Denunciantes de torturas piden una investigación independiente para esclarecer los mil casos en Navarra

Familiares y víctimas de malos tratos reclaman reconocimiento, también para Goñi, cuya historia es prácticamente desconocida y solo se sabe que era natural de Etxarri, que fue detenido en 1970 y que al poco de ser liberado se suicidó, traumatizado por las brutalidades a las que le sometieron

a. irisarri / pamplona 25.06.2021 | 21:08Monika Arratibel Goñi, sobrina nieta de Antonio Goñi Igoa, durante el homenaje de esta tarde

El caso de Mikel Zabalza es de sobra conocido en todo el Estado. Natural de Orbaitzeta, en 1985 fue detenido y torturado hasta la muerte en el cuartel de Intxaurrondo. Pero es menos conocida la historia de otro navarro que corrió una suerte similar. Antonio Goñi Igoa, natural de Etxarri, fue detenido en 1970 y sometido a torturas durante 18 días. Al poco de ser liberado, dejó una carta a su mujer y se suicidó, traumatizado por los horrores a los que fue sometido.

Esta historia, que prácticamente ha sobrevivido oculta, ha protagonizado el acto que esta tarde ha llevado a cabo la Red de personas torturadas de Navarra, que ha pedido a las instituciones forales que reconozcan y reparen económicamente a las víctimas de malos tratos. Además, la plataforma ha solicitado un informe “independiente y científico” que esclarezca los cerca de mil casos de torturados en Navarra.

El primer testimonio del acto ha sido el de Gloria Bosque. Su voz ha sido la de los malos tratos durante “la larga noche franquista”, la de las “décadas” en las que fueron “torturadas dentro de la legalidad y la impunidad de la dictadura: Melitón Manzanas, Prieto, Sáinz González… los torturadores del franquismo eran conocidos por su crueldad, y algunos de ellos, como Billy el Niño, incluso fueron garantes de la democracia después de la muerte del dictador”.

Bosque fue detenida en dos ocasiones en la década de los 70. “Me torturaron durante días”, ha narrado. Pero ella puede contarlo. Otros no. Como Antonio Goñi Igoa, nombre de otro navarro que, como ella, fue detenido en la misma época, y del que apenas se ha publicado pese a que se suicidó pocos días después de haber sido liberado tras 18 días de torturas.

“Su rostro ha estado oculto”, ha dicho Bosque al revelar su identidad. Ha proporcionado algún detalle sobre la vida de Goñi Igoa: “Era vecino de Etxarri y trabajaba de mecánico de mantenimiento. Fue detenido y torturado en Donostia, en el marco del estado de excepción por el Proceso de Burgos”.

La policía le dio el alto en la parte vieja junto con otros amigos y le pidió la documentación. Se la había dejado en un bar donde había estado poco antes. Lo detuvieron y no se supo nada más de él hasta pasados 18 días. “Estaba destrozado, no le quedaban uñas en las manos. Según contaba, le habían hecho de todo. En vísperas de Santo Tomás no apareció a la cita que tenía con su cuadrilla, se había suicidado”.

LA CARTA DE IGOA

Una de las pocas referencias en la hemeroteca corresponde a Julen Arzuaga, impulsor del observatorio de Derechos Humanos de la CAV y hoy parlamentario de EH Bildu por Bizkaia. En una tribuna en Gara en 2011, Arzuaga cuenta un detalle curioso: Goñi Igoa dejó una carta a su mujer que fue confiscada por la policía. “¿Dónde está esa carta? ¿Quién la oculta?”, se preguntaba en un texto en el que plantea la necesidad de reformar la ley de secretos oficiales.

Es una incógnita saber si entre los papeles reservados se conserva una carta confiscada en pleno franquismo. Pero la apertura de las cajas no solo arrojaría información sobre Zabalza: podría hacerlo también sobre otra víctima navarra casi anónima hasta ahora.

PETICIONES AL GOBIERNO DE NAVARRA

El homenaje, que ha arrancado las seis de la tarde, ha durado poco más de veinte minutos. El escritor Mikel Soto fue el encargado de conducir el homenaje. Soto ha contextualizado la situación y ha puesto encima de la mesa las primeras reclamaciones.

“Hemos querido rendir un pequeño homenaje a las cerca de mil personas que hemos sufrido en nuestras carnes la tortura”, ha arrancado, en un discurso en el que ha pedido la “recuperación de la memoria”. “Estamos convencidos y convencidas de que la recuperación de la memoria es necesaria, porque ningún dolor puede ser ignorado ni ocultado en fríos y oscuros sótanos“.

Por eso, ha visto como “imprescindible” que se realice “una investigación independiente y científica” para esclarecer cuántas personas han sufrido torturas”.

El hecho de que se reclame una investigación “independiente” no es un detalle, y señalaría a la dirección en la que ya ha ido la CAV, donde el forense Paco Etxeberría ha sido el encargado de elaborar un informe al respecto.

El acto ha dado paso entonces a los testimonios de personas torturadas en distintas épocas, desde los setenta hasta la actualidad. Y, pese a las diferencias de contexto, en todas subyace la misma sensación, las voces han funcionado como un coro: la tortura se sufre cuando se padece, y después cuando se tiene que ocultar y no se reconoce.

“En la Transición el sufrimiento y la opacidad continuaron”, ha apuntado Idoia Zabalza, hermana de Mikel Zabalza, que narró cómo cuando mataron a su hermano “la tortura era ya un instrumento utilizado sistemáticamente para combatir a la disidencia política”.

Mariló Gorostiaga ha sido la voz de los malos tratos en los noventa, etapa icónica del todo es ETA y las causas generales. “Entraron a las dos de la mañana, enseguida los tenía encima”, ha leído. “Oía gritos desgarradores en el calabozo, y mientras le contaba las torturas el juez jugaba con su boli”. El relato asusta más con la última de sus frases: “Estas situaciones no son lejanas en el tiempo, algunos hechos tienen 15 años”.

Algo que completó Ainara Gorostiaga: “En ella han colaborado partidos políticos, jueces, médicos forenses, incluso medios”.

CONDENAS A ESPAÑA

El último testimonio fue el de Jon Patxi Arratibel. Su denuncia es la más reciente –2011– y una de las más icónicas: fue quien escribió la palabra atznugal, al revés laguntza, que quiere decir ayuda en euskera.

Fue un grito de socorro“, ha explicado. Fue torturado “con total impunidad” junto con otras dos personas, denunciaron y el Tribunal de Derechos Humanos condenó a España por no investigar.

Pese a todo, ha lamentado que “hay quien hoy en día se niega a reconocer lo que en primera persona hemos vivido, han mirado para otro lado o nos han acusado de mentir“. “Pero somos conscientes de que son los menos, porque si algo hemos conseguido elevando la voz es que nadie niegue la existencia de la tortura en este pueblo”.

Con esta frase y con la petición de que se “arroje luz” terminó su intervención. El acto se ha cerrado con una improvisación de aurresku con danza contemporánea a cargo de Olatz Larunbe.

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