Córdoba. Rafael Espino: “He visto a compañeros llorar y venirse abajo dentro de las fosas”.

Rafael Espino: “He visto a compañeros llorar y venirse abajo dentro de las fosas”

Cordópolis / ALEJANDRA LUQUE – 20/01/2019 00:10

Buscar la verdad, en ocasiones, nos lleva a caminos que quizás no hubiéramos andado de haber sabido cuál iba a ser el final. En otras, la verdad es la única vía para saber realmente quién eres y quiénes eran los que te precedieron. Rafael Espino (Aguilar de la Frontera, 1964) no pudo conocer a siete miembros de su familia. El franquismo se los arrebató cuando él era tan sólo un niño. De sus asesinatos supo tiempo atrás, cuando las preguntas insistentes de un crío de un pueblecito de Córdoba apenas tenían respuesta.

A finales de 2005 decidió embarcarse en el conocimiento de la verdad que quedó oculta tras los cadáveres que la dictadura de Franco echó a las fosas y a las cunetas. Fundó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera (Aremehisa), que vio recompensado todo su tesón con la apertura de las fosas del cementerio del municipio cordobés en busca de más de 170 personas. Ahora, con los recientes trabajos en el camposanto de La Salud, Espino está recordando todo lo que vivió hace años.

A las 17:30, los técnicos responsables de las excavaciones recogen todo su material. Su trabajo está cercado por el horario del cementerio. Antes de comenzar la entrevista, Espino nos enseña una sepultura donde yacen dos mujeres que murieron en fechas posteriores a la represión franquista. “Aquí hay mucho trabajo hasta que demos con los cuerpos de las personas represaliadas”. Sus cuerpos se encontrarán a varios metros bajo tierra. Espino es incapaz de dar una fecha exacta de finalización de los trabajos porque la superficie a excavar es inmensa. Y los recursos, ínfimos. A pesar del acuerdo de gobierno entre PP y Vox, las asociaciones memorialistas no van a parar de buscar a familiares de ambos bandos pese a la amenaza de derogar la Ley de Memoria Histórica de Andalucía por la denominada Ley de Concordia. “Ya no hay quien nos pare”, declaró el presidente del Foro de la Memoria, Antonio Deza, el día de la presentación de los trabajos en el cementerio de La Salud. Y Espino lo confirma. “Ya no tenemos miedo”.

PREGUNTA. Por fin se ha conseguido abrir la fosa.

RESPUESTA. Esta situación se está prolongando durante más de 20 años porque no ha habido ningún gobierno que haya abordado esto en serio y lo haya contemplado desde al ámbito de los derechos humanos. No sé por qué pasa esto pero imagino que es porque con esto no obtienen rentabilidad política. Hoy puede ser minoritario y que cada vez lo sea más porque las personas y los familiares directos van muriendo con el paso de los años. En cualquier intervención contamos con muy poquitos familiares directos. El resto de personas que estamos en el movimiento memorialista y que reivindicamos verdad, justicia y reparación somos nietos de asesinados.

P. ¿Qué pasará cuando ya no estén los familiares más directos?

R. Recogí el testigo en mi casa y no lo voy dejar. Ya hay otra generación detrás mía que está trabajando en este ámbito. Espero que esto sea una llama que se mantenga siempre viva. Sí te puedo decir que la asociación que yo presido comenzó en 2006 y, 12 años después de comenzar las primeras actividades, hoy hay más peticiones de personas que reclaman la memoria y que quieren saber qué ocurrió con sus familiares que hace cuatro o seis años. El efecto ha sido inverso. Intentar acabar con la ley y con las reivindicaciones del movimiento memorialista ha conseguido multiplicar el efecto.

P. Los familiares han visto en asociaciones como la suya ese respaldo que no han encontrado en la administración.

R. Estamos intentando ayudar a los familiares en la búsqueda de desaparecidos. Lo mismo lo hacemos en un bando y en otro. Las víctimas son las mismas. Vienen unas personas buscando información de su familiar que desapareció en la División Azul o que fue militar en el bando nacional y lo ayudamos igualmente que si su familiar fuera del bando republicano. Además tenemos expedientes de repatriación en marcha en este momento a través del Ministerio de Defensa y hemos elaborado informes para personas desaparecidas de las que sus familiares nos han pedido información y datos. Nosotros nos dedicamos a buscar personas desaparecidas y no distinguimos entre ideologías. En esto se tendría que basar la reconciliación y desde esta perspectiva se tendría que legislar.

