Col.lectiu Ronda: Por qué colaboramos con Todos los Nombres

Desde hace unos días los visitantes de la web habrán notado la aparición de un nuevo logotipo entre los patrocinadores. Se trata de Col.lectiu Ronda, una cooperativa barcelonesa dedicada a prestar servicios de asesoría jurídica, laboral, económica y social, que nos sorprendió hace unas semanas comunicándonos que su junta de socios había pensado en dedicar a la web todoslosnombres.org una parte de sus beneficios destinados a actividades sociales (6000 €).

Esta inyección económica nos permitirá acercarnos a la cifra de los 100.000 nombres que soñábamos alcanzar el pasado mes de abril coincidiendo con el décimo cumpleaños de la web. Entonces no fue posible. Ahora, gracias al patrocinio de Col.lectiu Ronda, esa posibilidad se adivina mucho más cercana.

Sabemos, porque así se nos ha manifestado, que la cooperativa no desea publicidad. Sin embargo, queremos hacerlo público, tanto para información de nuestros colaboradores y visitantes, como por mostrar nuestro agradecimiento. Algunos compañeros, amigos y colaboradores se preguntan y nos preguntan por el límite en la subida de datos a la base. Querríamos haber llegado al final tras conseguir nuestros objetivos después de más de diez años de trabajo, pero la verdad es que queda mucho que hacer. Por ejemplo, aún falta lo relacionado con los vecinos de varias provincias de Andalucía y Extremadura que sufrieron consejos de guerra y expedientes de responsabilidades políticas, por no hablar de los que fueron «depurados» (despedidos de sus puestos de trabajo) o los que se vieron forzados al exilio. Esto puede significar varios miles de nombres que se traducirían en varios años de trabajo.

Reproducimos la carta en la que Col.lectiu Ronda explica su decisión de colaborar con Todos los Nombres

 

POR QUÉ COLABORAMOS CON TODOS LOS NOMBRES

La nuestra es una cooperativa dedicada al ejercicio del Derecho nacida hace más de 40 años, cuando España seguía teñida del gris plomizo del franquismo y la legalidad no era otra cosa que el deseo del poder imperante de investirse de una legitimidad que la Historia y la tozudería de la evidencia le negaban. Conocimos aquellos años de silencio impuesto y verdades anegadas en el abrazo despótico de la fuerza. Los años de las cabezas gachas, las cárceles siempre dispuestas para engullir la disidencia, las bocas selladas, las banderas como mortajas y las voluntades quebradas. Conocimos la clandestinidad y sus valientes protagonistas. Las luchas contra gigantes tiránicos que resultaron ser gigantes y no molinos. Los tribunales como pantomima deforme y la Justicia indignamente servil. Conocimos el llanto de los que fueron derrotados una y otra vez, sin pausa, clemencia ni amparo, durante décadas que parecían no tener fin. Lo vivimos todo y aún después, nos tocó asistir como atónitos espectadores al triste espectáculo del perdón impuesto y el olvido, el aparente olvido, como obligación.

Olvidad los muertos y los desaparecidos, nos dijeron. Olvidad las humillaciones y mirad hacia otro lado al pasar por las cunetas donde reposan aquellos a los que se les negó el nombre y la memoria e, incluso, el recuerdo y unas flores el Día de Todos Los Santos. No miréis los camposantos sin lápidas ni atendáis las amargas quejas de quienes reclaman saber qué fue de aquellos a quienes amaron en vida y quedaron reducidos a ausencia sin explicación. No miréis y no escuchéis para pasar página y mirar hacia adelante, enterrando en aquellas mismas cunetas fatídicas y fosas innominadas los oprobios de la dictadura, el rastro de la desvergüenza. Ofreced olvido a quienes os brindaron hierro y sangre. 

Nosotros no olvidamos. No queremos olvidar. No queremos que se conviertan en polvo estéril los nombres, todos aquellos nombres de quienes son, con su existencia rota y hecha pedazos, la prueba más sobrecogedora de que este país fue en tiempos un reino de barbarie y brutalidad, donde aún hoy los campos se abonan con los huesos de aquellos a quienes se les niega la póstuma consideración de una sepultura. Una sepultura y un nombre.

El futuro no se construye sobre el olvido. El pasado no se borra. Las heridas no cicatrizan con apósitos de amnesia. 

Nosotros no queremos olvidar los nombres. Queremos revivirlos mediante el recuerdo y rehabilitarlos a través del homenaje mínimo que es recordar que una vez fueron vida y sueños que alguien decidió cercenar y arrancar de raíz. Extraerlos de los lodos donde siguen cautivos y alumbrarlos para que dejen de ser sombras silentes y puedan, al menos, ser memoria.

Desde Col·lectiu Ronda queremos los nombres. Todos los nombres.