Camas (Sevilla). ACTUALIZADO. La historia (y el entierro) de los mineros que iban a vencer a Franco.

Una columna de milicianos partía de la Cuenca Minera de Huelva horas después del alzamiento fascista para cambiar el curso de la guerra civil

Con un puñado de vehículos cargados de dinamita, querían tumbar a los rebeldes pero una traición terminó en una emboscada que destrozó el plan

Un grupo de 14 de aquellos resistentes fue exhumado y, 80 años después, sus restos han recibido digna sepultura en Camas (Sevilla)

El diario.es / Juan Miguel Baquero / 04/10/2016 – 20:07h

Una causa: golpe de Estado. Un plan: organizar una columna de milicianos. Un objetivo: tumbar a los rebeldes. Parece escrito el destino de quienes van a torcer el curso de la guerra civil. De un país. Pero el fogón de la historia tiene otro ingrediente: traición. Y la aventura muta en carnicería.

Luego de 80 años,  el país de la desmemoria entierra de manera digna a 14 de aquellos resistentes. Los restos, en pequeñas cajas de madera, reposan en un mausoleo erigido en el cementerio de Camas (Sevilla). Un algarrobo, el árbol del ‘pan de los pobres’, preside la escena. Alguien deposita una bandera tricolor junto a los féretros. Un violonchelo desliza el himno de Riego por las calles del camposanto.

Al emotivo acto falta Lida Salgado. La hija de Francisco falleció en mayo con 84 años. Antes, vivió  la intervención arqueológica que rescató a su padre. Todos la recuerdan. Caso de Pilar Comendeiro y Nelly Bravo, sobrinas de José Palma Pedrero, otro de los mineros. Viajan desde Buenos Aires (Argentina) y Nueva Jersey (EEUU), respectivamente, donde un día descubrien por el libro La justicia de Queipo, de Francisco Espinosa Maestre, el paradero de su tío.

Desde entonces, Pilar y Nelly no han parado hasta hacerse cargo de los restos del “tío Joselito”. Una tarea cumplida con el entierro que tiene como preludio un homenaje en el Ayuntamiento local y una comitiva que recorre el pueblo, paralizado a su paso.

A las puertas del terror que siembra Queipo

España masculla la certeza de la trama fascista cuando la Cuenca Minera de Huelva forja un grupo de combatientes para frenar a los rebeldes. La tropa suma integrantes en el camino, aclamados en cada pueblo, hasta enfilar la capital andaluza con varios centenares de voluntarios y un puñado de vehículos cargados de dinamita.

La columna tiene un aporte militar al mando del comandante Gregorio Haro Lumbreras. Que integren la marcha “causó serias dudas” entre los izquierdistas, cuenta Espinosa. En La Pañoleta, casi oliendo el terror demencial que ya siembra Queipo, el fuego de ametralladoras alcanza los explosivos y la emboscada tiñe de muerte la calurosa mañana del domingo 19 de julio de 1936.

Todo salta por los aires. “La Guardia Civil traidora lleva un rato disparando contra los vehículos que bajan la cuesta del Caracol”, relata el investigador José María García Márquez. Algunos cuerpos quedan “esparcidos e irreconocibles”.

El juzgado municipal de Camas identifica a Cayetano Muñoz Maestre, Francisco Salgado Mariano, Domingo Pavón Fernández, José Palma Pedrero y Domingo Pachón. Décadas más tarde aparece la fosa con los nueve ataúdes de los mineros y, cerca, otra con cinco represaliados más. El pasado 29 de septiembre forman el cortejo fúnebre con 14 cajitas.

“Castigo público y ejemplar” a los mineros

Aunque la mayoría huye, los rebeldes detienen a 71 personas. Tres, simples transeúntes, son liberados. El resto pasa por la Prisión Provincial y el Cabo Carvoeiro. Un consejo de guerra dicta 67  condenas de muerte el 29 de agosto del 36. Queda un menor de 18 años, penado con 20 años y un día de cárcel.

“Los mineros, que habían osado presentarse a las mismas puertas de la Sevilla de Queipo, recibieron castigo público y ejemplar”, narra Francisco Espinosa. La primera pieza “clave” para tumbar el golpe fascista queda intacta ante las “primitivas bombas caseras” y los “inútiles camiones blindados” que nunca pisan el arrabal trianero donde los obreros preparan barricadas.

