Salvador Valverde González

Sevilla
Sevilla
Valverde Calvo, Salvador

La novelesca historia de un poeta que nació, por casualidad, en Buenos Aires, se crio en Sevilla, triunfó en Madrid, vivió la Guerra Civil en Barcelona, se exilió en Paris y el destino lo llevó a la Argentina, a morir donde nació.

Biografía

Inició su carrera literaria escribiendo poesía en su Andalucía adoptiva, fue periodista, autor de novelas, cuentos, comedias, zarzuelas, operetas, guiones de películas, programas para radio y televisión… Pero el mayor suceso y la popularidad le llegaron como creador de famosas canciones andaluzas, como “Ojos verdes”, “María de la O”, “María Magdalena”, “Triniá”, ” Ay, Maricruz”, “La Cruz de Mayo” o ” Castillito de arena”, entre tantas otras.

El hechizo de América

En 1867 nacía en Puente Genil, Córdoba en la región de Andalucía, un niño al que bautizaron como Salvador Valverde González. Ese mismo año también vino al mundo en La Coruña, Galicia, una galleguita llamada Isabel López-Bailly. Cuando ambos tenían 25 años, se encontraron y se enamoraron. Dos años después, en 1894 se casaron. La pareja decidió entonces, como tantos españoles de su época, intentar la aventura de América y embarcaron hacia Buenos Aires en uno de aquellos barcos repletos de inmigrantes y sueños.

En la capital argentina, el 10 de enero de 1895 Isabel daría a luz su primer hijo, Salvador Valverde, cuya vida estamos evocando. Luego llegaría una niña, otra Isabeluca.

La salud del padre quiebra las ilusiones del matrimonio, ya que enferma de tuberculosis y los médicos le aconsejan que vuelva a su Andalucía natal, así que en febrero de 1899 la familia regresa a España.

El sueño de “hacer la América” ha durado sólo 4 años, los mismos que tiene el pequeño Salvador cuando llega a Málaga, a la Andalucía que será su patria adoptiva y su inspiración. Pocos meses después, el 4 de junio de 1899 fallece su padre, y sin poder superar esa pérdida, en 1902, muere Isabel, su madre, a los 36 años.

El pequeño Salvador, con solo 7 años y su hermana Isabel de 5, quedan huérfanos de padre y madre.

La magia de Sevilla

Un hermano de su padre, José Valverde, el “tío Pepe”, se hace cargo de los hermanos Salvador e Isabel.

Es un modesto empleado de banca que los puede criar dignamente viviendo en un piso de la Calle Feria en Sevilla.

El futuro poeta, Salvador, completa sus estudios primarios en Sevilla. Sus juegos transcurren a orillas del Guadalquivir, en el Parque de María Luisa y recorriendo los rincones tradicionales de la ciudad: el barrio de Santa Cruz, Triana, la Catedral y su Giralda, el Alcázar, la Torre del Oro, el Arenal, el Museo de Bellas Artes, la Alameda de Hércules, la calle de las Sierpes… Asiste a los patios en que se celebran las Cruces de Mayo (algo que inspirará luego una de sus más famosas canciones, “La Cruz de Mayo”), vive la Feria de Abril y la Semana Santa.

Años después termina la carrera de magisterio, que nunca ejercerá y sigue empapándose en el ambiente sevillano, de la esencia y espíritu de la ciudad, que le acompañará toda su vida. Sevilla, y en algún modo la influencia de Rubén Darío y el modernismo, inspiran sus versos.

En 1912, con 17 años, ha escrito ya ocho cuadernillos, con versos y cuentos breves. Entre ellos encontramos un poema en homenaje a su admirado Rubén.

En 1913, ya le publican algunos poemas en modestas revistas literarias y en 1914, cuando estalla la Primera Guerra Mundial, Salvador se inclina apasionadamente por los aliados y ya muestra su definitiva inclinación social en defensa del pueblo.