P. ¿Por qué, entonces, hay una parte de la sociedad que piensa que la Ley de Memoria es únicamente para los asesinados republicanos?

R. Porque el grueso de los desaparecidos se encuentra en ese bando. Encontrar información de un soldado del bando nacional es relativamente fácil a pesar de que a los familiares se les negase en un momento el acceso a esos datos. Todavía, a 80 y pico años del conflicto, buscar información de cualquier soldado en el Ministerio de Defensa es mucho más fácil que buscarlo del bando republicano. Hay que tener en cuenta que a estos militares los hicieron desaparecer física y documentalmente. Encontrar cualquier documento relativo a una persona y algo tan simple como una partida de defunción es un calvario. Las familias conservan los recuerdos vivos y algo que les ha unido durante todo este tiempo, sobre todo a las viudas y los hijos. Una vez me llegaron una señora y una hija con una fotografía hilvanada como si fuera una tela porque se les había roto. Ésa era la imagen que tenían de su marido y de su padre. No esperes encontrar muchos más documentos. Alguna cartilla militar del abuelo, como mucho. Es que no hay mucho más y sobre todo del período caliente de represión comprendido entre mitad del mes de julio de 1936 y finales de ese mismo año.

P. ¿Desde la Memoria Histórica se ha hecho algo mal para que se sigan difundiendo esos mensajes?

R. Te puedo hablar de cómo trabajamos nosotros y desde Aremehisa buscamos desaparecidos independientemente del bando que sea. Incluso hemos ayudado en labores de búsqueda de desaparecidos hace cinco o seis años a través de un georradar. Quizás desde otro tipo de foros y ámbitos donde la columna vertebral no son los familiares, que es nuestro caso, donde se practica un poco más la política, topamos con multitud de historias y de formulismos que llevan a decir que nosotros sólo buscamos a desaparecidos republicanos. Esto tendríamos que tenerlo ya superado.

P. La coletilla de “los rojos”.

R. Sí, sí. En este país tendemos a dividir entre el blanco y el negro o el rojo y el azul. Pero ahí hay una amplia gama de colores. En este país, o somos del Barcelona o somos del Real Madrid. O somos guapos o somos feos. O somos rojos o… en fin. No milito en ningún partido ni sindicato y tengo amigos en la izquierda y en la derecha. Hay bellas personas tanto en un lado como en otro y flaco favor nos hacemos si en estas cuestiones prima más la política que los derechos humanos y lo que ya hay legislado. Eso está por encima de esas peleas tan barriobajeras.

P. ¿Entiende que una parte de la sociedad vea insustancial para un país buscar los restos de miles de asesinados?

R. Las personas que hacen ese tipo de comentarios creo que no saben bien la labor a la que nos dedicamos. Hemos estado trabajando en intervenciones donde ha pasado gente y nos han increpado diciéndonos: “¿Por qué no buscáis a los otros?”. Cuando se habla desde una perspectiva sin conocerla muy bien… De tener un desaparecido a no tenerlo hay una diferencia abismal, ya hables con un político o con un periodista. Si en tu familia tienes a un desaparecido, como es en mi caso, eso te afecta a la generación que vivió esas fechas, a la presente y a la futura. Hasta que cerremos la herida vamos a estar trabajando e intentando saber qué les ocurrió a nuestros familiares. Desde el ámbito político, algunos no lo entienden y ven cómo se destinan recursos económicos en época de crisis y se lanzan esos mensajes… Pero cuando se ve que a pesar de que no haya fondos públicos, ahí seguimos… En la apertura de las fosas aquí en Córdoba ahora, por ejemplo, hay personas trabajando. La Memoria también es un yacimiento de empleo.

P. ¿Es la primera vez que viene a ver cómo van los trabajos?

R. Vine el día de la presentación y hoy [por el jueves]. Sigo muy de cerca los informes que me pasan los compañeros y sé perfectamente las dificultades con las que nos estamos encontrando y con las que nos encontraremos. Plantear la intervención no es ni más ni menos que buscar respuesta a las preguntas que nos hacemos en el planteamiento teórico. Una cosa es la teoría y lo que dicen los documentos y los testimonios, pero otra bien distinta es lo que nos vamos encontrando día a día.

