«Hablar de memoria histórica supone ser un rojo vengativo»
Emilio Goyanes presenta hoy en la 34 Muestra de Teatro Internacional su obra ‘Rancho Porlier’, un musical cargado de historia familiar
Pilar González Ruiz
Subido en su furgoneta, Emilio Goyanes conduce en dirección al escenario donde representará su próxima función, en esa dinámica implícita en la vida de los artistas: la carretera. El destino, en esta ocasión, será Santander, donde esta noche, dentro de la 34ª Muestra Internacional de Teatro de la UC (Paraninfo de Las Llamas, 20.00 horas) la compañía Laviebel representará ‘Rancho Porlier’, una obra en la que la historia salpica a dos partes: su familia y su país.
La primera nota que puso de este proyecto se remonta a 1983. En una de sus múltiples libretas aparece un apunte fechado a comienzos de aquella década. «Me costó cuarenta años ponerme a escribirla». Era apenas un veinteañero al que sus padres le hablaban de aquel relato vital y durísimo mientras él les grababa. Primero con grabadoras rudimentarias, más tarde con teléfonos de mil aplicaciones. «Mi padre es un gran narrador», rememora. Y fue dando forma a un futuro libreto habitado por su árbol genealógico y el de cientos de familias más.
Otro de los espacios que da título a la obra es la Cárcel Porlier, donde su abuelo fue uno de los miles de condenados a muerte. Se celebraban juicios sumarísimos con un «paquete de acusaciones que aparecen en la obra relatadas a ritmo de rap», porque en esta creación hay mucha música y de todo tipo.
En la Cárcel de Porlier había 800 condenados a muerte de manera permanente. Cada día se ejecutaba a 30 personas. «Ha pasado mucho tiempo y quería hacer una obra que tratara todo eso pero sin ser un drama».
Goyanes ha trabajado a sus 63 años en 66 espectáculos. «¡No sé cómo lo he hecho!», bromea. Se crió alrededor del llamado Tercer Teatro, donde era «un pecado ir a la escuela de arte dramático» y buscaban otras vías para formarse. Ha sido director de 45 de esas creaciones y lleva 32 años en la compañía Laviebel, desde Granada «donde tuve el sentido común de irme a vivir». Entre los buenos compartidos estuvo ganar el Premio al Mejor Musical de la Temporada ante grandes compañías de Madrid y Barcelona. Uno de sus rasgos distintivos es la insistencia: «ser incombustibles a pesar de las dificultades» y seguir adelante «sin perder las ganas de hacer cosas que son nuestras, con nuestro lenguaje». Con esta obra se han encontrado vetados en numerosos ayuntamientos, «sin que te lo tengan que decir». Este musical «distinto a todo lo que imaginan» invitará al público a reflexionar. «Cada uno tiene su historia y esta es la mía», dice el director.