Así llega 1916, un año fundamental para ir concretando su vocación literaria y su carrera. Una Editorial de Barcelona le publica, en su colección “Los noveles”, su primera novela titulada ” Sol de la tarde”. Casi al mismo tiempo se celebran en Huelva unos Juegos Florales conmemorando la salida de las Carabelas de Colón del Puerto de Palos y Valverde envía al concurso un poema titulado “La Canción de la Carabela” por el que el 1º de agosto de 1916 le conceden el máximo galardón, el Premio de Honor y Flor Natural. Enseguida el poema es publicado en La Esfera, de Madrid y el Picktorial Review, de Nueva York.

Con estos innegables triunfos, el joven Salvador, que ya ha cumplido los 21 años, se siente tentado de probar fortuna en Madrid, pero le resulta muy difícil dejar Sevilla, ciudad de la que se siente hijo. De la calle Feria se ha mudado con su tío y su hermana a la Plaza de los Terceros y ha conseguido un puesto como periodista en “La Unión”, un popular periódico sevillano. Su imaginación y estilo le han valido que le nombren enseguida secretario de redacción. Seguramente también le ancla en la ciudad alguna sevillana, como esas Maricruz, Triniá o María de la O que años después darán nombre a sus canciones.

Llega así 1918, un año en que por fin termina la Primera Guerra Mundial. Para Valverde va a ser un año fundamental en muchos sentidos. En principio en el Teatro Reina Victoria de Sevilla le aceptan un sainete andaluz, “La varita de nardo”. Es su primera obra estrenada en un teatro profesional. Al mismo tiempo, en Madrid, le publican ya poemas bellamente ilustrados en las más importantes revistas y diarios: ” Blanco y Negro”, “ABC”, “Nuevo Mundo”… Todo ello le anima a probar fortuna en la capital de España.

Entre la Cibeles y la Giralda

Tiene que enfrentar dos fuerzas íntimas que tiran en distintos sentidos. Sus afectos, los amigos, la familia, Sevilla, lo retienen… La ambición de progresar en su carrera lo impulsa a intentar la aventura de Madrid. Por fin se convence de que tiene que viajar del Guadalquivir al Manzanares… y se va.

En 1919, ya en Madrid, se da cuenta de que la “bohemia dorada” es cosa de la literatura más que de la realidad y para sobrevivir logra dos empleos, de redactor en un periódico y como secretario en la productora cinematográfica Patria Films. Comienza entonces a conocer gente del ambiente cinematográfico y literario y frecuenta diversas tertulias en hoy legendarios cafés de Madrid.

Ya en 1920 —va a cumplir 25 años— el periódico le manda a hacer un reportaje que cambiará su vida. Debe ir al “Trianon Palace”, donde esa noche debuta una cancionista italiana llamada Olimpia D’Avigny. Valverde escribe una crítica entusiasta sobre el arte de la cancionista y ésta, agradecida, le invita a cenar en su casa. Pronto nacerá una tierna y apasionada amistad entre el joven poeta y periodista y la opulenta y madura italiana.

Una noche en que Valverde visita a Olimpia, encuentra a ésta escuchando una melodía que toca al piano el músico, también italiano, Francisco Sanna. El tema fascina a la diva, pero no tiene letra. Le propone entonces a Salvador que escriba un poema para esta música, para algo es poeta. Aunque él se resiste, la insistencia de Olimpia puede más y… así nace “Olvídame”. Este tema, escrito en 1920, es la primera canción de Salvador Valverde y al mismo tiempo, un éxito fulminante que al poco tiempo cantan todas las cupletistas de España.

Poco tiempo después de escribir la letra, Salvador viaja a Sevilla, ciudad de la cual no puede estar alejado mucho tiempo y allí vuelve a vivir la Feria de Abril y la Semana Santa. Cuando regresa a Madrid y a su tertulia literaria, se encuentra con que todos lo acusan despectivamente de “cupletero”. Se ha descubierto que ha escrito un cuplé para Olimpia D’Avigny, quien lo estrenó en el Trianon. Él se disculpa como puede, porque aquello de escribir canciones, por entonces, era vergonzoso para un escritor, pero pronto va a reincidir.

