Desenterrando el miedo al pasado

La recuperación de cuerpos enterrados en fosas comunes o al costado de cualquier carretera o en algún terreno a lo largo de toda la geografía española, durante la guerra civil española, es la ímproba tarea a la que se dedican los voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)

ElReporter.com.uy | Iara Bermúdez y Waldemar García  | 16-10-2014

Meses atrás contactábamos con la ARMH con el objetivo de hacerles una entrevista en este viaje que estamos realizando por España para El Reporte. La semana pasada cuando nos volvimos a comunicar con el vicepresidente de la Asociación, Marco González, nos comentó que el sábado 11 de octubre realizarían la exhumación de los restos de una víctima del franquismo y que estábamos invitados a participar. El sábado pasado a las 10 de la mañana estábamos en Villalibre de la Jurisdicción, un pequeño pueblo de algo más de 200 habitantes, situado a la orilla del río Sil, en la comarca del Bierzo, Provincia de León.

Las cunetas de las carreteras de la zona están llenas de cadáveres enterrados durante la guerra civil que padeció España entre 1936 y 1939; la mayoría asesinados a sangre fría y enterrados en fosas comunes. Sin embargo en este caso la historia fue muy diferente. Este hombre llamado Claudio de 31 años de edad, cavó su propia tumba para que su familia lo enterrara cuando muriera. Pasados más de 70 años de los hechos, la historia llega a oídos de Lisardo, un vecino de la zona, que se enteró del caso a través de un amigo y pusieron a Orensio, sobrino de Claudio, en contacto con la AMRH para que se pudiera sacar a la luz estos hechos. Lisardo nos cuenta que la gente que vivió aquellos oscuros años de la dictadura tiene miedo de hablar y que aún hoy no se animan a hablar en voz alta de algunos temas, “pero nosotros queremos que se sepa lo que pasó y que salga todo a la luz”, nos explica.

Claudio volvió del frente, donde había defendido el bando republicano y poco después vinieron a buscarlo los nacionales. Él se escondió en el granero de la casa, una fría habitación sin luz, con solo una entrada, con el piso de tierra, donde se guardaban los aperos de labranza y las provisiones. En este sitio vivió los últimos meses de su vida, no se sabe cuántos, escondido como un topo, metiéndose dentro de un arcón cuando oía ruidos para evitar que lo descubrieran. Cuando vinieron a buscarlo, la familia se negó a reconocer que estaba en casa y los falangistas se llevaron a su hermano menor que tenía 16 años. Celia, sobrina y ahijada de la víctima nos cuenta la historia con emoción contenida, aunque se le escapan las lágrimas en algunos pasajes del relato.” Se lo llevaron a las afueras del pueblo, lo ataron a un árbol, le rompieron los brazos a machetazos, lo apuñalaron y le dieron un tiro de gracia. Su madre cuando oyó el tiro supo que lo habían matado y corrió con una manta para cubrirlo pero le dijeron si quería correr la misma suerte que su hijo, la cortaron el pelo y le ataron lacitos de colores en la cabeza antes de dejarla volver a su casa. A partir de entonces hubo que guardar el secreto de que Claudio estaba en la casa para evitar mayores represalias”.

Hasta que los forenses no estudien los restos no se sabrá con certeza si una afección pulmonar provocada por el frío o quizás una infección producida por una bala en la pierna hicieron que Claudio presintiera que su vida no sería muy larga y decidió cavar su propia tumba. “Su hermana Manuela, que servía en una casa de la cercana ciudad de Ponferrada durante la semana y venía los fines de semana al pueblo, se lo encontró muerto y lo enterró dentro del arcón que él había dejado preparado para su entierro”, comentó su sobrina.

René Pacheco, arqueólogo, director de las exhumaciones de la ARMH, muestra, una vez hecha la excavación, las marcas del pico utilizado por Claudio cuando cavó la fosa en la que sería enterrado. Casi 80 años después sus restos van a ser enterrados por su familia en un cementerio, pero seguirá siendo uno de tantos españoles que desaparecieron en la guerra civil y que no están registradas sus defunciones porque la justicia no se hace cargo ni del cuerpo, ni atiende denuncias sobre los cuerpos hallados porque se amparan en que han pasado 70 años y si hubiera delito habría prescrito. Nos cuenta Marco González el vicepresidente de la ARMH, que ponen una denuncia en el juzgado cada vez que hacen una exhumación, pero que siempre los juzgados se han inhibido y ellos pueden hacer con los cadáveres lo que quieran porque nadie les controla. “Da igual que sea un cadáver de la guerra civil o alguien que han asesinado hace 15 años y que no haya prescrito el delito, aquí no viene nadie y si tiramos el cadáver a la basura nadie nos diría nada”.

