Cazarabet conversa con… Loreto Urraca Luque, autora de “Entre hienas” (Funambulista)
27.01.2024
Loreto Urraca Luque indaga en este libro sobre quién fue y cómo se lo hizo el agente que entregó a Companys.
No conforme con entregar al President de la República de Catalunya, Lluís Companys, este mismo agente fue el que decapitó a la Resistencia Francesa.
El abuelo de la autora de este libro, Pedro Urraca era el “hombre de Franco” en las sombras y entre los exiliados españoles y republicanos…
En esta indagación biográfica basada en documentos inéditos, cartas y diarios, la autora desvela el alcance de la colaboración entre los franquistas, los nazis y la Policía del régimen de Vichy, trazando la peripecia existencial de su abuelo, Pedro Urraca Rendueles, oscuro policía franquista condenado a muerte en rebeldía en Francia (1948) por connivencia con el enemigo durante la ocupación. Huido a Bélgica, siguió trabajando para el Estado español hasta 1982.
Descubrimos también la historia de Antoinette Sachs, judía, pintora y amante de Jean Moulin, en cuya vida se cruzó Urraca, algo que pudo haber sellado el destino trágico del héroe de la Resistencia Francesa. Son también protagonistas los republicanos españoles, los judíos y los resistentes, víctimas de la opresión del totalitarismo.
Se revelan en el libro por vez primera detalles de la entrega de Lluís Companys al régimen de Franco al tiempo que se plantea una tesis diferente sobre lo que originó la captura del jefe de la Resistencia, Jean Moulin.
Un insólito y valiente ajuste de cuentas literario que indaga en la memoria de los personajes para denunciar la crueldad egoísta de unos fanáticos con poder. Una obra a caballo entre la ficción y la Historia, que permite ahondar en la figura de Pedro Urraca, «el cazador de rojos».
La autora, Loreto Urraca: Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Los azares laborales la llevaron a vivir en el extranjero durante su juventud. En 2008, descubrió por la prensa la verdadera identidad de un abuelo apenas conocido. Desde entonces, siguiendo las huellas del encargado de vigilar, perseguir y detener a los republicanos exiliados en Francia, ha investigado la faceta más oscura del primer franquismo y su implicación en la Segunda Guerra Mundial. En 2013, abrió la página web www.pedrourraca.info Pedro Urraca: Los ojos de Franco en Francia, para recopilar y compartir datos sobre las personas mencionadas en los informes que el policía Pedro Urraca enviaba desde París. Es la personal contribución de un descendiente de franquistas a la recuperación de la memoria histórica y al restablecimiento de la dignidad de los exiliados.
Con esta novela, basada en documentos de varios archivos, la autora aspira a divulgar esa parte de la historia de España que deliberadamente se nos había ocultado. También pretende despertar el interés de los investigadores por la escurridiza trayectoria del agente Urraca en la red de espionaje Operación Gladio, desde su inicio en 1946.
La web que ha creado la autora: http://www.pedrourraca.info/
Cazarabet conversa con Loreto Urraca:
-Loreto, la pregunta es, quizás, muy previsible, pero muy frecuentemente nos gusta empezar nuestros Conversas preguntando qué es lo que te llevó a escribirlo, nos referimos al libro… Cuéntanos un poco, por favor, la génesis de la historia.
-Hace diez años, ojeando El País, me topé con un artículo en el que aparecía una foto de un abuelo al que apenas había conocido. El titular era demoledor: El Cazador de rojos. La sorpresa me empujó a leerlo. Era una extensa reseña de una tesis doctoral de la Universidad de Barcelona sobre la persecución del exilio republicano (Jordi Guixé, La persecución franquista en Francia). Me extrañó que ese abuelo despertara tanto interés, pero leyendo lo que había hecho, comprendí que era el rostro de la represión. Descubrí que Pedro Urraca Rendueles fue un policía franquista destinado en Francia a partir de noviembre de 1939, con la misión de perseguir y capturar a los líderes republicanos exiliados. Uno de ellos fue el presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys. Sentí rabia y vergüenza, y tuve el presentimiento de que tarde o temprano, alguien me vincularía con ese Pedro Urraca, por llevar este apellido tan poco común y fácil de recordar. Pero en aquel momento, opté por no hacer nada, solo tratar de pasar página y olvidarme del tema.