Por vergüenza elige un seudónimo, Pandolfo, y escribe temas para los músicos Bódalo, Orejón y Yusto, pero sus mejores éxitos del principio de su carrera los va a lograr junto a un sevillano. Manuel Font de Anta y… siempre Sevilla.

Es en otra escapada a Andalucía cuando conoce a Font de Anta, un excepcional músico sevillano que ya ha logrado varios éxitos con canciones en las que se refleja toda la gracia y el espíritu de su tierra. Este le propone que colaboren y en 1921 nacen tres grandes éxitos: ” Vaya usted con Dios“, “Sol de España”, y especialmente “La Cruz de Mayo”. Este tema tan sevillano, lo cantaron todas las estrellas de la época: La Goya, Amalia Molina, Pastora Imperio, Paquita Escribano, Salud Ruiz, Carmen Flores, Mercedes Serós, Dora “La Cordobesita” y Teresita España.

“El mosito paróse tras la cancela

Contemplando la hermosa fiesta gitana,

preguntóle a mi mare ¿qué es esto agüela?

—¡La mejor Cruz de Mayo que hay en Triana!

Cruz de Mayo sevillana

Cruz de Mayo que en mi patio levanté…

(Fragmento de La cruz de mayo)

A estas canciones le seguirán, siempre con Font de Anta, “La rifa del beso” y “Prisionera”.

Ese año 1921 también lo pasará entre Madrid y Sevilla, para estrenar en esta ciudad, en el Teatro del Duque, su primera zarzuela: “La Virgen del Rocío”, con música de María Rodrigo. En 1922 estrena en el Teatro San Fernando sevillano otra zarzuela en dos actos, ” El manto de la Virgen”, con partitura de López del Toro.

Su carrera se afirma y lanza con Font de Anta otro éxito: “Varita de nardo”, creación de La Goya, gran estrella de la época.

Adiós a la bohemia

En 1923 la vida de Salvador va a cambiar esencialmente. Conoce a una madrileña, Antonia Calvo, y se casa con ella. El periodista y poeta ya tiene 28 años y quiere sentar cabeza.

Eso no significa que deje de escribir canciones. Otro éxito es “Mañana de niebla”, con música de Francisco Sanna, el italiano con el que escribió su primer tema “Olvídame”. Pero lo que ahora más le atrae es el teatro y, aceptando el ofrecimiento del empresario del Teatro Nuevo de Barcelona, se traslada a la Ciudad Condal y allí escribe un libro para los músicos LLoret y Muñoa. Es una zarzuela titulada ” El niño mudo” y enseguida, también para el Teatro Nuevo y sobre música de José María Tena, crea otra historia de ambiente andaluz, ” El alma de la copla”.

El mayo de ese año, la esposa de Valverde da a luz en Barcelona a un varón, al que siguiendo la tradición de varias generaciones le ponen por nombre Salvador. Y un par de meses más tarde la familia regresa a Madrid, donde Valverde es reclamado para estrenar su tercera zarzuela en el mismo año: “Gitanas del Sacromonte”, con música de Vicente Quirós, que se da a conocer en el Teatro Romea.

En los últimos años de la década del 20, el poeta, autor de canciones, comediógrafo y periodista, no detiene su producción. En Teatro estrena “La Corte del Rey Poeta” (En 1925, en el Romea de Madrid con música de Lloret y Muñoa y 300 representaciones), “La novela de la playa “ (1926, Romea, música de Lloret y Muñoa) y “Feria de Abril en Sevilla” (1927, Romea, música: E.de la Torre y Miranda).

Sigue escribiendo canciones con Font de Anta y con Bódalo: “¡Oh, el campo!” y “Espérame en Sakuska”, para Luisita Esteso) y continúa su labor periodística en “El Liberal”.