P. ¿Cuáles son esas dificultades?

R. Las mismas que en cualquier otra intervención que hemos realizado hasta este momento. Ten en cuenta que los asesinatos se producen y, también, los ocultamientos deliberados de personas asesinadas. Nadie deja a estas personas para que las encuentren fácilmente. Este trabajo es así y lento, pero al final va a dar sus frutos.

P. ¿Estáis encontrando sepulturas posteriores a la represión?

R. Sí. Estamos trabajando en el cuadro de San Ramón, donde existían 48 sepulturas de nueva adjudicación. Era un cuadro de reciente creación en el 36, al que hay que sumar el de San Cipriano y otro que hay al lado. Estamos hablando de unas 200 sepulturas que se habían realizado sobre fosas. Todo el subsuelo del cementerio de La Salud y el de San Rafael es una gran fosa. Hasta en esto hemos tenido niveles o clases. Las personas que se enterraban en una fosa común perdían su memoria. Las personas pudientes han podido mantener su recuerdo y te puedas dar un paseo por el cementerio y ver sus panteones y sus nombres. Estos cuadros, en el 36 ya estaban abiertos y la represión empieza en julio y agosto. En esos años, los cementerios se encontraban con una problemática principal: la falta de espacio para absorber a tantas personas. Hay sacas en las que metían a 18, 50 y hasta a 80 personas. Hay testimonios de los primeros días de julio y septiembre que explican que las personas se amontonaban en las tapias del cementerio hasta que iban dando salida a la dificultad que tenían para enterrar a tantas personas. Algunas de ellas se las iban entregando a los familiares, como ocurrió con el alcalde de Córdoba o el capitán Manuel Tarazona. Ellos están enterrados en nichos en pared. A otros se les dio otro tratamiento totalmente clandestino y fueron enterrados en sepulturas de cuadros hoy desaparecidos. Si quiero hacer desaparecer físicamente a una persona qué mejor que enterrarlo en una sepultura donde no dejo ningún registro y si, además, la estructura de ese cuadro la modifico con posterioridad… Si ese cuadro tenía espacio para 100 sepulturas, lo parto, hago dos cuadros y le cambio los nombres. Será difícil encontrarlos a todos. Lo que sí sabemos es que en el cuadro en el que estamos trabajando hay personas a las que se les aplicaba el bando de guerra.

P. ¿Cuánto tiempo de trabajo hay aquí?

R. Es incalculable. El trabajo para poder exhumar y dar respuestas en el cementerio de La Salud puede ser de varios años, como ocurrió en el de Málaga. Ahora mismo estamos documentando lo que ocurrió en esas sepulturas individuales con las que nos estamos encontrando, pero las grandes fosas existen y están en el subsuelo perfectamente localizadas. Sobre ellas existen esas sepulturas que se realizaron con posterioridad en los años 40 y 50.

P. ¿Qué siente cuando ves toda esa tierra levantada?

R. Siento un poco de alivio porque esto no es nuevo para mí. La experiencia en Aguilar nos ha ayudado mucho a saber qué es lo que ocurre y cuál es la dinámica que se va produciendo en el cementerio. Esperemos que den resultado de aquí a corto plazo.

P. ¿Se encontrará a la periodista Renée Lafont?

R. En eso estamos. Las sepulturas que ahora mismo se están sondeando coinciden temporalmente con los días en los que se asesina a Renée. Siempre he mantenido una teoría: a ella la asesinan y la ocultaron de manera premeditada. El alcalde de Córdoba fue entregado a la familia como ocurrió como el capitán Tarazona. En el caso de Renée, como se ocultaron a multitud de brigadistas también en las grandes fosas de Córdoba, alguien tuvo que saber dónde se enterraban esos cuerpos. Mantengo esa teoría.

P. ¿Por qué?

R. Porque se podría haber creado cualquier conflicto internacional. Alguien podría haber reclamado el cuerpo de Renée. Alguien da la orden de que se le fusile y se le fusila. Hasta ahí no hay nada que objetar. Pero, ¿qué ocurre con el cuerpo? La partida de defunción es clarísima. Quizás sólo haya encontrado dos como esa: no se sabe dónde se entierra su cuerpo. Hay una copia lateral en la embajada francesa en España, con nombres y fechas. El cuerpo de Renée pudo ser perfectamente ocultado pero sabiendo donde se encontraba por si, algún día, alguien reclamaba el cuerpo.

