El estremecedor relato de los «esclavos del franquismo»

► En febrero de 2005 el Parlamento foral homenajeó a los prisioneros que pasaron por Navarra, con el voto en contra de UPN

► El programa ‘Salvados’ dirigido por Jordi Évole repasó en su edición de este domingo la situación de los ‘esclavos’ del franquismo, presos políticos que trabajaron forzados para el régimen tras la Guerra Civil. El espacio lideró su franja con una audiencia media del 14,3 % y  2.994.000 espectadores.

NOTICIASDENAVARRA.COM | Pamplona | 7-3-2016

“Me empujaron con un fusil y me dijeron ‘tira para alante’, no tenía contrato, ni sueldo, fui un esclavo del franquismo, pero lo puedo contar”, comienza relatando Luis Ortiz, un hombre que cuando tenía 23 años fue obligado a participar en la construcción de la carretera entre Oiartzun y Lesaka y que está cerca de cumplir la centena.

“Era joven y llegué a la España franquista. No me preguntan nada, me llevan con un Guardia Civil donde nos metían a todos los que sospechaban que habíamos sido combatientes. Mi ficha decía ‘hijo de republicano’ y yo decía que no me podían culpar de nada. Nos llevaron al campo de concentración de Miranda de Ebro y ahí se formaban batallones de trabajadores. A mí me tocó la lotería porque sabía escribir a máquina”, comenta.

El programa entrevistó también al periodista Isaías Lafuente. “Trabajaban de sol a sol, y en algunos casos también por la noche, y no podían protestar. Todo el agua que les daban era un cuenco diario para beber y asearse. Las condiciones de los barracones eran de hacinamiento y sólo lo hemos podido conocer gracias al testimonio de las víctimas”, explica. Entre las empresas que utilizaron esta mano de obra, Lafuente destaca a “OHL, Entrecanales (Acciona), Dragados (actual ACS), Duro Felguera, Babcock & Wilson, o Portland (ahora pertenece a Cemex)”.

El hambre era horrorosa, era peor que la dureza con la que trataban a la gente. Algunos cazaban lagartos y se los comían crudos, o se comían las peladuras de lo que en el pueblo echaban a los cerdos. Un preso peleó con un perro por un hueso y acabó con el brazo destrozado”, reflejaba Luis Ortiz.

HOMENAJE DEL PARLAMENTO DE NAVARRA EN 2005 El Parlamento de Navarra aprobó el 17 de febrero de 2005, por iniciativa de Aralar y con el apoyo de PSN, IU, CDN, EA y PNV, reconocer el trabajo realizado en diversas infraestructuras navarras por los llamados “esclavos del franquismo”, prisioneros y combatientes antifascistas que, tras la Guerra Civil, fueron condenados a trabajos forzados y obligados a permaner en condiciones inhumanas en diferentes ‘tajos’ en Burgui, Lesaka, Oteiza de la Solana, Roncal, Alsasua o Vidángoz.

El reconocimiento contó con el voto en contra de UPN que amparó su postura argumentando que las Cortes Constituyentes del Estado (1978) ya promulgaron leyes de reconocimiento y asegurando que “no hay que hablar de vencedores o vencidos porque quien perdió en aquella guerra fue el conjunto de la sociedad”.

Según Pedro Eza, portavoz de los regionalistas, un reconocimiento expreso por parte de la Cámara a los batallones de trabajos forzados no implicaría la recuperación de la memoria histórica, sino la configuración de una “memoria selectiva”.

El texto afirma que los “esclavos” “sufrieron castigo por oponerse al fascismo y defender la democracia, la libertad y la justicia social”. Este punto contó con el apoyo expreso de CDN que, en contra de sus socios de gobierno, ensalzaron la figura de los condenados y, a través de Juan Cruz Alli, aseguraron que “es bueno que lo que ocurrió lo tengamos presente porque quien olvida el pasado esta condenado a repetirlo”.

DECLARACIÓN Como segundo punto, la moción proponía un posicionamiento expreso de la Cámara “en contra de la realización de trabajos forzados por parte de los prisioneros de guerra”.