Algún tiempo después, me llamó una periodista, Gemma Aguilera, que estaba redactando un reportaje sobre Companys, en conmemoración del 70 aniversario de su fusilamiento. El vínculo ya estaba hecho. La periodista me solicitó una descripción de mi abuelo, que le contara mis recuerdos de pequeña. Comprendí que los descendientes de las víctimas del régimen franquista estaban ávidos de información, y como era inútil negar la evidencia de ser su nieta, sentí la necesidad de desafiliarme públicamente de ese abuelo, al que solo había visto en ocasiones esporádicas. Quería dejar constancia pública de que, a pesar del parentesco, yo no tenía nada que ver con él, que no me había educado, ni influido en mi personalidad. Pero yo no sabía nada de él. Tenía primero que saber realmente quién había sido y qué había hecho, y me decidí a investigar todo lo que pudiera sobre ese abuelo desconocido, para luego poder rechazarlo.
Fue entonces cuando me decidí a ir a Barcelona, a leer la tesis, y según iba leyendo, fui recopilando todas las fuentes documentales que se referían más a Pedro Urraca. A partir de esa lista, empecé a consultar los archivos, para comprobar con documentos todas las acusaciones que se le imputaban.
En cinco años visité varios archivos en Francia y en España, y descubrí cómo los franquistas perseguían a los exiliados gracias a la colaboración con los nazis y con la policía del régimen de Vichy durante la ocupación de Francia. Pensé que era una parte de la historia de España poco conocida y que había que divulgarla, y las historias personales ofrecían materia de sobra para novelar.
-¿Cuándo y cómo te enteras de quién fue en realidad, tu abuelo? Anteriormente a que saliese el artículo en prensa, ¿nunca sospechaste nada?; ¿qué es lo que te contaban, escuchabas en el día a día y sabías de tu abuelo? Porque me imagino en estos casos la persona a la que conocemos y recordamos no tiene nada que ver con la que vamos descubriendo….para bien o para mal…
-En mi caso no hubo una transmisión de memoria ni por él directamente, ni a través de su hijo, porque mi padre se fue de casa cuando yo tenía cuatro años. Por eso desconocía totalmente la rama paterna de la familia y en mi casa, no se hablaba nunca de ellos. Mi padre reapareció con una llamada desde Francia cuando cumplí 18 años, en 1982. Le conocí a él y a sus padres unos meses después. En los siguientes años y hasta que Pedro Urraca cayó enfermo hacia 1987, nos vimos en algunas ocasiones, pero yo intentaba espaciarlas lo más posible, porque no me era agradable su compañía. Él nunca me contó nada de su etapa en Francia, solo mencionaba que había sido diplomático en Bélgica. Yo no le prestaba mucha atención, pensaba que eran batallitas para deslumbrarme.
-Tu abuelo era policía y así, a priori, se podía decir que “cumplía órdenes y con su deber”, pero, ¿además estaba convencido por lo que hacía?; ¿creía en “la Cruzada franquista”? Un espía para la dictadura franquista ¿tan consagrado como hábil para escapar y seguir prestando los servicios para su país hasta bien entrada, ya, la democracia…no?
-Entró en el Cuerpo de policía en 1929. De su trayectoria, deduzco que cumplió con más convencimiento las órdenes de la época franquista, pero no he encontrado nada que confirme que era de Falange, por ejemplo. Desde luego estaba convencido de lo que hacía y sabía muy bien qué consecuencias tenían sus actuaciones. Está claro que era afecto al régimen, pero también creo que su verdadera ideología era vivir bien durante la guerra gracias a su situación.
Más que espía fue un agente de policía del gobierno franquista, actuando en secreto en territorio extranjero. Al acabar la guerra, la Policía francesa le acusó de colaboracionista con los nazis, afirmando que les pasaba documentación de la valija diplomática española. La CIA le utilizó más adelante como informador anticomunista, según se lee en el informe Paper Mills and Fabrication.