La ARMH ha desenterrado cerca de 1600 restos de víctimas del franquismo, y ha elaborado un informe detallado de cada una de las víctimas cuando ha sido posible identificarla. Hay casos, nos explica René Pacheco, en que es imposible identificar a las víctimas ya que en España no existe un banco de ADN de los familiares de víctimas y no hay con que comparar el ADN de los restos recuperados. Estos restos permanecen debidamente acondicionados y guardados en el laboratorio que la Asociación utiliza en el Campus de la Universidad de Ponferrada. Un laboratorio cedido por la Universidad ya que la ARMH no cuenta con recursos de ningún tipo y mucho menos con ayudas oficiales. Sólo durante la segunda legislatura del gobierno Zapatero recibieron una pequeña subvención pero que fue retirada en cuanto asumió el PP. Pero Pacheco no solo se lamenta de no recibir ayudas, tampoco su labor es aprovechada por la Universidad en la que trabajan, ya que los estudiantes jamás han pisado su laboratorio y tampoco llega a las aulas lo que pasó en la guerra civil, los estudiantes no saben que hay más de 100.000 víctimas enterradas a las orillas de las carreteras, no saben cómo fue el período de la guerra y mucho menos el de posguerra. La transición española borró el pasado reciente, lo escondió, se llevó a cabo una política del olvido en vez de una política de la memoria y hoy a casi 40 años de recuperada la democracia aún no se promueve desde el Estado la recuperación de la Memoria Histórica.

La ARMH y otras Asociaciones sin ánimo de lucro, que se autofinancian con los aportes de sus asociados y alguna donación altruista, hacen una gran labor. Su trabajo además es pedagógico, quien quiera acercarse a ver su trabajo puede hacerlo. René Pacheco explica paso a paso los trabajos que se van realizando para que todos los presentes: familiares, amigos, vecinos, prensa, sepamos la metodología que se emplea, por qué se hace de una manera y no de otra, qué es lo que van encontrando y cuáles son los pasos siguientes. A algunos niños que estaban por ahí y que no sabían muy bien que era lo que estaban presenciando les explicó quien estaba ahí y por qué estaba ahí.

Todos los trabajos que se realizan son voluntarios, nadie cobra por trabajar en la ARMH, ni los profesionales, ni los estudiantes, ni los administrativos. Tampoco se cobra a los familiares, los gastos ocasionados se sufragan con las cuotas que pagan los socios. El patrimonio más importante que tienen es la gente; la Asociación recibe muchas más peticiones de colaboración de las que pueden atender, muchísimas personas se ofrecen voluntarias para ayudar en los trabajos que se realizan, demostrando que a pesar de la política del olvido oficial, parte de la sociedad sí se interesa por saber la verdad y por restituir las víctimas a sus familiares y saber qué pasó con los miles de desaparecidos. Pacheco nos comenta que para colaborar no es necesario tener experiencia ni ser profesional, ellos mismos enseñan paso a paso lo que hay que hacer.

Hasta el día de hoy existe el silencio, el temor a la represalia y la herida abierta de no saber donde están los seres queridos, para poder darles un lugar digno en el cementerio, para miles de españoles. Han transcurrido varias décadas desde que sucedieron los hechos y el tiempo lleva las de ganar pues muchos de los enterrados ya no tienen familiares que los busquen pues ya han fallecido todos y no pudieron saber o contar como y donde estaban sus allegados.

La AMRH no es la única Asociación que se dedica a la recuperación de la memoria histórica en España, pero sí es una de las pioneras, comenzando sus trabajos en el año 2000. Los más de 1600 cuerpos recuperados avalan su trabajo profesional y es necesario que todos aquellos ciudadanos que puedan aportar datos para continuar buscando la verdad, y que se haga justicia, se acerquen a estas organizaciones.

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