Documentos inéditos confirman la existencia de un campo de concentración en Torremolinos

Fue levantado por el bando franquista en 1938 como forma de represión contra miles de personas maltratadas y sometidas a trabajos forzados

DIARIO SUR | ALBERTO GÓMEZ | 13-5-2018

Desde la reinstauración de la democracia nunca ha sido reconocido oficialmente, pero en Torremolinos hubo un campo de concentración entre 1938 y 1939. Fue levantado por el bando franquista en los terrenos que ahora ocupa el antiguo Aquapark. Por aquel presidio inhumano, al aire libre y delimitado por una valla metálica, pasaron miles de prisioneros de guerra. Aunque algunas investigaciones sacaron a la luz estos hechos hace años, la falta de documentación ha permitido levantar un muro de silencio, cuando no de negación, en torno a uno de los episodios más oscuros de la historia de Málaga. Hasta ahora. El historiador local Carlos Blanco ha hallado certificados oficiales que demuestran la existencia de este campo, como un informe de intendencia, una revista administrativa y una factura. Un presupuesto del Ministerio de Defensa Nacional revela que la Tesorería de Hacienda de Sevilla cubría los gastos de este terrible servicio, con un coste diario de 1,65 pesetas por preso.

La documentación aportada por Blanco no deja lugar a eufemismos pese a los intentos, durante años avalados por el Ayuntamiento, de edulcorar los hechos. El exalcalde Pedro Fernández Montes (PP) llegó a negar que en Torremolinos hubiese existido un campo de concentración «sino un campo de internamiento, que no es lo mismo» y calificó de «tópico» la reivindicación para condenar este episodio durante un pleno en 2015. En los documentos de la época, sin embargo, este centro de confinamiento figura como «campo de concentración de prisioneros de guerra». Disponía incluso de sello propio. El 30 de marzo de 1939 llegaron a pasar revista 1.924 prisioneros, según un certificado firmado por el capitán jefe del campo, aunque se desconoce el número total de personas retenidas en Torremolinos durante los últimos meses de la Guerra Civil y el comienzo de la dictadura.

Otro documento destapa cómo se costeaba el servicio; el comisario de guerra validaba las facturas, que eran revisadas por el jefe de Contabilidad, el interventor y el delegado de Hacienda. Como ejemplo, desde Sevilla pagaron 6.349 pesetas por el funcionamiento del campo de concentración durante los días 30 y 31 de marzo de 1939. Todos estos extractos eran remitidos al Tribunal de Cuentas.

Aunque los documentos recabados confirman la existencia de un campo de concentración en Torremolinos, aún son muchos los interrogantes que sobrevuelan este triste episodio de nuestra historia reciente. Se desconoce hasta cuándo duró este campo y qué ocurrió con los presos, aunque se sabe que uno de los muros del cementerio era utilizado como paredón de fusilamiento. El franquismo usaba estos campos como parte de sus instrumentos de represión. Aunque la mayoría de presos eran republicanos, también fueron encarcelados extranjeros, gitanos, disidentes políticos, homosexuales y otros ciudadanos. Todos ellos eran explotados laboralmente. Algunas investigaciones apuntan que del campo de concentración de Torremolinos salió la mano de obra para construir parte del aeropuerto de Málaga. Los presos dormían a la intemperie y no disponían de servicios médicos. La falta de techo provocaba situaciones dramáticas, con el campo embarrado por la lluvia y los recluidos abriendo huecos en la tierra para guarecerse.

Una investigación de Javier Rodrigo, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, señala que en abril de 1939 había 4.494 personas censadas en el campo de concentración de Torremolinos, que no fue el único de la provincia; también se instalaron campos similares en Málaga (La Aurora) y, aunque menos numerosos, en localidades como Ronda o Antequera. Se calcula que, al final de la Guerra Civil, había más de 13.000 presos en los campos de concentración malagueños, una historia que jamás debería repetirse.

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