El vandalismo de extrema derecha se ceba con los monumentos que recuperan la memoria histórica

La placa que recuerda a Yolanda González, la joven estudiantil asesinada por un grupo de extrema derecha en 1980, ha sufrido hasta cuatro ataques en los últimos tres meses. No es el único caso. Prácticamente cada semana hay una nueva noticia de pintadas en monumentos que recuperan la memoria de los republicanos y las víctimas del franquismo. 

PÚBLICO | ALEJANDRO TORRÚS | MADRID | 4-2-2019

Yolanda González fue asesinada hace ahora 39 años. Un comando de extrema derecha, liderado por el militante de Fuerza Nueva Emilio Hellín, secuestró a la joven en su domicilio del humilde barrio de Aluche (Madrid) para después asesinarla a punta de pistola y abandonarla en mitad de una carretera. Era el 1 de febrero de 1980 y la sangrienta transición dejaba un muerto más en las cunetas. Esta vez el de una joven de 19 años, líder estudiantil y trabajadora, afiliada al Partido Socialista de los Trabajadores. 

Han pasado casi 40 años desde aquel asesinato. Sin embargo, la memoria de Yolanda González no descansa en paz. En noviembre de 2018, la Junta de Distrito de Latina del Ayuntamiento de Madrid, colocó una placa en recuerdo de la joven explicando la lucha de González y el modo en el que fue asesinada. Por fin, Madrid tenía un cartel oficial explicando a sus vecinos por qué luchó y murió la joven estudiantil. Sin embargo, la placa ha sufrido en apenas tres meses y medio hasta cuatro ataques. Cuatro. 

Una mañana amaneció con una cruz gamada (símbolo nazi); otra, completamente borrada con pintura; mientras que en otras dos ocasiones fue arrancada literalmente. “Vivo enfrente del jardín y no hace mucho me encontré con la placa en el suelo. Así que me la llevé a casa para ver si podíamos volver a ponerla“, explica a Público Josefa Lorente. Otros vecinos, como los que integran la asociación La Caba, no dudaron en llenar el parque con imágenes de Yolanda González y el texto inscrito en la placa vandalizada.

“Para nosotros es importante mantener vivo el recuerdo de cualquier represaliado por el franquismo. Y más importante todavía el caso de Yolanda, que era nuestra vecina, si perdemos nuestra memoria nos hacemos un flaco favor“, cuenta Carlos, miembro del colectivo La Caba a Público.

El barrio de Aluche, de hecho, ha reaccionado ante los ataques a la placa. Se ha creado incluso la asamblea vecinal Yolanda González con el propósito, entre otros, de convertir la placa en monumento. “Cada vez que salgo de casa me asomo, miro y me digo: ‘Ha aguantado un día más’. Pero volverá a ser tumbada. Creemos que es un grupo organizado de extrema derecha. No es una historia de un pirado que quita la placa”, prosigue Josefa Lorente. 

Las vecinas y asociaciones consultadas por este periódico coinciden en señalar que la placa volverá a sufrir daños. Tampoco dudan a señalar como responsables a los grupos de extrema derecha que hay en el barrio. Algunos nombran a Hogar Social Madrid, otros hablan del auge de las pintadas en apoyo a Vox. Pero, ¿por qué esta inquina con la figura de Yolanda González? 

Responde José Luis Yuguero, miembro de la Red Solidaria Popular de Latina-Carabanchel y conocido activista del barrio: “Políticamente Yolanda tiene una significación muy importante. No es casual que estos ataques coincidan con el resurgimiento de la extrema derecha. Yolanda significa la lucha por una democracia plena y por una vivida mejor. Era una socialista revolucionaria y por eso la mataron y por eso atacan su memoria“, explica Yuguero, que recuerda que el caso de Yolanda González fue el que permitió demostrar los vínculos de Fuerza Nueva con el terrorismo de la Transición con la condena a prisión de Martínez Loza, jefe de seguridad del partido de Blas Piñar. “Entiendo que ahora son los hijos y herederos de estas ideas los que se encargan de seguir escondiendo la memoria de Yolanda”, dice Yuguero. 

