El franquismo le incautó 7,85 pesetas al periodista Ruiz Carnero 20 años después de asesinarlo

Francisco Vigueras revive en su libro ‘Granada, 1936. Muerte de un periodista’ la trágica historia del director de El Defensor de Granada y amigo de Lorca

andalucesdiario.es | María Serrano | 16-2-2016

Su cadáver fue acribillado en la tapias del cementerio de Granada el 8 de agosto de 1936. El periodista Constantino Ruiz Carnero, íntimo amigo del poeta Federico García Lorca, no temía en principio la entrada golpista en la ciudad de Granada donde la terrible represión habría de dejar interminable rastro de sangre. “Nunca pensó que se pudiera quebrantar la fuerza de la Segunda República y el mismo 19 volvió de nuevo a su oficio, el del periodismo, en la redacción de El Defensor de Granada”, el periódico donde ejercía como director.

La entrada de los sublevados provocó su cierre el mismo 20 de julio. El investigador y periodista Francisco Vigueras acaba de publicar la segunda edición de su libro ‘Granada, 1936. Muerte de un periodista’, donde incluye el violento asesinato que sufrió Ruiz Carnero y el posterior expediente de responsabilidades políticas que le abrió la justicia fascista. Aquella investigación estuvo en trámite dentro del régimen militar hasta 1958.

Casi siendo un niño, Ruiz Carnero comenzó su carrera en el oficio con apenas catorce años. Aparte de periodista, escritor polifacético, era militante de Izquierda Republicana, el partido de Manuel Azaña, y fundador de la asociación de periodistas de Granada, donde luchaba ya en los años 30 contra “la precariedad de la profesión de la que ahora tanto se habla”. Vigueras comenzaría su investigación en la hemeroteca sobre las columnas periodísticas, editoriales y artículos de Carnero, como sus exitosas ‘Siluetas del Día’, columnas satíricas escritas bajo el seudónimo de Constancio.

En uno de aquellos días, Vigueras conocería por casualidad a Jesús Foster Ruiz, sobrino del periodista, que aportaría gran parte del nuevo material incorporado al libro. “Desde fotos familiares a una importante documentación sobre los últimos días de Ruiz Carnero antes de su terrible muerte”, destaca el autor.

Vigueras rescata en su libro el duro testimonio de Jesús cuando vio por última vez a su tío. Con apenas diez años, Jesús describe “la chaqueta al hombro, corbata larga y siempre oscura y la camisa muy blanca de su tío Constantino”. “Al llegar a la esquina levantó la mano y saludó. Era su último adiós. Recuerdo que ese día era domingo, 19 de julio. Aquella imagen de mi tío levantando el brazo y diciendo adiós me recuerda al cuadro de Goya, los famosos fusilamientos de la Moncloa. No podía imaginar que era la última vez que iba a verlo”. Siete días más tarde sería detenido y trasladado a la cárcel provincial de Granada.

UNA ESTRECHA AMISTAD CON LORCA

Su defensa apasionada por la República y los duros escritos a la derecha de la época lo llevaron a formar parte de la lista de los primeros detenidos en la ciudad, incluso antes que a su amigo Lorca. Vigueras recuerda que “Constantino se haría eco desde las páginas de El Defensor de la genialidad de la obra de Lorca, publicando incluso obras como ‘Yerma’, que era considerada inmoral y anticatólica por la derecha”. Cuando Lorca era atacado por la prensa conservadora, Ruiz Carnero defendía su obra desde las páginas firmadas de El Defensor, un rotativo que sin duda se convirtió en toda una referencia en la época, haciendo incluso dos ediciones diarias a mitad de los años 20, una matutina y otra vespertina.

“El final de ambos está muy ligado al terrible acoso que sufrían desde la burguesía granadina, considerada por Lorca la peor burguesía de España”. Tras la detención de Ruiz Carnero, las sacas y registros en la ciudad de Granada se multiplican. Su amigo Federico sería fusilado en Víznar solo doce días más tarde.

ESQUIRLAS EN LOS OJOS

Según testigos, en prisión le golpearon con la culata del fusil en la cabeza y le destrozaron las gafas. Carnero estuvo toda la noche agonizando con las esquirlas de sus lentes incrustadas en los ojos. Llegaría a la mañana de su fusilamiento apenas con un hilo de vida, el que fue definitivamente cortado ante las tapias del cementerio granadino. Los golpistas de la temible “escuadra negra” acabaron con su último aliento “atando su cuerpo a un poste para fusilarlo”.

Tres años más tarde, un tribunal de responsabilidades políticas abrió un expediente al periodista donde “reflejaba lo que hacía el régimen franquista, que no se conformaba con fusilar sino que después puso en marcha una farsa judicial movilizando a siete jueces para aplicar con carácter retroactivo esta ley de responsabilidad a una persona que ya no se podía defender”, destaca Vigueras. Además de interrogar incansablemente a las hermanas Paulina y María Luisa durante más de veinte años,“llamarían a curas, militares y más testigos para culpar a Ruiz Carnero”. En el libro Vigueras se destaca que “la acusación más grave de su expediente serían los actos de violencia marxista cometidos en la ciudad antes del golpe militar”. Tras veinte largos años, sin conseguir encontrar bienes inmuebles que incautar a la familia, lograrían confiscarle siete pesetas con ochenta y cinco céntimos de una cuenta de la época en Granada.

LA HISTORIA DE EUFRASIO MARTÍNEZ

Carnero no fue el único periodista de El Defendor que se encontraba en la lista de los fascistas en Granada en julio de 1936. Eufrasio Martínez, que cubría las páginas de deportes de El Defensor de Granada vivía una dolorosa coyuntura. “Eufrasio viajaría aquellos días del golpe hasta Barcelona para cubrir las olimpiadas”, destaca Vigueras. Su mujer Estela se quedaría en Granada al ciudado de su hija. Como represalia por la desaparición supuesta de su marido, Estela es violada y torturada por los golpistas en el convento de San Gergorio. Sería fusilada el 9 de noviembre de 1936 en Víznar. Eufrasio dejaría las letras, tras la terrible noticia, en aquel tiempo de guerra y se alistaría en el ejército republicano para “librar a Granada de los fascistas”. El 31 de agosto de 1937, Eufrasio moriría en el frente de Albuñol. Otra muerte trágica para otro periodista de aquel mítico Defensor de Granada.

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