La “ceremonia de los fusilamientos” dibuja el paradigma de la venganza. Dos días después de la farsa judicial, a mediodía, las ejecuciones tienen lugar en “los barrios que más resistencia opusieron al golpe militar”: Ciudad Jardín, Pagés del Corro (Triana) y ante las murallas de la Macarena.

Es la historia de los mineros que iban a vencer a Franco, Mola, Sanjurjo y una retahíla de militares rebeldes y mecenas que pagaron el golpe. La memoria está ahí, el recuerdo, y ahora el homenaje del pueblo. La familia de Lida permanece emocionada. Pilar pasa lista “a todos los que hicieron posible esto”. Y Nelly describe: “Me gusta saber que las palabras cuentan. Las ideas. Que nada de esto caiga en el olvido”. Acaban de enterrar al ‘tío Joselito’.

“Cabe preguntarse si hubieran llegado a Triana y el golpe no triunfa… cuántas vidas inocentes se hubieran salvado”, cuestiona el presidente de la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, José Esteban Garrido. “Son nuestros mineros, aquellos que fueron aniquilados en esas oscuras páginas de nuestra historia”, apunta el alcalde camero, Rafael Recio, poco antes del entierro.

Y dice García Márquez, “hoy día los personajes ilustres de Camas son Paco Camino, Curro Romero, Sergio Ramos y Capi”. Toreros y futbolistas. “Sin comentarios”, añade. “Vendría bien recordar estos versos” del poeta sevillano Luis Cernuda: y entonces la ignorancia, / la indiferencia y el olvido, vuestras armas / de siempre, sobre mí caerán, como la piedra, / cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis / a otros que, superiores a mí, esa ignorancia vuestra / precipitó en la nada.

http://www.eldiario.es/andalucia/historia-entierro-mineros-vencer-Franco_0_564843973.html

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+ información:

10.000 kilómetros para un entierro digno

Pilar Comendeiro y Nelly Bravo iniciaron un arduo proceso de búsqueda tras encontrar en internet la historia de su tío español José Palma Pedrero, muerto en una emboscada durante la Guerra Civil. Desde Argentina y Estados Unidos, respectivamente, han podido terminar de darle sepultura a sus restos esta misma semana en Camas (Sevilla).

PÚBLICO | MARÍA SERRANO | SEVILLA | 2-10-2016

“Mi abuela se volvió loca y tuvimos que mantenerla encerrada casi un año porque era un peligro, insultaba y atacaba a cuanto uniformado veía tras la muerte de su hijo”. José Palma Pedrero era hijo de Pilar Pedrero Gallardo, natural de Río Tinto (Huelva) y abuela de Pilar Comendeiro, argentina que ha querido buscar los restos de su tío al que nunca lograron volver a ver desde su huida. El tío Joselito era minero y murió carbonizado, al igual que el resto de sus ocho compañeros, llegados como columna desde el pueblo de Rio Tinto el 19 de julio de 1936, dirección Sevilla. Acudía deprisa a la defensa de la capital que caía irremediablemente en manos golpistas. Una emboscada a la altura de la Pañoleta, a las puertas de la ciudad, terminó con la vida de 25 de ellos. Los 71 restantes fueron capturados y sometidos a un Consejo de Guerra.

La fosa de los mineros, conocida así en el pueblo de Camas (Sevilla), ha vivido en estos días su última fase de duelo. El entierro de los huesos encontrados en el viejo cementerio de la localidad ha permitido dar sepultura a catorce cuerpos. Nueve de ellos mineros (aunque solo cinco identificados) entre los que se encuentra Palma Pedrero, asesinado con tan solo 27 años.

Un viaje desde Buenos Aires y Nueva Jersey

Como casi todo lo que ocurre en memoria, la apertura de la fosa de Camas no llegó sola ni por la iniciativa de ninguna administración. Fue la lucha de las sobrinas de Palma Pedrero a más de 10.000 kilómetros de distancia. Pilar, desde Buenos Aires, y Nelly, desde Nueva Jersey, tuvieron que iniciar el proceso, luchar y buscar a las organizaciones que las pudieran ayudar a localizar la fosa y exhumar sus restos. Pilar, la más joven, encontraría todo por casualidad pinchando los apellidos de su madre en Google. “Un día, navegando en internet, ingreso el apellido de mi abuela para ver si teníamos algún familiar de apellido Pedrero Gallardo pero por error tipeé el apellido de mi madre Palma Pedrero. Me dispongo a borrar lo que había escrito cuando veo en la primera línea del resultado de la búsqueda el nombre de un libro, La Justicia de Queipo y dos renglones más abajo lo siguiente: José Palma Pedrero (Riotinto) carbonizado… Empiezo a leer y ahí estaba todo el relato de lo sucedido a la Columna Minera (de la que yo no tenía idea que existía) y ahí veo que José Palma Pedrero había sido encontrado carbonizado en el interior del camión matrícula SE-16991”.