Y así llegamos a 1930, cuando la muerte del famoso pintor Julio Romero de Torres, va a cambiar el panorama profesional de Valverde y, en cierto modo, parte de la historia de la canción andaluza o lo que en el postfranquismo, no sabemos por qué, se dio en llamar “la Copla”.

Nace el trío: Valverde-León y Quiroga

Poco después de morir el gran pintor cordobés Julio Romero de Torres en 1930, una cancionista llamada Rosarillo de Triana, fue a buscar a Valverde y le pidió que le escribiera la letra para una canción-elegía dedicada al pintor. Al poeta no le entusiasmaba la idea, pero el empeño de Rosarillo le conquista. ¿Quién puede ponerle música?

Valverde recuerda entonces que poco tiempo atrás, a finales de 1929, llegó a Madrid un joven músico sevillano que había instalado una academia y que le pidió que le llevara alguna letra para convertirla en canción. Decide entonces ofrecerle “Adiós a Romero de Torres”, el título que ha puesto al poema. Manuel López Quiroga es el músico.

Quiroga y Valverde tienen muchas afinidades, especialmente su amor por Sevilla y por Andalucía toda. Se ponen fácilmente de acuerdo y así nace su primera canción: “Adiós a Romero de Torres”. Rosarillo de Triana al escucharla se queda entusiasmada con el tema y les dice que la estrenará en cuanto debute.

Al día siguiente, caminando por la Gran Vía, Valverde se encuentra con Conchita Piquer, figura que surge como gran estrella de la canción española. Ella le pregunta si ha escrito algún nuevo tema y el poeta le responde que sí, pero que está comprometido su estreno con otra intérprete. La Piquer igualmente se empeña en escucharla y esa misma tarde de principios de 1930, él la acompaña a la academia de Quiroga y los presenta. El músico sevillano no podía imaginar que aquella hermosa mujer y gran artista, iba a interpretar sus canciones durante más de treinta años.

Al día siguiente, caminando por la Gran Vía, Valverde se encuentra con Conchita Piquer, figura que surge como gran estrella de la canción española. Ella le pregunta si ha escrito algún nuevo tema y el poeta le responde que sí, pero que está comprometido su estreno con otra intérprete. La Piquer igualmente se empeña en escucharla y esa misma tarde de principios de 1930, él la acompaña a la academia de Quiroga y los presenta. El músico sevillano no podía imaginar que aquella hermosa mujer y gran artista, iba a interpretar sus canciones durante más de treinta años.

Quiroga, ante el pedido de Conchita, trató de tocar otros temas, pero ella se empeñó en escuchar el dedicado a Romero de Torres. Quiroga cedió, la Piquer se entusiasmó y prácticamente le arrancó la partitura. Días después la estrenó en el Teatro Romea, en un homenaje a la cancionista Ofelia de Aragón. Lo peor fue que el terrible padre de Rosarillo de Triana al descubrir lo sucedido, agitando un garrote que siempre llevaba, lanzó amenazas contra Valverde y Quiroga que por fortuna no cumplió.

Poco después el maestro Quiroga pone música a su segunda canción con Valverde: “Lucerito de Sevilla”. La tercera será “Pena Gitana”, petición de Imperio Argentina que enseguida la incluye en una película. La pareja sigue componiendo canciones aunque no tienen ningún compromiso de exclusividad. Por eso, cuando llega a Madrid, un joven poeta sevillano llamado Rafael de León le lleva a Quiroga unas letras de canciones, éste les pone música. Los temas son “Manolo Reyes” y el pasodoble “Rocío” que se convierte en un fantástico suceso.

Es entonces, a finales de 1930, cuando un día en que se encuentran en la academia Valverde, Rafael de León y Quiroga. El músico, encantado con sus dos letristas, les propone que formen un trío con compromiso de exclusividad. Ninguno hará canciones con otro colaborador. Y los tres aceptan.

