‘Caja de resistencia’, el documental sobre las películas que Fernando Ruiz Vergara no pudo rodar
La mañana del 23 de febrero de 1981, unas horas antes de la entrada del teniente coronel Antonio Tejero pistola en ristre en el Congreso de los Diputados, los cuatro hijos de José María Reales Carrasco, antiguo alcalde Almonte con Primo de Rivera, y destacado dirigente del bando franquista durante la Guerra Civil, presentaron una querella criminal en los juzgados de Sevilla.
En concreto, por los delitos de injurias graves, escarnio de la religión católica y ultraje público de las ceremonias que en honor a la Virgen del Rocío se celebrabran durante su tradicional romería, y contra Fernando Ruiz Vergara, director del documental Rocío, y Ana Vila, guionista del mismo, además de Pedro Gómez, el vecino que en dicha película señalaba a Reales como responsable de más de 100 asesinatos en los primeros días de la Guerra Civil en 1936.
“Es un documental del que mucha gente habla pero no todo el mundo ha visto, que fue pionero tanto del cine andaluz como en señalar los crímenes franquistas”, Alejandro Alvarado y Concha Barquero, directores de ‘Caja de resistencia’.
“Hemos rodado esta película como reivindicación de Fernando, pero también de Rocío y de lo que contaba. Es un documental del que mucha gente habla pero no todo el mundo ha visto, y que fue pionero tanto en el cine andaluz como en señalar los crímenes franquistas”, explican Alejandro Alvarado y Concha Barquero, directores del documental Caja de resistencia, que se estrena este 24 de octubre en Andalucía dentro de la programación del Festival de Jóvenes Realizadores de Granada.
“Queríamos reflexionar sobre las grietas de la democracia”, comentan los directores. “Discutir lo que es censura y lo que no en una democracia liberal como la nuestra, y hasta qué punto quién puede o no puede hacer cine o financiar una película no es también una forma de regular qué historias se pueden contar”. Su documental recoge varias entrevistas que realizaron al director de Rocío entre 2010 y 2011, poco antes de su muerte, y los materiales de los filmes que dejó a media, más de media docena de películas entre el documental y la ficción sobre lucha obrera, identidad andaluza y denuncia, ya en los 90, del extractivismo.
Ruiz Vergara (Sevilla, 1942-Escalos de Baixo, Portugal, 2011) estrenó Roció antes de cumplir los 40 años, tras media vida en el país vecino, donde entró en contacto con el cine programando películas prohibidas bajo el régimen de Salazar y fue testigo de la Revolución de los Claveles. Aprendió a rodar casi de forma autodidacta y el documental sobre la romería y Almonte fue su primer y único largo.
En la primera edición del Festival de Sevilla, en 1980, fue premiado, pero luego no pudo estrenarse en los cines de Andalucía hasta 1985. La querella de los Reales tuvo éxito y Ruiz se vio obligado a eliminar poco menos de dos minutos de metraje, los del testimonio de Pedro Gómez sobre los asesinatos franquistas. En algunas versiones el director consiguió dejar una cartela indicando los motivos del corte, en otros aparece sin el aviso, aunque hoy no es difícil encontrar la versión completa. Luego el director regresó a Portugal, trabajo en producción y dirigió para la televisión del país vecino, pero nunca más un largometraje ni en España.
“Fernando era el hijo de una churrera y aprendió a rodar casi de forma autodidacta. Si hoy un chico en sus mismas circunstancias no puede aspirar a ser director porque no puede pagar la matrícula de la Escuela de Cine de Madrid o la de Cataluña, ¿eso es censura?”, se preguntan Alvarado y Barquero en su entrevista a El Salto Andalucía.
“Si hoy un chico en sus mismas circunstancias no puede aspirar a ser director porque no puede pagar la matrícula de la Escuela de Cine de Madrid o la de Cataluña, ¿eso es censura?” , Alvarado y Barquero.
En 2021 ya estrenaron un corto documental, Descartes, a partir del metraje eliminado de Rocío. En Caja de resistencia montan sus entrevistas con Ruiz, fragmentos de sus documentales a medias y otros de películas de la época de otros autores andaluces. Como Las dos orillas (1987), de Juan Sebastián Bollaín, en la que Simón, un exiliado, regresa a Sevilla en su barco-vivienda junto a su hijo de 11 años e intenta sacar adelante una televisión libre, siendo perseguido por las autoridades.
En Caja de resistencia aparecen fragmentos de una intervención de Ruiz Vergara en un especial de Canal Sur sobre la película ya en los 90. Un programa que lo enfrentó a representantes de las hermandades almonteñas o la Iglesia, casi una encerrona, en el que se le ‘contrargumenta’ que “llevó el Rocío a 30 años o 40 años atrás, con cosas que la gente se ha olvidado ya”.
El documental es para sus directores “una historia sobre lo que podía haber sido y no fue, que de alguna manera también desvela cuáles son las causas de que no fuese así, qué motivos fueron los que pudo haber detrás, se expresasen o no se expresasen entonces”. La mayoría de las historias que proyecta Ruiz Vergara “eran muy políticas no solo de forma literal, también a nivel vivencial”, explican a El Salto.
Ruiz Vergara apunta en sus diarios “tengo la impresión de que he quemado las naves y tengo que volver a nado”
En Caja de resistencia también se leen en voz alta documentos de rechazo de los proyectos que el cineasta presentó a diferentes ayudas del Ministerio de Cultura. Algunos no argumentan razones, otros creen que sus propuestas “no se ajustan a lo que necesita actualmente la industria”. Ruiz Vergara apunta en sus diarios “tengo la impresión de que he quemado las naves y tengo que volver a nado”.
En otro momento, la película recrea el documental incompleto de Ruiz Vergara sobre la lucha de los mineros portugueses de Panasqueira. Alvarado y Barquero, que se incorporaron al proyecto tras conocer al director en 2010, incluyen las entrevistas y las conectan tanto con el pasado como el presente, desde los accidentes mineros de los 90 hasta las actuales minas de litio.
El ejercicio de recreación se subraya en el último tramo del documental, cuando se convierte en una película sobre la represión en Almonte durante la Guerra Civil. Más de 40 años después de Rocío, los directores reúnen a los descendientes de las víctimas y evocan por igual la memoria de los hechos, casi siempre prestada por relatos familiares, y la del rodaje de Ruiz Vergara a final de los 70.
Alvarado y Barquero confiesan que la película que habrían querido ver hecha es la docuficción que Ruiz Vergara planeó sobre Almotamid, el rey de taifas de Sevilla. Un proyecto de finales de los 90, caro para la época porque rozaba los 300 millones de pesetas, que pretendía rodarse entre España, Portugal y Marruecos, y muy diferente a los documentales más netamente políticos que quiso poner en pie antes y después.
“Cuando se decide cómo es una convocatoria para una ayuda que sabes que garantiza su existencia a cualquier proyecto de cine independiente, ¿eso es censura?”, Alvarado y Barquero.
“Cuando se decide cómo es una convocatoria para una ayuda que sabes que garantiza su existencia a cualquier proyecto de cine independiente, ¿eso es censura?”, reflexionan Alvarado y Barquero. “Porque ambas cuestiones determinan cuál cine existe y cuál no, como hizo el juez con Rocío”, concluyen. Dentro de la película, desde su cama de hospital en 2010, Ruiz Vergara le dice a sus entrevistadores: “La gente tiene la obligación de intervenir y decir, ¿qué pasa aquí?”.