P. Pero nadie lo ha hecho.

R. No. Renée tenía una particularidad muy especial: era hija única y no tenía familiares directos. Su padre falleció antes de que a ella la asesinaran y la madre murió en la década de los 30. Eso hace que Renée, siendo una periodista de ideología de izquierdas, venga a cubrir el conflicto. Ya lo había hecho antes. No tenemos documentado que Renée viniera a España como brigadista pero es curioso porque entra al país y se le sitúa en el mismo período que cuando llegó la comuna de París. En esos días es cuando está en España. Era una persona políticamente conocida. Mantenía mucha aproximación a ministros republicanos. La persona que dio la orden de asesinarla sabía perfectamente quién era ella. Sabiendo de la importancia de esta periodista, no es lo mismo que si hubiera fusilado a un campesino, desgraciadamente. Tenía esa singularidad y mantengo ese pálpito. Mantengo altas las esperanzas de encontrarla en ese espacio temporal. Además, Renée tuvo una relación duradera con Alberto Insúa pero se enfrió y estaba dedicada a su trabajo y a mostrar su vertiente política. Salir del armario política y clamar por las injusticias que se estaban dando.

P. ¿Sin familiares directos, cómo se sabrá que estamos ante los restos de Renée?

R. Emprendimos en Francia un proyecto de búsqueda de localización de familiares de Renée hace tres años. Contactamos con otros colectivos memorialistas en Francia para hacer su árbol genealógico y dimos con familiares, pero son de segundo y de tercer grado. Actualmente hemos contacto con dos. Una de ellas es periodista y ha mostrado mucho interés por el caso. Es sobrina de primos hermanos en segundo o tercer grado por parte paterna. Desconocía totalmente su existencia. No es el único caso. Esto ocurre mucho en España: hay mucha gente que desconoce que sus familiares fueron represaliados. Buscando familiares e hilvanando datos dimos con el secretario de Aguilar, José María Desidia López, que era pamplonés y cuyos familiares -primos hermanos- están en California. Esto hace que se pierda el hilo de la historia, pero es apasionante. El caso de Renée es muy similar y mantenemos muy vivas las esperanzas de encontrar alguna pista. Creo recordar que fueron 80 mujeres las que fueron asesinadas en Córdoba, pero de la edad de Renée no había muchas. Tenía 58 años y una herida de bala en una pierna y no sabemos si eso dejó huella. Si apareciesen restos de féminas de ese período temporal, intentaríamos ver por dónde la identificaríamos.

P. Me hablaba de las similitudes entre las fosas de Aguilar y las de Córdoba. ¿Han encontrado diferencias?

R. Ninguna. El sistema de ocultación que se dio en Córdoba es similar al de Aguilar. Allí se calcaría al de aquí, no sé muy bien por qué. Las sepulturas que utilizan para ocultar los cuerpos de las personas que asesinan, en décadas posteriores comienzan a ser utilizadas. Algunos de ellos parece que fueron exhumados pero otros pueden permanecer debajo de la sepultura.

P. Pareciera un modus operandi de ocultamiento.

R. Sí. Durante los primeros días de la represión se encontraron con la cuestión de qué hacer con tantos cadáveres y de cómo ocultarlos. Ya los tenían enterrados pero ahora, ¿qué? Este genocidio que estaban practicando no se podía ver. En las grandes fosas fue muy fácil: macizarla y echarle encima sepulturas. Lo mismo ocurre con cada sepultura individual: meten el cuerpo, lo macizan y le echan otra sepultura. Entre esos muertos y los familiares, interponen otro muerto que no tiene nada que ver.

P. ¿Qué le llevó a querer emprender todo este camino hacia la verdad?

R. Siempre he tenido la inquietud de saber qué ocurrió. Hay una edad en la que quieres saber. Siendo pequeño, una vez escuché a mi madre decir que un tío mío había sido alcalde. Me quedé un poco sorprendido. Le pregunté que quién era y me dijo que era un jornalero: José María León. Desde ese momento empecé a hacerme preguntas. ¿Cómo un alcalde fue asesinado? En mi casa nadie había contado nada de eso por el miedo. Mi padre comenzó a hablar de estos temas cuando empecé a preguntarle. Pero mi abuela, tampoco. No tengo testimonios directos de familiares. Mi abuela falleció hace 25 años y no recuerdo haberla escuchado hablar de esto. También es protección hacia la familia. A mi abuelo le mataron dos hermanos por parte materna y no me ha contado nunca nada. Mi padre es el que empieza un poco a contarme cuando yo empiezo a preguntar. Cuando veo las primeras imágenes de las primeras fosas que se abrieron en 2000, al año siguiente mi hermano y mis familiares teníamos ya la asociación creada.