En ese momento Valverde es el mayor, tiene 35 años, Quiroga ha cumplido 31 y Rafael sólo tiene 21. Por eso Salvador, con su experiencia en el medio, lo tiene como a un hermano menor. Se juntan así dos sevillanos nativos y uno adoptivo que van a producir, sin duda, uno de los más importantes capítulos en la historia de la canción andaluza.

Éxito tras Éxito

En esa década del 30, el trío se convierte en una “fábrica” de producir éxitos. Las grandes estrellas se pelean por estrenar sus canciones y que su foto aparezca en la tapa de las ediciones musicales.

Estrellita Castro estrena “María de la O” y esta zambra la canta toda España. En Barcelona publican un aviso en un periódico pidiendo una empleada doméstica y señalan al final:

“…Es indispensable que no sepa cantar “María de la O”. Por los patios de las casas no se escucha otra cosa…”

Luego llegarán:

“María Magdalena”, “Triniá”, “Ay,Maricruz”, “Soleá”, “Candelaria mía”, “Carcelera”, “Doña Sol”, “Salomé”, “Rosa de Pasión”, “Samaritana”, “Te quiero”, “Bajo los puentes del Sena”, “Ya no te quiero, gitano” Y…“Ojos verdes” :

“…Apoyá en el quisio de la mansebía,

Mirabas abrirse la noche de mayo…

…………………………………………………

Ojos verdes, verdes como la albahaca,

Verdes como el trigo verde,

Y el verde, verde limón…”

(Después de 1940, la censura franquista prohibiría “de la mansebía”, supliéndolo por “de mi puerta un día. “Cosas veredes que no creredes…”).

El éxito de algunas de estas canciones es tal que van a convertirse en comedias y luego en películas. Los dueños del Politeama de Barcelona, les piden a Valverde y León que escriban una comedia basada en “María de la O”. Los autores la escriben, con ilustraciones musicales de Quiroga, y se estrena el 19 de diciembre de 1935 con la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara.

Es tal el suceso, que una docena de compañías la repre-sentan al mismo tiempo en distintas ciudades y poblaciones de España. Más tarde, la compañía Ladrón de Guevara la reestrena el 17 de marzo de 1936 —cuatro meses antes de la Guerra Civil— cumpliendo 300 representaciones.

En 1935 la Productora Ulargui Films, pide también a Valverde y León que escriban un guion cinematográfico para un filme que se llamará… “María de la O” y cuyo reparto incluye a Carmen Amaya en el papel protagonista, Julio Peña como el galán y Antonio Moreno el actor que acompañó varias veces a Greta Garbo y Pastora Imperio.

Valverde convence a Quiroga de que deben crear su propia Editorial musical para cuidar personalmente sus obras, y aunque el músico teme que anteriores editoriales que publicaron sus canciones puedan tomar alguna represalia, la insistencia de Salvador hace que se funde “Ediciones Quiroga”. Durante años se dedicará con entusiasmo a esta empresa y a conectarse con editores de toda Europa y América para difundir las canciones del trío.

Todas estas actividades no desplazan sus ideas políticas. El 14 de abril de 1931, cuando se proclama la República lo festeja en la Puerta del Sol de Madrid, llevando de la mano a su hijo Salvador que sólo tiene 6 años, pero ya agita una banderita republicana. En periódicos y revistas no ha dejado de escribir artículos en toda la década del 30 defendiendo sus ideas y especialmente en todas las elecciones, desde las municipales de 1931 que precipitan la República, hasta las que reúnen un Frente Popular en febrero de 1936, dándole la mayoría en el Parlamento. Desdichadamente poco después llegaría la reacción con el golpe militar y la Guerra Civil.

La Guerra Civil en Barcelona

En Julio de 1936, Valverde y su familia se trasladan a pasar el verano en Barcelona, ciudad en la cual nació su hijo y que éste, de 12 años, aún no conoce. Con ellos viaja Rafael de León.

Salvador y Rafael están escribiendo una nueva comedia, “María Magdalena”, de la cual ya han terminado el primer acto. Ahora esperan finalizarla en Barcelona. Existe gran expectativa sobre esta obra y ya se la han solicitado varios empresarios. Mientras, en unos estudios de Montjuich, en Barcelona, se termina de filmar “María de la O”.