-En esos últimos años, ¿cómo los vivió?…la transición debió ser de lo más “tediosa”, aunque cuando se perpetuó en el trabajo es porque se le precisaba, ¿no?… ¿Cómo y de qué manera continuó con el trabajo, después de su paso por la Francia de Vichy? (Aunque de Francia le tocó marchar como “en busca y captura”….Vivió con Francia una auténtica relación de “amor -odio”, ¿no?)
-En Agosto de 1944 escapa del París recién liberado y se cierra su etapa en Francia. Terminada la guerra mundial, le destinan a la embajada española en Bélgica como adjunto del agregado comercial, aunque debía ser una tapadera, para continuar con su trabajo de vigilancia. Como él mismo estaba en busca y captura por los aliados, se esconde bajo su segundo apellido, Rendueles. Urraca no vuelve a aparecer hasta que regresa a España, en 1982. Incluso su mujer utilizaba un apellido falso, porque también se la buscaba.
De su etapa en Bélgica conozco menos, solo tengo la documentación de sus expedientes en los Ministerios del Interior y de Exteriores, y algunos papeles sueltos que se conservan en el Arxiu Nacional de Catalunya. Su trabajo debió consistir en perseguir comunistas; el trabajo de cloacas que todos los regímenes totalitarios emprenden contra sus disidentes. Pero en la época de la transición, yo creo que los nuevos diplomáticos debieron intentar arrinconarlo como a un mueble viejo hasta que le llegara la jubilación.
-Fue enviado a Francia para localizar, seguir, espiar y capturar, neutralizando a los exiliados que eran más relevantes, importantes o activos en contra de la Dictadura…no solo dio con Companys, otros estuvieron en su “punto de mira” y fueron entregados a las autoridades franquistas o delatados a los nazis o al régimen de Vichy. ¿Qué nos puedes decir de los demás nombres perseguidos y “cazados” por Pedro Urraca?
-Le nombraron agente policial en la embajada en Francia en noviembre de 1939, aunque puede que estuviera allí ya desde julio de 1939. Su cometido efectivamente fue localizar, vigilar, perseguir y capturar a los exiliados más relevantes, los que figuraban en una lista enviada desde Madrid.
Unos meses después de declararse la Segunda guerra mundial, el gobierno francés obligó a los exiliados de todas las nacionalidades a residir lejos de las grandes ciudades y de muchos de ellos, conocía las direcciones. Cuando en junio de 1940, Francia queda dividida en la zona ocupada por los nazis y en la zona no ocupada, en donde se establece el régimen colaboracionista de Vichy, el destino de los exiliados es diferente según en qué zona residieran.
A los que quedaron en la zona ocupada, como Companys, Julián Zugazagoitia, o Juan Cruz Salido, que fueron ministros de la República, fue fácil capturarlos. Bastó una simple solicitud por parte del gobierno franquista, para que la Gestapo se desplazara a detenerlos, se les envió a España y aquí fueron fusilados. Sin embargo, otros consiguieron ocultarse, como la diputada Victoria Kent, que estuvo escondida en París durante los cuatro años de la ocupación.
En la zona no ocupada, el que por su relevancia política destaca más es Manuel Azaña, el presidente de la República, a quien no lograron capturar gracias a que estaba protegido por el embajador mexicano. Estaba muy enfermo, encerrado en una habitación de un pequeño hotel en Montauban, convertido en la legación diplomática mexicana, pero constantemente vigilado por la policía española, hasta que murió.
Otros políticos relevantes como Francisco Largo Caballero o Manuel Portela Valladares, fueron arrestados por la policía de Vichy, aunque no fueron extraditados, tal vez porque ya habían fusilado a Companys, Zugazagoitia y Cruz Salido, y el gobierno francés, aunque filonazi, no quiso entregarlos.
El presidente del gobierno de la República al acabar la Guerra civil, Juan Negrín estuvo constantemente en el punto de mira de la persecución franquista, pero logró escapar junto a Francisco Méndez Aspe, el ministro de finanzas.
