David Lagos pone en pie al público en el Cartuja Center tras el estreno de ‘Cantes del Silencio’, una obra comprometida y valiente en torno a la memoria histórica.

David Lagos rompe el silencio con encomiable valentía

Dolores Guerrero / Sevilla / 12 sep 2022 / 14:35 h.

Con la valentía y la profesionalidad que le caracteriza, David Lagos estrenó ayer, en el en el Cartuja Center CITE, ‘Cantes del silencio’ una obra comprometida y valiente que aborda el tema de la memoria histórica con la dignidad y la hondura que se merece.

De esta manera, el cantaor jerezano nos demostró su arrojo y compromiso por partida doble. Por un lado, por abordar un tema muy poco tratado en el flamenco: la memoria histórica, y por otro por asumir un drástico cambio de escenario a última hora. El espectáculo había sido concebido para estrenar en el teatro Lope de Vega, un teatro de dimensiones y dotación técnica muy diferente al del Cartuja Center, pero las obras del teatro municipal no se han acabado a tiempo y con solo 48 horas de antelación La Bienal tomó la decisión de trasladar los espectáculos programados en ese espacio al escenario del Cartuja Center, un auditorio concebido para albergar propuestas musicales y dancísticas de gran formato.

Visiblemente nervioso por ese cambio de última hora (ya podía haberse previsto con algo más de antelación), David abordó el primer cante, ‘La Trilla de la Mano Negra’ que alude, como indica su título a los atentados de la organización anarquista, una ideología que triunfó entre los campesinos españoles de los años 30 debido a sus miserables condiciones de vida.

A partir de ahí, y arropados por sus músicos, David se fue soltando y en el segundo cante se entregó a una soleá apolá que denuncia justo lo que indica su título: ‘El Sur tiene su Guernica’. Y es que, junto al historiador Miguel González, David elabora un recorrido por algunos de los más deleznables acontecimientos históricos que tuvieron lugar en Andalucía tras el golpe de estado del 36, que han permanecido durante mucho tiempo callados. Como la masacre en la carretera de Málaga-Almería, conocida popularmente como La Desbandada, un ataque a civiles tras la entrada de las tropas franquistas a Málaga donde murieron miles de inocentes a manos de las tropas sublevadas, lideradas por Queipo de Llano.

Tras la solea, Isabel Bayón hizo su aparición y nos brindó una pieza de baile intimista que ahonda en el miedo, el terror que vivieron aquellos mujeres y niños que fueron atrozmente bombardeados en la carretera. Un silencio absoluto se apoderó del espacio. Sólo se oía la respiración entrecortada de la bailaora y el leve sonido que se escapaba del movimiento corporal de la bailaora, que con magistral dominio se ceñía a un ritmo que salía de su interior.

Ya teníamos el corazón encogido y todavía nos quedaba por escuchar el discurso de Queipo de Llano justificando con total impiedad la masacre. Sonó primero en la voz de David, y más tarde en la del propio general, un genocida enterrado con honores en la Basílica de La Macarena, donde todavía permanece. Y por si alguien todavía no se ha enterado, David se lo recuerda con unas seguiriyas tan emotivas como rotundas.

Pero el pueblo andaluz se caracteriza por su resilencia, y tiene la capacidad de contrarrestar la penuria con alegría. De ahí que el espectáculo nos brinde también algunos números de ritmo arrebatador y trasfondo picarón, como la rumba y las bulerías con la que se lució Melchora Ortega, o las alegrías que bailó Isabel a la antigua usanza, sin más percusión que las palmas del cantaor.

Con una estrofa de una conocida una copla (El día que nací yo) el espectáculo da voz también a quienes, como el gran Miguel de Molina, fueron represaliados por el franquismo por su condición sexual. Forma parte también del silencio que hay que romper para cumplir con nuestra memoria histórica y es todo un acierto incluirlo. Al igual que es un acierto contar con los teclados de Alejandro Rojas Marcos, capaz de acompañar las seguiriyas con el clavicordio y sacarle sonidos nuevos sin alterar su condición tradicional, y los saxofones de Juan M. Jménez, soberbios en su acompañamiento al cante, así como las percusiones de Antonio Moreno y Perico Navarro, rotundas y trasgresoras, y, sobre todo, la guitarra de Alfredo Lagos que una vez más embelesó al respetable. Las luces y el sonido, seguramente debido a la premura del cambio escénico, no acabaron de estar a la altura y eso le pasó factura a David en la ejecución de los cantes. Pero eso no impidió que el público, en pie desde antes de que David acabara de entonar la última nota, dedicara a los artistas un aplauso largo y rotundo. Claramente emocionado David se atrevió a romperlo para rendir un merecido reconocimiento a sus técnicos sin quienes, nos dijo, no hubiera podido afrontar este estreno en un espacio tan diferente a aquel para el que fue concebido.

Obra: Cantes del silencio

Lugar: Cartuja Center CITE, 11 de septiembre

Producción: David Lagos

Guion, documentalista e historiador: Miguel González

Asesoramiento escénico: David Coria

Colaboración literaria: Antonio García Barbeito

Artista invitada: Melchora Ortega

Intérpretes: David Lagos (cante), Alfredo Lagos (guitarra), Alejandro Rojas Marcos (piano y clavicordio), Juan M. Jménez (saxofones), Antonio Moreno y Perico Navarro (percusiones), Isabel Bayón (baile)

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