P. ¿Qué le han contado de esos familiares?

R. El único que se significó por su ideología fue el alcalde, que era tío de mi madre. De mi abuelo, su hermano y un sobrino con 16 años, que fueron asesinados, no he encontrado nada que me haga saber que los ligue a la política. Simplemente, la consigna que mi padre nos repetía desde pequeños era: “No meterse en política”. No sé de dónde le viene eso a mi padre porque él no ha sido político. A lo mejor mi abuelo lo era y militó alguna vez en algún sindicato, pero documentalmente no hay nada con lo que yo pueda asegurarme. A ellos tres los asesinaron los primeros días de la guerra. Los cogieron en Puente Genil y los mataron. De mis siete familiares a los que mataron, en las fosas de Aguilar hemos encontrado al alcalde, a mi abuelo, a su hermano y a su sobrino. Tengo todavía a tres familiares desaparecidos en Puente Genil: un primo hermano de mi padre y los hermanos del padre de mi madre, los hermanos Navarro, que fueron asesinados los primeros días de agosto en Puente Genil.

P. Abren las fosas en Aguilar y tras las pruebas de ADN ya tienen los restos de sus familiares. ¿Se puede describir ese momento?

R. Yo lloré como un niño. Esa fue la fosa en la que estábamos trabajando y encontré una reseña en el libro de enterramientos del cementerio para buscar qué estaba pasando en esas sepulturas. Al hacer esa consulta aparecían dos inscripciones: una en agosto de 1936 y otra en septiembre de 1938, pero con distinta letra. Ponía simplemente: “Se habilitan las sepulturas individuales, mampostería número 6, 18, 19, 20 y 21 para las personas a las que se les aplica el bando de guerra en agosto de 1936”. Eso se me ha quedado grabado en la cabeza y no se me olvidará en la vida. Hicimos una investigación histórica y tuvimos que hacer un replanteamiento total de cómo estaba el cementerio. Lo que tú ves en la superficie ahora no es lo que había hace 40 años ni lo que había hace 80. El cementerio se va cambiando continuamente. Hicimos una reconstrucción total y no encontrábamos las sepulturas. Un día, sentado con los técnicos, se me ocurrió que quizás estaban contando mal la distribución. Ahí di con esas sepulturas y comenzamos a trabajar.

P. ¿Cuántas personas han fallecido sin que hayan encontrado a sus familiares?

R. Muchísimas. Desafortunadamente, esa quizás sea la peor sensación de todo esto. Vamos conociendo casos en los que cada vez hay menos familiares. Recuerdo a mi amigo Francisco Merino, por ejemplo. Cientos de personas han muerto porque la edad hace estragos. Mi padre falleció el año pasado y tenía 88 años. Casi todos los hijos de personas represaliadas están en ese tramo de edad, entre los 85 y los 95. Tengo una tía en Barcelona que tiene 92 años. En Aguilar tenemos a 33 personas asesinadas en las fosas de Córdoba. Hemos contactado con familiares de 12 y tenemos el ADN procesado de cuatro o cinco. De esas 33 personas, además, tenemos algunos hijos vivos. Los demás son nietos, pero repartidos entre distintos puntos de España, con una edad muy avanzada y en malas condiciones de salud.

Otras personas han encontrado a sus familiares y han llorado muchísimo. Algunas lo han hecho de alegría. Otras, no. Desafortunadamente, esta es una ciencia que no es exacta y se lo hacemos saber a todos. Hacemos lo que podemos, cuando podemos y con los recursos que tenemos. Nos lo agradecen mucho y esa es la mayor satisfacción. La pena es que estamos haciendo una labor social que le correspondería hacer al Estado, a los Ayuntamientos y a las Comunidades Autónomas. No solamente nos dedicamos a exhumar las fosas, sino que realizamos tareas de identificación. Yo tengo en mi casa dos cajas llenas de hisopos congelados de ADN de distintas intervenciones. Cuando alguien nos llega y nos realiza una petición, lo primero que hacemos es tomar el ADN y congelarlo. Todo esto es por si en un futuro esta situación cambia y podemos identificar a las personas. Con uno solo que identifiquemos ya nos damos por pagados.