Pilar conocía del exilio de su madre a Argentina en el año 1947. Allí conocería a su padre creando una nueva vida lejos de demasiados recuerdos. “Mi madre siempre contaba anécdotas sobre la guerra y así fue como desde pequeña la escuché hablar sobre el tema hasta tal punto que para mí era una cosa corriente”. Nunca olvidará las lágrimas de su madre que le llegaban recordando la imagen de su joven hermano José, trabajador de la Rio Tinto Company Limited antes del inicio del golpe. “Ella siempre me decía que el día que estalló la guerra, Joselito salió con otros del pueblo a detener a Franco y lo mataron camino a Sevilla”. Supieron de la muerte de José porque días después llegó una nota de los cuarteles de Franco donde agradecían la donación hecha en alusión a un anillo-sello de oro que llevaba el hermano. Por más que pidieron a las autoridades la entrega del cuerpo, nunca pudieron saber dónde estaba enterrado.

El primer viaje a España

Desde aquel verano de 1936 la familia perdió para siempre la pista del joven Pedrero. Tras la investigación hecha en la red, Pilar habla con su prima Nelly de Estados Unidos para comentarle el hallazgo. En aquel correo le contaría con tristeza. “Bueno, al menos ya sabemos dónde está sepultado el tío Joselito: en el Cementerio de Sevilla. Eso sí, olvídate del tema porque encontrar sus restos entre miles va a ser imposible”. Francisco Espinosa, autor de la investigación sobre la columna de Río Tinto daría a Pilar datos más cercanos. “Al día siguiente, para mi sorpresa, recibo un e-mail de Francisco Espinosa Maestre, diciéndome que los restos de mi tío no estaban en Sevilla sino en Camas, de acuerdo con la información de la época. Esta fue una de las mejores noticias que he recibido en mi vida y estaba que saltaba de alegría, mientras que mi prima Nelly lloraba como una magdalena”.

Las sobrinas del minero comienzan su tarea de búsqueda mandando correos a Cecilio Gordillo, promotor de la iniciativa Todos los Nombres, una base de datos con 84.000 fichas de represaliados del régimen en franquista en Andalucía y el posterior contacto con la asociación Memoria Democrática Justicia y Libertad, presidida por Pepe Barragán, quien se encargó del inicio de contacto con el ayuntamiento de Camas junto al resto de trámites.

Pilar y Nelly no viajaron a Sevilla hasta el verano de 2011, con motivo del 75 aniversario de los hechos en La Pañoleta. “Nos pudimos reunir con la Junta y el alcalde de Camas. Todos nos prometieron que abrirían la fosa para ver que se podía encontrar en el nuevo parque de educación vial, antiguo cementerio de Camas”.

La exhumación de los nueve mineros

El arqueólogo Andrés Fernández buscó por los archivos datos y nombre de las víctimas pero hallaría también cinco cuerpos más en aquella fosa que hoy reposan junto a los mineros, sin saber aún sus nombres. “Muchos de los cuerpos que no hemos podido identificar es debido a la humedad del lugar donde fueron enterrados”, aclara. Encontrados en ataúdes de madera, Fernández y su equipo pudieron exhumar los restos de los mineros en el año 2014, junto a cinco nuevas víctimas.

Dos años después del duelo y la increíble noticia, Nelly y Pilar volvieron a España esta semana para dar sepultura al tío Joselito. Junto a él también estaban algunos compañeros de aquel fatídico día. Francisco Salgado Mariano, Domingo Pavón Fernández, Cayetano Muñoz Maestre, Domingo Pachón y nueve desconocidos más (cuatro mineros no identificados y cinco víctimas anónimas).

