Casas Viejas. La crónica de una derrota

Una nueva visión de los sucesos de Casas Viejas, con un enfoque diferente, ha sido recogida en el libro “Crónica de una derrota”, de Salustiano Gutiérrez Baena

LA SEMANA | IGNACIO FRÍAS ABARCA | 12-11-2017

Son sus bodas de plata como profesor del instituto de Benalup de Sidonia, el toponímico con el que se quiso borrar del mapa a Casas Viejas, que era como se llamaba el municipio gaditano, que hasta 1991 fue pedanía de Medina Sidonia y en 1998 adoptó su nombre actual siguiendo la tesis del rey Salomón: “Ni pa ti, ni pa mi”. Desde entonces se llama Benalup-Casas Viejas. Salustiano Gutiérrez Baena, licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Granada, recaló en 1992 como profesor del IES “Casas Viejas”, del que fue director entre 1996 y 2008.

Como historiador que es, desde un primer momento se interesó por los trágicos sucesos acaecidos del 10 al 12 de enero de 1933, durante la II República Española, bajo el Gobierno de Manuel Azaña, en los que un buen número de vecinos, anarquistas de la CNT, habían proclamado el comunismo libertario por su cuenta y riesgo. Un hecho en el que hoy alguien podría ver cierto paralelismo con la reciente proclamación unilateral de la república catalana. La represión del Gobierno de la II República fue de tal calibre, que superó al de fusiles y ametralladoras: 28 vecinos perecieron en la escabechina. La conmoción en la opinión pública española llegó a tal extremo que provocó la caída del Gobierno de Azaña.

Hubo vergüenza ajena y silencio. Tras la guerra, al pueblo se le cambió de nombre en un intento de enterrar en cal viva la memoria de los muertos y se corrió un tupido y denso velo sobre tan lamentables hechos. “Los sucesos de Casas Viejas: crónica de una derrota” (editorial Beceuve, 2017), es el resultado de varios años de investigación y estudio de la historia de este pueblo gaditano. A Salustiano Gutiérrez le llamó la atención que para los vecinos de Casas Viejas aquellos sucesos fuesen un tema tabú del que nadie quería hablar. Hubo de utilizar, como dijera Gracián, mucha agudeza y arte de ingenio.

El profesor consideró interesante recabar por diferentes vías todo tipo de datos y testimonios de familiares, con el fin de atar los cabos que pudiesen quedar sueltos. “Las fuentes, en primer lugar, las tomé del catedrático de Antropología, Jerome Mintz, un norteamericano autor de ‘Los anarquistas de Casas Viejas’, que en 1965 hizo un trabajo de campo buenísimo. Él habló con los anarquistas y tiene un libro y muchos audios, pues grabó muchas horas de testimonios. Por otro lado, está lo que cuentan los vecinos, recogido por los alumnos del instituto en sus trabajos, ya que les preguntaron directamente a sus familiares. También estuve tres años ‘peinando’ el Archivo de Medina Sidonia y de ahí hemos sacado mucha información. Asimismo, consulté otros archivos y la bibliografía que hay escrita”, explica Salustiano Gutiérrez. Aclara que su libro es un ensayo, pero la metodología es novedosa “porque es lo que dicen otros”. En 2004 contactó con la familia de Jerome Mintz y, desde entonces, se ha dedicado a rescatar y difundir gran parte de la obra desconocida del antropólogo norteamericano y es miembro fundador de la Asociación Amigos de Mintz.

“Con mi libro pretendo cerrar el tema de Casas Viejas y que se pueda hablar con normalidad de aquellos sucesos, que no sea algo tabú como hasta ahora y que los vecinos se sientan orgullosos de su historia. Por eso mi libro se llama ‘Crónica de una derrota’. No fue una derrota por el hecho en sí de los 28 que murieron, sino porque fue silenciado, tergiversado y las víctimas ninguneadas”, apostilla.

El libro aporta aspectos que son novedosos, precisa su autor: “Aquí lo que se hace es hablar de los sucesos, pero desde Casas Viejas, desde dentro, de todo lo relacionado con los protagonistas de aquí y con muchas fotografías que estaban escondidas. Lo interesante de ellas es la explicación y su localización”.

De Casas Viejas, indica el autor del libro, “solo ha interesado la interpretación política, pero nunca las víctimas y a estas siempre se las ha ninguneado”. Llama la atención que asociaciones para la recuperación de la memoria histórica no se hayan fijado en Casas Viejas. Salustiano Gutiérrez dice tener una explicación: “Aquí hubo una represión tremenda. Ya no solo por los 28 muertos y por todos los que metieron en la cárcel, sino que se prohibió hablar de estos sucesos y con Franco se le cambió el nombre al pueblo y se le llamó Benalup de Sidonia. Incluso, el gobernador Valcárcel intentó ponerle Casas Nuevas de José Antonio Primo de Rivera. Pero esto no es Benalup. Benalup es una torre que está a un kilómetro”.

Respecto a la frase vinculada a Casas Viejas y atribuida a Manuel Azaña, que decía: “Ni heridos, ni prisioneros. ¡Tiros a la barriga!”, Salustiano Gutiérrez considera que no es cierta: “Esa frase se pronunció para otro contexto, pero forma parte de toda la leyenda relativa a los sucesos. Se utilizó y se tergiversó políticamente para derribar al gobierno de Azaña. Pero está demostrado que fue falsa. Yo lo tengo claro”.

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