Otros nombres que aparecen de forma recurrente en los informes que Urraca enviaba desde París son José Aguirre, el lehendakari, Julio Alvárez del Vayo, Mariano Ansó, José Calviño, Luis Fernández Clérigo, Paulino Gómez Sainz, José Mantecón, Federica Montseny, Nicolau D’Olwer, o Juan Peyró. Algunos lograron escapar, pero otros, fueron enviados a campos de concentración.
En la página web http://www.pedrourraca.info se puede consultar la lista de todos los nombres que aparecen citados en los informes de Urraca hasta 1942. A través del formulario de “Contacto” se puede solicitar una copia del documento y la envío en pdf.
-¿Qué metodología de trabajo fue desplegando para dar con Companys…? (por centrarnos un poco más en el libro presente)
-Companys vivía en La Baule, una localidad de la Bretaña francesa. Cuando los nazis ocuparon Francia, sus allegados le aconsejaron que huyera, pero él no quiso, porque esperaba recibir noticias sobre su hijo y aquella era la única dirección en la que se le podía localizar. El hijo de Companys estaba internado en un sanatorio que fue evacuado cuando el avance alemán; en la carretera fueron bombardeados y en la estampida, el joven se perdió. Terminó apareciendo, pero su padre no llegó a saberlo.
Entre otras cosas, los nazis incautaron los ficheros de la policía francesa. Desde Madrid, se pidió que fueran a detenerle y allí se presentó la Gestapo el 13 de agosto, junto a un policía francés, Víctor Druillet, que posteriormente colaboró con Pedro Urraca en la zona no ocupada. Una semana después, trasladaron a Companys a la prisión de La Santé en París. Allí el 21, Urraca le interrogó y el 27, le recogió para trasladarle hasta Hendaya.
Por lo que se lee en los informes de Pedro Urraca, cuando empezó, en noviembre de 1939, debía actuar prácticamente solo. Vigilaba de forma discreta, para localizar los lugares de reunión de los partidos políticos y de la Diputación Permanente de las Cortes. Posteriormente menciona que se sirve de informantes; debía tener colaboradores infiltrados entre los exiliados que le pasaban información. Con la ocupación de Francia, su trabajo se hace más fácil, porque de algunas detenciones se encargan directamente los nazis, como ocurrió con Companys o con Zugazagoitia o bien Urraca cuenta con el apoyo de la policía francesa, y su red de informantes se va agrandando y extendiendo hacia la zona no ocupada, que era donde residían casi todos los exiliados.
La Policía francesa le asignó el comisario Druillet como su colaborador en la zona no ocupada. Detuvieron a varios exiliados, pero el Estado Francés tenía más miramiento y exigía las solicitudes de extradición, que en varias ocasiones no fueron aceptadas.
-Amiga con este libro biográfico, que presumo tiene mucho trabajo de indagación e investigación: ¿has logrado conocer más a tu abuelo como ser humano o al espía y a “sus maneras”?
-Cuando empecé a investigar sobre Pedro Urraca, también iba buscando ese semblante humano que me habían pedido y que no pude describir. Me he encontrado con una persona entregada a su trabajo y metódica, pero implacable y fría. Desempeñó unas funciones desprovistas de ética de forma profesional.
-¿Crees que tu abuelo se hacía una idea de lo que deparaba su trabajo? Sus capturas, sus triunfos llevaron a la muerte a más de un exiliado… ¿Cómo, crees, llevaba esto? Y cómo un espía, según la documentación que has podido ir consultando y vas consultando, se cubría las espaldas porque hay que saber espiar, pero hay que saber protegerse… ¿cómo lo hacía?
-Era consciente del fin que les esperaba a los exiliados entregados a España, pero al estar convencido de pertenecer al bando de los que, según él, llevaban razón, lo debió vivir como algo normal. No creo que tuviera nunca ningún remordimiento.
