El día que Jaén fue Gernika

La ruta ‘Vestigios de la Guerra Civil en Jaén’ recupera, a través del historiador Luis Miguel Sánchez Tostado, la memoria del bombardeo de la ciudad por aviones nazis en 1937

andalucesdiario.es/ Antonia Merino / 2 may 2016

Durante décadas reinó en Jaén la ley del silencio sobre la Guerra Civil y la represión franquista. El propio Miguel Hernández en los días posteriores al bombardeo del año 37 hablaba en uno de sus artículos para la revista Frente Sur del carácter adormecido de los jiennenses: ¿Ha despertado ya Jaén de su modorra incrédula y moruna? (…) ¿Por qué no se ocupan esos hombres en la construcción de refugios para sus hijos y esposas, o por qué no colaboran con los que llevan nueve meses bajo la lluvia y las balsas, conquistando la tierra que a todos nos quieren arrebatar? Hombres veo que, cuando Jaén quedara totalmente destruida, cuando no tuvieran un rincón donde meterse, ocuparían los nidos de los ratones y allí se dejarían matar sin hacer otra cosa que lamentarse”.

A unos meses de conmemorarse el 80 aniversario del inicio de la Guerra Civil, Jaén ha puesto fin a este silencio organizando un recorrido por algunas de las cicatrices olvidadas en la memoria histórica de los jiennenses. La ruta “Vestigios de la Guerra Civil en Jaén” ha servido para rescatar unos hechos que marcaron la vida de una ciudad tras el bombardeo del 1 de abril del 1937. La iniciativa ha brindado a los jiennenses la posibilidad de conocer uno de los episodios más tristes acaecidos durante la contienda española y la posterior represión de la dictadura.

OBJETIVO: SEMBRAR EL MIEDO

El 1 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana bombardeó sin piedad la ciudad de Jaén, fiel a la República en aquel momento. Este golpe inesperado se produciría días antes del famoso bombardeo de Gernika. El objetivo del bando franquista era sembrar miedo en cualquier punto de la geografía española de forma indiscriminada.

El ataque se realizó por sorpresa. La ciudad de Jaén no era enclave militar destacado ni en ella se desarrollaba combate alguno. La población no estaba preparada ni se dio ningún tipo de alarma antes del ataque.

Las estimaciones de víctimas, basadas en los datos procedentes de registros civiles, libros de cementerios y documentación de la Causa General, cifran el número de fallecidos en 157 y en varios centenares los heridos. Resulta escalofriante el dato sobre la edad de las víctimas: en su mayoría, menores de 18 años.

UN ENFOQUE ASÉPTICO

“Conocer desde el rigor histórico y con un enfoque totalmente aséptico y realista es el fin de este paseo que nos conduce por algunos de los escenarios que fueron protagonistas durante la guerra”. Bajo esta premisa, el investigador e historiador jiennense Luis Miguel Sánchez Tostado ha diseñado y planificado una ruta para profundizar en uno de los episodios más azarosos que vivió la capital y del que tan poco se sabe. Este itinerario es la primera vez que se hace en Jaén y “la respuesta del público no ha podido ser mejor”, señala su autor. “El fin no es otro que recuperar la memoria colectiva, cuyo conocimiento debe servir para que las futuras generaciones desarrollen una cultura de paz y convivencia”.

Sánchez Tostado arranca este paseo con una introducción sobre el bombardeo y los estragos que ocasionó a la población. Un ataque que fue eclipsado por el de Guernica y por un mutismo que se apoderó de las familias jiennenses y de las distintas administraciones, que hasta hace muy poco no mostraron interés alguno en tratar uno de los periodos más amargos del siglo XX. Para una de las participantes en estos itinerarios, Sara Martínez, “el miedo se coló por las rendijas de las ventanas de los jiennenses que prefirieron no airear el asunto de puertas afuera”.

