadoso e inteligente. “El recuerdo de mi padre está vivo”, dice Luisa.

Cuenta Luisa que a su madre le mataron además de a su marido, a su padre Francisco Portales Sirgado, y a un hermano, Francisco Portales Casamar. Dice que su tío era empleado municipal y tenía un puesto de responsabilidad en el Matadero de Sevilla. Fue acusado por un compañero de ser el instigador de un plan para quemar la iglesia de San Bernardo por parte de unos obreros del matadero, cuando en realidad había intentado disuadirlos. Los golpistas le pidieron que diera el nombre de esos obreros y él se negó a darlos, siendo fusilado el 23 de agosto de 1936, en las Murallas de la Macarena. Dejó una carta manifestando su deseo de que no hubiera venganzas, ni represalias contra nadie de los acusadores y ejecutores.

De los otros dos tíos maternos de Luisa Herrera Portales, Luis Portales, líder anarquista juvenil, sufrió muchos años de prisión, y su tía Suceso Portales, que había fundado la Asociación Mujeres Libres, en Guadalajara, durante la República, se exilio a Londres en 1939.

Cuando mataron a su marido y le entregaron sus ropas en la prisión provincial, (ya habían fusilado a su hermano, en agosto de 1936) Luisa volvió a su casa pero no pudo llegar, se desmayó antes, en el campo que hoy es parte de la Ciudad Jardín. Unos soldados la encontraron inconsciente en el suelo y la ayudaron a llegar a su casa.

Todavía Luisa Portales tuvo que sufrir la pérdida de su padre, Francisco Portales Sirgado, maestro, anarquista, que fue inhabilitado y detenido, pasó por varias prisiones y, por último, murió de una paliza al ingresar en la cárcel de Guadalajara después de acabar la guerra.

Luisa cuenta que su madre solicitó la partida de defunción y, para dársela, la obligaban a declarar que su marido había muerto de muerte natural. Ella nunca aceptó firmar e intentaron en vano, muchas veces, conseguir datos del Registro, algún documento que les permitiera solicitar al menos la pensión de orfandad. No fue hasta cinco años después de la Ley de Pensiones de Guerra promulgada en 1978 por el Gobierno de UCD, que le concedieron la paga como viuda de represaliado del franquismo y la pensión de orfandad a su hija. La notificación les llegó el día que se enterró Luisa Portales Casamar, en 1983. Su hija se derrumbó, y ese día lloró amargamente con toda la pena de tantos años, además de la más reciente y sangrante, la pérdida de su madre.

La viuda de Rafael Herrera Mata, Luisa Portales Casamar, escribió este impresionante poema, en recuerdo de su marido y de los compañeros condenados con él:

REMEMBRANZA

Muerte, que te llamas muerte.
Muerte, muerte carcelera.
La Luna te está esperando
con su corte en la escalera.

Ponte roja de luceros
y anima tu faz escueta,
que hoy te llevan bien nutrida,
y galas de días de fiesta.

En la cárcel de Sevilla
diez hombres la muerte esperan,
diez claveles reventones
de juventud y de ideas.

Por ellos un hombre justo
Se atrevió a pedir clemencia,
y contestó el que dictara
aquella infame sentencia:
“¡Que la descarga conmigo
la escuche Sevilla entera!”

Y aquel manojo, valiente,
paladines de nobleza,
cayeron en la estacada,
como millares cayeran.

A padres, hijos, hermanos
y sufridas compañeras
lágrimas y represalias
les dejaron por herencia.

Sus edades, comprendidas
en el tiempo de la siembra,
veintiocho, treinta y tantos…
y un viejito de sesenta.
Han pasado tantos años
Que la memoria flaquea.

¡Valientes, seguid luchando
como los nuestros lo hicieran:
sin crímenes, noblemente,
con la cara descubierta
y evitando a vuestros hijos
los horrores de otra guerra!

Luisa Portales. 28 de enero de 1938.