Cuando tu nombre puede llevarte por el camino de la amargura

De cuando una casualidad nominal, puede desencadenar una avalancha de situaciones desesperadas. A vueltas con la suerte, a veces buena, a veces mala.

El Salto. Imanol / 27 jun 2020 17:54

Nos situamos a principios de los años 60. José Luis Pascual Palacios es un obrero del sector del metal. Nacido en 1924 en la riojana población de Alfaro, capital mundial de las cigüeñas. Sin que José Luis sospeche nada, su vida está a punto de tomar un inesperado y macabro giro.

Por compañeros y amigos, sabe de las ofertas de trabajo (y sus sueldos para nada comparables con los españoles), que se están ofreciendo en Holanda. Así que, tras pensárselo con calma, sopesar pros y contras, ha tomado la decisión. Va a ser uno más de los tres millones de españoles que han pensado que cobrar más y sufrir menos, aunque sea lejos de casa, es una elección acertada.

José Luis, además, es un obrero cualificado, así que no cree que vaya a tener problemas en conseguir un curro de acuerdo a sus posibilidades. Como antes ya hemos anticipado, es un obrero del metal, pues desde 1943, cuando entró de peón en las fundiciones Alcorta de Bilbao, trabaja en el sector.

José Luis no es uno de los muchos riojanos que emigra al país vasco en busca de trabajo. A él, lo que le va a tocar en Bilbao, es la mili. Si, aquel secuestro obligatorio vestidos de caqui al que nos obligaba el estado, a todos los varones nacidos en el estado español mayores de 18 años, hasta que entró el siglo XXI. Así que deja su pueblo a orillas del Ebro al despuntar los años 40, y se va a la capital vizcaína. Su destino es el Regimiento de Infantería Arellano, donde pasa los dos años de rigor. Cuando termina el servicio militar obligatorio, no tiene que irse muy lejos, pues entra a trabajar en la empresa Alcorta, fundada en 1911, como peón, en el mismo Bilbao.

La mili

Todo va lo relativamente bien que puede ir en aquellos años de hambre y miedo. Se especializa. Para mediados de los años 50 cambia el húmedo clima del cantábrico, por el más seco de la meseta vallisoletana. Sigue en el ramo, ahora en una empresa dedicada a los artículos de aluminio. Hasta aquí todo va bien.

Una vez le llegan las ofertas holandesas, José Luis ve la oportunidad de mejorar su precaria vida… craso error.

Uno de los pasos burocráticos que debe seguir para conseguir el ansiado puesto, es obtener el pasaporte, y para la consecución de este, hace falta el certificado de antecedentes penales. José Luis no se inmuta, él no se ha metido en líos, su expediente está limpio.

Emigrantes españoles

Innumerables trabajadores marcharon al exilio durante los años 50 y 60 en busca de un futuro mejor. Imanol

Pero aquí es cuando se tuercen las cosas. Al ir a reclamar el certificado, resulta detenido. Los modos y el trato no son correctos, nada correctos, y él no entiende nada. Primero es llevado a comisaría, y no es la policía armada la que se encarga de él, si no la temida Brigada Político Social. Y empiezan los interrogatorios, y las preguntas sobre individuos que no le suenan de nada. ¿Sabaté?, ¿Facerías?, ¿el nº 4 de la rue Belfort de Toulouse?, ¿los grupos de acción?

Algo va mal, muy mal, pues ante su desconocimiento, los interrogadores han perdido los nervios y el correctivo va en aumento. Y lo peor de todo es el no tener la más mínima idea de lo que está pasando.

¿Eres José Pascual Palacios? Respuesta afirmativa. Más golpes y más preguntas. ¿Conoces al de la foto? Respuesta negativa. ¿Cuando has venido de Francia? No he estado nunca en Francia. Más golpes y más preguntas. Tras una larga estancia en comisaría es ingresado en prisión, de hecho, acaba en la temida cárcel Modelo de Barcelona.

Los agentes de la BPS, ante la reiteración en las respuestas, deciden preguntar a sus infiltrados en la CNT del exilio. La respuesta los deja atónitos. José Pascual Palacios sigue en Francia, internado en el centro para tuberculosos de Les Villetes, en París.

