El anarquismo necesita 100.000 euros para digitalizar su historia.

La Fundación encargada de conservar el archivo de la CNT busca lograr el dinero suficiente para mejorar su sistema de catalogación y profesionalizar ciertos servicios. Miles de carteles, libros y cabeceras de prensa aún están guardadas en cajas a la espera de conseguir los recursos necesarios para ponerlas a disposición de investigadores e interesados.

Parte del archivo que custodia la Fundación Anselmo Lorenzo, en busca de fondos para mejorar su sistema de catalogación, documentación e indexación. — Guillermo Martínez

madrid / 25/12/2021 22:14 / Guillermo Martínez

En 2020 atendieron 440 consultas de investigadores y proporcionaron información a 123 personas que buscaban alguna seña de su ser querido. Eso es lo que hizo el pasado año la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL), entidad que custodia el preciado archivo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y que ahora busca conseguir 100.000 euros para continuar su actividad de catalogación, documentación e indexación de los miles de documentos que todavía no pueden ser consultados posteriores a 1939. El tesoro que se conserva en Yuncler, Toledo, les hace erigirse como el mayor archivo anarquista de la Península Ibérica y uno de los más grandes del mundo: “Parece que pedimos mucho dinero, y creo que entre todos lo podremos conseguir, pero tampoco es tanto teniendo en cuenta el material que necesitamos y los presupuestos en los que se suelen mover otros archivos”, dice Sonia Turón, presidenta de la Fundación.

La historia de esta documentación se remonta al término de la Guerra Civil, momento en el que se pierden cientos de toneladas de papel y cultura anarquista. En Salamanca se concentró todo el material incautado por el bando franquista, ya victorioso, procedente de ateneos, organizaciones y partidos políticos y sindicatos. “Allí, en su Salamanca, donde empezaron todas las cuestiones intelectuales del régimen, tan solo guardaron lo que les interesó, es decir, el material en el que apareciesen nombres y apellidos para después poder enjuiciar y reprimir a esas personas. No solo nos aniquilaron físicamente, sino también documentalmente”, agrega la propia Turón. A ello se sumó la destrucción que los propios militantes libertarios llevaron a cabo del material que obraba en su poder, temerosos de que el nuevo régimen dictatorial pudiera represaliarles por ello.

Décadas más tarde, la CNT decidió constituir la FAL para conservar, catalogar y difundir todo lo que quedó de la documentación histórica en aquel momento más lo que ha ido llegando a lo largo de estos años del movimiento libertario en el exilio y la gran relación que los afiliados a la Confederación han ido guardando con los movimientos sociales más vanguardistas, políticamente hablando. “Tenemos documentación a espuertas porque la obra constructiva que llevamos a cabo durante la revolución social y el movimiento libertario en general han dejado mucho camino, pese a todo”, relata la presidenta.

Construir un pensamiento nuevo

Ella misma es consciente de cómo estos años de democracia también han sido años de silencio: “Es increíble el inmenso miedo que ha habido durante este tiempo que es ahora cuando se nos multiplican las consultas sobre parientes. Ahora, tras dos o tres generaciones, es cuando la gente se está atreviendo a decir que aquí están sus abuelos“. Sea como fuere, los miles de documentos que se archivan en Yuncler lanzan un mensaje. Parafraseando a Turón, son la prueba de la creación de un pensamiento nuevo que ya existió, por lo que se podría volver a repetir, precisamente, acercándolo a la realidad para crear nuevas prácticas desde el movimiento anarcosindicalista y libertario.

La cifra de los 100.000 euros parece algo desmedida, sobre todo teniendo en cuenta las que se manejan en los ‘crowfunding‘, el medio por el que esperan obtenerla gracias a las pequeñas aportaciones de cientos de personas conscientes del valor de esta documentación. A pesar de ello, con todo el dinero que logren obtener intentarán mejorar su sistema de catalogación, preservación, restauración y digitalización. Por ejemplo, han calculado que con 3.000 euros podrían financiar la compra de material de conservación y con otros 3.000 el equipamiento informático necesario para la digitalización de prensa y el escaneado de fotografías, diapositivas y negativos. Con 11.000 euros podrían adquirir un escáner profesional de gran formato, y con unos 20.000, un programa de gestión documental profesional.

