Tomás Puchol Badenes

Almería

Tomás Puchol Badenes (La Torre d’En Doménech 1900, Almería 1942) aprendió el oficio de herrero trabajando con su padre en la forja de propiedad familiar que éste poseía en Els Rosildos, término de La Serra d’En Galceran (Castelló).

Se casó con María Teresa Tena Roig el 13 de junio de 1925. A los pocos meses, en busca de un futuro mejor, emigró a Francia estando su mujer embarazada. El 18 de marzo de 1926 nace su primera hija: Clara. Al poco, María Teresa con su bebé en brazos inicia un periplo de miles de kilómetros para encontrarse con su marido. La familia de Tomás consigue reagruparse.

De Francia pasan a Barcelona y de allí a Almería donde Tomás consigue una plaza en el cuerpo de bomberos de la ciudad. Ingresa el 1 de enero de 1932. Toma contacto con el mundo sindical. Simpatiza con la Unión General de Trabajadores, aunque no constan datos concretos de su filiación.

En 1936 se alista como voluntario en el ejército popular para defender la II República Española. Ingresa en las milicias de la Escuela de Campaña de Oficiales y Suboficiales. Es confirmado teniente por la Orden Circular número 1,2.541 de 4 de julio de 1938 (Boletín Oficial del Ministerio de Defensa núm. 170, de 9 de julio de 1938) con antigüedad reconocida de 31 de diciembre de 1936, “procedente de Milicias, en los empleos en campaña de la Armas y Cuerpo de Infanteria”.

En agosto de 1938, siendo Teniente de Infantería de la 181 Brigada Mixta, nace su segunda hija a la que ponen de nombre Bienvenida, con la esperanza que su nacimiento alumbre un futuro más esperanzador.

La permanencia persistente en las trincheras, así como las malas condiciones climáticas y alimenticias del frente, le pasan factura y en febrero de 1939 un tribunal médico le declara inútil total para los servicios del Ejército. Había contraído el llamado mal de Pott (una espondilitis tuberculosa que afecta a la columna vertebral). Según el certificado que expidió el tribunal médico militar el día 15 de febrero de 1939: “… por considerar incluida dicha lesión en el artículo 27, letra G, grupo I, del vigente cuadro de inutilidades, acuerdan por unanimidad declararle ‘inútil total’ para los servicios del Ejército”.

Un mes después, finaliza la guerra en Almería. Tomás se niega a abandonar España. La enfermedad era un impedimento grave para iniciar un destierro forzoso, pero lo cierto es que decidió quedarse con el convencimiento de que, al no haber cometido ningún delito, no sería detenido, confiando en la entonces llamada “paz honrosa” que estaba intentando negociar el coronel Casado con Franco. Pero, para él no llegó la paz. Fue detenido en su domicilio en abril de 1939, entregó sus armas y fue encerrado en la cárcel de Almería. Fue condenado en juicio sumarísimo a pena de muerte, como muchos otros oficiales del ejército republicano.

Su mujer y sus dos hijas, solas, empujadas por el hambre y la tristeza, se vieron en la obligación de emigrar a la provincia de Castelló, de donde procedían las respectivas familias del matrimonio. Así dio comienzo una relación epistolar desesperada en la que Tomás se aferraba a un hilo de esperanza que no quería soltar y solicitaba a su mujer, una y otra vez, que removiera Roma con Santiago buscando soluciones imposibles que le permitieran conmutar la pena capital. En una carta fechada el 15 de octubre de 1941 se puede leer:

María, adjunto te remito borrador de aval, el cual es para que vayas a Alcalà de Xivert y preguntes por el sobrino de XXXX que estuvo conmigo en el frente de Granada y en el de Castelló y a otro más del mismo pueblo que conoce el anterior para que les digas que se dignen a hacer cada uno de ellos un aval idéntico al borrador que te adjunto…

El 27 de diciembre de 1941 escribía:

María he recibido los dos avales que mes has mandado y si has mandado alguno más aquí no ha llegado, y de lo que dices que estás andando los pasos para hacer otro, pues tiene que ser rápido… porque si los otros los hubiera recibido cuatro días más pronto no hubiera entrado a donde estoy.”

La última carta de Tomás Puchol Badenes está fechada el día 11 de enero de 1942 y dice entre otras cosas:

Querida María recibí tu carta que me causó mucha alegría. En ella veo que has trabajado mucho, pero en la mía también te decía lo que habías de hacer, pero no sé lo que os pasa que os lo tomáis todo con tranquilidad. Pero si es así, está bien, yo pagaré las circunstancias…

María Teresa removió cielo y tierra, consiguió algunos avales, pero nada fue suficiente para impedir la represión. El 30 de enero de 1942 fue fusilado. Descansa con otros defensores del gobierno legítimo de la II República en alguna fosa común del cementerio de Almería.

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