Por algún lado debe haber un error. Deciden verificar la historia del obrero riojano, y efectivamente, descubren a un tal José Luis Pascual Palacios, obrero del metal, nacido en Alfaro en 1924. Nunca ha estado en Francia, nunca ha estado en Barcelona, nunca ha estado afiliado al sindicato anarquista, y por supuesto no conoce a toda aquella lista de guerrilleros anarquistas que le han ido poniendo delante, entre bofetadas y golpes.

José Luis Pascual Palacios fue puesto en libertad el 16 de marzo de 1963. Desconozco si le quedaron ganas de sacarse el pasaporte para irse a Holanda o si echó muchos juramentos por la confusión ocurrida. Por lo menos libró la vida.

Por su parte, José Pascual Palacios no llegó a enterarse de nada de lo ocurrido con su tocayo. Este si que conocía a Sabaté, a Facerías, y a todos los que salían en las fotos mostradas por la BPS. Este si que vivía en Francia, más concretamente en Toulouse, y además había sido el encargado de la comisión de Defensa (la sección dedicada a los temas clandestinos, los grupos de acción y el aparato conspirativo) durante los últimos años cuarenta y primeros cincuenta. Él no solo sabía, si no que era en encargado de organizar los grupos, darles misiones concretas y enviarlos a cumplirlas, indistintamente a Francia o al estado español.

José Pascual Palacios

José Pascual Palacios fue declarado durante una temporada por el franquismo como el enemigo público nº 1. Imanol

Este José Pascual Palacios había nacido en Huesca en 1916. Desde joven siguió el ideal libertario, tanto desde las JJLL como desde CNT. En julio de 1936 estaba haciendo la mili en Barbastro. Junto a varios compañeros de cuartel, se organizaron para desbaratar los planes de alzamiento de los oficiales al mando. Posteriormente se unió a la Columna Durruti, con la que combatió hasta la derrota republicana. Su paso al exilio lo llevó al campo de Vernet, donde fueron encerrados la mayoría de miembros de la citada columna, reconvertida en la 26 División.

Como otros muchos pasó a las compañías de trabajadores extranjeros, donde consiguió el puesto de responsable de voladuras en la construcción de presas. Desde este cargo podía suministrar grandes cantidades de dinamita y otros explosivos a diversos grupos resistentes de la zona. Terminada la 2ª Guerra Mundial militó junto a la sección ortodoxa en el exilio. Además de encargarse de las actividades clandestinas, también ostentó el cargo de secretario de coordinación del Secretariado Intercontinental de la CNT en el exilio. Detenido en febrero de 1951 por parte de la policía francesa tras el sangriento asalto de Lyon. Resultó severamente maltratado, al igual que lo sería su tocayo José Luis unos años más tarde, consiguiendo la libertad dos meses después, pues nada tenía que ver en el asunto.

Durante los años 60 volvió a subirse al carro clandestino, colaborando activamente con la organización Defensa Interior (DI). El 11 de septiembre de 1963 resultaba nuevamente detenido en Francia, tras la campaña de atentados de DI. Esta vez purgó medio año entre rejas, llevando a cabo incluso una huelga de hambre para conseguir el estatuto de preso político.

José Pascual Palacios murió en el sanatorio anteriormente citado el 13 de mayo de 1970, al complicarse la silicosis que le afectaba desde hacía años.

Como despedida y cierre del artículo presente, comentar que es mi pequeño homenaje al escritor e historiador Ferrán Sánchez Agustí, fallecido durante el confinamiento al que hemos sido sometidos en tiempos recientes.

Nacido en la cuenca minera del Llobregat, más concretamente en Sallent en 1951. Gran especialista en el tema de la guerrilla antifranquista, al que debemos, entre otros el libro, “El maquis anarquista”, donde se recoge la base del texto que ha servido para crear este artículo. Falleció el 15 de mayo de 2020.

Vaya desde aquí mi más sincero y reconocido homenaje a este guerrillero contra el olvido.

Salud, memoria y buen viaje allí a donde vayas, Ferrán.

Fuentes: El maquis anarquista (Ferrán Sánchez) y nordestllibertari.blogspot.com   y http://loquesomos.org/noaz-juicio-al-franquismo/

https://www.elsaltodiario.com/ni-cautivos-ni-desarmados/cuando-tu-nombre-puede-llevarte-por-el-camino-de-la-amargura