El 18 de julio, Rafael, Valverde y su familia, están almorzando en un restaurante de la Barceloneta cuando un tiroteo callejero les confirma los rumores: se ha producido el temido levantamiento militar. Al día siguiente sabrán que Franco ha tomado el mando del Ejército de Marruecos y que, en su querida Sevilla, Queipo de Llano domina la situación.

La Guerra Civil, la demarcación de las dos zonas y el hecho de que los franquistas se aproximen peligrosamente a Madrid, hace que Rafael de León y Valverde permanezcan en Barcelona, esperando los acontecimientos.

A Valverde, dadas sus ideas e inclinación social, enseguida le ofrecen que ocupe la Secretaría del Sindicato del Espectáculo, perteneciente a la UGT. Ese cargo lo desempeñará durante toda la guerra.

Rafael de León, sufre el inmenso dolor que le provoca la noticia del fusilamiento en Granada de su gran amigo Federico García Lorca. Rafael mantiene amistad con mucha gente de izquierdas, aunque recordemos que es hijo de aristócratas. Su padre es José de León y Manjón y su madre María Justa Arias de Saavedra y Pérez de Vargas, condes de Gómara. Ellos, al estilo de muchas familias de la nobleza, cuando lo bautizaron en Sevilla, le pusieron los nombres de Rafael María, José, Jerónimo, Doroteo, Alberto, Melchor. Algo de lo que el poeta siempre se burló.

Si bien la mayoría de sus amigos, empezando por Valverde, apoyan entusiastamente a la República, Rafael muestra cierta indefinición, que unida a su origen aristócrata, hace que alguien lo denuncie en Barcelona y vaya a parar a la cárcel. Valverde entonces, inmediatamente se mueve para demostrar que ha sido injustamente encarcelado y logra su libertad. Luego, Rafael se afiliará a la CNT, la Confederación Nacional del Trabajo y forma parte de un comité de lectura que selecciona obras para representar en los teatros de Barcelona.

Mientras tanto Manuel Quiroga permanece en Madrid, en su academia y Valverde y León le envían nuevas letras para que les ponga música. La Guerra se prolonga, llega a su tercer año, y dentro de la tragedia que significan la muerte, el hambre y la destrucción, algunas actividades, por raro que parezca, no se detienen. Por ejemplo “María Magdalena”, la comedia en tres actos que terminaron en Barcelona, se estrena en plena Guerra, en 1937, en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Y algo que muy pocos recuerdan es que en el segundo acto, el recitador y cancionista Rafael Nieto, interpretaba una nueva canción del trío: “Ojos verdes”. Quiere decirse que quienes atribuyen su estreno a Conchita Piquer o a Miguel de Molina (que hicieron dos grandes creaciones de ella), no están en lo cierto.

Valverde y Rafael de León, pasan juntos toda la Guerra Civil en Barcelona, hasta los últimos momentos. Pero cuando las tropas de Franco se aproximan ya a la Ciudad rotos los frentes, Valverde decide partir a Francia y organiza la evacuación de la gente del espectáculo afiliada a la CGT, en un tren especial que saldrá rumbo a la frontera. El tren es bombardeado en Figueras y en él mueren varios de sus compañeros.

Rafael de León prefiere quedarse en Barcelona y sus antecedentes como hijo de aristócratas, que le complicaron la vida en la zona republicana, ahora le sirven de salvoconducto al llegar los franquistas. Valverde y Rafael se despiden con un abrazo. No sospechan que no volverán a verse jamás.

Francia, el primer exilio

A Valverde, el haber nacido en la República Argentina, lo salva del campo de concentración. Se encuentra con un cónsul de ese país en la frontera y éste le otorga un pasaporte argentino. Ello le permite trasladarse a Paris y allí gestionar el cobro de algunos derechos de autor que estaban retenidos en la SACEM, la Sociedad de Autores francesa.