Tener un buen equipo es importantísimo. La primera persona que encuentra los restos es el arqueólogo, que es el que está a pie de fosa con el puntero y el pincel. He visto a compañeros llorar y venirse abajo dentro de la fosa. Cuando encuentras a una persona atada de pies y manos con dos tiros en la cabeza… Es que son crímenes. Es lo primero que piensas cuando ves a esa persona que la están limpiando y están viendo cómo se encuentra. A esa persona la bajaron de un camión y en ese mismo sitio la mataron. Es duro ver que las balas se quedaron alojadas en las costillas y los casquillos están en la misma sepultura. De todo eso levantamos actas, recogemos pruebas y hacemos un estudio documental de balística, hecho por un perito forense, para que esa prueba, si algún día hay que aportarla en algún proceso judicial, para que no sea nuestra palabra y tenga validez legal.

P. El Ayuntamiento de Zaragoza abrió una Oficina de Atención a Víctimas del Franquismo para recopilar testimonios y documentos que ayuden a construir un relato que apoye una futura querella por estos crímenes de lesa humanidad. ¿Sería posible en Córdoba?

R. No. Ahora mismo, las dos únicas denuncias que se han realizado en las intervenciones que se han hecho en la provincia de Córdoba fueron en Aguilar, que presentamos una denuncia en la Audiencia Nacional ante el juez Garzón. Lo recuerdo porque nos pusimos en contacto con los abogados de su plataforma y enviamos más de cuatro kilos y medio de documentación relacionada con la investigación. Inmediatamente llegó a la Audiencia Nacional y nos dieron vía libre para abrir las fosas de Aguilar, pero a través de vía judicial. En este caso coincidió que teníamos las dos vías abiertas: la denuncia y la subvención del Ministerio de Presidencia. Al juzgado de Aguilar no le dio tiempo a resolver sobre este tema porque a Garzón lo quitaron de en medio y paralizaron la apertura de las fosas, como la de Federico García Lorca. La fosa se quedó paralizada judicialmente mientras que teníamos la subvención del Ministerio. Movimos el cielo y la tierra para que nos diesen una respuesta, que llegó finalmente en la misma línea en la que se están produciendo todas: prescripción de delitos. Las personas a las que se les pueden adjudicar los asesinatos ya han fallecido y sólo hay una vía a través de la Ley de Memoria Histórica para resarcir a las víctimas. Esa fue la respuesta del juzgado de Aguilar.

En Adamuz, la Junta de Andalucía fue quien presentó la denuncia en el juzgado de Montoro y tuvimos la fosa paralizada durante siete u ocho meses. Al final, el resultado fue el mismo. La judicial estuvo a pie de fosa, hizo fotografías, recogió en el informe lo que le contamos, envió toda esa información al juez y la resolución judicial fue la misma: prescripción de delitos y la Ley de Amnistía de por medio.

P. ¿Temen por el futuro de la Ley de Memoria en Andalucía tras el acuerdo de PP y Vox?

R. Es un pacto legítimo, son las reglas del juego. Pero aplicando las palabras del PP cuando se le ha llenado la boca de que debe gobernar la lista más votada, en este caso se ve que no. Se contradicen. Cuando ellos son los no beneficiarios de ese pacto, bien que lo critican, pero cuando les viene bien no temen aliarse con quien sea para conseguirlo. Ciudadanos es un partido que gobierna con la derecha y con la izquierda, jugando un poco al oportunismo. En cuanto a las declaraciones que han hecho en relación a la Ley de Memoria Histórica, vamos a seguir trabajando como lo hemos hecho hasta ahora: con financiación o sin ella. No hay nadie que nos pueda prohibir buscar a nuestros familiares. Nos prohibirán abrir las fosas pero tomar el ADN y hacer las actividades que hacemos hasta ahora, no podrán. Con ley o sin ley, con gobierno de derechas o de izquierdas. Ya no tenemos miedo. Lo superamos. Eso de ir por la calle con la cabeza agachada. Ahora vamos con la cabeza muy levantada, sabiendo quiénes eran nuestros familiares y reivindicando su memoria.