UNA INVESTIGACIÓN RIGUROSA

A este mutismo se enfrentó Sánchez Tostado, que quizás sea de los pocos escritores jiennenses que se ha atrevido a hurgar en las herida y fruto de ello es una extensa obra donde ofrece un relato respaldado por una rigurosa investigación histórica. Este conocimiento de la contienda lo pone ahora al servicio de los jiennenses con esta ruta guiada con la que busca rescatar la intrahistoria y darla a conocer. Cada espacio le sirve al autor para mostrar las cicatrices de un conflicto que aún subyace en la memoria de los más mayores y que los jóvenes ignoran.

Así, desvela las claves sobre el brutal bombardeo de Jaén perpetrado con total impunidad sobre una ciudad indefensa por el bando fascista que, dotado con aviones alemanes, atacó indiscriminadamente a la población de una sola pasada ocasionando 157 muertos, sobre todo mujeres y niños que en esos momentos se encontraban en la calle. “El ataque causó más víctimas que el de Guernica, si tenemos en cuenta además que Jaén no era objetivo militar. Desde el inicio mismo de la contienda civil esta ciudad se convirtió en el punto de destino de miles de refugiados y evacuados procedentes de poblaciones próximas al frente de batalla”, sentencia, no sin recordar que Jaén no contaba con defensas antiaéreas ni fortificaciones.

HONORES EN LA CATEDRAL

El punto de encuentro de esta ruta es la Iglesia de San Ildefonso, donde los impactos de metralla de los bombardeos aún se visualizan en la fachada neoclásica del templo. La segunda parada es la plaza San Francisco, en las inmediaciones de la cripta del Sagrario de la Catedral de Jaén, donde se le dio cristiana sepultura a las víctimas de los derechistas jiennenses represaliadas. Se buscó el espacio más suntuoso para enterrarlas. Estas víctimas sí gozaron de todos los honores nada más concluir la guerra. En cambio, tras casi ochenta años de la conclusión de aquel drama, nadie se ha ocupado todavía de dignificar a las víctimas de la dictadura cuyos restos se hacinan en las fosas comunes del cementerio de San Eufrasio de Jaén.

Durante el recorrido, recuerda la existencia de una población reclusa de la cárcel-catedral, o los “trenes de la muerte”, donde dos expediciones de presos derechistas fueron trasladados de Jaén a Madrid los días 11 y 12 de agosto de 1936. Cerca de 200 murieron a su llegada a Vallecas. Son explicaciones detalladas que van acompañadas de una documentación (infografías y fotografías) que detalla el coste humano tanto en la retaguardia republicana como en la dictadura de posguerra. No en vano en su libro Víctimas. Jaén en guerra (1936-1950) ofrece un censo nominal de víctimas de los dos bandos clasificado cronológica y geográficamente y que deja entrever cómo fue y se proyectó la violencia en cada uno de los bandos.

CÁRCELES EN LAS IGLESIAS

Sánchez Tostado relata la dureza de la represión franquista una vez finalizada la contienda y recuerda que en 1940, inutilizada ya la Iglesia Catedral de Jaén como prisión militar, los conventos de Santa Clara y Santa Úrsula se transformaron en cárceles. “Tras sus muros de piedra, señala, se custodiaron durante varios años a aquellos reclusos que fue imposible alojar en la Prisión Provincial. Esta última conoció entonces el mayor hacinamiento de su historia: una masa de 4.000 hombres recluidos en un centro diseñado sólo para 80”.

El dolor pues no concluyó con el fin de la contienda. España se vistió de luto, llegaron las cartillas de racionamiento, el estraperlo, la misa diaria, la censura, el pudor moral, el fundamentalismo católico, el sometimiento y la humillación impenitente, el exilio y la emigración, y así hasta la implantación hegemónica de un régimen dictatorial que se prolongó cuarenta años. Como bien dice Luis Miguel Sánchez Tostado en su libro Víctimas. Jaén en guerra (1936-1950) “ya ya va siendo hora de arrojar un poco de luz a tanto silencio, despojarse del miedo y apostar por su conocimiento para que no se repitan en nuestra historia momentos tan trágicos”.

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