En este sentido, cabe destacar que la FAL, al igual que la CNT, no recibe ningún tipo de subvención, y tal y como puntualiza Turón, tampoco quieren. Así pues, es con el dinero de los socios y donantes de la FAL y los militantes de la CNT cómo se financia tamaña empresa. Pese a sus limitaciones, se han convertido en el centro neurálgico de la cultura anarquista en el Estado español. Así lo acreditan las decenas de charlas, conferencias y presentaciones de libros y películas que desarrollan cada temporada en su sede, en el madrileño barrio de Embajadores; al igual que los títulos que editan de forma continua intentado recuperar y actualizar “todo lo que tiene que ver con el movimiento libertario”, recalca la presidenta.

La presencia de la memoria histórica familiar

Para ello, tres son las personas contratadas en la Fundación, aunque muchas otras, entre las que se encuentran las de la junta directiva, también dedican parte de su tiempo al correcto funcionamiento de la entidad. De esas tres, una es Juan Cruz, el archivero de la FAL que día tras día desempeña su labor en Yuncler. “Yo me encargo del trabajo básico de archivo como la catalogación de fondos, su digitalización y el procesamiento de nuevos ingresos documentales y sus mejoras de conservación, pero también del trabajo de fondo, es decir, la atención a los investigadores y la divulgación de los materiales”, relata a Público desde el pueblo toledano.

Su experiencia le dice que el usuario actual que se acerca al archivo de la CNT tiene diversos perfiles, aunque hace unos años sí era más monocolor. Más allá de los investigadores profesionales vinculados al mundo universitario y otros tantos estudiantes que se inician en ello con la realización de sus trabajos fin de grado o máster, Cruz explicita “la recuperación de la memoria familiar“. Se refiere a aquellas personas que pertenecieron al movimiento libertario o fueron militantes de CNT de las que apenas se sabe nada y cuyos allegados ven en la FAL una herramienta para terminar con ese manto de silencio.

Preguntado por qué hay dentro de todas las cajas que aún tiene que catalogar, el archivero responde que se trata de un fondo muy valioso. En un gran porcentaje, lo concerniente a la dictadura, el exilio y la Transición desde la perspectiva anarquista aún no se puede consultar. Por eso necesitan el dinero. “Estamos hablando de todo el fondo fotográfico del exilio y la Transición, del fondo audiovisual posterior a la Guerra Civil, un número elevado de grabaciones de charlas, entrevistas a veteranos militantes, grabaciones de mítines en la década de los 70 y también fondos personales de viejos anarquistas que han depositado toda su documentación y biblioteca en la FAL”, se explaya Cruz. A todo ello se le suman objetos como carnets de la Confederación, fotografías de todo tipo, postales e incluso cuadros.

Mejorar su catálogo sin ayuda estatal

El nivel de descripción que aún mantienen las cajas relativas al exilio libertario en Francia, por ejemplo, es “paupérrimo“, describe el archivero. En los mismos fondos aún sin casi catalogar está la documentación procedente del exilio latinoamericano, en donde sobresale multitud de cabeceras prensa en la que habría que realizar trabajos complementarios, como los de onomástica, para recuperar los nombres propios que aparecieran y así favorecer las consultas posteriores. Aun así, el fondo actual cuenta con una colección 6.000 carteles, más de 5.000 cabeceras de prensa catalogadas desde finales del siglo XIX y un archivo audiovisual y una biblioteca especializada con miles de títulos en su colección.

Por otra parte, la FAL y el archivo de la CNT cada vez adquieren mayor reconocimiento en el mundo archivístico, sobre todo aquellos que custodian documentación obrera y sindical. Asimismo, aunque el Estado español reconoce a la FAL como el interlocutor válido en este tipo de cuestiones, la FAL y la CNT siempre han sido muy reacias a formar parte de cualquier estructura de sistema de archivos estatales. ¿Por qué? “Porque es el Estado quien aún conserva un volumen ingente de documentación robada que no nos ha devuelto. Por eso, no puede haber ningún tipo de relación de igual a igual con el Ministerio de Cultura“, finaliza Cruz.

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