No me parece que trabajara pensando en cubrirse las espaldas. Sus informes no van firmados, pero los que están escritos a mano tienen la misma letra que algunas cartas de acompañamiento en las que sí firma. La discreción era su mejor manera de protegerse, usando nombres falsos. La necesidad de protegerse debió surgir más adelante, porque hay expedientes que han desaparecido de los archivos, como señalan los historiadores.
-¿Crees que el dar a conocer el daño y las misiones que llevó a cabo tu abuelo pueden ayudar a dignificar una parte de la Memoria Histórica?
-Por supuesto, es precisamente mi propósito con esta novela y con la página web http://www.pedrourraca.info/, que puse en línea con todos los datos personales sobre exiliados que recopilé de sus informes. Son retazos de historias de personas a las que con el propósito de aniquilarlas, se les despojó hasta del derecho a ser recordadas.
-¿Cómo y de qué manera?, porque la web que has pensado y que trabajas, http://www.pedrourraca.info/, es una buena herramienta, pero , seguramente, que hasta a tí no te ha dado tiempo de indagar todo el entramado de espionaje desplegado en Francia para seguir de cerca y cazar a los más significativos…
-Tanto en los archivos españoles como en los franceses hay muchísima documentación y parece que ahora empieza a haber iniciativas para sacar a la luz esa etapa de nuestra historia que ha quedado oculta tanto tiempo.
Los nietos de aquellos protagonistas somos los más idóneos: con la suficiente lejanía emocional para que los lazos afectivos no entorpezcan nuestra capacidad crítica, pero a la vez, con curiosidad por conocer nuestro origen.
-Podemos afirmar o reflexionar que tu sensación cuando lees el artículo que te muestra quién fue tu abuelo es de sentirte intimidada, como señalada a través de tu abuelo…-Loreto, no me gustaría molestarte con nuestras preguntas que lo primero que quieren es indagar, pero desde el respeto, pero…¿una persona puede llegar a sentirse “engañada” por los suyos o sentir como “vergüenza” por los actos que llevó a cabo el abuelo?
-La lectura de aquel primer artículo fue un shock, un zarpazo del pasado. Urraca llevaba casi dos décadas muerto, yo le había olvidado completamente, había formado una familia, vuelto a España, y, de pronto, aquel artículo me descubría mi origen, y era tan innoble, que me sentí avergonzada y quise desvincularme de él. Me sentí intimidada por culpa del apellido. Si hubiera tenido otro apellido más corriente, hubiera pasado desapercibida y habría sido fácil diluirme en el anonimato de un nombre común. Pero este apellido me delató.
-¿Cómo iniciaste tu propia investigación, me refiero a la metodología, en torno a tu abuelo? Los archivos franceses, españoles y qué más has ido rastreando…Me temo que no debe ser nada fácil indagar en los archivos de los espías. Nos interesaría saber, cómo se vuelca toda la información en los escritos, en este libro y demás como es la web que, me imagino, por lo que voy viendo e indagando que no para de crecer.
-La verdad es que la única metodología fue intentar obtener todo lo que hubiera en los archivos sobre Pedro Urraca. Empecé por la lista que yo misma establecí de las fuentes documentales de Guixé. El expediente personal en el ministerio del Interior me lo enviaron, por ser su nieta; otros tuve que ir a consultarlos a París y a Fontainebleau. En aquel momento no eran de dominio público, porque no se habían cumplido los 25 años de la muerte de Urraca. Ahora son públicos, se pueden consultar sin derogación.
Más tarde supe de los archivos del PNV en Bilbao, en donde hay expedientes franquistas de cuando usaron la sede del PNV de París, para instalar la Falange, la Policía y la Comisión de Recuperación de Bienes Españoles. En agosto de 1944, el PNV pudo volver a entrar en su sede y allí encontraron copias de los documentos de estos tres organismos franquistas.