Este punto, que sí contó con el respaldado de UPN, fue resaltado por el portavoz de los proponentes, Patxi Zabaleta, quien aseguró que con él se reprobaban “todas estas prácticas que hoy siguen aplicándose en el mundo”.

El resto de la moción se centraba en el respaldo a los actos que, el pasado 19 de junio, se celebraron en Vidangoz en reconocimiento de los represaliados del franquismo. Allá la asociación Memorian Bideak presentó un comunicado que, entre otras cosas, definía a estos trabajadores como “luchadores por la libertad”. La Cámara se adhirió a ese comunicado y asumió el compromiso de impulsar, en colaboración con asociaciones locales e instituciones municipales, este tipo de reconocimientos públicos “en otras obras realizadas en Navarra”.

Por último, el día del citado homenaje, se erigió en Vidángoz un monolito conmemorativo del homenaje tributado a los “esclavos del franquismo”. Ese monumento ha sido objeto de “actuaciones vandálicas” (ataques y cruces gamadas pintadas con spray).

7.000 CONDENADOS Según Memorian Bideak, 7.000 prisioneros pasaron por Navarra para engrosar los Batallones de Trabajos Forzados. Sin embargo, la cifra, según las mismas fuentes, podrían llegar a 10.000.

27 BATALLONES EN NAVARRA Salamanca. Cerca de 550 batallones de trabajadores, más de 60 de ellos en Navarra y la CAV. Ésas son las cifras que arroja el archivo del Tribunal de Cuentas, sobre la presencia de estas unidades durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo (entre 1937 y 1942).

Según sus informes, y con algunas dudas derivadas de la terminología empleada en ciertos casos, hubo 27 batallones en Navarra, 18 en Guipúzcoa, doce en Vizcaya y siete en Álava.

Datos muy significativos sobre un apartado que hasta hace poco suscitaba más sospechas que certezas pero que, desde el traslado a Salamanca de esos informes, ha quedado mucho más al descubierto. La investigación de sus documentos, a los que tuvo acceso este periódico, revela que la actividad en ese ámbito fue todo menos escasa.

Miles de presos políticos fueron utilizados por el régimen franquista para trabajar en numerosas construcciones, desde pantanos hasta ferrocarriles, minas o puertos. Sin duda, la obra más conocida es el Valle de los Caídos, pero hubo otras muchas que fueron levantadas mediante este sistema.

Con las manos de prisioneros que vivían concentrados en campos, integrados en batallones o, incluso, condenados ya en cárceles franquistas. Los nombres, como ocurría con los campos de concentración, eran diferentes.

La mayor parte recibía la nomenclatura más simple, Batallón de Trabajadores, pero en muchos otros casos la definición no era tan sencilla. Tan simple. Había, entre otros, servicios de recuperación de automóviles; depósitos de recría y doma; trabajadores del ferrocarril, de pantanos o de minas; grupos vinculados al parque de ingenieros; servicios de distribución de chatarra o grupos de descargadores agregados al transporte militar, a los puertos o a la aviación.

Había de todo.

AL SERVICIO DEL RÉGIMEN Eso sí, más o menos, todo se correspondía con lo que había: la obligación de trabajar al servicio del régimen y de lo que éste dispusiera. Porque, al final, lo que había era esclavitud (los bautizados como Esclavos de Franco).

Personas utilizadas para reconstruir parte de lo que había sido destruido y para levantar, también, nuevas infraestructuras. Eran agrupadas en batallones y, desde ellos, como parte de una unidad de trabajo, empleadas para determinadas tareas. De todo esto son fiel y claro testimonio los extractos, los informes enviados mensualmente por los responsables de cada batallón al citado Tribunal de Cuentas.

Ésos que hasta ahora estaban perdidos en algún cajón y que ahora, en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, pueden ser consultados por los investigadores.

http://www.noticiasdenavarra.com/2016/03/07/ocio-y-cultura/comunicacion/el-estremecedor-relato-de-los-esclavos-del-franquismo