Con lo que le pagan puede comprar una maleta y alguna ropa, porque salió de Barcelona estrictamente con lo puesto y las manos en los bolsillos. Lo mismo sucedió con su mujer e hijo, que después de sufrir más de cien bombardeos en Barcelona, primero se refugiaron en una masía de Ripoll, en el Pirineo y al aproximarse las tropas franquistas pasaron a pie la frontera por Perpiñán con la ropa puesta, sin una sola maleta.

La familia se reúne en Orleáns. Se traslada luego a París y allí, en un modesto departamento de la Rue de Martyrs, aguardan los acontecimientos. Cuentan con lo justo para comer y pagar el alquiler. Viven con la angustia de haber tenido que dejar su tierra, su familia, con el temor de qué les espera a sus amigos en la España de Franco y el dolor de ver cómo sufren en los campos de concentración de Francia millares de españoles.

Valverde forma parte de improvisados comités buscando ayuda para los internados en los campos, que se mueren de frío y de hambre o duermen en la arena de las playas. De pronto, Hitler invade Polonia y el 2 de septiembre de ese 1939, Francia e Inglaterra le declaran la guerra Alemania.

Los refugiados españoles, temerosos de que, como después sucedería, Hitler invadiera Francia, se encuentran entre la espada y la pared. Nadie duda de que Hitler, en ese caso, entregará a Franco los refugiados españoles y que ello significará cárcel y fusilamientos.

Por eso, todos tratan de escapar a América. Antes de declararse oficialmente la guerra ya han partido varios barcos, algunos ya míticos como el “Winnipeg” (que han adquirido Negrín y el Gobierno en el Exilio y que patrocina Pablo Neruda). Valverde con su familia se traslada a Burdeos y allí, juntando sus últimos francos, consigue tres pasajes en tercera clase para el “Massilia”, un trasatlántico francés que partirá rumbo a Buenos Aires. El barco sale de la Rochelle-Palisse el 19 de octubre de 1939.

Entre los pasajeros hay cerca de un centenar de españoles refugiados, la mayoría intelectuales. Todos viajan en espantosos compartimentos de tercera, para seis o más personas. Los hombres en unos… Las mujeres en otros… La comida es un rancho cuartelario. Qué diferencia la de estos emigrados, con la de tantos dictadores y sus cortes, que cuando abandonan sus países lo hacen en primera de lujo y rumbo a sus cuantiosas cuentas en el extranjero.

Los brazos abiertos de la Argentina

El “Massilia”, después de escapar a la persecución de submarinos alemanes en el Atlántico Sur, llega a Buenos Aires el 5 de noviembre de 1939.

Valverde y su familia, con sus pasaportes argentinos, no tienen problemas, pero la mayoría de sus compañeros de viaje, los españoles exiliados, encuentran dificultades para quedarse en la Argentina y parecen destinados a seguir viaje a Chile. Pero gracias al tesón de Natalio Botana, el propietario del periódico “Crítica”, que desde el comienzo de la Guerra Civil tomó apasionado partido por el Gobierno legítimo de la República, se logra que la mayoría sean admitidos.

En Argentina encontrarán los brazos abiertos de la gente e instituciones privadas, para que puedan iniciar una nueva vida. En el caso de México, ha sido el gobierno de Cárdenas quien abrió sus fronteras a todo exiliado español que deseara radicarse allí. En Argentina es la gente, más que el gobierno, quien abre sus brazos.

Valverde logra inmediatamente ser admitido en ARGENTORES, la Sociedad de Autores de Argentina, entidad a la que pertenecerá durante 35 años y que administrará sus derechos de autor dramático. También ingresará en SADAIC, la Sociedad de Autores y Compositores que le va a recaudar y administrar lo correspondiente a sus canciones.

