(Espejo, Córdoba, 1914)
Virgilio nace en el seno de una familia jornalera de la campiña cordobesa. Su padre, labrador en un cortijo cercano Espejo, había sido uno de los organizadores de las huelgas de 1918 en el pueblo. Uno de los primeros recuerdos de Virgilio es el momento en que la biblioteca de su padre fue quemada, en represalia por su actividad en las luchas sociales. Huérfano de padre desde los once años, no tuvo oportunidad de seguir ningunos estudios y trabajó desde niño. Cuando llega la República tenía diecisiete años y ya entonces participaba en las movilizaciones de las izquierdas, que él recuerda como un búsqueda de la libertad y de un cambio social, lo que en el pueblo era conocido como “la revolución”.
La República trajo consigo algunas tímidas medidas de reforma agraria que se dejaron notar en Espejo. Todo esto quedaba en peligro con la sublevación militar de julio de 1936. El pueblo resiste algunas semanas, pero finalmente es tomado por los rebeldes. Virgilio participó en los combates, librados en los primeros momentos con armamento muy rudimentario, como escopetas de caza. Más adelante se integró como combatiente en las filas del ejército republicano en distintos frentes de la guerra: Pozoblanco, Chamorra, Talavera de la Reina, Toledo, Morella, Castellón, Teruel, Monroyo y la Batalla del Ebro. Vivió la retirada de Cataluña y recuerda así su paso a Francia: “Yo no me fui al exilio, me echaron a cañonazos”.
En Francia ingresó en los grandes campos establecidos en las playas cercanas a Perpiñán, de donde salió para formar parte de una de las Compañías de Trabajadores Extranjeros. Su Compañía fue destinada al Departamento de Deux-Sèvres y fue disuelta tras el hundimiento de las líneas francesas y la ocupación alemana. Virgilio fue muy bien acogido por una familia de viticultores en Fronsac, cerca de Burdeos, donde estuvo trabajando hasta el verano de 1941. Posteriormente se trasladó a Burdeos, llamado por la dirección del Partido Comunista de España para participar en actividades clandestinas. Trabajó en una base situada en Burdeos donde eran reparados submarinos alemanes; aquí se practicaba el sabotaje siempre que se presentaba la oportunidad.
Fue detenido en marzo de 1943 por la policía francesa en la Plaza de Saint-Pierre, sufrió brutales interrogatorios durante dos semanas, encarcelado en el Fuerte del Hâ y, finalmente, entregado a los alemanes. Trasladado al campo de Compiègne (región parisina), formó parte del trasporte, compuesto por 1.943 hombres (entre ellos más de 230 españoles), que llegó al campo de concentración de Buchenwald el 19 de enero de 1944. Virgilio no ha olvidado a algunos de los andaluces que viajaron junto a él, como José Campayo y José Morgado. Muchos de sus compañeros fueron trasladados en breve al campo de Dora, temible por sus fábricas subterráneas de armamento. Virgilio tuvo la suerte de permanecer en el campo central hasta su liberación el 11 de abril de 1945.
La Deportación iba a tener otras consecuencias dolorosas para Virgilio: su hermano Hirilio, tres años más joven que él, había sido apresado por los alemanes ya en 1940, cuando formaba parte de los Batallones de Marcha. Deportado a Mauthausen, murió en Gusen el 20 de abril de 1942, a la edad de veinticuatro años.
Actualmente Virgilio Peña reside en Francia, aunque frecuentemente sigue visitando su añorado pueblo natal. En 2005 se realizó un documental sobre su vida titulado Espejo Rojo.