Flaviano Trufero Castillejo

Calañas
Huelva
Cumbrero Gutiérrez, Marta

Flaviano Trufero Castillejo nació el 29 de diciembre de 1895 en Calañas (Huelva). Trabajaba de chófer para una compañía minera de Sotiel Coronada (una aldea muy próxima a Calañas); de ideología socialista, estaba afiliado al sindicato de trabajadores de la UGT de Calañas. Estaba casado con Joaquina González Capado; de esta unión nació su única hija a la que llamaron M.ª Josefa. Residían en Sotiel Coronada, en la calle Garrucha.

Unos meses antes de estallar la guerra civil, Flaviano ostentó el cargo de presidente del Comité circunstancial de la UGT de Calañas. El 31 de julio de 1936 las tropas sublevadas ocuparon la aldea de Sotiel Coronada y Flaviano se vio obligado a huir a los campos más cercanos en compañía de algunos compañeros de trabajo. Durante siete meses vagó por aquellos campos y gracias a la ayuda de su mujer, Joaquina, que le mandaba víveres pudo mantenerse con vida. El 4 de marzo de 1937 se presentó en la casa cuartel de la Guardia Civil de Calañas con la esperanza de que si se entregaba no iba a tener represalias puesto que no tenía antecedes. El 5 de marzo de ese mismo año fue ingresado en la prisión provincial de Huelva.

El 3 de abril de 1937 se celebró su consejo de guerra. El tribunal militar lo acusó de ser un marxista peligroso que arengó a las masas, robó pólvora, quemó la ermita de Sotiel, intentó volar el puente romano de esta aldea, dirigió un partido político de corte socialista y huyó durante algunos meses de su residencia. Además de esto, se incautaron sus bienes y se le impuso una multa de 500 pesetas que abonó su mujer mientras Flaviano residía en la prisión. Por tanto, se le condenó a la pena de muerte por delito de rebelión militar. Finalmente, el 3 de julio de 1937 es sacado de la cárcel para ser fusilado en las tapias del cementerio de la Soledad, ubicado en la provincia de Huelva. Sus restos fueron enterrados en el patio tercero del sector San Marco.

Su viuda, Joaquina González, al enterarse de la fatídica noticia recuperó los restos de su marido. Hemos de destacar que mover el cuerpo de un represaliado en pleno siglo XX era una tarea bastante complicada. Pero Joaquina lo consiguió gracias a la ayuda de su hermana y de su cuñado, entre todos le pagaron una gran cantidad de dinero al sepulturero y consiguieron desplazar los restos de Flaviano al cementerio de Calañas, donde pudo descansar en paz junto con otros familiares de Joaquina.