Mientras tanto en España se le declara una especie de “muerte civil”. Cuando se transmite por radio alguna de sus canciones, tan populares como “Ojos verdes”, se dice que es de León y Quiroga. Valverde ha desaparecido del famoso trío. Se lo borra de cualquier publicación. Los escritores que editan historias de la canción, del cuplé, desconocen que haya existido. Esto dura 40 años y hace que, incluso cuando llega la democracia, por desconocimiento o costumbre, su recuerdo se haya extinguido.

Por otra parte, Rafael de León y Quiroga, han instaurado otro nuevo trío, incorporando a Antonio Quintero. Juntos, a partir de los años 40, crean numerosas y excelentes canciones y el público —ayudado por la “muerte civil” de Valverde— se ha acostumbrado a que “todo” parece ser de Quintero, León y Quiroga. Por lo menos muchos periodistas y escritores desinformados, les atribuyen casi toda la producción de los años 30.

En Argentina, a finales de 1939 y ya con 45 años Valverde comienza una nueva vida y no deja de escribir en diarios, siempre luchando por sus ideales, publicando novelas cortas, cuentos, estrenando comedias, espectáculos musicales, operetas, revistas y escribiendo guiones para cine, programas de radio y luego de televisión.

Todas las figuras de la canción española que llegan a Buenos Aires, sin importarles lo que puedan opinar en España, se muestran encantadas con que Valverde escriba las glosas y continuidades de sus programas de radio y TV. Así sucede con Imperio Argentina, Miguel de Molina, Carmen Amaya, Lola Flores, Carmen Sevilla o Sarita Montiel, entre muchas otras.

Valverde ha encontrado en Argentina a tres excelentes músicos con los que crear nuevas canciones. Uno es el malagueño José María Palomo; otro es vasco, Ramón Bastida, y el tercero, valenciano: Ramón Zarzoso. Con éste compone “Castillito de arena”, una creación de Carmen Sevilla, y “Si vas a Calatayud”, pasacalle-jota que, editado en Francia, curiosamente se convierte en un clásico con más de cien grabaciones distintas y decenas de conjuntos populares que no cesan de interpretarlo después de 50 años de su estreno.

Como tantos exiliados, Valverde, que sigue sintiéndose sevillano, sueña con volver un día a aquella tierra de su infancia. Mientras dura la Guerra Mundial, de 1940 a 1945, la esperanza estriba en que si caen Hitler y Mussolini, arrastrarán en esa caída a Franco. Pero ese vaticinio no se cumple.

Pasan los años y en Argentina ve morir a muchos exiliados. Algunos tan gloriosos como Manuel de Falla, que nunca se sobrepuso al asesinato de su amigo García Lorca, dejó voluntariamente España y murió en la provincia de Córdoba.  Todos van muriendo lejos de su España, negándose a volver. Picasso en Francia… Juan Ramón Jiménez en Puerto Rico… Pablo Casals también en Puerto Rico, Margarita Xirgu en Uruguay… Antonio Machado fue el primero en morir en el exilio, en Francia, a los pocos días de pasar la frontera, al final de la guerra… Y además de los nombres mundialmente famosos, cuántos seres anónimos…

Salvador Valverde fallece en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1975, a los 80 años. Yace enfermo, acostado, en su modesto departamento del sur de la ciudad. Su hijo, a su lado, estrecha su mano. Por la ventana se ve una plaza arbolada de Buenos Aires. Valverde susurra que “el cielo se parece al de la primavera sevillana”. Silencio. Nada más. Dos meses después muere el General Franco.

Hay un “Retrato” autobiográfico de Antonio Machado que me recuerda a mi padre.

 

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

Y un huerto claro, donde madura el limonero

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

Pero mi verso brota de manantial sereno;

Y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Su bondad, su generosidad, su amor por el prójimo, su idealismo… Por sobre todas las cosas eso es lo que guardo y se refleja en el espejo de mi memoria.

Fuente: Toda la información de este texto ha sido publicada en la web http://www.autores.org.ar/sitios/svalverde/index.htm, donde también puede consultarse un exhaustivo inventario de la producción artística de Salvador Valverde González.