P. ¿Se puede ordenar la paralización de la exhumación?

R. En la de Córdoba no. Hay tres administraciones en litigio. Tendrían que cambiar las tres. Tenemos una ley autonómica del año pasado que ha costado que la ley se pusiera en marcha. Fue Izquierda Unida, hace tres legislaturas, la que la llevó al Parlamento andaluz y el PSOE la echó para atrás. Estuvo en el cajón durante dos años y se volvió a retomar durante otra legislatura pero no se hizo absolutamente nada. Ha costado 12 años que esta ley del año pasado saliese adelante. Pero por encima de esta ley tenemos otra estatal de Memoria Histórica, a pesar de no tener fondos.  Pero es que esto no lo hacemos por dinero.

P. En Andalucía puede ocurrir lo mismo. Que no se derogue la ley pero que no se le otorgue de presupuesto. Es la mejor forma para dejarla morir.

R. Sí. Nos matan de inanición. En las fosas de Córdoba hay técnicos que vienen de Cádiz y otros de Sevilla. En el cementerio de La Salud hay actualmente el mejor equipo que puede haber en Andalucía: en experiencia y en compromiso. La arqueóloga Virginia Barea es la que más intervenciones ha realizado en la provincia de Córdoba, por ejemplo. Todos están muy comprometidos. Es básico. A ellos son a los que veo llorar a pie de fosa. Están absortos en su trabajo. Cada uno tendrá su ideología, pero cuando se ponen a trabajar lo hacen a la perfección. Eso importa pero también es clave la sensibilidad que mantienen con los familiares.

P. Si desaparece el poco presupuesto que se destina a esta ley, ¿los familiares pueden sufragar el coste que supone abrir una fosa?

R. No. El personal trabajará gratis y tardaremos más años. En vez de hacer el trabajo del tirón, lo haremos en pequeñas intervenciones. En Adamuz y en Guadalcázar lo hemos hecho así. Cuando hemos visto que estábamos desbordados hemos tenido que recurrir a otras vías de financiación. Son muchos gastos: traslados, comidas, desplazamientos, informes… También hay que movilizar maquinaria. El trabajo que has visto ha sido manual y eso es lentísimo. Abriendo cuatro sepulturas se nos puede ir un mes completo. Cuando haya que mecanizar… Una hora de máquina vale un dinero. Herramientas, materiales, carpas… Hoy no hacemos nada sin que el dinero esté presente.

P. ¿Se menosprecia la Memoria Histórica considerándola como algo meramente político?

R. Introduciéndola en el nivel político, que es a lo que nos han estado acostumbrando, nos hacen un flaco favor a las organizaciones, que somos independientes y nos mostramos al margen de cualquier política. Sería una incongruencia decir que todo esto no tiene matices políticos, porque los tiene, al igual que connotaciones. Es que los hechos son los que son. De cada diez personas con las que tienes que hablar de este tema o pedir favores son políticos. Pero eso no quita para que mantengamos el espacio que le corresponde a cada uno. El político a la política. Esto son derechos humanos. Al final estamos mezclando política, economía y dinero. Las tres en el mismo vaso y movida es un cóctel molotov. Esto hubiese sido impensable si no se hubieran producido cambios políticos.

P. ¿Se refiere únicamente a Córdoba?

R. La diferencia de corporación ha influido mucho. Con el tema de las fosas de Córdoba, comienza con José Antonio Nieto en 2008. Desde antes, a Rosa Aguilar se le requería cuando era alcaldesa en el período de IU. Te pongo un ejemplo para que veas las connotaciones: la única fosa de una capital de provincia que se ha exhumado en toda Andalucía ha sido la de Málaga. Dos mil personas en una fosa. Sin embargo, el gobierno que había allí era del PP. Aquí, con gobiernos progresistas y de izquierdas, durante muchos años no hemos obtenido nada. Yo llevo desde 2010 intentando reunirme con el alcalde o con la alcaldesa de Córdoba y a mi no me ha recibido nadie todavía. Ahora tenemos una queja en el Defensor del Pueblo Andaluz por el tema de los títulos honoríficos y todavía no han contestado. Ni siquiera lo han hecho al Defensor del Pueblo. Ves unas diferencias de posturas políticas en Andalucía que no se entienden.