En el expediente judicial francés contra la familia Urraca, por el que se condenó a muerte a Pedro Urraca, encontré una pista que le involucraba en la captura de Jean Moulin, el líder de la Resistencia francesa, y consulté la fuente de esa información en los archivos personales de quien les denunció, Antoinette Sachs, una pintora judía, que era colaboradora y compañera de Moulin. Entonces estudié todo lo que se sabía de la captura de un grupo de jefes de la Resistencia, entre los que se encontraba Jean Moulin, y cotejando datos de las biografías de Urraca, de Moulin y de Antoinette Sachs, llegué a la conclusión de que bien pudieran ser ciertas las sospechas de Antoinette Sachs sobre la implicación de Urraca en la captura de Moulin.
Los últimos archivos que consulté fueron los militares de Vincennes, en donde apareció la ficha de Urraca como agente de la Gestapo.
-Su paso, estancia y trabajo en Francia, también contribuyó a mermar y de qué manera a la resistencia francesa con la detención de Jean Moulin… supongo que estaba metido en ello porque en la resistencia francesa había muchos simpatizantes y republicanos españoles a los que quería “cazar” y porque, además, de alguna manera quería contribuir a que el nazismo versus régimen de Vichy se afianzase en Francia… (Jean Moulin y su círculo más inmediato, cayeron en manos de uno de los nazis que más poder ostentó en Francia, Klaus Barbie, conocido como “el carnicero de Lyon”). Pero ni con el icono de la resistencia, que podía ser Jean Moulin, parecía que un espía de aquellos días saciase su propia gula porque hasta delata a personalidades de origen judío como la pintora Antoinette Sach… Sabía que él ganaba con cada delación, pero en qué ganaba y cómo ganaba (no creo que haya dinero suficiente para pagar la tarea de un buen espía). Haznos una reflexión, por favor, alrededor de estas dos consideraciones…
-La colaboración entre las policías de Vichy, nazi y franquista, para perseguir a resistentes, judíos y republicanos era estrecha, precisamente porque entre los resistentes había judíos y republicanos.
Sin embargo, la motivación de la familia Urraca para perseguir a Antoinette Sachs no se debió a que ella fuera judía, aunque se aprovecharon de esta condición. Desde 1934, ella vivía en París alquilada en un apartamento propiedad de la suegra de Urraca. En junio de 1940 huyó y dejó el apartamento vacío; pero el arrendamiento siguió en vigor. Hacia 1942, los Urraca quisieron instalarse en él. A instancias de la mujer de Urraca y aprovechando la comprometida situación de Antoinette Sachs, cuando se endurecieron las leyes antisemitas francesas, empezaron a buscarla, para obligarla a rescindir el contrato. La fatalidad es que era la compañera y colaboradora de Jean Moulin. Es posible que Urraca pusiera a los nazis sobre la pista del resistente, porque trataba de localizar a Antoinette Sachs.
-Tú llegaste a ver o notar cierto comportamiento que pudiese delatar en tu abuelo, o en lo que contaban de él, estas ideas entroncadas con el fascismo, el nazismo, hablo de ideas no de acciones… (pregunto por el ideario no por señales que te hiciesen pensar a qué se dedicó)
-En la época en que le traté, yo estaba más preocupada de mi porvenir, terminaba de estudiar, buscaba trabajo y me sentía una ciudadana más de un nuevo país que iba a ser acogido en la Comunidad europea. Había un ambiente de expectación ante la novedad. Cualquier cosa que recordara el pasado, se descartaba, como si hubiera que liberarse de ese lastre que nos impedía avanzar. En ese ambiente, no me interesaban sus ideas políticas, precisamente porque sabía que no íbamos a coincidir.
-Me imagino que tu abuelo debía tener bastante “don de gentes” con facilidad camaleónica para meterse en cualquier sitio, ambiente y para crear su propia “red de informantes”… ¿qué nos puedes explicar?
-Indudablemente debió desarrollar la habilidad de alternar con diferente gente en todos los ambientes. En algunos informes detalla cómo capta a algunos exiliados para que le sirvan de informantes. Algunos lo hacían por venganza y otros por necesidad.
Por otro lado, conseguir mantenerse en activo hasta los 82 años, incluso tras la llegada de los socialistas al gobierno, es una muestra de su capacidad de adaptación o del poder de la información que manejaba.