Los ataques a la placa, sin embargo, no son excepcionales. Si bien los monumentos dedicados a la Memoria Histórica siempre han sido una diana fácil para grupúsculos de intolerancia y extrema derecha, en los últimos meses se ha producido un rebrote de este tipo de ataques. El concejal del Ayuntamiento de Madrid y responsable de los distrito de Latina y Vicálvaro, Carlos Sánchez Mato, recuerda que este mismo problema también se ha dado con el monumento instalado en el distrito de Vicálvaro que recupera la memoria de las Brigadas Internacionales y que varias veces ha amanecido con pintadas de ‘Rojos no’. 

“El caso de la placa de Yolanda González es sintomático del momento que vivimos. En otros distritos y otros monumentos también estamos sufriendo estos ataques”, explica Sánchez Mato, que señala que este Ayuntamiento volverá a reponer las placas y a limpiar los monumentos tantas veces como haga falta. “En este tema no podemos ser tibios y no cabe la equidistancia. (…) Los que somos antifascistas vamos a pelear a muerte para que este tipo de reconocimientos se mantengan”, dice. 

Pero hay más casos. La lista se hace casi infinita. La calle de Madrid dedicada a la activista feminista Juana Doña también amaneció hace apenas unos meses vandalizada. Era el 10 de diciembre de 2018 y en su lugar habían colocado el antiguo nombre que el franquismo dio a la calle: la Batalla de Belchite. El 2 de enero, ya fuera de Madrid, fueron arrancados tres monolitos del monumento de Alhama de Murcia en homenaje a los cinco vecinos de la localidad que acabaron en campos de concentración nazis. Era el segundo ataque en apenas unos meses.

“Creemos que esto no es obra de chiquillos, sino que han tenido empeño en retirarlo”, señalaba Antonio García, concejal de Infraestructuras y Servicios Públicos de Alhama, a eldiario.es al día siguiente del ataque.

Los ejemplos continúan a lo largo y ancho del territorio. Hace apenas unas semanas el monumento a los represaliados por el franquismo en Villarrobledo(Albacete), que se levanta sobre una fosa común, recibió su cuarto ataque y amaneció con símbolos nazis y pintadas de ‘rojos no’.

Más ejemplos. Asturias vivió durante los últimos meses toda una oleada de actos violentos a sus monumentos de recuperación de la memoria. Así lo denunció el diario La Voz de Asturias en un reportaje que recogía cómo la estatua que recuerda a Aida de La fuente, conocida como la Rosa Roja de Asturias por su papel durante la Revolución de 1934, había amanecido una mañana de noviembre llena de pintura. Solo unas horas antes, el monumento dedicado a los represaliados por el franquismo en el cementerio de El Salvador en Oviedo había sido atacado con pintura roja.

También amaneció lleno de pintura, esta vez blanca, el monumento que en Langreo (Oviedo) honraba la memoria de tres hombres y cinco mujeres (dos de ellas embarazadas) fusiladas en noviembre de 1937. Los servicios de limpieza locales limpiaron aquella pintada y apenas unos días después el monumento apareció otra vez lleno de pintura. Esta vez con los colores de la bandera de España. 

Son solo algunos ejemplos de ataques a monumentos de memoria histórica. Hay más. Como el monumento a Carmen Lafraya, en Villafranca (Navarra), una joven de 17 años, hija de un sindilicalista de UGT, que fue fusilada por el franquismo. El monumento a esta joven represaliada fue atacado con pinturas incluso antes de ser inaugurado. 

También es cierto los ataques a monumentos de Memoria no son los únicos ataques que se producen en el Estado. Hace apenas una semana la sede del Centre LGTBI de Barcelona se despertó con pintadas y con los cristales de la puerta rotos por el lanzamiento de una valla del ayuntamiento. Pero es difícil de obviar que son los monumentos y placas de Memoria Histórica los que más ataques reciben. ¿Por qué? 

Responde Laura Martín Chiappe, graduada en Antropología Social y Cultural por la Universidad Complutense de Madrid y experta en políticas de Memoria: Graduada en Antropología Social y Cultural por la Universidad Complutense de Madrid: “Creo que a más visibilidad de la recuperación de la memoria pues hay más reacción de los que se sienten herederos del franquismo. ¿Por qué? Porque hubo impunidad, porque jamás se depuró el franquismo y porque hubo 40 años de política de olvido o de silencio en la memoria. Siempre se le exige la reconciliación a los vencidos, pero quienes ejercen esa no-reconciliación son los vencedores.

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