Vicente Almeida Garduño

Segura de León
Badajoz

Vicente Almeida Garduño nació en Segura de León, provincia de Badajoz. Tenía 49 años, esposa y cinco hijos de 20, 17, 13, 10 y 7 años de edad. De profesión carpintero, en aquellos duros años se buscaba el sueldo diario para alimentar a la prole como podía. Su hijo Vicente, que se llama como él y ahora tiene 86 años, aún recuerda con dolor y rabia la tragedia que para la familia supuso la “victoriosa entrada de las tropas franquistas” en su pueblo, aquel 14 de septiembre de 1936. Pocas horas después de la toma del pueblo por parte de los fascistas, su padre fue obligado a subir a un camión y fusilado con otros muchos, en un lugar cercano al pueblo. Según cuenta su hijo, el motivo de su asesinato pudo ser su ideología, pues era un hombre de izquierda, pero también la envidia que provocaba su buen hacer con la madera entre los otros carpinteros de la zona donde vivía.

El caso es que después de su asesinato, el mayor de los hijos, Domingo, de 20 años de edad, huyó del pueblo, temiendo correr la misma mala suerte que su padre. Se unió a la llamada “columna de los ocho mil”, compuesta por hombres, mujeres, niños y ancianos que huían de sus pueblos para pasar a zona republicana, en un intento de salvar sus vidas. Su familia jamás volvió a saber nada de Domingo Almeida Rubio, sumándose así su nombre a los de tantos y tantos desaparecidos y muertos que la represión fascista causó en esta columna, al ser emboscados y tiroteados en un lugar todavía en zona nacional. Pocos se salvaron.

El hijo de 17 años, Fernando, fue obligado a alistarse en las filas de los golpistas, luchando con ellos durante toda la guerra civil.

En el pueblo quedó la esposa de Vicente, Carmen Rubio, y tres de sus hijos, los más pequeños. Cuenta Vicente que la vida en el pueblo terminada la guerra civil era insoportable, debido al hambre y a las continuas humillaciones y ofensas de las que era objeto la familia. Junto con sus hermanas Rosa y Carmen, mendigaba comida en los comedores que el Auxilio Social había dispuesto en el pueblo, comiendo un día sí y otro no.

En diciembre de 1939, la madre decide que toda la familia se traslade a Sevilla, a vivir con un hermano de ésta que le acoge en la barriada del Manchón. Años después, Carmen muere con sólo 43 años de edad, aquejada de una dolencia cardíaca. Según Vicente, el corazón de su madre reventó de dolor. La muerte de la madre provocó que la familia se diezmara, y Vicente, que ya contaba con 15 años de edad, se “embarcó” como aprendiz de cocinero en un barco que partió desde el puerto de Sevilla, a recorrer mundo. Vicente ha ejercido esta profesión hasta el momento en que le llegó su jubilación y se siente orgulloso de que su profesión le haya llevado a recorrer y conocer mundo. Nunca pudo hablar libremente de la vida y del destino de su padre y su hermano, por temor a ser represaliado de alguna manera una vez más.

La vida hizo que me cruzara en su camino y hace unos meses le conocí en su domicilio. Es un señor que tiene como objetivo recuperar la memoria de su padre y de su hermano Domingo, aunque para ello esté recorriendo un camino lleno de dificultades, teniendo en cuenta su avanzada edad. Debido a su constancia, ha obtenido la Partida de Defunción de su padre, documento del que carecen algunos familiares aún hoy, ya que las personas asesinadas en aquellos meses no eran inscritos en la fecha correspondiente a su muerte, sino años después. En la partida de defunción aparece que Vicente Almeida Garduño falleció “en un enfrentamiento con las tropas nacionales”. Y es que los que ganaron la guerra disfrazaron de mentiras su cruel victoria, creyendo que el “cuento” nos lo creeríamos siempre.

Se equivocaron. Sirvan estas letras de homenaje a un trabajador, padre de familia, a quien todo se le quiso arrebatar, y cuyo recuerdo seguirá presente en el corazón de sus hijos y en el de todos los que creemos en la justicia.

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