Cádiz. El alcalde se disfraza de ‘Frailazo y sus tragabuches’

LA VOZ | 26 de febrero de 2017

El alcalde de Cádiz, José María González, se ha unido a la conmemoración del 80 aniversario de la prohibición del Carnaval que se desarrolla este año con la elección de su disfraz para la final del Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval (COAC) de Cádiz. El edil ha elegido el tipo de ‘Frailazo y sus tragabuches’, una de las agrupaciones más reivindicativas de la época que se recuerda en este homenaje. Era conocida como ‘La murga de San José’ y sus integrantes fueron represaliados por la dictadura franquista.

José María González, Kichi, ocupa ya el palco municipal con buena parte de su equipo de Gobierno que, por supuesto, también ha llegado disfrazado, como David Navarro, caracterizado como el botones Sacarino o Martín Vila, que ha optado por un tipo de zombie. Eva Tubío se ha ataviado al estilo de una espía de la KGB y Ana Fernández de aprendiz en el Colegio Hogwarts (Harry Potter).

Mucho más arriesgado ha sido el líder de Ciudadanos en Cádiz, Juan Manuel Pérez Dorao. El concejal se ha puesto la coleta para imitar al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. No ha venido solo, sino que se ha traído un muñeco, de mediana altura, con la cara del hasta hace unos días su número 2, Íñigo Errejón. Su compañera de bancada, María Fernández Trujillo, que ha sido madre recientemente madre, se ha disfrazado de otra política de Podemos, Carolina Bescana, bebé incluido. Sátira política de hoy, frente a la memoria histórica.

El alcalde de Cádiz ha optado por disfrazarse de una murga de hace ocho décadas: la del ‘Frailazo y sus tragabuches’, más conocida como Los frailes. Escrita por Manuel León de Juan para el Carnaval de 1932, el primero de la II República. Dirigida por Guillermo Crespillo Lavié, representaban una comunidad religiosa “inventada”. Todos ellos eran vecinos del barrio de San José, barrio de extramuros de la ciudad conformado por jornaleros y hombres dedicados a la pesca y marisqueo. 

Consiguieron un segundo premio en el Concurso de Comparsas que se celebró en el Teatro Cómico. Sin embargo, y aunque sus letras pasaron la censura -mucho más leve que la que hubo décadas atrás-, la derecha reaccionaria llevó a cabo una campaña para que finalmente fuera prohibida.