Entierro a los mineros de la Pañoleta

Las honras fúnebres se celebraron en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Camas donde no cabían ya más vecinos. Nelly recuerda con orgullo la gran tarea que su madre pareció encomendarle sin ella saberlo. Y se siente “orgullosa, muy orgullosa de haber llegado hasta el final”. Las administraciones hablaron cumpliendo su parte. El alcalde de Camas, Rafael Recio, así lo destaca. “Nunca creí tener una tarea tan compleja en mis años de alcaldía. Prometimos dar entierro a estos mineros que están en nuestra tierra y también son hermanos nuestros”.

El paseo hasta el cementerio fue cortado al tráfico por la Policía Local. Muchos vecinos quisieron acompañar a los mineros. 14 cajas de madera con los huesos de cada uno de las víctimas son depositadas en el memorial, bajo un árbol que simula con un camino de piedra la cuesta donde fueron traicionados aquellos valientes. Nelly y Pilar sienten emoción y tristeza cuando les dan la caja y parece que todo ha terminado. No es un capítulo cerrado, sino una página abierta que debe ser contada como otro de los episodios desconocidos de aquella guerra.

http://www.publico.es/politica/memoria-publica/10-000-km-dar-entierro.html

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+ infomación ►►

CAMAS (SEVILLA). LOS MINEROS QUE INTENTARON REPRIMIR EL GOLPE FRANQUISTA RECIBEN SEPULTURA DIGNA 80 AÑOS DESPUÉS

Los restos de nueve miembros de la columna minera de Huelva y cinco víctimas más de la represión halladas en otra fosa descansan ya en un mausoleo en el cementerio de Camas (Sevilla)

LaMarea.com |  | 30-9-2016

Lo último que ha hecho en su vida Lida Salgado ha sido dar una muestra de ADN para identificar el cuerpo de su padre, Francisco, asesinado en una emboscada en su intento por reprimir la sublevación franquista en 1936 en La Pañoleta, a las puertas de Sevilla. Este jueves, en una cajita de madera marrón, fue enterrado en un mausoleo en el cementerio de Camas junto con los restos de ocho miembros de la columna minera de Huelva y cinco víctimas más de la represión halladas en otra fosa. Suena Song of the birds, de Pau Casals, interpretada por una chelista. Un avión atraviesa el cielo. Francisco Salgado Mariano, Domingo Pavón Fernández, José Palma Pedrero, Cayetano Muñoz Maestre, Domingo Pachón y un desconocido, y otro, y otro, y otro y otro más. Uno a uno son introducidos en el panteón. “Los que dieron su vida en defensa de la libertad, la democracia y la república”, reza una placa presidida por un algarrobo, el árbol que quitó el hambre a muchos de ellos en otros tiempos. Todas las cajitas descansan ya dentro. Tras arrojar varias palas de arena, dos operarios cierran el hueco con mezcla. Ahora suena el himno de Riego. Y alguien grita un ¡Viva la República!

Lida no puede escucharlo. No ha podido verlo. Murió con 84 años hace sólo cuatro meses, el pasado mayo. Su padre y las demás víctimas han recibido supultura digna con 80 años de retraso. Lo cuenta entre lágrimas Nieves, la hija de Lida, la nieta de Francisco, a las puertas del Ayuntamiento, poco antes de comenzar el cortejo fúnebre. “Gracias a todos los que habéis hecho posible este momento, porque por mucho que hubiéramos golpeado puertas desde el otro lado del Océano o enviado emails, como hicimos, no lo hubiéramos conseguido”, dijo desde el atril del salón de actos del consistorio Pilar Comendeiro, sobrina de José Palma Pedrero. Ella, que reside en Buenos Aires (Argentina), conoció la historia de su tío por casualidad, al encontrar en internet el libro del historiador Francisco Espinosa La Justicia de Queipo. Luego contactó con el coordinador de todoslosnombres.org, Cecilio Gordillo, también presente en el acto. Y tras momentos esperanzadores y otros no tanto, este jueves, por fin, ha podido cerrar ese capítulo que tanto le dolía. En primera fila, junto al alcalde del pueblo, Rafael Recio (PSOE), escucha Nelly Bravo, otra sobrina de José, que ha venido a despedirse de su tío desde Nueva Jersey