-Pero tu abuelo se debió encontrar, de alguna manera (directa o indirectamente), con otros “maestros” del espionaje como “el mítico Garbo” que engañó a los nazis con el desembarco de Normandía…
-Yo creo que hay que desmitificar el espionaje; las películas han adornado a los espías de un glamour que no merecen y que desvirtúa la realidad. Pedro Urraca localizando y persiguiendo exiliados no está espiando. Está cumpliendo las órdenes de su gobierno, pero al encontrarse fuera de las fronteras, está actuando en contra de la hegemonía de otro estado. Ese trabajo se sigue haciendo por parte de todos los regímenes totalitarios, pero no es espionaje.
La policía francesa tras la guerra, acusó a Urraca de espía por la supuesta información española que pasara a los nazis, pero solo he encontrado las acusaciones, nada que me confirme que fuera cierto.
Garbo sí era un espía. Un voluntario que se presenta en el servicio de inteligencia británico, para ayudar a los aliados. Hubo suerte y la intoxicación de falsas noticias a los nazis facilitó el desembarco. Pero Garbo estuvo encerrado en una casa en Inglaterra. Urraca se movía más en el ambiente ministerial y diplomático de Francia.
-Cuando los aliados ganan la guerra y Francia recobra, para decirlo de alguna manera, su aliento como nación….se producen muchas detenciones de colaboracionistas, espías y demás…entre ellos se señala a tu abuelo que escapa, aún con la muerte pisándole los talones… pero no deja de servir al régimen dictatorial de Franco, es entonces cuando Bélgica y los refugiados, emigrantes y exiliados españoles en ese pequeño país del corazón de Europa se ponen en su centro de la diana, ¿verdad?; ¿qué nos puedes explicar al respecto?
-El juicio contra la familia Urraca se inicia cuando ellos ya habían huido de Francia. Es cierto que hubo muchos procesos contra los colaboracionistas, los llamados “juicios de la revancha”, porque contrariamente al discurso del general de Gaulle de que toda Francia estaba en contra del ocupante y todos eran resistentes, la realidad fue que los franceses soportaron la guerra entre el acomodo a la ocupación y la colaboración activa o pasiva con los nazis. Fueron muy pocos los que participaron en la verdadera Resistencia. Es posible que en el caso contra la familia Urraca se vertieran acusaciones falsas o exageradas por parte de los mismos policías franceses que habían colaborado con Pedro Urraca, pero es fácil limpiar el expediente echándole toda la culpa a quien no corre peligro porque ya no está.
-Loreto, me imagino que no debes dejar de investigar en torno a toda esa larga sombra que dejó la actividad de tu abuelo, ¿es así?; ¿has colaborado con periodistas, investigadores…? Has estado, por ejemplo, en contacto con Jordi Guixé que es el que en su tesis determinó que fue tu abuelo el que entregó a Company?
-La época larguísima de Pedro Urraca en Bélgica queda aún por investigar. Algunos historiadores y el documento de la CIA apuntan a que fue uno de los agentes de la red Gladio y otros, a que fue el único miembro civil del Alto Estado Mayor. Pero para seguir investigando, necesitaría orientación sobre qué fondos consultar.
Investigando esas actividades (me refiero a las de tu abuelo), amiga, ¿has llegado a conocer mejor ciertas facetas de tu abuelo en el plano personal?; ¿has recortado más la memoria de tu familia? Es de suponer que esto te habrá costado, en conjunto, más de un disgusto… el tratar de hacerse con la verdad es lo que tiene…
-He conocido parte de las vidas de mis abuelos, quiénes eran y qué hicieron, y gracias a esos datos, me puedo hacer una idea de cómo eran. No les considero de mi familia porque no nos une ningún lazo afectivo.
Ha sido un proceso de investigación largo y penoso, y luego una etapa de escritura de la novela dura y azarosa. Durante todo ese tiempo he ido asimilando mi origen. Ha sido una catarsis hasta conseguir desvincularme totalmente de mis abuelos.
Afortunadamente no he tenido que consultar, ni pedir permiso a nadie y eso me ha facilitado mucho la toma de decisiones a la hora de insertar algunas escenas de la novela.