P. El PP, en ciudades como Alicante o Córdoba, está manteniendo posiciones diferentes con respecto al callejero. Aquí asegura que si gobierna, eliminará los cambios realizados y hará una consulta popular.

R. En Aguilar hemos tenido algunos conflictos de este tipo aunque no relacionados con el callejero porque se hizo una labor casi completa y exhaustiva durante el período de la Transición con el Partido Comunista. Quedan algunos restos que serán trasladados al Ayuntamiento. La gente que manifiesta la reticencia a que se cambien los nombres del callejero es porque no conocen la historia que hay detrás. Los historiadores tendrían que empezar por hacer ese ejercicio. Antes de pedir el cambio, que la gente conozca quién fue tal o cual. A lo mejor fue una persona relevante en la localidad. En la década de los 60 y los 70 hubo muchos alcaldes franquistas que hicieron cosas buenas, y eso es lo que se le queda a la gente. Pero claro, es que esas personas antes tuvieron un papel en el fascismo y en el exterminio de miles de personas. Esa es la historia que se tendría que contar.

P. En el caso de Córdoba, se ha publicado quiénes eran Vallellano o Cruz Conde y el Ayuntamiento ha difundido brevemente su historia.

R. No soy partidario de eliminar el nombre de un general golpista y cambiarlo por el nombre de La Pasionaria. Pero explicarle a la gente quién fue ese personaje o por qué una plaza tiene un nombre determinado es una labor muy didáctica. Siempre habrá excepciones. Tengo un hijo con 27 años que conoce todo esto porque lo vive en casa y hablando con él me dice que la gente de su generación no sabe nada de esto. Ahí es donde tenemos que incidir. El que tenga 70 años y sea de derechas, a ese ya no lo cambias. Ese tiene una visión parcial de la historia, pero bueno, vamos a darle a la gente joven la oportunidad de que conozcan la historia y que ya cada uno decida.

P. ¿Le gustan los nombres?

R. Sí. Para gustos, los colores.

P. Pero la simbología franquista aún continúa.

R. Son asignaturas pendientes del período democrático. Los ayuntamientos no se han atrevido a llevar ese tipo de iniciativas durante períodos posteriores a la Transición porque era muy palpable el franquismo. Sólo tienes que acordarte del golpe de Estado de Tejero. Eso paralizó cualquier iniciativa. En Aguilar hubo intentos de búsqueda de las fosas con el Partido Comunista pero la gente lo denunció y se paralizó. El miedo estaba más presente porque la presencia del franquismo estaba. Pero 40 años de democracia y que no seamos capaces de poner este tema encima de la mesa y abordarlo desde la perspectiva que dan esos 40 años… El franquismo sigue vivo en la sociedad porque en cada familia sigue habiendo un franquito. El tema del asesinato a las mujeres no es ni más ni menos que un franquito en cada casa. En los colegios lo hemos eliminado, pero en otros ámbitos, no. Eso está latente en la sociedad.

P. ¿Se abrirán también las fosas del cementerio de San Rafael?

R. Allí, la evolución de las fosas fue casi calcada a la del cementerio de La Salud. Había falta de espacio. De hecho hay un período en octubre de 1936 en el que el de La Salud se quedan sin espacio y trasladan todos los fusilamientos al de San Rafael. Cuando se abre el de La Salud y se hace la fosa, de nuevo vuelven los fusilamientos. También se produjo una ampliación de terreno y se utilizaron cuadros sobre los que hoy hay moles de nichos construidos en período democrático y por gobiernos de IU y del PSOE.

P. ¿Se sabía que esas fosas existían?

R. La documentación está ahí. Estaba ahí hoy y también hace 30 o 40 años. Alguien tomó esa decisión de construir sobre asesinados. Se ha planteado realizar algunas catas para ver los niveles de hormigón. En la Puebla de Cazalla, la fosa se metía debajo de los nichos y el Ayuntamiento desmontó enteros los nichos, construyó nichos en otro lado, hizo los traslados, se derruyeron los nichos… Eso se llama voluntad política. La ley obliga a las administraciones a colaborar, pero la colaboración puede ser muy pequeña o muy grande. El nivel de colaboración ya lo pone cada uno dependiendo del compromiso.

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