En ese mismo salón, hace cinco años, el alcalde se comprometió ante la prensa a buscar sus restos en el viejo cementerio -hoy un parque de educación vial-. Cinco años después son homenajeados por el propio ayuntamiento. “De muchos no conocemos sus nombres ni sus apellidos, pero seguro que los han buscado y llorado. Su memoria ha sido recuperada”, afirmó la concejala de Cultura, Participación Ciudadana y Fiestas Mayores, Eva Pérez. “Esto es un asunto de Estado”, insistió después José Esteban Garrido, de la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, que ha participado también en la búsqueda, subvencionada por el Ayuntamiento -22.000 euros- y la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía -12.000-. “Aún recuerdo cuando Pilar y Nelly me pidieron que los buscáramos”, cuenta visiblemente emocionado Javier Giráldez, entonces asesor y hoy director del departamento autonómico.

Los cuerpos fueron localizados en octubre de 2014 en ataúdes. El arqueólogo que dirigió la exhumación, Andrés Fernández, atribuye esta singular situación a que los funcionarios continuaron trabajando de la misma forma que venían haciendo hasta que los falangistas tomaron el pueblo: “Trataron a estos mineros como a cualquier persona que moría: el forense hizo la autopsia y encargaron los ataúdes al carpintero, por los que pagaron, como refleja la documentación, 180 pesetas”. Los cuerpos fueron localizados en el lugar señalado en las actas de enterramiento, en una fosa de siete metros de largo por dos de ancho, sobre la derecha del paseo central mirando al norte. Sobre ella, fueron enterrados posteriormente niños y neonatos. 

Un año antes, en una primera intervención, no se halló rastro de ellos, aunque sí fueron localizadas las pruebas de otro horror de la represión: cinco cuerpos con signos de violencia, que no han sido identificados. Según la investigación de Francisco Espinosa, de los hombres que formaron parte de la columna minera, 25 murieron en el momento y 68 fueron fusilados tras un consejo de guerra, la mayoría enterrados supuestamente en el cementerio de Sevilla. La Junta tiene previsto iniciar otra exhumación en Camas para intentar localizar a algunos de ellos. “En este caso teníamos documentación. Pero quedan muchos casos en los que es complicado encontrarlos”, señaló Pilar Comendeiro.

Bien lo sabe Manuel Domínguez, que durante el paseo fúnebre desde el Ayuntamiento al cementerio -que obligó a cortar incluso una salida a la Autovía de la Plata- recordaba el caso de su abuelo, Manuel Vázquez Leal, un hombre de Paterna del Campo (Huelva) al que asesinaron en aplicación del bando de guerra en 1936 y al que la propia justicia de la época, a diferencia de tantos y tantos desaparecidos que siguen sin ser muertos oficiales, se encargó de registrar como fallecido. Según explica, la comisión provincial de incautación de bienes pidió su partida de defunción. Durante el trámite, tanto la Guardia Civil como el juez de paz y los testigos certificaron por escrito al juez de instrucción de La Palma del Condado que Manuel había sido ejecutado en aplicación del bando de guerra. Sin embargo, el juez consideró que esta causa de la muerte tan evidente no podía ponerse y volvió a pedir a la Guardia Civil, al juez de paz y a los testigos nuevos testimonios pero con una advertencia: “Omita la frase de haberles sido aplicado el bando de guerra. Simplemente emplear las palabras de que fueron muertos o que fallecieron en choque con las fuerzas del Ejército Español”. Se refería también al caso del concuñado de Manuel, al que le incautaron un burro. Y el juez de paz, los mismos testigos y la Guardia Civil cambiaron su declaración: “De los datos que obran en este puesto, los muertos hallaron la muerte en lucha con las fuerzas nacionales el 6 de septiembre de 1936″, señala la Guardia Civil en un escrito. Su nieto, al encontrar todos estos documentos, emprendió un lucha para que en la partida de defunción de su abuelo pusiera que fue fusilado. “Pero todavía no lo he conseguido”, dice mientras los féretros de los mineros avanzan. Una señora, a la altura de una juguetería, se persigna. Otra, a la altura de un bazar, susurra: “Lo que hay que ver”. Lo que no pudo ver Lida y lo que sus familiares, hoy, consideran un acto de reconocimiento y justicia. “Si alguien nos dice que iba a pasar eso, no lo creemos”, cuenta su nieta. También  Lida.

Los mineros que intentaron reprimir el golpe franquista reciben sepultura digna 80 años después